Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

martes, 30 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 14

Capitulo 14

El domingo no vi a Dominique pero el lunes estaba esperándome en la puerta como me dijo que iba a hacer. Estaba en vaqueros, con una camiseta gris, una preciosa chaqueta negra y el pelo recogido en una coleta. Le di un beso antes de ponerme el casco e irnos al instituto. Tara, Roger y Jake llegaron al poco tiempo en el autobús. Ya le había comentado a Tara que Dominique me había pedido salir y que le había dicho que si, así que no le importó que acudiese a clase en moto con él.
Los problemas empezaron cuando entramos a la clase de la señora Collins y Jake fue hasta uno de sus amigos a pedirle que le cambiase el sitio cuando Laura comenzó a decir comentarios insultantes. Tara no se lo pensó dos veces para intentar darle su merecido y nosotros tuvimos que sujetarla. No nos dimos cuenta de que trataban de distraernos hasta que comenzó la clase y la señora Collins nos pidió que entregásemos la redacción que nos había mandado como deberes el viernes. Tara no estaba muy segura de haber dejado su mochila abierta y mis sospechas se confirmaron cuando descubrió que su trabajo no estaba dentro. Los nervios la carcomían tratando de rebuscar en la mochila.
Dominique me preguntó que pasaba y se lo dije. Se quedó muy quieto mirando al grupo de Laura, examinando minuciosamente todo lo que se podía observar bajo los pupitres. Cuando lo percibió, me dijo que distrajese a la señora Collins para poder regresarle a Tara su trabajo. Tuve que ir hasta la mesa de la profesora y aparentar que tenía una duda acerca del trabajo y que quería corregirla antes de entregárselo.
Dominique se acercó a Laura luciendo su mejor sonrisa. No se como lo hacia, pero ellas estaban embobadas escuchándole y no parecían darse cuenta de que cogió el trabajo de Tara bajo la mesa de Laura. Les dijo que se marchaba antes de que la señora Collins se diese cuenta y ellas le dieron una sonrisita tonta mientras lo veían alejarse y se centraban en verle el trasero, lo cual me molestó casi más que el que hubiesen robado el trabajo. Tuve que respirar hondo para no terminar con lo que había comenzado Tara unos minutos antes y borrar esa sonrisita estúpida de sus caras. Cuando llegó el momento de que la señora Collins pidiese a Tara su trabajo las perras estaban expectantes para ver como le ponían un enorme cero y se llevaron un buen chasco. En fin, esa fue la anécdota de ese día.
En las siguientes tres semanas todo fue más o menos bien. Dominique y yo quedábamos casi todos los días y cada día estaba mas feliz, era un chico estupendo que se preocupaba por saber todo lo que me gustaba para complacerme, sobre todo cuando se enteró de que en verdad me gustaba la velocidad y cada vez que cogíamos la moto me llevaba dando el máximo de su máquina. Casi creo que he echado músculos de tanto apretarme contra su cintura para no caerme. Lo único que iba mal era la intromisión de Laura en la relación de Tara y todos la apoyábamos en la medida de lo que podíamos. Y aparte de todo eso estaba también mamá, que actuaba muy rara desde que comenzó a trabajar para los Dubois. Mamá ha sido siempre una mujer muy dedicada a lo que hace y desde que Antoine habló con su jefe no hacía horas extra y estaba totalmente dedicada a la publicidad de la compañía de teatro, lo que le dejaba mucho tiempo para salir con Antoine aunque ella me negase que mantenía una relación con él. En los principales carteles anunciando el estreno podía verse a Antoine, Maximilien o a una hermosa mujer pelirroja en una pose que daba a entender que iban a morder una victima, en este caso algunas de las modelos que solían trabajar con mamá. Iban vestidos de época y tengo que decir que se les veía guapísimos, sobre todo la mujer pelirroja, que tenía una larga cabellera ondulada y unos vivísimos ojos rojos que destacaban sobre una tez blanca a más no poder.
Faltaba una semana para Halloween y ya llevaba unos cuantos días anunciándose el estreno de Le Theatre des Vampires. Yo no había querido ir a la casa de Dominique por eso de que pareciese que estábamos haciendo ya nuestra relación muy formal. Él si venía a casa a veces ya que mamá lo conocía de venir a hacer los deberes junto a los otros del grupo.
Estaba esperando que Dominique llegase a casa mientras veía la tele junto a mamá. Era uno de los pocos días que se quedaba por la tarde en casa y aprovechábamos para ver algún programa sobre el que poder dar nuestras opiniones. Mamá me había hecho un chocolate caliente exquisito que me hacía recordar cuanto me gustaba de pequeña que me hiciese uno en los días tormentosos en los que no podía salir a la pradera a jugar con los hermanos Stuart. Como era normal en mí, al chocolate le agregué un poco de nata para darle mi toque personal.
Llamaron a la puerta y mamá dijo de abrir mientras Bloody se subía a mi regazo. Ya sabía de antemano que sería Dominique, porque cuando él venia a casa, Bloody tenía la costumbre de subirse sobre mí para indicar su pertenencia. Si la gata supiese hablar diría: Esta dueña es mía. Dominique y Antoine entraron al salón con un par de cajas en las manos. Antoine estaba vestido como siempre en un espléndido traje de firma y Dominique iba con los vaqueros que más me gustaba que llevase, acompañado de una camiseta azul marino y la chaqueta de cuero.
-Bonnes nuits, belles mesdemoiselles.- dijo galantemente Antoine mientras besaba la mano de mi madre sin apartar la vista de sus ojos. Casi tengo que ir a por la fregona para recoger a mamá que se derretía sonriendo sin saber qué decir.- Katherine- me saludó haciéndome una pequeña reverencia y se giró otra vez para hablarle a mamá mientras que Dominique se acomodó a mi lado y me dio un casto beso en la mejilla. Bloody le maulló suavemente y se apartó de mi regazo de mala gana- Las campañas de publicidad están siendo todo un éxito, hemos recibido numerosas llamadas de teléfono haciendo reservas para el estreno.- se giró otra vez hacia mi- Por supuesto traigo las invitaciones para que vayas con tus amigos. Como estrenamos en Halloween estoy seguro de que irás disfrazada, pero por si no tienes aun un traje me he tomado la libertad de traerte uno de los de nuestro atrezzo, seguro que quedará muy bien en ti.
Cogí las invitaciones después de darle las gracias y las deposité en mi bolso que estaba en un brazo del sofá. Estaba alucinada. En mi vida me había disfrazado pero Dominique me miraba muy complacido mientras me daba la enorme caja que no pude hacer más que sonreír y cogerlo. Cuando lo abrí mis ojos se iban a salir de las orbitas. Era un precioso traje de época en un suave color vino de mangas bombachas hasta el codo, rematado con una finísima tela en oro viejo y ribeteado con encajes en el mismo tono dorado. En la parte de la falda tenía varias telas superpuestas mezclando el color base con otras en el mismo oro viejo, dándole un volumen majestuoso. Le di la vuelta admirándolo y descubrí que, aparte de tener un generoso escote, la espalda quedaba descubierta hasta casi la mitad.
Todavía no me había repuesto de la impresión cuando Antoine me alcanzó la otra caja más pequeña. La abrí y saqué un hermoso tocado a juego con el vestido. Era muy alto y estaba lleno de hermoso adornos en los mismos colores y con un antifaz negro sujeto a él.
-Estoy seguro de que estarás muy bella. -Dijo Dominique antes de que pudiese decir algo.
-Gracias. No se que más decir. Me ha cogido por sorpresa.
Antoine sonrió amablemente y mamá se apresuró a ofrecerle una copa de vino, del tipo que sabía que a él le gustaría. Yo por mi parte me levanté para llevar el traje a mi habitación y Dominique lo cogió rápidamente para ayudarme.
Al entrar en mi dormitorio se quedó contemplándolo todo muy atento.- Tienes una habitación preciosa.
-Bueno, no es gran cosa. Llevamos aquí dos meses y pico y todavía no le he dado muchos retoques.
-Pues a mi me gusta como está, tan minimalista. En casa nuestras habitaciones parecen de otra época con tantos remates y adornos, pero Veronique dijo que teníamos que adornarlos acorde al estilo de nuestro espectáculo.
-No tiene por qué ser así. Una cosa es interpretar y otra la vida normal de cada uno. ¿Ella es la pelirroja de la publicidad?
-Si, es ella. Y eso lo dices porque todavía no la conoces, ella siempre está metida en su papel. Ven un rato a casa y te la presento.
-Hmm... No se, quizás mejor me sorprendéis el día del estreno.
Dominique puso una cara de desánimo.- No se por qué no quieres venir. Quería que los conocieses a todos antes de ver la función. No quiero que te asustes ese día.
-Dominique, se de que va el espectáculo aunque no conozca lo que representareis. Que vayáis de vampiros no supone que lo seáis.
Dominique murmuró algo en francés que me sonó algo así como a “te sorprenderás” mientras se encaminó hasta el salón, Antoine lo estaba llamando para irse.

lunes, 29 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 13

Capitulo 13

Jean Luc y Maximilien se marcharon al cabo de un rato para acompañar a las chicas a su casa, incluso Kim decidió irse con ellos y aunque Jake estaba un poco reticente, al final lo convenció. Dijo que si cuando Dominique le aseguró que cuidarían de que llegara bien a casa. Se notaba que a Kim le había gustado Jean Luc y no quería dejar escapar la oportunidad dejándolo solo con sus amigas, por si alguna más estaba interesada en él.
Tara y Jake estaban de lo más pegajosos si cabía decir, dedicándose arrumacos como si el tiempo se les fuese a acabar esa noche. Miré hacia arriba al balcón donde antes había estado Laura y no la vi. Giré la cabeza hacia las escaleras y la divisé bajando con la mirada puesta en nosotros. Sus ojos estaban peligrosamente entrecerrados, seguramente maquinando la manera de dejarnos en evidencia o de armar una buena bronca, y la verdad, no me apetecía. Estaba muy a gusto hasta que la vi bajando. En cualquier otra ocasión la hubiese enfrentado para bajarle los humos, pero pensé que mejor cambiábamos de sitio.
-¿Qué tal si nos vamos?- Tara me miró extrañada- El ambiente está empezando a cargarse- dije mientras cabeceaba hacia las escaleras para que me entendiese.- Quizás podríamos salir a otro local.
Asintió al comprender, a ella tampoco le apetecía que le estropearan la noche. Busqué el camino más retorcido entre la gente para darle esquinazo a la perra y salimos del local.
Jake señaló hacia donde tenía aparcado su coche y Dominique le comentó que también había traído el suyo. Tara se fue con Jake y yo me fui con Dominique a buscar el suyo. Me quedé boquiabierta cuando vi el precioso coche que traía. Era un S5 negro nuevecito. Pensé que tenía que haberles ido muy bien con el espectáculo en otras ciudades para permitirse tener ese tipo de coches, pero decidí no decir nada sobre mis pensamientos para no quedar como una materialista que se interesa por la situación financiera de su familia.
-Es precioso el coche. Creí que vendrías con la moto.
-Como no sabía si hoy llevarías algún vestido o falda pensé que seria mejor traer el coche para cuando te lleve a casa. Entra, por favor.
Fuimos tras el coche de Jake hasta el Sepultura. Tara preguntó a un camarero que conocía por si había visto a Roger y le informó de que ya se había ido. Pedimos unas bebidas y nos sentamos. Dominique miraba divertido la decoración del local. Se acercó hasta mi oído- Es gracioso como siempre se mezcla la temáticas del más allá y lo sobrenatural con los cementerios, los ataúdes y cosas por el estilo.- Lo miré extrañada- ¿Tu crees que un vampiro dormiría en un ataúd habiendo cómodos colchones? Es de locos. ¿Y por qué tienen que acabar siempre vagando por los cementerios?
-Hablas como si de verdad existiesen.- este tema estaba empezando a ser habitual en nuestras conversaciones.
-Existen. Estoy seguro. Y no son bestias horribles como los describen en algunas historias.
-Bueno, si de verdad existen y me cruzo con un caballeroso y guapo vampiro lo besaré para saber si es de carne y hueso.- Bromeé.
Estaba tan enfrascada en nuestra singular conversación que cuando le contesté no me había dado cuenta de que estaba a solo un par de centímetros de su rostro, captando un pequeño destello dorado en sus negros ojos.
Dominique me sonrió antes de besarme apasionadamente durante un largo rato, dejándome choqueada por lo bien que besaba y con las típicas mariposas revoloteando en mi estómago.- Yo te vi primero. Ningún vampiro podría besarte ahora.
Desde luego después de ese beso electrizante no creo que nunca nadie pudiese igualarlo. Mi mirada no podía cambiar de sitio, estaba pendiente de sus labios que se entreabrían para besarme otra vez.
Tras besarme se acercó hasta mi oído.- Kat, dime que saldrás conmigo, creo que ya me conoces bien, ¿no crees?
Mis labios estaban punzando por lo profundo que había sido ese beso y no conseguían articular palabra alguna, y mi mente estaba tan alelada que solo atiné a asentir.
Miré el reloj y vi que ya era bastante tarde. Tara quedó en volver con Jake y Dominique se ofreció a llevarme.
Desde que me había besado casi no había conseguido articular palabras. Era como si me hubiese quedado atrapada en ese momento.
Dominique aparcó en la entrada de casa, iba a bajarme cuando sorprendentemente él ya estaba en mi lado del coche, abriéndome la puerta.- Mañana no podré quedar, tengo unas cosas que hacer con mi familia, pero el lunes estaré aquí a primera hora para ir juntos al instituto. ¿Te parece bien?
-De acuerdo. Había quedado con Tara y Roger mañana para ver una peli aquí en casa. Si puedes escaparte un rato mañana acércate, te guardaré algún sándwich, si no, no verás ninguno. Roger tiene un apetito tremendo.
Me dio un buen beso para despedirse y se marchó velozmente en el coche.
Cuando entré en casa me fui directa y sin hacer ruido a mi cuarto para acostarme. Con lo cansada que estaba, casi se me olvida quitarme el maquillaje. Cogí a Bloody para subirla a mi cama y se acurrucó a mis pies muy ronroneante.Cerré mis ojos y caí en un sueño profundo en menos de lo que cuesta decir amén.
Después de tanto tiempo sin tener sueños extraños esa noche volví a soñar con Dominique. Estaba en lo que creía que era su casa, en una grande y hermosa habitación, vestida con mi pijama azul de raso y tumbada sobre una cama llena de mullidos cojines. Dominique se acercó hasta mi, vestido únicamente con unos pantalones de seda negros muy sueltos y con una rosa en una mano.
-Bonnes nuits, mon amour. Parece que me hubieses leído el pensamiento. Estaba pensando en lo hermosa que lucirías mientras duermes.
-¿Qué hago aquí?- pregunté inquieta.
-No lo sé. Estaba tumbado en mi cama pensando en ti y de pronto apareciste.
-Yo no he aparecido en ningún sitio, estaba durmiendo. Esto es solo un sueño.
-Supongo que habrías sentido mi hambre y has venido a mi.- Se sentó en la cama y fue poco a poco acercándose hasta mi, mirando ávidamente mi boca.
Me besó muy dulce, tierno como era él mismo, para poco a poco encaminarse a mi cuello, haciendo que tuviese pequeños calambres placenteros. Sentí un leve pinchazo casi imperceptible y después no se como describirlo, solo se que me gustaba a más no poder. Estaba embobada, diria que casi mareada y con los ojos cerrados disfrutando de los besos que me daba hasta que paró para decirme- Sabes a ambrosía, eres un dulce néctar del que nunca me cansaría de beber.
¿Beber? Eso me hizo abrir los ojos extrañada. Dominique estaba especialmente guapo, no tan palido como otras veces y con una sonrisa espléndida que me sobresaltó cuando pude ver que dos largos colmillos resaltaban en ella.
Me incorporé en la cama y estaba otra vez en mi habitación. Instintivamente me toqué el cuello. No habia ninguna clase de herida pero me dolía un poco.
-He tenido que quedarme dormida en una mala postura y de seguro la conversación que tuve con Dominique me hizo tener ese sueño.- Me dije tratando de convencerme a mi misma.
Lo malo es que me había parecido muy real.

domingo, 28 de marzo de 2010

Premios

Gracias a Sweet Poison y a Super Iza por estos fantásticos premios:



Decir siete cosas de ti:

1- Me encanta conducir, me relaja.
2- El color negro y el violeta me seducen.
3- La unica fruta que no soporto es el melón.
4- La lectura me obsesiona, cuando leo el mundo se detiene para mi.
5- Me gustaría tener un Vane Kattalakis para mi sola XD
6- Padezco insomnio, o sea, aprovecho bien el dia.
7- Nunca podré olvidar el día que nació mi niña.

Estos premios se los dedico a todas las que paseis por mi blog.

jueves, 25 de marzo de 2010

Moonlight Capitulo 11

Capitulo 11

Giselle estaba feliz, con una cara de boba, pero feliz. Por primera vez en su vida sabía lo que era un orgasmo. Mejor dicho, no solo sabía lo que era un orgasmo, si no que ese magnífico hombre la condujo a tener tres.
Se había mantenido dentro de ella aun después de haber alcanzado el clímax, dándole una buena cantidad de besos y caricias; y después de retirarse todavía siguió acariciándola y susurrándole lo hermosa que era para él hasta que quedó dormido por el agotamiento.
Lentamente quitó el brazo que la rodeaba para poder levantarse de la cama y fue a mirarse al espejo. Su pelo estaba alborotado, todo revuelto y su piel se veía mas blanca y sedosa que nunca. Su curvilínea cadera todavía se apretaba cuando recordaba lo que había hecho y sus pechos estaban más erguidos si cabía. Todo en ella era hermoso, O eso le parecía a ella. Se sentía más mujer que nunca, y sus miedos y complejos se habían desvanecido por completo.
Recogió el bikini del suelo y se fue hasta el baño para ducharse. Cerró las cortinas y metió la cabeza bajo el chorro de agua templada, haciendo que su cabello se aplastase hacia atrás en su cabeza.
Estaba frotándose enérgicamente el cabello con el jabón pensando en lo que acababa de hacer. April había tenido razón, necesitaba estar con un hombre para por fin deshacerse de los malos recuerdos de Connor. La espera había merecido la pena, Valiant era el polo opuesto de su ex y sentía que esto no iba a ser cosa de un día, era muy caballeroso y gentil con ella y le había dicho que le había vuelto loco desde el primer día. Lo único que todavía no había resuelto era qué iba a hacer o decir cuando lo viese. ¿Cómo debía comportarse? Jadeó fuertemente tapándose la boca. ¿Les habrían sentido April y Savage? Se había olvidado completamente de que ellos estaban en la casa, desayunando en el porche. Quizás con un poco de suerte no los habían oído y April podría pensar que Valiant había ido a disculparse con ella por haberla besado y se habían quedado charlando. Rezaba porque fuese así como hubiese pasado.
No tuvo más tiempo de pensar. La cortina de la ducha se abrió y un desnudo y sexy hombre estaba tras ella.
-¿Me invitas a entrar?- Valiant lucía una preciosa sonrisa y un desnudo cuerpo que poco a poco introdujo en la bañera.
-Con lo grande que eres casi no vas a poder moverte aquí estando los dos.- fue lo único que se le ocurrió decir.
-Nos apañaremos. Deja que te ayude a lavarte.
Estaba sorprendida, aunque la hubiese visto ya desnuda todavía sentía vergüenza cuando se acercó a ella para frotarle. En cambio, él era un hombre sin complejos, se notaba que estaba cómodo estando desnudo. Y la verdad es que le parecía normal que no los tuviese, si ella fuese hombre y tuviese un cuerpo tan alto, musculoso y bien formado como el suyo tampoco le importaría que le viesen así.
La lavó por entero sin dejarle coger la esponja nada más que para que le frotase la espalda. Ahí fue cuando descubrió una ligera cicatriz que le recorría por el costado derecho. Era casi imperceptible, no la habría notado si no hubiese estado tan cerca de él.
-¿Cuándo te hiciste esto?
-Eso es un recuerdo de un primo mío.
-Explícamelo.-Giselle quería saber, porque normalmente tu propia familia no hace ese tipo de cosas para dejar un recuerdo y le picaba la curiosidad.
-Nos criamos juntos en el c… en la misma casa.- casi se le escapó que su casa era un castillo- Le gustaba meterse conmigo y yo le respondía gastándole bromas. Conforme íbamos creciendo las bromas iban a mayores y en una de ellas él me había puesto el suelo del pasillo enjabonado para que resbalase, y me esperaba tras la puerta con un alambre sujeto de un lado a otro del umbral para hacerme tropezar si lo del agua jabonosa no funcionaba. Pero estaba demasiado ansioso de cazarme, así que en cuanto me sintió corriendo por el pasillo se levantó de su escondite para ver como me caía. Yo iba tan deprisa que no me dio tiempo de ver que había cogido velocidad por el agua derramada y cuando iba a pasar por la puerta me giré un poco cuando lo vi asomar y di con el alambre en mi costado, que también había subido a la vez que mi primo porque todavía lo tenia sujeto. Sangre abundantemente y después de tener que avisar de lo que me pasaba, mi padre lo castigó severamente. Cada vez que mi padre lo traía para que viese lo que había hecho y hacerlo sentir más culpable, yo me quejaba bastante para que su castigo fuese mayor. Y luego él venia a escondidas para echarme sal ahí cuando estaba dormido para que me escociese más.
-¡Dios!- exclamó Giselle compungida- ¡Qué primo más terrible! ¿No viviríais mucho tiempo juntos, verdad?
-Toda la vida. Sus padres murieron al poco tiempo de nacer él, y es solo tres meses mayor que yo.
Mientras él estaba contándole esa anécdota, ella había seguido lavándolo. Hasta que llegó a su pene. Se sintió ridícula por no saber como cogerlo, pero estaba dispuesta a probar, ya que él le había lavado todo. Inspiró suavemente, pensando para sí misma: no muestres torpeza, es solo un pene, no muerde. Lo asió con mano firme. Comenzó a frotarlo con la esponja y en seguida se endureció.
Valiant la cogió por su mano para detenerla mientras le susurraba en la oreja.- Será mejor que lo haga yo, si no te haré el amor otra vez y tendremos que empezar otra vez con la ducha.
Suficiente para que se sonrojase.
Terminaron de ducharse y se vistieron para salir al porche. Giselle estaba extrañada de que no sintiese ruido alguno allí.
En la mesa seguía estando la bandeja con las cosas del desayuno y había una nota apoyada en la jarra del zumo.
Hacer el amor le había dado hambre a los dos, así que cogieron cada uno un bollo y ella leyó la nota, mientras daba mordiscos al delicioso bollo de crema. Era de April. Decía que creía que necesitarían un poco de “espacio” después de haber visto la cara de Valiant mientras se dirigía hacia dentro de la casa tras ella, Savage y ella se habían ido a dar una vuelta al bosque.
Valiant le preguntó que había en la nota y le explicó solamente la parte donde su amiga decía que se iban a dar una vuelta. No necesitaba saber lo bien que se entendían ellas dos.
-¿Quieres que vayamos allí o prefieres quedarte?
Giselle sopesó que hacer. Si se quedaba pensaba continuar pintando su lienzo y estando él allí no era la mejor opción, pues no le gustaba que viesen su obra hasta haberla acabado.
-Vamos a dar un paseo.
Él pasó su brazo por su cintura y la llevó asida hasta la entrada del bosque.
El bosque estaba formado por altísimos pinos y muchos matorrales frondosos esparcidos por el suelo, con pequeños senderos naturales atravesándolo cada cierto tiempo.
Giselle estaba encantada de respirar el peculiar aroma del bosque. Los rayos del sol pasaban por entre las copas de los árboles, dándole al lugar el color de un bello paisaje verdoso y dorado. Se separó un poco de Valiant para poder pasar su mano por las hojas de los helechos, haciendo que cayesen al suelo gran cantidad de esporas. Giselle sonrió imaginándose que las esporas emulaban una pequeña nevada verde y amarilla, digna de ser retratada.
Valiant, por su parte, disfrutaba de verla tan feliz por hacer esas cosas tan nimias que la llenaban tanto de alegría. Estaba más seguro que nunca que algún día le diría qué era él y lo que disfrutaba cuando estaba en forma de lobo restregándose por todos los árboles que se encontraba.
La noche anterior Savage y él se habían escapado para poder correr por el bosque. Desde que llegaron allí no habían vuelto a transformarse y sus cuerpos estaban más nerviosos que nunca, buscando el modo de hacerles cambiar en animales para poder correr y ejercitarse.
Siguieron caminando usando uno de los senderos y se adentraron bastante en el bosque. Iban a darse por vencidos en la búsqueda de April y Savage cuando a lo lejos los divisaron. April estaba echada sobre un enorme árbol muy torcido que se apoyaba sobre otro, formando un ángulo de unos cuarenta y cinco grados más o menos. Savage tenía apoyado un brazo por encima de la cabeza de April y estaban besándose.
Como estaban muy lejos de ellos decidieron ir para otro lado para dejarlos tranquilos. Tanto Savage como Valiant tenían buenísimos oídos gracias a su naturaleza lobuna, así que aunque Valiant procuró caminar sin hacer ruido para molestarlos, Giselle pisó una rama seca, y eso hizo levantar la cabeza a Savage. Se incorporó y los llamó para que se acercasen mientras April se daba un poco en la boca con el dorso de la mano.
-Hoy el bosque está precioso. Decidimos dar una vuelta nosotros también.
April le echó una mirada picarona a Giselle, dándole a entender que luego tendrían que contarse.
Un finísimo ruido hizo a los dos hombres darse la vuelta buscando que lo había provocado.
Divisaron tres lobos escondidos tras unos matorrales que gruñeron cuando se dieron cuenta de que los habían descubierto. Cuando las mujeres lograron verlos gritaron por el susto. Ellos trataron de calmarlas, procurando a la vez acercarse a los lobos lentamente, enviándoles imágenes de amistad para que supiesen que no eran peligrosos. El líder de la manada les envió a su vez imágenes de los lobos de esa misma madrugada, cuando habían descubierto olores de nuevos lobos en su territorio.
Los dos hombres tomaron una posición que hiciese que sus espaldas tapasen la vista de las mujeres. para que no les viesen transformar sus manos en patas cuando las acercaron al macho alfa para que pudiese olerlas y saber que eran ellos los que habían irrumpido en su territorio.
El lobo aceptó el ofrecimiento y emitió un pequeño gruñido a su grupo para decirles que no había peligro. Todos se dejaron acariciar por ellos y se marcharon, dejando estupefactas a Giselle y April al ver como ellos habían dominado a la manada.

martes, 23 de marzo de 2010

Moonlight Capitulo 10

Capitulo 10


-¡Vaya, vaya! Yo diciéndote mis planes y tú haciendo los tuyos por tu cuenta sin decírmelo…- April se había acercado hasta ellos recogiendo el lapicero lleno de pinceles que se habían desparramado por el suelo cuando estaban jugueteando con destapar el lienzo.
Giselle se apartó de inmediato de Valiant y corrió hacia el interior de la casa, rumbo a su cuarto. Cuando llegó intentó tomar una gran bocanada de aire para calmar su acelerado corazón. Se miró al espejo, tratando de saber por qué se había portado como una niña al salir corriendo en vez de enfrentar la situación surgida por el beso. Se acarició los labios con los dedos, rememorándolo, mientras que con la otra mano intentaba poner su cabello en su sitio sin lograr hacer mucho. Después de unos cuantos intentos más, fue hasta el tocador para coger un cepillo y se sentó en una butaca frente al espejo.
-Niñata estúpida.- dijo mientras se pasaba un cepillo por su rubia cabellera- Te has comportado como una niña, ¿Cuándo madurarás?
Le pareció ver una sombra tras el espejo y levantó su vista para ver quien era. Valiant estaba en el umbral de la puerta, con los ojos puestos en ella y una mirada seria pero tierna a la vez, se había cambiado el bañador por un pantalón blanco de ligera textura y seguía llevando su musculoso pecho al descubierto. Su mojado cabello se había ondeado ligeramente y caía hacia atrás, haciendo resaltar más aun sus bellas facciones y dejando a Giselle con ganas de esculpirlo en piedra.
Lentamente para no asustarla, Valiant cerró la puerta y se fue acercando hasta ella, dando cortos pasos que no hacían ni un ligero ruido, como cuando un animal acecha a su presa. Giselle seguía mirándolo a través del espejo sin moverse, como si estuviese petrificada y sumergida en el verde de sus ojos.
Él descendió su mano suavemente por su brazo para llegar hasta el cepillo y quitárselo, continuando con la tarea de cepillarle el cabello.
¿Por qué demonios tenía que sentir ese cosquilleo cuando él la rozaba? No sabía como explicarse a sí misma lo que sentía cuando él estaba tan cerca de ella, lo húmeda que se notaba en sus partes intimas y cuanto le gustaba notar que se ponía duro al mirarla. Como solo había estado una vez con un hombre, no era una experta para saber mucho de las sensaciones que estaba sintiendo. Además, esa única vez había sido muy corta y poco gratificante, Connor apenas la preparó y fue directamente a lo suyo, sin molestarse en saber si ella estaba disfrutando o no.
Ella quería imaginarse a Valiant recorriendo su cuerpo poco a poco, sin prisas, haciendo que cada centímetro de su piel cogiese temperatura por el éxtasis que se le avecinase y queriendo gritar su nombre a los cuatro vientos; y la gran relajación que estaba sintiendo por el cepillado estaba ayudándole a fomentar su imaginación.
Cuando Valiant paró de cepillarle el cabello, abrió los ojos lentamente, se sentía relajada pero tenía el corazón latiendo a mil gracias a lo que había imaginado y una mano puesta casi en la ingle, que punzaba casi más que sus latidos.
Valiant no se parecía en lo más mínimo a Connor y su cuerpo estaba clamando por él, como si tuviese pensamientos propios, pidiéndole que dejara la castidad que se había impuesto y necesitase que lo despertaran sexualmente de una vez. ¿Y si lo volvía a besar? ¿Y si clamaba que le hiciese el amor? Desde la primera vez que se habían visto sabía que había química entre ellos y que estaban haciendo serios esfuerzos por no propasarse el uno con el otro, pero después de haber probado su boca tenía claro lo que quería. Metida en este nuevo pensamiento se giró frente a él.
-¿Estás mejor? Parecías nerviosa, siento si te asusté. Fue un impulso…
Giselle se puso de puntillas, tiró de su cuello hacia abajo y lo besó.


==================================================


Valiant sintió los labios carnosos de ella posarse sobre los suyos y durante un segundo se quedó parado sin saber si cogerla en brazos y profundizar en el beso, pero cuando notó que ella entreabría su boca, la abrazó dulcemente para elevarla y pegarla a su pecho, haciendo que pusiese sus piernas alrededor de su cadera.
Su boca sabía mejor que las ricas bayas y los arándanos del jardín del castillo, esos con los que Moira, su cocinera, preparaba esas tartas que le volvían loco. Su lengua era cálida y sintió el impulso de masajear su sedoso cabello rubio, que olía igual que la húmeda pradera cuando abrazaba los primeros rayos de sol después de una breve lluvia.
Ella jadeó cuando sintió que su polla se engrosaba, dándole justo en el punto más punzante de su ingle y haciendo que él quisiera quitarse la atirantada ropa, pues si no, estaba seguro de que la reventaría en cualquier momento.
Después de unos cuantos besos más inclinó la cabeza hacia atrás para tomar una buena bocanada de aire, con los ojos cerrados, disfrutando cada segundo de tenerla en sus brazos. Hacía mucho tiempo que no tenía a una mujer sobre él y Giselle le hacia sentir todo como jamás ninguna lo había hecho. Para cuando volvió a poner la cabeza inclinada hacia delante frente a ella, estaba mirándole con los ojos chispeantes y brillosos y solo dijo una palabra.- Cama.
Él muy obediente se fue acercando a la cama caminando hacia atrás, mientras continuaba dándole besos y pequeños mordiscos juguetones por el cuello. Una de sus manos la sujetaba fuertemente mientras la otra se aferró al nudo que sujetaba su pareo en la cintura, para dejarlo caer descuidadamente en el suelo, dejándola simplemente con un pequeñísimo bikini rosa que le había dejado April. El bikini era de esos triangulares que se ataban haciendo una moña en la espalda, y en la parte inferior se ataba a los lados de la misma manera.
Valiant se sentó sobre la cama con ella a horcajadas encima, buscando desatar los nudos, mientras ella disfrutaba de manosear su desnudo y musculoso pecho. Cuando por fin consiguió su objetivo, ella se puso derecha para dejarle mirarle en su desnudez.
Valiant estaba excitado viéndola desnuda sobre él, sus redondeados y turgentes pechos tenían los pezones rosados y duros por la excitación y un pequeño montículo de vello rubio asomaba entre sus piernas.
-Eres preciosa- comentó mientras acunaba un pecho en su mano y se estiraba para mordisquearle el pezón, provocándole un sonoro jadeo y buscando el otro para hacerle lo mismo- Eres tan blanca y suave que ni la mismísima luna llena en todo su esplendor se te iguala. Me vuelves loco desde el primer día que te vi.
Cada mordisco que le daba en los pezones le hacía gemir de placer, casi estaba seguro de que podía hacer que llegara al orgasmo solo con eso.
La tumbó a su lado y se acomodó de forma que pudiese seguir mordisqueándola, dispuesto a comprobar su teoría.
Utilizó su lengua sobre la punta del pezón, dándole pequeños lametones en un ritmo frenético mientras introducía un dedo en su mojada vagina. Bastó con eso, Giselle sintió un inmenso y placentero calor recorriéndola desde la punta de sus pies hasta su cabeza, haciéndola gemir de placer.
Cuando abrió los ojos Valiant la contemplaba excitado, había sido maravilloso ver su cara mientras le daba placer, le hacía sentir más hombre, capaz de todo y tenía intención de continuar dándole más.
Se quitó el pantalón para aliviar su pene. Debajo no llevaba nada más. Giselle abrió los ojos sorprendida del tamaño, aunque ya lo hubiese visto, pero fue solo un segundo, cuando los descubrió dormidos en su cama.
Valiant la centró en la cama, descendiendo poco a poco por su cuerpo, dejando un reguero de besos por su delgado vientre hasta llegar a su rosada abertura, brillante por los fluidos que había generado al tener el orgasmo. Separó delicadamente los labios para tener un mejor acceso a su clítoris y chupó ansiosamente, mientras ella se agarraba fuertemente a las sábanas y gritaba que no parase cuando llegó otra vez al clímax.
Todavía estaba notando espasmos de placer cuando tiró de él hacia arriba, pidiéndole que la llenase completamente. Tenía la polla tan dura que si no la penetraba ya estaba seguro de que con cualquier roce se iría.
Colocó su pene sobre la entrada, manteniendo un control absoluto para retardarse mientras poco a poco se introducía. Empujó suavemente, dándole tiempo a acomodarse a su tamaño y envergadura, en tanto ella no paraba de susurrarle su nombre.
Cuando creyó que ya estaba acomodado, empezó con un ritmo lento, disfrutando de la estrechez de su vagina, hasta que ya no pudo más y siguió con envestidas rudas preparando su cuerpo para el clímax.
En cuanto sintió a Giselle gemir por la oleada de calor que la inundaba el se dejó llevar llegando al mayor orgasmo de su vida. Tenía ganas de rugir, de dejar asomar sus colmillos, pero tuvo suficiente cordura para mantenerse totalmente humano.
Al no ser humano por entero, su parte lobuna hacía que tuviese que quedarse dentro de ella por un rato, igual que le pasaba a un lobo o un perro, así que trató de disimular colmándola con besos y caricias hasta que pudiese salir.

Premio...

Otro premio más al saco jeje

Gracias Iza, eres un solete ;)



      1. Exhibir la imagen del sello. Listo..!!
      2. Poner el enlace de la persona que te lo ha regalado

3. Elegir 5 personas para pasárselo

lunes, 22 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 12

Capitulo 12

Los tres chicos lucían para comérselos, me dejaron con la boca abierta, aunque rápidamente la cerré para disimular. Los gemelos iban en vaqueros ajustados, el de pelo más corto usaba una camiseta granate que marcaba todo su esplendoroso pectoral y se divisaban unos abdominales dignos de venerar, mientras que el otro llevaba puesta una sedosa camisa verde agua que le resaltaba el gris brillante de sus ojos. Dominique por su parte se había vestido completamente de negro, aunque su camisa era sin mangas, dejando ver en la zona superior de su brazo izquierdo un pequeño y hermoso tatuaje de una diablesa a la que su desnudez no se le llegaba a ver completamente gracias a las alas desplegadas que la tapaban en sus zonas íntimas. Su pelo estaba liso y suelto como casi siempre, pero echado hacia atrás y no se movía de su sitio aunque girase rápidamente la cabeza, que era lo que hacia de vez en cuando, como si esperase que apareciese alguien en cualquier momento.
Las chicas le hacían señas a Kim de que estos eran los chicos que habían conocido muy contentas de que les hubiesen seguido. Yo miraba hacia el gemelo de pelo más largo, tratando de descifrar por qué me sonaba tanto su cara. Al final llegué a la conclusión de que ya que iba con Dominique, quizás fuese el primo que decían que había conocido en el Sepultura.
Dominique se acercó sonriente para hablarme al oído- Estás preciosa esta noche. Estos son mi primo Maximilien y su hermano Jean Luc. Maximilien fue el que me avisó anoche de que te encontrabas mal.- Los dos me dieron un par de besos para saludarme y se giraron para atender a las amigas de Kim, que estaban deseosas de que hablasen con ellas.- ¿Dónde están Tara y Roger?
-Roger fue esta noche al local donde estuvimos nosotras ayer y Tara…está con Jake por ahí, los perdí de vista hace un momento. Jake fue el que nos trajo acá.
-Tu vaso está vacío, ¿quieres que vayamos a por otro refresco?
Asentí y me acerqué hasta Kim para avisarle de que iba a por una bebida y de establecer un punto de encuentro por si alguna más se extraviaba, quedamos en que sería en la parte derecha de la barra más grande.
Dominique pidió las bebidas y aunque me empeñé no me dejó pagar.- Las próximas bebidas las pagaré yo, digas lo que digas.- le entrecerré los ojos para mostrarle que me molestaba al menos no pagar mi refresco.
-D'accord,- dijo levantando las manos a modo de rendición- pero no pongas más esa cara, que te ves muy fea y no te pega.
Esa frase me hizo dar un respingo para luego dedicarle una sonrisa maliciosa- ¿Fea yo? Chico, no seré una top model pero por lo menos soy del montoncito, pero del montoncito del bueno.- terminé con un golpe de cadera señalando mi cuerpo de arriba a abajo con una mano mientras con la otra chasqueaba un par de dedos, lo había visto en una película que me encantaba y esta era la ocasión perfecta para no dejarme amilanar haciendo de chica dura.
Dominique se rió con esa fantástica sonrisa suya, esa que me dejaba KO- Por lo menos he conseguido que cambies esa fiera mirada que me dedicabas antes, no imaginaba que te molestase tanto que te invitasen.
Me di cuenta que me había pasado un poco, él estaba bromeando y yo me lo había tomado muy en serio, pero es que a ninguna chica le gusta que le digan fea ni en broma.- Lo siento Dominique, me he pasado cantidad.
-No te preocupes, te perdono si bailamos un rato. Vamos a donde están los demás.- Me cogió de la mano tras guiñarme un ojo y me llevó a la pista sin darme tiempo a decir nada.
Los gemelos estaban con Kim y las otras chicas disfrutando de una de las canciones de moda. Dominique me agarró de la cintura para bailar conmigo, después de unos cuantos pasos, conseguí seguirle el ritmo. Cuando había estado bailando sola me parecía divertido hacer movimientos sugerentes, pero estando tan cerca de él me daba vergüenza. No es lo mismo imaginarse un chico, que tener uno de carne y hueso sujetándote por la cintura.
-Cuéntame, ¿qué has hecho esta tarde? Espero que no hayas estado intentando forzar tu memoria, ¿o ya volvió por sí misma?
-Bueno…no. Estuve leyendo un libro que me prestó Tara, de temática sobrenatural.
-Interesante. ¿De qué tipo? Yo soy fan de ese tipo de historias.
-Ángeles y demonios. Estaba interesante, pero me faltó poco para terminarlo. Me di cuenta de que ya era muy tarde y tenía que arreglarme para cuando Tara llegase a por mí.
-Yo soy más de vampiros.
-Con eso del espectáculo que tenéis como para no serlo…
-No solo es por eso. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar que tal vez pudiesen existir? ¿Que tal vez vivan entre nosotros y no nos demos cuenta?
-No creo que existan. Son solo fantasías escritas por gente con una imaginación extraordinaria.
-Deberías tener una mente más abierta. No puedes negar o admitir algo que no has visto o conocido. Quizás si existen no son seres tan maléficos como los han descrito algunos, quizás son solo gente como tú o como yo que perviven de la mejor forma posible frente a fanáticos dispuestos a todo por descubrirlos y conseguir la fama,…
No sabía hasta donde quería llegar Dominique con esta intensa conversación sobre vampiros, pero Tara y Jake llegaron en ese momento hasta donde estábamos bailando. Tara lucía unos labios más hinchados y carnosos que los de la Jolie y una sonrisa boba que no dejaba dudas de que estos dos o se habían enrollado o Jake le había vuelto a pedir de salir.
-Dominique, te la robo un rato.- dijo Tara, a lo que Dominique puso cara de no saber qué quería. Tara señaló hacia la parte izquierda del local- Servicios, ya sabes, esa cosa de chicas de ir de dos en dos…
Sonrió al comprender y cogió mi bebida para que fuese con Tara. Cuando llegamos allí Tara buscó un lugar donde meternos que no estuviese ocupado, cerró las puertas tras entrar yo y se giró mostrando el mismo rostro que podría tener alguien a quien le hubiese tocado la lotería más grande del mundo.
-Jake me ha dicho que se ha dado cuenta de lo tonto que ha sido al estar con Laura, que me echaba de menos.
-Más o menos me imaginaba algo así, Kim y yo os vimos dándoos un beso, o más bien diría succionándoos las bocas parecía que fueseis ventosas o que estuvieseis untados de “Súper glue”. Tara, la verdad es que conozco poco a Jake, pero deberías tener cuidado con lo que haces, recién se pelea con Laura y regresa contigo. Espero equivocarme.
-Jake no es de ese tipo. Fui yo quien le dejó y el seguía colado por mí, lo que pasa es que Laura es una dominante y lo tenía sujeto con sus rabietas de niña tonta. Yo sabía que cualquier día la dejaba. Supongo que esperaba una buena ocasión para dejarlo con ella y no quedar como si fuese una persona cruel, que la deja por no estar verdaderamente enamorado y crean que la ha utilizado. Con los contactos que tiene el padre de Laura, le arruinarían su carrera. Cambiando de tema, ¿cuando ha aparecido Dominique?
-Hace un rato. Vino con sus primos. Esta tarde hable con él y me dijo que me buscaría donde saliésemos.
-Se nota que os gustáis pero no os decidís, sois tal para cual. Espera…¿Vino con el sexy rubio? De verdad espero que ese no tuviese que ver con tu malestar de ayer.
Tara no sabía lo del casi beso en la entrada de mi casa, pero tampoco era cosa de estar ahora recordándolo, así que opté por seguir hablando del rubio-Dominique dice que me ayudó y le creo, pero te juro que no me acordaba de él. Y no es un sexy rubio, son dos gemelos sexy-rubios, el otro está cachas a más no poder.
-Tendré que echarle un ojo para darle mi aprobación.
-¡Ey! ¡Que recién empiezas con Jake y ya te quieres fijar en otros!
Tara me sacó la lengua.- ¡Que solo quiero ver, no tocar, maliciosa!
Nos dimos un repaso en el espejo antes de volver con el grupo. Eché un pequeño vistazo hacia arriba y vi a Laura asomada desde una de las terrazas, siguiendo nuestros pasos hasta los chicos, que se habían desplazado hasta la barra donde habíamos situado nuestro punto de encuentro.
Dominique estaba presentando a sus primos a Jake y Tara, cuando Jean Luc se giró hacia donde se habían quedado Kim y sus dos amigas en la pista. Dos chicos que estaban un poco bebidos estaban molestándolas y ellas intentaban quitárselos de encima como fuese.
-Chicos ahora vengo.
-¿Que pasa Luc?- preguntó Maximilien.
-Nada, idiotas molestando a las chicas.- Jake iba todo furioso a avanzar junto a Jean Luc, pero este le puso una mano en el pecho para que se esperara.- Deja que vaya yo, te aseguro que se irán lejos y no molestarán a nadie más en toda la noche.
Jean Luc se encaminó hacia el más cercano, lo llamó por la espalda y cuando se giró para encararlo se quedó como de piedra, mirando su rostro con expresión horrorizada. Después le dijo algo al oído y salió corriendo. Se fue a por el otro y sin mediar palabra se agachó un poco para que sus rostros estuviesen a la misma altura y le abrió la boca. Desde el ángulo donde estábamos nosotros no se le veía bien. No se qué gesticularía al chico pero surtió efecto, salió despavorido como si hubiese visto al mismo diablo. Las chicas le sonrieron dándole las gracias, mirándole con ojitos embobados, a leguas se notaba que estaban entusiasmadas con él. Cuando regresaba hasta donde estábamos iba con un paso sereno, descuidado, como si el tener que quitar del medio a dos chicos borrachos fuese algo fácil de hacer sin usar más que las palabras.
-¿Cómo los has espantado sin que intentasen pelear contigo?- le pregunté.
Jean Luc miró hacia Dominique, que le hizo un gesto ligero con la cabeza- Es fácil, les puse mi mejor sonrisa mientras les sugería que no molestasen a mis amigas.
No entendí nada.

viernes, 19 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 11

Capitulo 11

Estaba ya dándome los últimos toques de maquillaje antes de colocarme la gargantilla cuando Tara asomó a mi cuarto.
-Hola Kat. Estás estupenda, aunque me gustó más el vestido de ayer, te hacía más sugerente.
Tara venía cambiada. Bajo un larguísimo abrigo negro llevaba un estilo más guerrero, más a lo “mujer fatal”, con un cortísimo vestido negro que terminaba en una pequeña abertura lateral, medias negras muy transparentes y zapatos de plataforma de altísimo tacón. Se había pintado el pelo de negro. Con un único mechón del flequillo en tono rojo fuego. Como complementos llevaba unos pendientes de plata en forma de pequeños escorpiones a juego con un colgante que le llegaba casi a la altura del canalillo de su escotado pecho.
-Y tú luces de muerte. No te he sentido llamar a la puerta de casa, ¿cuándo has llegado?
-Tu madre salía cuando yo iba a tocar al timbre.
-¡No me digas que otra vez salía con Antoine!- Tara me asintió- ¡Dios, mi madre está de un raro que ni te imaginas! Casi diría que está poseída por la mente de Antoine…
-Déjala que se divierta. Antoine se ve buen tipo y la lleva por ahí a los mejores restaurantes y a ver opera y todos esos rollos de mayores.
-¿Y tú cómo lo sabes? ¡Espera, no me lo digas! Mamá te lo ha dicho.
-Pues… si. Le pregunté porque estaba vestida muy elegante y me dijo. Tampoco es para tanto.
-Últimamente mi madre no me dice mucho. Si habla de Antoine esto y lo otro, pero tampoco es que me especifique. ¿Cómo vamos a ir al K9?
-Le di tu dirección a Jake, espero que no te moleste. Nos recogerá en unos minutos. Roger me ha dicho que iba esta noche al Sepultura con unos amigos, que según vea lo mismo nos encontramos con él más tarde.
Jake llegó en su deportivo al poco tiempo tal y como había dicho Tara. Traía a su hermana Kimberly, un año menor que nosotras, para que se uniera a nuestro grupo. Kim es una monada, la típica niña de papá que tiene todo de marca y buenos modales, pero después de unos minutos conociéndola resultó ser muy agradable. No se sentía para nada una niña rica inalcanzable, sino más bien era cariñosa y aceptaba a todos por igual. Nos confesó mientras Jake iba un momento al aseo que no soportaba a Laura, que no le dejaba ir con su hermano en el mismo grupo cuando ella iba con sus amigas y los amigos de él. La acusaba de ser pequeña para acompañarles. Típico de Laura el sentirse superior. A mí Kim me pareció muy madura para su edad, razonando todo antes de hablar.
El K9 estaba fuera de la ciudad, en un polígono industrial, donde una zona estaba reservada para locales como ese. Su nombre se lo debía a que el polígono estaba situado en el kilómetro 9 de la carretera. Era un edificio de tres plantas, con tres ambientes distintos para que cada uno escogiese el que más le gustase: la zona vip, la sala disco y la sala latina. Para entrar había una cola descomunal, para cuando llegásemos a la entrada habría pasado casi media noche.
Jake nos dijo que lo acompañásemos hasta un lateral del edificio. En él había unas escaleras de hormigón con barandilla negra que daban a una puerta trasera metalizada con un enorme hombre ocupándola por entero. Lo miraras por donde lo miraras el tipo era puro músculo y tenía un gran tatuaje que le ocupaba más de la mitad de su rapada cabeza. Estaba apontocado sobre la puerta, con una rodilla flexionada y los brazos cruzados; su cara daba la impresión de aburrimiento por la zona que le había tocado cubrir esa noche.
Cuando vio a Jake sonrió, se giró hacia nosotras para ampliar la sonrisa mientras nos evaluaba desvergonzadamente de arriba abajo- Hola Jake, veo que hoy has cambiado de acompañantes.
-Hola Jordan, estas son mis amigas Tara y Katherine, y mi hermana Kimberly.
Jordan inclinó levemente la cabeza a modo de saludo y abrió la puerta, apartándose para dejarnos pasar.- Entrad chicas, pasadlo bien ahí dentro.
Deduje que sería la entrada para la gente vip y que Jake sería un cliente habitual de allí o algo así. Pasamos por un pasillo tapizado de alfombra roja, bastante amplio, hasta llegar a unas escaleras que terminaban en unas enormes puertas. Cuanto más nos acercábamos a ellas, más fuerte se hacía el sonido de la música disco que se podía apreciar tras ella.
Jake abrió una de las hojas de la puerta y me quedé con la boca abierta, el local era enorme, gigantesco. La zona vip bordeaba a base de grandes terrazas o balcones interiores la planta inferior, que era por donde tendríamos que haber entrado si hubiésemos estado en la cola como los demás. Las terrazas estaban unidas entre si por otras más estrechas donde estaban la zonas de mesas con grandes asientos dobles. Giré la cabeza hacia abajo a la derecha, se distinguía una larguísima barra repleta de camareros que no paraban de servir copas a todos los que se acercaban con sus tickets de entrada en mano y una zona de asientos tipo reservado. Giré hacia la izquierda y contemplé tres barras más, algo más pequeñas y las puertas que daban a los aseos. Bajo la terraza donde estábamos nosotros Jake me dijo que se encontraban la entrada normal al local y a su lado otras escaleras que daban a la planta sótano, donde estaba la otra sala, que era la de ambiente latino, donde se podía bailar y escuchar música salsa, merengue y estilos así. Frente a nosotras se desplegaba una gigantesca pantalla de cine en la que emitían los videoclips de las canciones que pinchaba el discjockey desde su cabina bajo ella. Y el centro estaba ocupado por una inmensa pista de baile llena hasta más no poder, con zonas más altas donde esculturales gogós bailaban con un ritmo sin fin, animando la pista.
Estaba tan embobada mirando la parte de abajo que no me había fijado en la parte donde estábamos nosotros. Estaba decorada con un estilo muy Luis XV o XVI, con gran alfombrado, sillas y muebles rococó de hermosos torneados dorados, lámparas de cristal, candelabros de pie y grandes cuadros de imitación recreando gente de la época. A mí tanta pomposidad no me gustaba mucho, temía romper algo o manchar las sillas si me sentaba.
Jake nos instó a seguirlo hasta la barra para pedir algo de beber después de dejar nuestros abrigos en el ropero. Yo dejé incluso la chaqueta porque allí hacía calor, así que me alegré de haberme puesto debajo el corto top rojo de escote palabra de honor que dejaba asomar mi ombligo. Kim estaba empeñada en probar algún coctel de los que había leído en una carta sobre la barra y a mí solo me apetecía un refresco después de lo de la noche anterior. Tara no dijo nada porque Jake se adelantó pidiendo su combinado favorito, no lo había olvidado.
Al cabo de un buen rato sonó una canción que hizo a Kim dar un pequeño gritito y unos cuantos botes de alegría mientras tironeaba de todos para acompañarla bailando. Al final accedimos riéndonos de las posturas que ponía cuando la mirábamos.
Estábamos tan enfrascados en los pasos de baile que hacía conforme sonaban las canciones que no nos dimos cuenta de que uno de los amigos de Jake se nos acercó. Creo que era el novio de Lisa, la amiga de Laura. Nos miró de arriba abajo y después de saludar a Kimberly se acercó a Jake para hablarle al oído señalando a la parte derecha de las terrazas.
Eché un vistazo casi imperceptible allí y logré ver entre un numeroso grupo a Laura. Si sus ojos fuesen rayos láser, supongo que hacía rato nos hubiese chamuscado, pues nos echaba cada mirada fulminante que hablaba por si misma. Le hice señas a Tara para que captase mis indirectas y Kim hizo ademanes con las manos mientras nos pedía que pasásemos de ella, que no merecía la pena su intento de fastidiarnos la noche.
Jake por su parte le dijo algo todo muy serio antes de que se fuese otra vez al grupo, cogió a Tara de la mano y nos llamó para que lo acompañásemos.
-Vamos chicas, bajemos abajo donde el ambiente esté menos saturado. Nos lo pasaremos mejor sin más interrupciones.
Tara lo siguió mientras trataba de preguntarle, cogiendo a la vez su copa de la repisa donde la había dejado- ¿Qué pasa Jake?
-Nada. Frankie es un imbécil que hace todo lo que le piden, como si por que me lo envíe Laura a pedirme perdón la fuese a hacer caso. No sé quien es más idiota de los dos, si Laura o él.-Siguió tirando suavemente de Tara hacia las escaleras para bajar a la otra planta.
Tara se giró hacia nosotras, que los seguíamos, para enseñarme el signo de la victoria con sus dedos mientras me guiñaba un ojo.
Ya en la planta inferior me entretuve un poco con Kim porque había encontrado a sus amigas allí y estaban saludándose, explicando que habían conocido a un grupo de chicos y querían que les acompañase para presentárselo. Kim se giró para decirle a su hermano que se iba un rato con sus amigas y se quedó con la boca abierta, lo que me hizo girar mi cabeza a mí también. Jake estaba diciéndole algo al oído a Tara y de buenas a primeras estaban besándose.
-Bueno…- no sabía qué hacer, con Tara en brazos de Jake y Kim diciendo de irse.
Kim pareció notarlo y les dijo a sus amigas que se reuniría con ellas luego. Yo no quería fastidiarle eso pero la verdad me sentí mejor cuando me sonrió para llamarme a la pista. Dos de las amigas se quedaron también cuando reconocieron la sensual música de fondo.
-Vamos Kat, como no te salga bien el baile te juro que esta vez me toca a mí reírme e tus pasos.
-¡Oh si, te voy a dejar con la boca abierta!- Podía haberme criado en un rancho, pero había visto y practicado muchas de las coreografías de los videoclips de MTV como para tener una buena idea de cómo bailar.
La canción incitaba a bailar muy suave y sugerentemente. Me contoneaba con los ojos cerrados, imaginándome que estaba acompañada por algún chico, mientras mi cadera daba un perfecto vaivén.
-¡Guau, esta chica sabe bailar!
Me giré porque la voz me sonaba familiar, aunque no recordaba de quien sería. Tras de mí había un sexy chico rubio de melena por el hombro y tras él iba otro igual, gemelo, solo que con el pelo más cortito y muy musculoso, dando la impresión de que pasaba mucho tiempo en el gimnasio; y a su lado estaba Dominique.

jueves, 18 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 10

Capitulo 10

Desperté sobresaltada. Me incorporé y bajé mis pies al suelo. Recordé vagamente que la noche anterior había salido con Tara de fiesta. Miré mi despertador, las doce del mediodía. Bien, la llamaría después de desayunar, cuando me hubiese despejado.
Bajé en pijama a por un vaso de leche. Mamá estaba preparando las cosas para la comida tatareando una vieja canción.
-Hola mamá.- cogí un par de galletas para mojar en la leche.
-No comas muchas galletas, si no luego no comerás. Estoy preparando tu plato favorito, musaka y pechuga de pollo. Por cierto, ¿que tal anoche? ¿Viniste pronto?
-Mmm… si- la verdad es que no me acordaba de nada.
-Yo regresé tarde, me lo estaba pasando tan bien con Antoine y su familia que no me di cuenta de la hora.
Iba a preguntarle por qué le había dado por salir con Antoine cuando siempre estaba renegando de los hombres cuando mi teléfono sonó en mi dormitorio. Me había dejado la puerta abierta y lo escuché desde la cocina. Di el último trago a mi vaso de leche y salí como un rayo a mi habitación.
-¿Qué demonios te pasó?
-Eso mismo iba yo a preguntarte. No me acuerdo de nada.
-¿Cómo que no te acuerdas? Kat, ¿Qué tomaste?
-Tara, te aseguro que solo me acuerdo de la primera copa y de verte a ti hablando con Jake, después, si trato de recordar me quedo en blanco, y si me empeño mucho, me duele la cabeza.
-Te vi hablando con un rubio sexy, luego desapareciste de mi vista. Al poco llegó Dominique, me preguntó por ti y cuando le expliqué se fue. Pasó casi una hora y lo volví a ver, me dijo que te había visto y que te encontrabas mal, que te había llevado a casa.
-Te juro que te estoy escuchando y sigo sin acordarme. ¿Dominique fue a buscarme?
-¡Ay Dios mío! Espero que ese macizo no te echase nada en la bebida… Hay cada tío raro por ahí, debes tener cuidado.
-Llamaré a Dominique para ver si me dice qué pasó y darle las gracias por traerme a casa.
-Es lo menos que deberías hacer, anoche fue tu héroe.
-¿Y no me vas a contar nada de lo que pasó con Jake? Te quedaste muy embobada hablando con él.
-Jake discutió con Laura. Por lo visto hubo una conversación en la que salió a relucir mi nombre y me defendió. Eso desencadenó una tormenta por parte de la perra y ahora Jake dice que ha visto realmente cómo es, que la tía no merece la pena. Yo de todos modos tuve cuidado, por si tan solo es una rabieta pasajera y vuelven. Me porté como buena amiga que lo apoya en su dolor y punto, pero fue una noche fantástica, como cuando salíamos pero sin un solo besito.- Suspiró.- Regresé a casa a las cinco de la madrugada.
-Joder, pues si que tuvo que ser buena para llegar a esas horas. ¡Y yo sin poder acordarme de qué hice! ¡Menuda mierda de noche la mía!
-No desesperes porque te recuerdo que hoy cambiamos de local. Iremos al K9, ahí la variedad en la vestimenta de la gente es total, Jake me dijo que se asomará por allí y me sugirió que nos acercásemos.
-¿Qué “nos” o que “te” acercases? Este se habrá pensado que vamos cada una por nuestro lado y está equivocado, esta noche me pego a ti como una lapa, solo por si acaso no consigo recordar lo que hago. Al menos, tú podrás decírmelo.
Tara se rió de lo lindo mientras se despedía llamándome fóbica nocturna. No me dejó que le contestase sabiendo que yo le buscaría un mote peor.
Después de pensarlo un poco decidí llamar a Dominique, pero me salió el contestador de su teléfono. Lo tendría que llamar más tarde.
Pasé el mediodía en compañía de mamá, que se había vuelto monótona en las conversaciones que manteníamos: que si Antoine esto, que si Antoine aquello… Mamá estaba empezando a resultar obsesiva y rara. Por más vueltas que le daba no me encajaba su manera de comportarse. Como siguiese así, íbamos a necesitar una conversación de esas tipo “de madre a hija”, solo que yo debería de hacer de madre y no al revés.
Lavé los platos después de comer y fui a escuchar música a mi habitación. Me coloqué los auriculares de mi mp3 mientras Bloody se acurrucaba junto a mí y cogí mi diario para escribir. Después de dar muchas vueltas a mi mente buscando ese hueco blanco para rellenarlo me desesperé. La cabeza había empezado a dolerme, así que cambié mi diario por un libro que me había prestado Tara. Ella lo había descrito como “Temática romántica sobrenatural”.
Cuando levanté la cabeza para ojear la hora me asombré, eran las siete, llevaba leyendo casi cuatro horas. Me había enfrascado tanto en el libro que ni me había dado cuenta de la hora que era. Trataba de ángeles y demonios. Si Tara me lo hubiese descrito mejor al dármelo hubiese dicho de ángeles y demonios sexys en medio de una trama muy buena. Casi me dolía dejarlo sin terminar, me quedaban unas veinte páginas, pero tenía que merendar algo o si no en la noche tendría un hambre de caballo.
Aparté a Bloody suavemente, dejándola hacerse un ovillo en la zona de la cama en donde yo había estado para que siguiese durmiendo tranquilamente, y bajé a comer.
Cogí un sobre de capuccino soluble para verter en leche y después de calentarlo le agregué un poco de nata montada del frigorífico. No era lo mismo que los que te sirven en la cafetería pero me bastaría para calmar el estómago.
Después fui a mi habitación a preparar la ropa que me iba a poner y ducharme. Hoy me apetecía ir en pantalón, así que saqué un traje negro y un top rojo, acompañado de unos buenos complementos como un cinturón lleno de pequeños brillantes y un par de pulseras plateadas a juego con una pequeña gargantilla y unos botines súper cómodos. Coloqué la ropa encima de mi cama, al lado de Bloody, y los complementos los dejé encima de la mesita, después de repasar el joyero por si cambiaba de opinión y me ponía otros diferentes.
Al salir de la ducha me senté a desenredarme el cabello pensando si cambiar el peinado o no. Creo que mamá no era la única que parecía estar cambiando, aunque me alegraba de no estar haciéndolo obsesivamente. El teléfono me sacó de mis pensamientos.
-Hola Kat, vi tu llamada perdida en el teléfono. Siento no haber podido llamarte antes, pero no lo tenía conmigo.
-Hola Dominique. Verás… es que no sé como explicarlo…- dudaba en como entrarle para preguntar qué hice en la noche. Me daba vergüenza por si me había portado como una imbécil por emborracharme. Nunca había bebido hasta ese punto, pero tampoco nunca había tenido amnesia al otro día. Saqué valor sin saber cómo- No consigo recordar qué pasó anoche y Tara dice que me trajiste a casa. Te juro que no recuerdo haber bebido tanto como para no saber qué hago.
-Creo que eso no fue lo que te pasó. Te encontré con mi primo Maximilien fuera del local. Recién había llegado ese día de Francia y como es muy activo decidió salir a conocer la ciudad. Te vio en el local y decidió presentarse, pero después de un rato te empezaste a sentir mal, te dolía la cabeza y Maximilien te llevó fuera del local para que respiraras aire limpio. Luego os vi y te dije de acompañarte a casa para que no fueses sola por ahí. ¿De verdad no te acuerdas? ¿Estás ya mejor?
-Por la pregunta que te he hecho deducirás que todavía no recuerdo nada, y llevo todo el día tratando de saber qué hice ayer. Cada vez que lo intento me duele más la cabeza.
-Eso tiene arreglo. Ya te he dicho lo que pasó, así que mejor deja de intentar recordar por ti misma, ya te llegarán los pensamientos solos.
No estaba muy convencida de su explicación. Sonaba sincera, pero me extrañaba todo. Tomé una respiración profunda y decidí pasar del tema.- Esta noche he quedado con Tara para salir otra vez. Si quieres nos vemos y te invito a tomar algo, es lo menos que puedo hacer para agradecerte que ayer me trajeses a casa.
-No hace falta que me agradezcas nada, pero si, me asomaré por allí y nos vemos. Hasta luego Kat.
-¡Espera! No te he dicho donde vamos a estar…
-No te preocupes, te buscaré. Au revoir.- me colgó.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 9

Capitulo 9

El chico no paraba de sonreírme mientras yo estaba absorta observándolo. Aunque en el Sepultura estaba bastante oscuro, podía ver una cabellera rubia y lisa que le llegaba justo por encima del hombro. Sus ojos estaban entreabiertos, de forma almendrada, aunque no pude distinguir bien si eran de color azul claro o gris, con una nariz angulosa, pómulos marcados, tez clara y unos labios delgados, mostrando una amplia sonrisa. Llevaba puesta ropa oscura oculta bajo un abrigo negro largo que daba a entender que llevaba poco rato en el local.
-¿No serás por casualidad familiar de los Dubois, verdad?- dije para cerciorarme de mis conjeturas.
Él me miró bastante sorprendido, pero tardó unos segundos en responder- Lo soy por parte de los Le Fontaine, soy Maximilien.- giró sobre mi para verme desde todos los ángulos, haciendo un escrutinio minucioso de mis brazos y cuello, levantando mis brazos y quitando mi cabello del escote en un gesto grácil pero anticuado.- Aunque dices conocerlos no has sido reclamada por nadie aun. Eso no es normal, pero es una suerte para mí. Ven conmigo.
No entendía nada. ¿Reclamarme? ¿De qué demonios estaba hablando? Tironeó de mí sin más palabras. Me tenía agarrada de la mano e iba demasiado deprisa para que me diese tiempo de zafarme de su agarre. Tara me había visto hablar con él y me había sonreído, pensando que Maximilien trataba de ligar conmigo, así que se alejó con Jake y ahora no la veía para pedirle ayuda.
Me llevó al exterior del local, a un callejón al lado de la esquina del local. Yo iba todo el tiempo tratando de imaginar las películas donde había visto algo de lucha que me pudiese servir para atizarle y soltarme, pero no había modo de hacerlo, los nervios me traicionaban; así que decidí dedicarme a buscar algo por el suelo o que estuviese apoyado en las paredes, algo que me sirviese como arma arrojadiza. Nada. Por una vez tenía que admitir que la limpieza en la ciudad era minuciosa, todo estaba limpio.
Cuando estábamos más alejados del gentío, entre penumbras, Maximilien me pegó suavemente contra la pared, No soltó mi brazo, pero tampoco lo apretaba. Inclinó su cabeza para que su vista estuviese sobre la mía, con los ojos ligeramente entrecerrados. Me pareció ver un ligero destello rojizo en ellos y abrí mi boca para hablar, intentando decirle que me dejase en paz, pero él habló antes que yo mientras ponía un dedo sobre mis labios.
-Shhh… No digas nada, solo mírame.- Su voz era dulce y tranquilizadora, casi diría que hipnótica, y su acento tampoco ayudaba a que saliera del trance en el que me estaba sumergiendo- No deberías andar por ahí sin protección. Yo te la proporcionaré.
Cogió un mechón de mi cabello y se lo llevó hasta la nariz, inspirando profundamente. Después, lo soltó muy despacio por detrás de mi hombro mientras se acercaba a mi oído susurrándome y colocaba la otra mano sobre la pared, apoyándose en una postura que le hacía casi estar pegado a mí.- Hueles a rosas y jazmín... Essence divine…
Se acercó a mi cuello, inspirando sobre mi piel para captar el perfume sobre él, dejando un chorro de besos cálidos mientras seguía susurrando palabras en francés.
Yo por mi parte estaba como en trance, ni podía hablar, ni tampoco alejarme. Las últimas palabras me habían dejado relajada y con la mente en blanco, como si me incitaran a ello aunque no supiese lo que significaban. Lo único que me apetecía era dejarme llevar por él y desear que inclinara sus labios sobre los míos.
Como si Maximilien me hubiese leído la mente, fue bajando hacia mi boca con una sonrisa triunfadora sin apartar la vista de mis ojos. Sentí una calidez desbordadota cuando los pegó en los míos, mientras su mano derecha bajaba hasta mi cintura para pegarme más a él si cabía y cerrábamos los ojos.
Para cuando se alejó, abrí los párpados despacio y sentí algo húmedo descender por mi labio inferior. Me llevé un par de dedos a la boca y cuando los miré, vi que había una pequeña gota de sangre sobre ellos.
Comencé a salir del trance asustada, dispuesta a saber cómo me había mordido sin hacerme daño.
Maximilien volvió a concentrarse al notar que despertaba- Tranquilízate, mon petite, los colmillos asomaron sin querer, seré más cuidadoso pero… hoy no me alimenté…
Volvió a besarme por el cuello, insistiendo en la zona donde esta la arteria. Elevó la cabeza rápidamente y vi unos colmillos largos y resplandecientes para mi horror. Sus ojos estaban rojos, de un color intenso y lanzó un ligero gruñido.
Recordé que había dicho que no se había alimentado y las viejas películas de vampiros asomaron por mi mente, cuando la chica era mordida cruelmente para dejarla seca y me entró el pánico, aunque de mi boca no salía ni un hilillo de voz.
Maximilien estaba ya descendiendo mientras inclinaba mi cabeza para dejarme expuesta cuando una sombra saltó sobre él, derribándolo, enzarzándose en una pelea para ver quién sujetaba a quién.
Mis piernas flaquearon por el susto y aterricé con mi culo en el suelo, mientras los dos daban vueltas por el suelo, atizandose golpes sin parar. Yo había tratado de colocar mis manos delante de la cara de Maximilien, en un intento de evitar que me mordiese, y había rozado sus colmillos. Cuando me quedé en el suelo mis brazos seguían levantados.
Después de unos minutos conseguí distinguir a quien había venido en mi ayuda, era Dominique. Lo logré ver cuando se subió en lo alto de Maximilien para darle un puñetazo en la cara mientras éste le mostraba unos enormes colmillos.
Los dos mostraban signos de lucha. Dominique no llevaba puesta la chaqueta y tenía las mangas subidas por encima de los codos, por sus brazos había pequeños chorros de sangre que descendían hasta sus manos, muestras de que había sido arañado varias veces. Maximilien por su parte tenía grandes magulladuras por la cara y sangraba por la boca.
-No deberías entrometerte, ella no está marcada bajo protección.- espetó Maximilien mientras escupía sangre e intentaba levantarse, llevándome a la conclusión de que se había percatado de quien le atacaba.- ¿Por qué diablos me has atacado?
-Elle est ma protégée, je n'ai pas besoin de la marquer.- Dominique le habló en francés. Después cambió de idioma, dejándome intrigada por lo que le había dicho.- No sabe nada aún y te has precipitado.
Maximilien asintió comprendiendo mientras se levantaba ayudado por Dominique, se disculpó ante mí y en un parpadeo ya no estaba.
Dominique había estado mirándolo con el ceño fruncido. Cuando se fue, cambió a una expresión suave, casi sin mostrar ningún tipo de sentimiento. Como si de repente se hubiese acordado de que yo estaba allí, se acercó rápidamente y me ayudó a levantarme. Me revisó por todos lados cuidadosamente y cuando terminó su boca se relajó.
-Siento que Maximilien se haya portado como un imbécil, es muy impulsivo y no debería haberte asustado.
-Pues lo consiguió.- Sacudí mi ropa para limpiarme lo mejor que pude mientras le explicaba y me arreglé el cabello, tratando de alisarlo con la mano cuando al pasarme la mano lo noté encrespado.- Tenía unos colmillos enormes y aunque no los toqué, te juro que eran auténticos. Creí que iba a matarme.
Dominique sopesó mis palabras, estuvo callado unos segundos de más para mi gusto, como si tratara de buscar las palabras correctas que describiesen lo que había pasado, tratando de que fuesen convincentes.- Maximilien llegó hoy junto a su hermano Jean Luc para unirse al espectáculo. Está empeñado en hacer trucos de magia y añadirles algo de terror, por eso viste esos colmillos. No tenía que haber tratado de practicar asustándote.
-¡Y una mierda!- Estaba tan molesta y asustada que se me olvidaron mis modales, dejando a Dominique asombrado por mi bufido.- ¡Cuando alcé mis manos para protegerme rocé uno de sus colmillos, y créeme, era real! ¿Quién demonios es ese primo tuyo? ¿Un vampiro? Es imposible, ¡no existen!
La histeria me estaba atrapando, quería salir corriendo a casa, encerrarme en mi cuarto y no abrir la puerta hasta cumplir los veinticinco por lo menos, cualquier cosa antes que volver a ver a ese colmilludo intentando coger un aperitivo de mí.
Dominique aguantó sujetándome todo lo que duró mi histeria mientras miraba hacia mi boca, donde todavía quedaba una gotita seca de sangre. Cuando vio que no lo conseguiría así, tomó una fuerte inspiración y me besó apasionadamente.
Las chispas de electricidad y el calor que les acompañaban recorrieron mi espalda una y otra vez en lo que duró el beso, y creedme, fue laaaaargo. Tanto que me dejé llevar, alejando cualquier imagen grotesca de Maximilien de mi mente, arrastrándome a un buen momento placentero en el que mi lengua se puso a juguetear con la suya sin contemplaciones.
Dominique soltó un gruñido suave al sentir mi lengua y me abrazó más fuertemente, haciéndome sentir segura y protegida de cualquier cosa, hasta el punto en que casi ni sabía donde estaba.
Cuando más sumisa estaba se apartó dulcemente, mordisqueando juguetonamente mi labio inferior antes de mirarme a los ojos mientras su mano apartaba los mechones de cabello que me caían hacia delante.
-Siento tener que hacerlo ahora que estás tranquila,- me besó- pero no puedo dejar que te asustes de lo que soy,- me besó de nuevo- tendré que borrar esa parte- otro beso más.
Tan concentrada estaba en sus besos, que sólo al final me dí cuenta por un instante de que su mirada estaba tan roja como lo había estado la de su primo, sus colmillos asomaban levemente por su seductora sonrisa y de que se acercó a mi cuello para morderme.

lunes, 15 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 8

Capitulo 8

Los días siguientes pasaron volando. Aunque durante el fin de semana Tara y sobre todo Dominique querían quedar para salir no pude, el último fin de semana del mes lo dedicaba junto a mamá a limpiar a fondo en casa y la noche era “la noche en familia”, una costumbre que me había inculcado de pequeña donde íbamos juntas al cine o jugábamos a juegos de mesa en casa, y por más que yo tratase de explicarle que ya era mayor para esas cosas, mamá se negaba a perder eso.
La verdad es que desde ese día que la encontré en casa acompañada de Antoine mamá estaba cambiada, ya no estaba siempre que nos veíamos hablando de lo idiota que era mi padre, estaba como muy feliz, incluso había vuelto a ver a Antoine unas cuantas veces. Y ya que no estaba amargada no era cosa de negarle nuestra noche familiar, quizás hasta resultase divertido.
Puse mucho empeño en la limpieza de ese fin de semana, sobre todo en la habitación de mamá porque estaba preocupada. En al menos cuatro ocasiones me había parecido verle un par de picaduras en el cuello y en la muñeca. Pensar en que hubiesen entrado chinches o algo así en su cuarto me ponía los pelos de punta, pues en casa siempre habíamos sido muy estrictos con el tema de la limpieza, así que fui muy meticulosa, aunque no encontré nada.
La verdad estaban siendo unos días muy raros desde que tuve ese sueño. Soñé un par de veces más con Dominique, era como si nos fuesemos conociendo más cuanto más soñaba con él. Habíamos estado en una bolera y montando a caballo, conversabamos mucho pero cada vez que se acercaba para besarme volvía a salir del sueño. Incluso la última vez me pareció ver otra vez la sombra en la ventana, por lo que al final opté por echar la persiana cuando me acostaba y dejé de soñar con él.
Para el fin de semana siguiente Tara me dijo que no me podía negar a salir, los pubs y las discotecas comenzaban su temporada y quería enseñarme un par de sitios. Estaba empeñada en salir los tres días, viernes, sábado y domingo. Me dijo muy clarito: A-rre-gla-te. Si no, iré a tu casa y lo haré yo misma y créeme, ni tu madre te reconocerá cuando haya acabado.
Dominique no había ido ese viernes a clase, así que no quedamos con él y Roger había quedado con un par de amigos para echar unas partidas a la consola.
Dominique y yo nos habíamos estado viendo un par de veces en la semana, pero siempre con Tara y Roger, para hacer los deberes y tomar pizza. No sabía qué le había pasado para no ir.
Mamá llegó por la tarde cuando yo salía de la ducha. Gracias a Dios desde que se ocupaba de la publicidad para el espectáculo de los Dubois llegaba pronto.
Vio un buen puñado de mis ropas estiradas sobre la cama- ¿Sales hoy?
-Si. Tara se ha empeñado en enseñarme un par de sitios de moda en la ciudad y todavía no he decidido qué ponerme. En cuanto lo sepa cuelgo lo demás en el armario.
-Eso está bien. Es una pena que ya tengas planes. Antoine quería que cenáramos con su familia en su casa. Le llamaré para anularlo.
-No sabía nada, hoy Dominique no ha venido a clase.
-Eso es porque tenían que recoger en el aeropuerto a un par de primos que llegaban hoy y ha ido él. El vuelo llegó con retraso y ya que no iba a poder ir, aproveché para sacarle una foto para la publicidad. Estaba muy mono metido en su traje de espectáculo.
-¿Él también participa en el espectáculo?
-Por supuesto, todo se hace en familia.
Alucinaba. Mi madre sabía más que yo de lo que pasaba en esa casa. Se fue cerrando la puerta mientras marcaba un número en su teléfono, supuse que estaba llamando a Antoine.
Después de alisarme y secarme el cabello me coloqué delante de la cama con las manos en la cintura para decidir mi atuendo. Estaba claro que si me ponía unas pintas como las de ir al insti Tara no me iba a dejar en paz. Tenía ropas que mamá me había comprado en muchas ocasiones, esperanzada a que cambiase un poco la manera de vestir, y nunca las había usado. Saqué del montón un vestido extra corto en color azul eléctrico sin mangas, muy ajustado para mi gusto. No me gustaba mostrar mi delgadez. Tenía el escote cuadrado con un pequeño rizo en el medio que hacía que se mostrara un poco más mi pecho. Me ajusté el vestido después de haberme puesto unas medias y me calcé unas botas altas con demasiado tacón (otra de las compras que me había hecho mamá). De seguro esa noche echaría de menos mis deportivas tan cómodas y calentitas.
Coloqué un par de pulseras y un reloj en las muñecas y me maquillé. Si, ¡Kat Spencer maquillada! Si me cruzaba con algunos de mis compañeros de clase ese sería el tema de las perras por días, me sacarían los defectos ante mi falta de costumbre y Laura lo utilizaría como defensa en muchos de nuestros numerosos encontronazos.
Me puse un perfume exótico y cogí un abrigo grueso para no tener frío por la calle, agarré mi bolso y como si estuviésemos sincronizadas, Tara llamó a la puerta.
-¡Guau! ¡Menudo cambio!- me dio una vuelta completa con los ojos abiertos de par en par.- Chica… ¡Esta noche arrasas!
-O esta noche acabo como si tuviese ojeras. Llevo unos minutos con el rimel en los ojos y ya me está picando. Si ves que intento frotarme los ojos sujétame el brazo que lo haré por instinto. Por cierto, ¿Cómo vamos a desplazarnos por ahí?
-Convencí al hermano de Roger para que nos acerque al centro, después será cosa nuestra. Date prisa que está esperándonos en el coche.
Mientras hablaba con Tara un Mercedes negro aparcó tras el coche del hermano de Roger. Lo reconocí al momento, era el coche de Antoine. Se bajó sin detener el motor y caminó hacia la puerta de mi casa. Caminaba con un paso galante, decidido pero sin mostrar prisa alguna. Vestía un traje negro de diseño acompañado de una camisa blanca, el conjunto le hacía resaltar su rubia melena que llevaba suelta en grandes ondas. Cuando se acercaba a la entrada nos dedicó una amplia sonrisa y por un momento me pareció ver el mismo destello por su rostro con el que estaba segura alucinaba cada vez que veía a Dominique.
-Buenas noches, Kat. Según me dijo tu madre sales hoy de fiesta.- asentí- Le he dicho que de todos modos la recogería para cenar. ¿Sabes si está lista?
Mamá salió en ese momento al porche de la entrada luciendo espléndida. Aunque siempre iba arreglada, esa noche estaba magnífica.
-Buenas noches Antoine, estoy lista.- Mamá se giró para contemplarme con los ojos abiertos de par en par- ¡Dios mío, Kat, estás fantástica!
Rodé mis ojos mientras esperando que me montara una escenita del tipo “deberías siempre ir así de arreglada”, dejándome en evidencia delante de Tara y Antoine. Tara se dio cuenta y antes de que mamá dijese nada más me tiró del brazo mientras le decía a mi madre que nos estaban esperando para llevarnos al centro. A mamá sólo le dio tiempo de decirme que tuviésemos cuidado.
Brandon estaba esperándonos en el coche junto a un amigo mientras escuchaban música. En cuanto nos subimos arrancó y se giró para vernos mientras silbaba.- Chicas lucís de muerte, se os van a pegar todos los moscones a las faldas.
Me puse colorada. Aunque ya conocía al hermano de Roger todavía no tenía la suficiente confianza con él y no estaba acostumbrada a los cumplidos. Nos llevaron al centro de la ciudad, a un local gótico al que Tara solía acudir, el Sepultura. Estaba bastante oscuro y lleno de gente, la única luz procedía de unas barras translúcidas colocadas alrededor de todo el local, escondidas en la pared tras unas molduras de escayola en forma de lápidas grises. En las lápidas habían grabado el nombre de músicos de los que la gente que habitualmente asistía al local era muy fanática. También había grandes candelabros repartidos por entre la zona de asientos, con una luz tan tenue que apenas sabría decir si de verdad alumbraban. Los asientos estaban tapizados de un rojo intenso, suaves y aterciopelados al tacto. Las mesas eran altas y ovaladas con un gran borde sobresaliente hacia arriba.
Brandon y el otro chico se alejaron para reunirse con su grupo. Después de pedir nuestra bebida y de saludar a varios amigos de Tara fuimos un rato a bailar. Tuvimos que quitarnos a un par se sobones que no tenían otra intención que la de restregarse en nosotras, pero por lo demás, el baile estuvo bien. Al salir de la pista recibimos algún que otro cumplido por parte de cuatro chicos muy guapos que nos habían estado observando durante todo el baile.
Después de hablar un poco con ellos y de que insistiesen en que tomásemos algo, les mostré la bebida que todavía llevaba en mi mano y tiré de Tara para que me siguiese hasta una mesa que se había quedado vacía. Estábamos caminando hacia ella cuando Tara sintió un tirón en su brazo. Se detuvo y giró para afrentar al que lo había hecho con una cara de enfado que desapareció en cuanto vio que era Jake el que la llamaba.
Comenzaron a hablar y por lo que pude escuchar, Jake había tenido una fuerte discusión con Laura y se había marchado a dar una vuelta para despejarse. No sabía cómo había terminado encaminándose hasta el Sepultura.
Me imaginé que seguramente sabía que Tara iba por allí y pensó que con ella podría hablar. Solo esperaba que no fuese a cogerla como pañuelo y después la dejase tirada en cuanto Laura lo llamase.
Hice señas a Tara de que iba a darme una vuelta para buscar otra mesa en la que ponernos, puesto que la que habíamos encontrado ya estaba ocupada. Caminé hasta la parte derecha de la pista sin localizar un solo asiento libre.
Un chico de más o menos mi edad se aproximó hasta mi de sorpresa y me susurró al oído- Si estás buscando un lugar con gusto te cedo el mío.
Mi espalda sintió un escalofrío, la voz tenía extrañamente el mismo toque afrancesado de la familia Dubois.
Nota para mi diario: ¿Es que todos los franceses que residen en esta ciudad tengo que conocerlos?
Giré mi cabeza mientras me alejaba de su rostro para poder verlo bien y él me sonrió.
Nota para mi diario: ¿Todos los franceses que viven en esta ciudad tienen que verse tan guapos y estar tan buenos?