Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

viernes, 30 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires Historia completa

Estuve dándole vueltas a la idea del capítulo final, en cómo quería que apareciese en el blog. Al final me decidí por dejaros la historia completa en descarga. En él descubriréis quienes son las personas que tenían retenida a Katherine. Espero que os guste el final. Por favor dejad un comentario con lo que os ha parecido. Siempre es bueno saber vuestra opinión para mejorar en las próximas historias.



jueves, 29 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 23

Capitulo 23

Dominique dio un grito desgarrador tras mi último latido. Los demás miembros de su familia se acongojaron al saber que yo había muerto. Incluso Jean Luc dio un fuerte puñetazo en una de las paredes de la habitación haciendo un gigantesco agujero en ella.
Mi cerebro todavía estaba funcionando y me dediqué a pensar en como habría sido mi vida si le hubiese podido decir que sí, para no escuchar los sollozos de él y derramar lágrimas ante la imposibilidad de mover mi cuerpo junto al suyo y abrazarlo. Podría estar junto a él eternamente, recibiendo palabras tiernas, besos y abrazos apasionados sin fin y amándonos durante las largas noches del invierno. Podría haber recorrido el mundo entero con él, dejándole que me enseñara todos los lugares que ya hubiese visitado en sus muchos años. ¡Que idiota! Me dije a mi misma, ni siquiera llegué a preguntarle cuantos años tenía verdaderamente. Hasta ahora siempre había creído que me gustaba mucho, pero lo que mi mente revelaba era que de verdad lo amaba y había dejado pasar la oportunidad de que fuésemos felices. Pensé en lo corta que era la única palabra que tenía que haberle dicho…
“Si” dije en mi mente.
Dominique irguió la cabeza esperanzado- Kat, ¿verdaderamente te he escuchado?
No me había acordado de que podía conectarme con él mentalmente, lo hice justo cuando necesitaba decir “si” y él me había oído. Volví a concentrarme.
“¿No te acuerdas de que en Ciencias nos dijeron que el cerebro tardaba un poco más en pararse?,”- dije intentando no mostrar lo horrorizada que estaba porque sabía que iba a morir- “por lo menos podré decirte adiós”
-¡Y una mierda!- dijo Dominique mientras salía corriendo de la habitación.
Todos lo miraban estupefactos, Dominique seguía con lágrimas en los ojos, pero tenía una sonrisa en los labios que mostraba que estaba feliz.
-¡Dios, creo que se ha vuelto loco!- farfulló Maximilien horrorizado-¡Primo, si intentas hacer una locura te estaco!
-¡Y yo te estacaré como no me ayudes!- le dijo feliz mientras tiraba de él hacia la habitación donde yo estaba- Kat me ha hablado por el canal mental, todavía hay una posibilidad de que pueda convertirla para salvarla.
Llegaron hasta mí y Dominique se sentó en el suelo llevándome a su regazo. Maximilien se acuclilló para esperar órdenes.
-Max hazle los movimientos de reanimación en el pectoral mientras yo intento que tome mi sangre.
Maximilien comenzó a masajear mi pecho, empujándome hacia Dominique que aguantaba estoicamente sus impulsos, tratando de mandar bocanadas de aire a mis pulmones. Después de un minuto que pareció una hora, mi corazón dio un pequeño latido.
-¡Eso es Max, sigue!- exclamó feliz al escuchar el latido.
Rápidamente se mordió la muñeca al escuchar el segundo y tercer latido. Dulcemente posó su mano en mi boca para que su sangre se deslizara por ella. Ordené a mi boca que se abriera, aunque aun estaba un poco reticente a tomar sangre, pero en cuanto noté un sabor dulce, como frambuesas almibaradas, me esforcé por tragar. Cuando Dominique creyó que yo había tomado suficiente retiró la muñeca lentamente y le indicó a Maximilien que ya podía dejar de ayudarme a bombear sangre.
Su enérgica sangre se iba deslizando poco a poco por mi garganta, llenándola de un agradable calor que emanaba vida. Noté como me recorría el cuerpo por completo, desde el estómago, filtrándose por todas las venas y arterias en menos de lo que tarda en decirse amen.
Poco a poco se fue formando una sonrisa en mis labios que mi vampiro interpretó como que yo estaba bien. Si esto es lo único que hace falta para transformarse, debí de habérselo pedido yo que lo hiciese antes.
Dominique me besó dulcemente- Creí que te había perdido por completo- dijo acariciando mi cabello, luego se puso tenso- Kat, lo fácil está hecho, pero ahora tendrás que ser fuerte o no lo superarás.
Me extrañó lo que dijo, pero antes de tratar de hablar con él para que me lo explicara llegó Antoine.
-He hablado con su madre, está nerviosa y pide que se la llevemos a casa para que descanse allí, salga bien o no. Cógela y álzate en vuelo.
-Antoine, sabes que nunca conseguí volar rápido. Deberíamos dejarla aquí hasta ver que ocurre.-le dijo cerrando los puños por impotencia.
-¿Todavía no te has dado cuenta de que llegaste aquí volando para tratar de salvarla? ¡Por Dios Dominique, estamos a casi trescientos kilómetros de casa y llegamos en diez minutos! Llévala antes de que empiecen los espasmos.
No se lo pensó dos veces, me cogió delicadamente del suelo y salió como el rayo por la puerta. Ni siquiera se molestó por si alguien nos veía fuera en la claridad del día.
Mis ojos estaban cerrados por lo cansada que me sentí después de la gran euforia que me envolvió al beber su sangre. Además no quería mirar a que altura estábamos por si eso me mareaba más. Sentí la suave brisa del aire deslizándose por mi cuerpo durante el vuelo y me estremecí. Puse una mano temblorosa en su brazo para sentirme más segura y recogida, tratando de no percibir mas viento, y eso le dio ánimos para acelerar más.
El aterrizaje fue suave, como el posar de una pluma. Entrecerré los ojos y pude vislumbrar que las ventanas de la casa estaban todas bien cerradas y cubiertas de gruesas cortinas nuevas. Quizás mamá estaba todavía muy sensible por ser una nueva convertida y el sol le afectaba mucho más que a los demás.
La puerta estaba entreabierta y Dominique no se lo pensó dos veces para entrar y subir a mi dormitorio en un instante. Me dejó tumbada en la cama y me cogió de la mano, esperando ver que pasaba. Mamá entró espacio, temiendo por mí. No es que hubiese dicho nada, pero nunca había sido buena intentando ocultar emociones y un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas. Nada más verme se puso cerca de la cama, de rodillas en el suelo.
-¡Oh Dios Katherine, creí volverme loca cuando Antoine me dijo que no habían conseguido llegar a tiempo! Pero ahora estás aquí, y si pudiera me cambiaba por ti para no verte sufrir.
-Mamá, no te preocupes estoy bien. Yo…
No pude decir nada más. Un agudo dolor me atravesó completamente desde la cabeza a los pies. Mi estómago se contrajo igual que si alguien me lo hubiese cogido apretadamente en un puño y quisiese arrancármelo de un fuerte tirón. Di el mayor grito de mi vida. La cabeza me ardía, los ojos amenazaban con salirse de las órbitas y mis venas pulsaban con un calor radiante, intentando hacer manar la sangre por mis poros para evitar la presión a la que estaban siendo sometidas. Me puse en posición fetal tratando de aliviar inútilmente mi calvario. Dominique me acercó un cubo justo a tiempo para que vomitase. Mamá trajo paños mojados en agua fría para aliviar mi fiebre.
-¿Es-es-esto normal?- no se como diablos pude terminar la frase. Mis palabras iban dirigidas a él, que me miraba con una gran preocupación- Dime que terminará pronto, por favor.
-Kat, no sé cuanto tardará. Cada uno lo termina antes o después, según su naturaleza defensiva. Tú estabas casi muerta cuando te pude dar mi sangre, solo queda esperar.
Volví a vomitar y a sufrir espasmos por no sé cuanto tiempo. La lucha que tenía mi sangre por aceptar la nueva era mayor que mi dolor, la sangre realmente humana transmitida por mi padre tomaba la nueva por intrusa y trataba de sacármela a cualquier costo. Estaba segura de que mi mente me lo estaba diciendo. Después de unos cuantos espasmos más mi cuerpo se puso rígido por completo y luego se relajó completamente. Llegó la oscuridad, el vacío absoluto y mis pensamientos se apagaron. Yo ya no respiraba ni nada de nada.

lunes, 26 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 22

Capitulo 22

Caí desplomada en el suelo sobre el pequeño charco de sangre que empezaba a formarse. La droga que me habían suministrado no debía estar muy concentrada porque a los diez minutos estaba ya despertándome. Justo en el momento en que mis rescatadores rompían puertas y ventanas para entrar. El jefe estaba a mi lado en ese momento, observándome con su vil cara que cambió a una de sorpresa en cuanto los vio entrar. La claridad del día indicaba que faltaba poco tiempo para anochecer y no esperaba que llegasen tan pronto. Quizás esperaba que yo muriese antes de poder cazarlos y utilizar mi cuerpo inerte para desestabilizarlos emocionalmente, por lo menos a Dominique.
“Deja de pensar idioteces, estoy aquí ya y voy a salvarte. Trata de mantenerte despierta y tranquila, y no te muevas hasta que pueda alcanzarte, si te mueves sangrarás más deprisa”
Una sonrisa se dibujó en mis labios al sentir a Dominique. Entre puñetazo y mordisco tenía tiempo de tratar de tranquilizarme.- “Vale amor, pero concéntrate en lo que estás haciendo”
“Por ti, siempre”
“¿Quieres dejar de hablar conmigo y concentrarte en lo que estás haciendo? Si consiguen matarte antes de que puedas llegar a mí, buscaré la forma de revivirte para luego matarte yo por no haberme hecho caso”- traté de que mis pensamientos sonaran divertidos y no regañones, quería mostrarle que podía aguantar.
Me llegó una imagen a mi mente de él haciéndome burla y luego cortó nuestra comunicación. Me sentí vacía y sola, quizás no había sido buena idea decirle que se apartara de mí, quizás sí era capaz de pelear mientras me hablaba. Suspiré. Ya estaba hecho y me tocaba esperar a que llegase.
La verdad, me estaba encontrando cada vez más débil. Por si acaso, hice caso a lo que Dominique me dijo y solo traté de girar mi cabeza para poder ver qué pasaba. La habitación era un caos, todo estaba patas arriba, ninguna cosa estaba puesta en el lugar que recordaba que tenía. Podía escuchar gruñidos y golpes por todos los lados, pero mi vista no lograba distinguir a nadie, solo veía borrones en movimiento y de vez en cuando, un hombre salía despedido por el aire hacia una de las paredes. Antes de que llegara al suelo deslizándose por la pared, alguno llegaba y se aproximaba a su cuello. Lo último que llegaba a decir era un grito de dolor cuando le desgarraban la garganta.
Dominique acababa de llegar hasta mí e iba a cogerme cuando alcancé a ver al jefe alejándose. Estaba esquivando a todo el mundo y trataba de llegar hasta la habitación del mapa.
“¡Dominique, el rubio de pelo corto es el jefe! ¡Está tratando de alcanzar la primera habitación del pasillo donde tiene guardada una ballesta!”, grité mentalmente.
“Ahora vengo, mon amour”
Se hizo un borrón por la velocidad que llevaba y llegó a él en un parpadeo. Dominique alcanzó la ballesta antes que él y la partió en dos asestándole un golpe contra su muslo derecho. El hombre se echó hacia atrás sacándose del chaleco un par de botellas de líquido transparente.
-¡Detente o te rociaré con agua bendita!- dijo antes de comenzar a rezar.
Dominique giró su cabeza de lado observándolo divertido- Si lo que tratas de decir es que me hace falta bañarme te equivocas, lo hice esta mañana temprano.
Rodé mis ojos y los puse en blanco.
“Dominique, por favor, dime que ahora no te quieres meter a cómico… no te pega”
“Es que estoy harto de que todo el mundo crea que somos sirvientes del Diablo y que por eso si nos rocían con agua bendita nos quemaremos… pero bueno, si no te gusta mi sarcasmo…”
Directamente lo cogió de la camisa de debajo del chaleco y lo elevó del suelo, mostrándole sus ojos rojos de furia. Dominique los entrecerró, luego le sonrió diabólicamente- Te conozco. Tenía mis sospechas sobre quién era el que se creía el nuevo Van Helsing.
El hombre se orinó en sus propios pantalones y dejó caer los viales que llevaba en las manos, rompiéndose al contacto con el suelo.
Dominique iba a morderlo en el cuello, pero la mano de Antoine en su hombro, que se había acercado por detrás, lo detuvo.
-Deja que me encargue yo de él. Tengo en mente algo para él y su hija. Veronique la ha interceptado cuando trataba de escapar en un coche y ya la trae para acá.
Me sorprendí al saber que allí había estado una mujer, porque yo no la había escuchado. Quizás yo también la conocía y había tratado de que yo no la oyese para que no la reconociese.
Una hermosa mujer se acercó hasta mí y me cogió en brazos como si no pesase más que una pluma.- Tranquila, soy Violette. Mi hermano no tuvo tiempo de presentarnos. Te llevaré a una cama donde estarás más cómoda. Pronto vendrá él y te ayudará.
Solo asentí con mis párpados, estaba ya muy débil. Cuando pude fijar la vista en medio del mareo que estaba sintiendo, logré ver su cara. Se parecía mucho a Dominique solo que aparentaba tener unos tres o cuatro años más y sus mismos rasgos, mismo pelo liso negro y mismos ojos. Me sorprendí de saber que Dominique tenía una hermana y nunca me la hubiese presentado. Tampoco es que yo hubiese hecho algún esfuerzo por conocer a todo el clan Duboise- Le Fontaine. Luego recordé aquel día en Marten’s Coffee en el que conocí a Antoine y él dijo que Violette le había dicho que había salido. Debía de tratarse de su hermana pero no me dijo quien era. De todos modos ahora daba igual, la conocí en una mala situación pero gracias al cielo me estaba ayudando.
Violette me depositó sobre una de las camas del dormitorio de aquellos hombres y después de lamer mis heridas durante un par de minutos en cada una me miró preocupada. El ruido del exterior había cesado, lo que quería decir que la pelea había terminado al fin. Yo apenas podía abrir los párpados y respirar.
-¡Dominique, ven enseguida!- gritó Violette.
Llegó como el rayo acompañado de los demás vampiros, algunos logré reconocerlos y a otros no. Se puso de rodillas en el suelo para estar a mi altura, con lágrimas en los ojos. Yo estaba tiritando de frío, levanté mi mano para acariciar su rostro y me sorprendió ver que mis heridas eran ya solamente cicatrices, pero lo que más me sorprendió fue ver que mi piel estaba pálida a más no poder y la bajé pesadamente, sin fuerzas.
-¿A qué esperas? Conviértela antes de que muera- gritó Maximilien.
Dominique lo miró enfadado- No puedo, ella aún no lo había decidido.
-¿Y prefieres verla morir? Eres un idiota.
Dominique se levantó bruscamente, empujando a todo el mundo para que saliesen de allí. Llegó hasta Maximilien y se puso a escasos centímetros de su rostro.
-¿Cómo quieres que la cambie si ella no me lo ha pedido? ¿Y si la cambio y la condeno a una vida eterna donde no quiere estar? Vete, sal de aquí. Necesito estar a solas con ella.
Cerró la puerta tras salir el último vampiro y rápidamente se acercó hasta mí.
-Kat, no tenemos mucho tiempo- dijo agarrándome la mano- Casi has perdido toda la sangre de tu cuerpo y tu corazón late débilmente. Necesito que me digas si de verdad quieres pasar la eternidad junto a mí. Te prometo que lo haré lo mejor que sepa y que siempre te seré fiel, te amaré hasta que un día decidamos que ya no queremos estar aquí y nos vayamos juntos al descanso eterno. Te quiero y quiero que seas mía para siempre.
No había llegado a pensar mucho en ello. Dominique me gustaba mucho y aunque llevábamos poco tiempo conociéndonos, lo sentía como si lo conociese de toda la vida. Yo nunca había llegado a decirle que lo amaba, pero lo sentía igualmente. Lo que no sabía era como encajar el ser vampira si le decía que si. Lo de beber sangre me resultaba repugnante, no me veía capaz.
Mi corazón dio un último latido y se detuvo justo cuando quise contestarle. En mis pulmones ya no entraba el aire.

domingo, 25 de abril de 2010

Premios muy excitantes...

Iza sabe lo mucho que me gustan los bombones y la han premiado con un par de ellos. Me los ha pasado para que me recree la vista jeje Gracias Iza eres un amor ^_^



1-Contestar a la pregunta: ¿Que nos hace feliz?
Uff, muchas cosas... pero digo yo que a todas nos haría muy felices que al chico de la foto se le hubiese caído el trapito blanco justo cuando le hicieron la foto para poder verlo en todo su esplendor jajaja

2- Quien te ha regalado este magnífico premio:
Pues como dije antes, Iza sabe lo que me gusta y me lo ha regalado.



1 Agradecer a quien to lo dio
Una vez más, Iza muuuuchas gracias por este maromo

Le paso el premio a:

Le Theatre des vampires Capitulo 21

Capitulo 21

No me dio tiempo a reaccionar a su revelación, el sueño me inundó por completo. No sé cuanto tiempo estuve durmiendo profundamente. Cuando por fin mi cabeza comenzó a funcionar me encontraba entumecida, mis brazos y piernas estaban flojos. Por más que trataba de moverme no podía, algo me estaba sujetando para que no lo hiciera. Levanté todo lo que pude la cabeza para poder mirarme hacia abajo y descubrí que me habían atado las extremidades con cadenas. ¡Qué idiotas! Seguramente pensarían que ahora que sabía que era un cebo para cazar a los Duboise trataría de escaparme y avisarlos.
Mis secuestradores eran simples humanos que trataban de aplicar ellos mismos lo que creían era justicia. Mi amor y su familia tenían fuerzas y poderes sobrenaturales con los que acabar con ellos, ¿para qué demonios iba a intentar escaparme? Lo único que podría pasar es que complicara más las cosas.
“Dominique, ¿estás ahí?”- imploré mentalmente.
“Si, mon amour. Intenta mantenerte concentrada en hablarme mientras miras a todos los sitios posibles para poder localizarte. Tengo solo una pequeña percepción de ti y eso significa que estás bastante lejos, pero poco a poco me situaré.”
“Aquí no te puedo ayudar mucho. La habitación parece un trastero y no tiene ventanas”.
“Llámalos o haz ruido para que entren y pueda verlos, mantente concentrada y todo saldrá bien”.
Hice lo que me pidió. Comencé a moverme salvajemente para hacer tintinear las cadenas, cuidando de no lesionarme. Al instante aparecieron varios hombres con estacas alzadas y cara de sorpresa. Intenté parecer lo más inocente posible y les puse una pequeña sonrisa quedándome quieta nada más verlos.
-Siento haberos asustado, pero estaba tratando de sentarme en la cama.
-Tú no asustas ni a una mosca.- Me dijo el mismo que me había traído algo para comer.- Estate quietecita. Podíamos haber tratado de matarte pensando que aquí había alguien más.
Ya iban a darse la vuelta para salir y tuve que pensar rápidamente en algo para que no se fuesen, rezando porque el verlos le sirviese de algo a Dominique.
-Pues para no asustar a una mosca, la cara que habéis opuesto al entrar decía que si. Si no te importa, necesito ir al baño, tengo necesidades que cubrir.
-Espera un momento, voy a preguntarle al jefe.
Sin más se fueron.
“Buena excusa”- me dijo Dominique.
Yo bufé en mi mente. La verdad es que sí estaba empezando a impacientarse mi vejiga. Con la cantidad de tiempo que llevaba allí encerrada no me extrañaba que lo necesitase urgentemente. Miré a mis cadenas, tenía que llevar las manos bajas para que la cadena de los tobillos no tirase de la de las muñecas, estaban cruzadas para que quedasen más cortas.
El hombre volvió a la habitación y se acercó hasta mi camastro. Di un pequeño respingo cuando se dobló hacia mi estómago, pero simplemente iba a desencadenarme.- No trates de escapar- dijo mientras yo me levantaba.
-Tranquilo, si hubiese querido escapar, ya lo hubiese hecho hace tiempo.- era una bravuconada por mi parte, pero no iba a dejarle que me amedrentara.- Sólo necesito ir al baño.
El cambio de intensidad de la luz al salir a la siguiente habitación me hizo entrecerrar los ojos. Me esforcé todo lo que pude en acostumbrarme rápidamente para poder observar. La habitación era bastante grande, llena de imágenes religiosas y cruces, con las paredes también de piedra antigua. Tres hombres estaban afilando trozos de madera para hacer estacas, me fijé todo lo que pude en sus rostros antes de que el que me llevaba me empujase para que siguiese caminando. Tres hombres más estaban saliendo en ese momento al exterior, pero no pude verles el rostro. El que me llevaba me condujo por un pasillo estrecho. La primera puerta estaba entreabierta, por el rabillo del ojo distinguí un hombre sentado frente a una mesa, observando lo que parecía un mapa. Estaba de espaldas a la puerta, pero pude ver que también era grande y fornido, con cabello rubio muy corto, de estilo militar. A sus pies descansaba una ballesta pegada a la pata de la mesa. No pude ver más de esa habitación, pues me vi obligada a continuar. Pasamos por delante de tres puertas más que estaban abiertas, mostrando tres dormitorios, que supuse por las enormes diferencias con el que me tenían asignado, eran los que usaban ellos.
En la siguiente puerta, que era la última, el hombre me detuvo- Este es el baño, la ventana que hay está cerrada. De todos modos te aviso de que debajo de ella se encuentran tres de nuestros hombres esperando por si huyes por ahí. No tardes.
-¡Bueno señor impaciente!- dije levantando mis manos a modo de rendición- En todo el tiempo que llevo aquí no he podido ir ni una vez. Como comprenderás, mi situación no es exactamente de mi agrado, así que no sé cuanto necesitaré para estar cómoda y terminar, ¿sabes?
Él hizo un gesto de desagrado y abrió la puerta del aseo bruscamente, me cogió del brazo y me metió dentro de un empujón.- Tres minutos, después entraré, hayas acabado o no, para sacarte.- Y cerró de un portazo.
Miré el baño. ¡Puaj, qué asco! El pequeño lavabo estaba sucio, no sabría decir qué color tenía originariamente. La bañera era de esas antiguas de patas, tampoco es que estuviese hecha un primor, hasta tenía una araña de patas largas moviéndose por dentro de ella, tratando inútilmente de salir de allí. Lo único que estaba algo más decente era el water, pero aún así no iba a sentarme en él.
“Dominique, ¿te importa no estar en mi mente durante al menos un minuto?”- necesitaba privacidad.
Una risita llegó a mi mente nada mas hacer mi ruego “Por supuesto, chére”. Sentí como si una parte de mí se alejase, señal de que ya podía ocuparme de mi vejiga.
Cuando acabé no tiré de la cisterna para que creyesen que estaba todavía en ello y pensé en asomarme por la ventana. Sentí la presencia de Dominique otra vez en mi mente.
“No deberías de haber tratado de enojarlo. No quiero que te lastimen. En vez de acabar con ellos rápidamente, me enojaría lo suficiente para que le demos una sesión mortuoria”
“¿Cómo que le demos?”- pregunté mientras me acercaba hasta la ventana e ignorando su reprimenda.
“Nosotros somos una familia, por eso hemos conseguido sobrevivir en el tiempo. Antoine, Maximilien, Jean Luc y otros cuantos más de los que no tuve tiempo de presentarte vienen conmigo para rescatarte y ocuparnos del problema”.
Estaba sorprendida de tanta atención para salvarme.
“Mi amor, no es solo por ti, también es por nosotros. Debemos acabar con todo lo que amenace nuestra existencia. Cuando te hayas convertido en uno de los nuestros lo entenderás mejor”
“Todavía no me he planteado lo de convertirme, piensa que recién me enteré de que los vampiros existen. Ni siquiera sabía que mi madre había cambiado”
Dominique se quedó callado por unos largos segundos. Luego me aventó secamente a que me asomase de una vez por la ventana. Creo que no le gustó que tuviera que pensarme lo de ser convertida.
La ventana era bastante pequeña, ni modo que yo podría coger por allí, por no hablar de la reja cruzada que tenía en ella y que la hacía ser más pequeña todavía. Bajo la ventana había una pequeña banqueta. Me tuve que reír en tanto hacía una reflexión.
“Si de verdad tanto temen que me escape, no deberían de dejar objetos como este que pueden servir para alcanzar la ventana más fácilmente, aunque de todos modos no quepa”
Dominique no dijo nada, debía de estar todavía enfadado. Alcancé el bordillo y conseguí asomarme. Fuera frente a mí estaba el mar. Las olas rompían en la ensenada provocando un baño de espuma remolinante en una zona rocosa. Me asusté un poco cuando me fijé que bajo la ventana se distinguían las coronillas de los tres guardias que esperaban por si escapaba. Ahogué el grito que iba a dar por el susto para no ser descubierta y seguí con mi cometido. Giré la cabeza hacia la parte rocosa de la derecha y alcancé a ver un viejo faro bastante demacrado, con puertas y ventanas en color malva medio caídas. Una rareza.
Escuché pasos acercándose y me apresuré para bajar de la banqueta y tirar de la cisterna como si acabase de terminar allí.
-No te quejes que al final te he dejado cinco minutos. Volvamos.
“Kat, el faro que has visto me suena bastante, pero no consigo ubicarlo. Le preguntaré a Antoine y le mostraré la imagen para que me indique donde está. Seguro que él se acuerda”
“¿Tu crees que has estado por aquí?”, atisbé que ya estaba caminando al lado de la habitación del hombre del mapa.
“Creo que si, piensa que en mi larga existencia he tenido mucho tiempo de viajar por el mundo”.
-¡Idiotas! ¡Está comunicándose con ellos! ¡Drogadla ahora mismo!
Me giré para ver al jefe gritando a los hombres. Tan concentrada había estado en hablar con Dominique que no me había percatado de que el jefe me estaba preguntando algo e incluso había insistido un par de veces.
El jefe se acercó a mi en tanto sentía un pinchazo en mi cuello desde atrás y sacó una navaja.- Tengo una idea mejor para ti, estúpida- dijo mientras me cogía las muñecas y me daba un par de cortes verticales muy profundos en ellas- Diles que les estoy esperando. Si tardan mucho morirás desangrada.
Dominique me estaba gritando que iban a por mí, que ya sabían donde estaba y que tratara de no dormirme, pero era inútil, la droga ya estaba haciéndome efecto. Tuve una pequeña percepción del rostro del jefe mientras me sonreía diabólicamente y sus ojos me resultaron muy familiares.
“¡Dominique, socorro! ¡Me estoy durmiendo!”

viernes, 23 de abril de 2010

Moonlight Capitulo 17

Capitulo 17

Wolfgang asomó la cabeza por la puerta, ni rastro de los soldados de Oliver. Movió la mano haciendo un gesto para que lo siguiesen por el pasillo hasta una puerta externa a él que daba a una capilla.
De noche, con la única iluminación de un grupo de velas junto al altar y otro junto a una pila de bautismo, la pequeña capilla tenía un toque místico. Las llamas bailaban al paso de la suave brisa tras haber abierto la puerta, formando gigantescas sombras en las vidrieras de colores.
Valiant estaba admirando toda la estancia como si fuese la primera vez que había entrado allí. No es que fuera eso, pero nunca hasta ahora le había llamado la atención. Recordaba que su padre le había contado numerosas veces que, durante generaciones, toda su familia había celebrado allí los matrimonios. Era una tradición usar la pequeña capilla, las puertas principales se dejaban abiertas para que todos los que no cogían dentro pudiesen escuchar el ritual. Dentro se quedaban los familiares directos. Durante la celebración siempre cantaban un numeroso grupo de niños, deleitando con sus cánticos dedicados a alabar la nueva unión, llenando el aire de promesas de largas y numerosas descendencias que serían el orgullo de los contrayentes y de un amor que perduraría infinitamente en los tiempos. Seguidamente, el familiar de la novia entregaba la mano al novio y pedía que dijese los votos hacia ella para que pudiera dar su asentimiento. Luego la novia decía los suyos, aceptándolo y sus manos eran entrelazadas con una cinta dorada por el capellán que bendecía la unión y los declaraba como nuevos esposos, dando paso a un suculento convite para todos los asistentes.
Valiant estaba imaginándose que algún día, él quería hacer eso mismo con Giselle. Tan absorto estaba en sus pensamientos que no notó el tirón que le estaba dando Savage para que le siguiera. Cuando por fin le hizo caso, cruzaron por entre los bancos sigilosamente, buscando alcanzar una puerta lateral que conducía fuera del castillo, rumbo al cementerio.
Numerosos panteones bordeaban la entrada, pasaron rápidamente entre las lápidas a lo largo del camino hasta llegar al panteón más grande al fondo. Era majestuoso, el mármol blanco de la parte baja de las paredes estaba tallado formando numerosas ramas iguales a las de los matorrales del bosque. Por la parte superior imitaba una gigantesca colina de mármol marrón sobre la que descansaban las estatuas de un par de lobos con sus cachorros sobre el vientre de la hembra, en el acto de amamantarse. Bajo la escena estaban grabados en dorado antiguo el apellido y el escudo de la familia de Valiant.
La verja de entrada estaba entreabierta y una pequeña luz comenzaba a acercarse desde el interior del panteón. Todos tomaron posición de ataque esperando ver quien era el que estaba allí. Por desgracia, el único que iba armado era el general Wolfgang. Tendrían que luchar con las manos o con los colmillos según terciase.
De repente, el capellán salió de la verja llevando en una mano un pequeño candil y en la otra un manojo de llaves, que se llevó al corazón en cuanto se vio rodeado por los cuatro hombres.
-¡Me habéis dado un susto de muerte! ¿Que hacéis aquí?- dijo enfadado. Cuando reconoció quienes eran, su cara cambió a una de sorpresa.- ¡Dios mío! ¿Cuándo habéis vuelto? Creí que nunca volveríais.
Se acercaron a darle un caluroso abrazo. Savage fue el primero en hablar- Regius, no pensarías que íbamos a ser tan cobardes como para no volver, ¿no?
-No es eso, pero por lo que dijeron creí que, o bien os habían atrapado y matado, o a lo mejor habíais conseguido salir del bosque.
-Quédate con lo segundo- dijo Optimus- hay un modo de salir de aquí. ¿Qué haces a estas horas por aquí solo?
El capellán abrió los ojos completamente sorprendido, pero reaccionó ante la pregunta.- Reviso todas las noches el cementerio. Alguien ha venido un par de veces por aquí, he encontrado algunos jarrones tirados por el suelo, pero nada más. Supongo que serán algunos crios haciendo travesuras, deberían dejar a los muertos en paz.
-¿Crees que han estado en el panteón familiar?- dijo Valiant irritado.
-Creo que no, nunca he visto indicios de que hayan entrado. Esta noche me encontré la verja entornada, pero creo que debo de haber sido yo mismo el que me la dejara anoche sin cerrar con llave. Allí abajo no hay nada cambiado.
-Pues necesito que nos hagas un favor. Regius, necesitamos un lugar donde escondernos y habíamos pensado en quedarnos en el panteón familiar hasta que consigamos preparar algo para desenmascarar al asesino de mi padre. Si tú te mueves por el cementerio nadie sospechará de ti, es normal que atiendas el lugar. ¿Podrías traernos algo de comida de vez en cuando?
-Por supuesto, ningún problema. Os traeré algunas mantas para que podáis dormir calientes.
-Eso no nos preocupa, tenemos sacos de dormir.
Les mostraron los sacos que llevaban enrollados bajo la mochila y se sorprendieron gratamente.
Después de acordar una señal para reconocerlos cuando llegasen, el capellán se despidió y se marchó. Wolfgang también dijo de irse.
-Tengo que irme antes de que alguien sospeche. Quitaron la guardia de mis aposentos con la esperanza de pillarme tramando algo y si me ven vagando por ahí buscarán qué estaba haciendo. Procuraré traeros algunas armas en cuanto pueda y noticias de nuestros soldados.
Wolfgang los dejó con esperanza de volver pronto y Valiant respiró hondo antes de entrar al panteón y bajar hasta la segunda planta inferior, donde reposaba su padre.
Las escaleras eran lo suficientemente largas como para que las luces de velas encendidas no llamasen la atención desde arriba. Savage se hizo el entretenido en la primera planta inferior, donde reposaban los infantes que no habían llegado a nacer o habían muerto siendo pequeños. Quería darle privacidad en esos momentos tan duros.
Valiant llegó hasta la tumba. Una enorme losa lisa la tapaba. Unas simples letras en su antiguo idioma indicaban quién era el que estaba reposando allí. Generalmente se solía hacer una imagen tallada del fallecido para la tapa, pero no sabía por qué demonios a su padre no se lo habían concedido. Tocó las letras con un tembloroso dedo mientras las primeras lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas.- Padre, perdóname por no haber podido llorarte antes. Hasta que no he llegado aquí no he sido capaz de asimilarlo.
Sin más se echó sobre la lápida, llorando como un niño pequeño, repitiendo una y otra vez que lo perdonase. Su padre era bastante severo con él, pero ahora comprendía que lo había hecho por su bien. Quería que se convirtiese en un hombre de provecho capaz de llevar las riendas del castillo y que supiese gobernar a sus habitantes de la mejor forma posible. La rabia empezó a surgir de su mente, inundando todo su ser en cuestión de segundos. Sus ropas de rompieron conforme se fue transformando en licántropo, consumido por la rabia y la impotencia de no poder matar a los asesinos de su padre. Sus dedos se fueron alargando para dejar asomar unas potentes garras afiladas. Su mandíbula se extendió formando un gran hocico lleno de punteados colmillos y un grito en forma de aullido escapó salvajemente de su boca. El aullido clamaba venganza a los cuatro vientos hasta que se apagó. Valiant cayó desplomado sobre la lápida, había usado todas sus fuerzas en sacarse el veneno que llevaba guardado dentro un mes completo. Necesitaba desahogar toda la furia contenida, y fue el momento de ver la lápida lo que lo desencadenó.
Savage llegó en cuanto el aullido se acabó. No dijo nada, sacó el saco de dormir y lo desplegó. Cogió el brazo de Valiant y se lo echó al hombro para llevarlo dentro del saco y lo tapó.
-Duerme amigo mío. Mañana comenzaremos a buscar venganza.

miércoles, 21 de abril de 2010

Moonlight Capitulo 16

Capitulo 16


Wolfgang relajó los músculos tensos de su mandíbula y se acercó hasta ellos para estrechar el antebrazo a modo de saludo.
-¡Por fin dais señales de vida! Me teníais preocupado. ¿Dónde infiernos habéis estado metidos? Peinamos todo el bosque sin encontrar ni una sola pista. ¿Y que clase de ropa es esa que lleváis puesta?
-¡Relájate, general!- dijo alegremente Valiant- Haces muchas preguntas a la vez. Primero deja que te mire. Has envejecido mucho en tan poco tiempo.
-¡La culpa de que me salgan canas la tenéis vosotros dos! Siempre gastando bromas pesadas a los demás soldados, y encima cuando desaparecisteis me salió este molesto mechón grisáceo en el flequillo.
El general Wolfgang es un fornido hombre, aparenta tener entre treinta y cinco o cuarenta años, con una estatura de metro noventa y grandes ojos grises donde comienzan a asomar pequeñas arrugas en los bordes. Tiene una filosa nariz y perilla en la barbilla que le hacen unos rasgos aún más duros y un cabello castaño de grandes rizos que le llega hasta los hombros.
Su cara se puso tensa cuando Valiant se acercó hasta él para cogerle un mechón gris de cabello de la parte superior de la cabeza y comenzó a girarlo sobre su dedo para formar un perfecto bucle, mientras reía cuando lo hacia estirarse y encoger como si fuese un muelle.
.-Por favor, no me digas que quieres teñirlo. Te da un aire más actual. Definitivamente lo pondrás de moda entre los escuadrones.- Savage no pudo reprimir una burla al verle la cara tan severa.
-¡Estate quieto, niñato!- dijo a Valiant mientras le daba un suave manotazo, luego se giró a Savage, que rápidamente se cuadró cuando notó que ahora estaba pendiente de él- En mis doscientos años como General del Ejército Real nadie, repito, na-di-e, hasta ahora, había tratado de burlarse de mi. Debería enviarte a limpiar las letrinas del ejército durante al menos cincuenta años para que no se te olvidase el respeto a un superior.
Savage trató de parecer compungido por su castigo y trató de animarlo para que se le olvidase- Compréndenos, general, llevamos un mes fuera de casa. Es mucho tiempo sin hacer una broma de las nuestras. Discúlpame si te he ofendido, pero que sepas que sigo opinando que ese mechón te sienta bien.
Wolfgang iba a abrir la boca para contestarle, pero prefirió respirar hondo y girarse para hablar con Optimus y Valiant. Lo que hubiese podido decir no serviría para mucho cuando lo dices a una persona como Savage, que vive para el momento sin pensar en las consecuencias.
-Y bien. Contadme donde habéis estado y todo lo que habéis hecho hasta el momento. Luego os diré las últimas noticias de palacio.
Valiant le contó lo que ocurrió cuando encontró a su padre en el suelo de su dormitorio, cómo escaparon y encontraron la cueva por casualidad, cuando llegaron a casa de Giselle, y como ella los acogió aunque no los conociese. Le explicó la inmensa cantidad de maravillosos inventos que había llegado a ver y le mostró todos los que llevaba en la mochila.
Luego fue el turno de Optimus, que también explicó su huida a través del bosque y cuando una mujer de avanzada edad lo encontró vagando desnudo. Tuvo que salir huyendo porque la mujer lo quería barrer a escobazos y cayó rodando por una escalera hasta que finalmente encontró una fuente, justo en el lugar en el que Valiant y Savage estaban comiendo con las dos mujeres.
Esta historia hizo a la cara de Wolfgang tornarse en lo que parecía una pequeña mueca sonriente, que rápidamente cambió por la cara seria de siempre.- Desde luego sabéis vivir aventuras. Un día, cuando todo se solucione, tengo que ir a ver ese maravilloso mundo del que habláis.
-¡Oh, si, por supuesto!- exclamó Optimus- Quizás tú también encuentres fuera la mujer que te haga cambiar ese rostro de seta pocha que tienes… Estos dos, aquí donde los ves, creo que han encontrado un par de mujeres que los han transformado. Si los vieras cuando están con ellas te partirías el culo de risa. Parecen cachorros obedientes.- y soltó una carcajada que tuvo que suprimir inmediatamente por si alguien la escuchaba.
Wolfgang sonrió a Optimus, sabía que él si era capaz de llamarle cosas como seta pocha sin que él se enfadase gracias a la fuerte amistad entre los dos hombres. Nada más imaginarse a los dos hombres atendiendo obedientemente a dos mujeres le daba ganas de conocerlas de inmediato.
Después de unos instantes volvió a ponerse serio para relatar todo lo que había sucedido en el castillo desde que huyeron. Oliver envió a todas las tropas disponibles, menos la guardia de élite, para intentar atraparlos. Estuvieron cinco días registrando todo el bosque, y cuando volvieron con las manos vacías los castigó severamente doblándoles los turnos de guardia y reduciendo a la mitad sus raciones de comida. Eso le valió para ganarse muchos detractores.
La élite estaba formada por los hombres mejor entrenados y más fieros de todos los escuadrones, acataban órdenes y las hacían cumplir sin preguntar y sin mostrar algún tipo de sentimiento. La valentía de estos hombres escogidos era conocida desde tiempos remotos, pues antiguamente vivían dos clanes distintos en el bosque. Cuando el bisabuelo del rey Faulo comprendió que nunca podrían terminar la guerra que mantenían entre los dos clanes, decidió instruir a un grupo de hombres para que se encargasen de secuestrar al líder del otro clan y así conseguir que se rindiesen para formar una sola raza. Desde entonces, la élite no han sido necesaria, pero se mantienen como unidad activa para recordar a todo aquel que quiera intentar algo contra el castillo que siempre habrá hombres sin piedad dispuestos a derrotarlos.
Valiant apretó su mandíbula cuando escuchó como sus compañeros eran castigados, no había motivo para hacer eso. Ellos habían tenido la ventaja del factor sorpresa para huir y por eso habían conseguido escapar mientras se organizaba la partida de búsqueda.- Le
dije a mi padre que la élite ya no era necesaria. Todos están a gusto con sus puestos en el castillo y los alrededores. Si me hubiese escuchado y la hubiese eliminado, Oliver no tendría a nadie a su lado.
-No te enojes por eso. Ellos cumplen con el cometido de guardar al futuro rey. Piensa que han sido informados de que tú mataste a tu padre, y mientras no les demuestren lo contrario, Oliver es el siguiente en la lista de sucesores junto a tu hermana que ahora es su esposa.
Valiant no se relajaba, tenía los puños tan apretados que sus nudillos estaban blancos- Amadeus, explícame por qué mi hermana Nínice esta encerrada en su torre. Se lo escuché decir al jefe de cocina.
-Nínice no creyó en las palabras que tu hermana le dijo. Se puso a chillarle que tú no eras capaz de una cosa así, trató de atizarla e Isobel llamó al curandero, que la examinó y llegó a la conclusión de que había enloquecido por la muerte de tu padre. La mantienen sedada y recluida en su torre, escoltada por dos guardias de la élite para que nadie, ni siquiera yo, pueda entrar a verla. Solo permiten la entrada de Isobel y del criado que le lleva ropa limpia y comida. Creo que el curandero está comprado.
-Pues iremos a rescatarla. Si…- convino Savage, apretando en el hombro de Valiant para mostrarle su apoyo.
-¡No!- cortó Wolfgang rápidamente- Primero debemos organizarnos para conseguir desenmascarar a Oliver e Isobel, además de reunir a la guardia que está de nuestro lado. Si intentases algo ahora, la élite se te echaría encima y no tienes nada que demuestre quien fue el asesino. Debemos encontraros un sitio donde quedaros hasta que podamos hacer algo.
Optimus estaba dando paseos de un lado para otro pensando donde podían quedarse. Se detuvo de repente y preguntó- ¿Qué de las catacumbas? Nadie baja allí. Antes de huir no vi a nadie asomarse por allí, ni siquiera Isobel baja a encender velas en la tumba de Faulo.
Valiant se entristeció al escuchar eso, pero pronto alzó la cabeza para asentir.- Está bien. Bajemos allí.

lunes, 19 de abril de 2010

Moonlight Capitulo 15

Capitulo 15

Cruzaron todo el bosque hasta quedar más o menos a kilómetro y medio. Optimus se desvió a propósito para acercarse hacia la muralla que daba al patio de entrenamiento. Lo fueron bordeando sigilosamente, tratando de no ser vistos por los guardias que vigilaban desde las torres y las almenas. Por fin llegaron a una zona que estaba bastante escondida. Entre matorrales, una pequeña trampilla se ocultaba, casi imperceptible por la cantidad de tierra que el paso del tiempo había depositado sobre ella.
-Esta entrada se hizo hace trescientos años, yo la estuve supervisando mientras los obreros la hacían.- comentó Optimus entre susurros, mientras escarbaba sobre la entrada con unas ramas- El rey Faulo quería tener un lugar por donde escapar si alguna vez éramos atacados. Nunca se ha usado, hasta ahora.
-Mi padre estaba obsesionado con la idea de que alguien se introduciría en el bosque y nos atacaría, no me extraña que mandase construirlo.- Comentó Valiant- Lo que no me cuadra es que no me dijese nada siendo su hijo.
-No le tengas rencor por eso. Ya te he dicho que esto se hizo hace trescientos años. Supongo que con el paso del tiempo se le ha olvidado. De todos modos tenemos que estarle agradecidos por tener esta idea, sin ella no tendríamos modo de entrar sin ser vistos.
Cuando la entrada estuvo abierta, se deslizaron por ella y descendieron por una escarpada escalera, ayudados de las linternas que habían comprado. Optimus estaba maravillado de ese invento, susurró que sería muy útil para cuando los candiles se quedaban sin aceite.
Poco a poco les fue llegando un olor nauseabundo acompañado del ruido de agua corriendo. Las paredes estaban hechas de piedras grises, llenas de moho por la zona más cercana al suelo y el frío casi calaba hasta los huesos. Estaban en las cloacas.
Siguieron a través del túnel subidos a uno de los bordillos laterales que marcaban por donde debían de ser conducidas las apestosas aguas. El bordillo era lo suficientemente ancho como para ir caminando tranquilamente por él.
Las voces de un par de personas les hicieron ponerse alertas. Una tenue luz bañaba una porción del cauce. La luz salía del techo por unos barrotes cruzados a modo de rejilla.
-¿Qué ha dicho Oliver del menú que diseñé hoy?
-Dice que es tan apestoso que ni las ratas estarían dispuestas a comerlo. He tenido que adular su gran paladar a la hora de degustar alimentos durante un cuarto de hora para conseguir que no me tirase la comida encima. El muy cabrón estaba empeñado en hacerlo.
-Estoy harto de tener que preparar cientos de menús para la celebración de la coronación. Ninguno le parece bien.
-Creo que la culpa de eso la tienes tú, Tobías. Te empeñas en sabotear todos los alimentos para retrasar la ceremonia de coronación.
-¿Y qué aconsejas tú? Es lo único que se me ocurrió para eso. Todavía tengo esperanzas de que Valiant regrese y ponga a ese imbécil donde se merece. Todos los que le somos fieles tratamos de sabotear a Oliver de manera disimulada para no provocar su ira. No se me olvida lo que se le ocurrió a Isobel para castigar al sastre, todavía debe de quedar algún hueso del pobre hombre colgado en la jaula que hay en la torre más alta. Isobel es una perra de cuidado.
-Ten cuidado, tienen oidos en todas partes y te podrían escuchar. Les sentí decir que como no hagas lo que te han pedido, serás presa de sus más macabras ideas para hacerte entrar en razón o buscarán un cocinero nuevo, y ya sabes lo que eso significa…
-Trataré de pasar inadvertido. Mañana no tendré más opción que preparar un menú en condiciones. Ya está todo recogido y limpio. Por favor, lleva tú la cena a la pobre Nínice y ten cuidado de que no te vean llevársela. Isobel la castigó sin cenar por algo que refirió de Valiant. Yo me voy ya a dormir, tengo los huesos molidos.
Se sintieron los pasos de los dos hombres marchándose. Savage y Optimus habían tenido que sujetar a Valiant para que no tratase de llamar al cocinero y al criado. Valiant quería saber donde estaba Nínice para ir a por ella.
Cuando por fin se calmó le destaparon la boca y él les dedicó una fiera mirada.- Ahora más que nunca debo derrotar a mi primo y a mi hermana. No les dejaré que torturen más a Nínice.
-Mi consejo es que esperes.- dijo Optimus rápidamente- Primero tenemos que reunirnos con Wolfgang para saber qué ha pasado desde que me fui.
Siguieron caminando por las cloacas hasta que llegaron a una rejilla que daba a una zona abierta, el Patio de Entrenamiento. La rejilla estaba situada al lado de los arcos que se alzaban junto a la entrada, destinada a absorber toda el agua que cayese durante las lluvias torrenciales. Los arcos formaban un ancho pasillo y recorrían un lateral completo del patio.
Valiant comprobó que no hubiese guardias patrullando por el patio. Cuando quedó satisfecho indicó a Savage que le echase una mano para levantar la rejilla y poder salir al aire libre. Nada más salir caminaron agachados sigilosamente hasta los arcos, cruzando todo el pasillo pegados a la pared. Sobrepasaron un par de puertas cerradas, eran las duchas para después del entrenamiento y el almacén de armas. La siguiente puerta daba a las dependencias del general Wolfgang. Les extrañó que no hubiese ningun guardia en la puerta. Generalmente, al rey Faulo le gustaba que su general tuviese escolta para dormir, quería que su máximo hombre de confianza se sintiese seguro en los momentos en los que era más vulnerable.
Savage pegó la oreja a la puerta, después de comprobar que no había nadie dentro se aseguró de si la puerta estaba cerrada con llave o no. Efectivamente estaba cerrada.
Valiant rebuscó en su mochila hasta que sacó un grueso alambre enrollado que habían comprado en la ferretería antes de partir al bosque. También sacó unas tenacillas, con las que cortó un par de trozos y las volvió a guardar.
Cogió los dos trozos de alambre, se acuclilló apoyando una de sus rodillas en el suelo y se dispuso a trabajar la cerradura. Por fin se oyó el clic que anunciaba que la cerradura había cedido y Valiant les dedicó una sonrisa de triunfo.
-Ahora comprendo cómo de pequeño conseguías escaparte de la habitación cuando tu padre me mandaba encerrarte como castigo.- Optimus lo decía admirado- Eres una caja de sorpresas.
-Si yo te contara…- dijo Savage entre risas.
-Vamos adentro a esperar al general. Le sorprenderá vernos después de todo.
Cerraron la puerta y esperaron pacientemente tras ella.
No tuvieron que esperar mucho. Wolfgang caminaba acompañado de Oliver. Iba deprisa, tratando de esquivar todas las palabras con las que trataba de persuadirle.
-Necesito que disuadas a tus hombres de que deserten para el desfile que quiero para mi coronación. No lo han dicho abiertamente, pero sé que tienen pensado hacerlo.
-Yo ordeno a mis hombres durante sus entrenamientos, y gracias al cielo nunca he tenido que ordenarles en una batalla que no haya sido preparada entre ellos para que gasten energías acumuladas, pero lo que ellos piensen por sí mismos no puedo evitarlo si no quiero un motín. Oliver, deberías tratar de ganarte a la guardia sin utilizar las amenazas, son buenos hombres dispuestos a todo lo necesario siempre que no estén coaccionados. Tú has entrenado con ellos, deberías saber como son sin necesidad de que te lo diga.
-Amadeus, te lo pido como último recurso. A ti te escucharán. Yo solo quiero que reine la paz en el castillo y eso sólo se consigue uniendo fuerzas. Apreciaría cualquier ayuda de tu parte.
-Si de verdad me aprecias tanto como dices, no me llamarías por mi nombre. Ni siquiera el rey Faulo me llamó Amadeus. Me trató con el respeto que conllevó ser el general al mando de sus tropas.- Wolfgang se giró hacia su puerta e introdujo la llave. Tuvo que contener un atisbo de sorpresa que amenazaba con asomar por su boca antes de girarse hacia Oliver- Mis hombres están inquietos desde el asesinato del rey. No están contentos con que te preocupes más por ocupar su lugar antes que tratar de esclarecer el asunto.- Oliver abrió la boca para contestarle pero Wolfgang no le dejó decir nada- A mí no me da miedo decírtelo, y déjame añadir que no creo que Valiant haya sido capaz de asesinar a su padre. No tengo la más remota idea de quién pudo haberlo hecho, pero estoy seguro de que él no fue. Ahora si me disculpas, quiero retirarme a descansar. Bunas noches Oliver.
Oliver se marchó indignado, tragándose las palabras que quería haber dicho y desapareció en un suspiro por el enojo que llevaba. Wolfgang había estado demorándose el la apertura de la cerradura. Cuando estuvo seguro de que Oliver ya no estaba cerca, abrió.
-Quien haya osado penetrar en mis aposentos, que asome de una vez.- Dijo Wolfgang con voz amenazadora.
Los tres hombres salieron de las sombras donde habían permanecido escondidos. Valiant dio un paso hacia la luz del candil que iluminaba la entrada.- Buenas noches, general Wolfgang.

sábado, 17 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 20

Capitulo 20

Cuando desperté estaba todo bastante oscuro, una minima luz entraba por la rendija de una puerta a unos siete pasos de mí. Me levanté tambaleándome medio mareada, debían de haberme drogado con un dardo o algo así. Al mover un poco las piernas escuché un suave tintineo de cadenas y tenía algo pesado sujetándome un tobillo. ¡Demonios, estoy atada!-pensé mientras me entraba el pánico.
Traté de respirar despacio para intentar calmarme. No me acordaba de cómo había llegado allí. Puse mis manos sobre las sienes tratando de aliviar el intenso dolor de cabeza y el mareo. Después de unos momentos me toqué en la nuca, otro lugar donde me dolía bastante y noté algo seco entre mi cabello y el cuero cabelludo, llegué a la conclusión de que tenía que ser sangre seca de una pequeña herida causada al caer desplomada al suelo. Poco a poco fui recordando lo que hice la pasada noche, o por lo menos quería creer que sólo habían pasado unas horas. ¿Quiénes me habían secuestrado serían los mismos de los que me hablaba Dominique? Otra vez el pánico amenazaba con apoderarse de mí y tuve que hacer grandísimos esfuerzos para no gritar pidiendo ayuda.
Sentí el cerrojo deslizándose en la puerta y me agaché para acurrucarme haciéndome una bola como si siguiese dormida, dejando mis parpados caer al instante. Sentí unos pasos acercándoseme tras el clic de un interruptor que iluminó la habitación.
-¡Tú, despierta, aquí tienes el desayuno!- dijo mientras me daba una patada en el tobillo para despertarme- Sé que estás despierta, sentí el ruido de la cadena al moverte.
Para qué fingir. Abrí los ojos lentamente para acostumbrarme a la intensidad de la luz y vislumbré unos enormes zapatos negros. Fui elevando la mirada hasta ver el rostro de mi secuestrador. Era un hombre fornido, de anchos hombros, cubierto con un chaleco lleno de cosas atadas en él: un par de crucifijos de plata, varios tubos llenos de un líquido transparente, estacas de madera, una maza, una biblia y un revólver. Estaba claro, era un fanático de esos que creen en las macabras historias de vampiros que estaban escritas en los libros. Yo no conocía bien todas las cosas sobre eso, pero por lo poco que me llegó a explicar Dominique, creo que no funcionaría nada de lo que llevaba colgado en el chaleco, salvo las estacas. Me miraba con ojos de loco poseído y una sonrisa diabólica. Tenía los dientes amarillos, manchados seguramente por estar masticando o fumando tabaco durante mucho tiempo y un pelo entrecano muy enmarañado, mostrando la poca higiene que hacia de sí mismo.
-Siéntate a comer, necesito que te mantengas viva hasta que vengan a buscarte. Llevas dormida dos días enteros.
Mis ojos se desorbitaron. Dos días era mucho tiempo, podían haberme llevado muy lejos de mi casa. Llegué a la conclusión de que debía de hacerle caso hasta que encontrase la manera de escapar.
-¿Dónde estoy?- pregunté mientras me acomodaba en una austera silla junto a una mesa donde había puesto la bandeja con comida.
-No puedo decirte nada, son órdenes del jefe. Cuando él lo crea conveniente, te lo dirá. Todavía no ha llegado. Ahora come.
Se giró para ir hasta la puerta y marcharse. Por lo menos me había dejado la luz encendida y podía ver toda la habitación. Era un cuarto pequeño, sin ventanas. La pared estaba hecha de gruesas piedras. No había nada más que la mesa y la silla donde ahora me encontraba y un pequeño camastro al otro lado de donde yo había estado tirada en el suelo. Por lo menos me podían haber puesto en la cama mientras estaba inconsciente.
Miré la bandeja. Una jarra de agua, un vaso de leche fría, un trozo de pan, dos de tocino y un par de manzanas. Mi estómago rugió de hambre y me lo comí todo en un parpadeo. Dos días es mucho tiempo sin comer. Fui al camastro para tumbarme, la cabeza aún me dolía un poco y mi espalda estaba magullada por haber estado tirada en el suelo. No era muy confortable, pero por lo menos era algo menos duro que el suelo.
Después de unos cinco minutos entró el mismo hombre otra vez. Me incorporé dispuesta a hacerle preguntas otra vez. Él cogió la bandeja mirando satisfecho que me lo había comido todo. Solo me dejó la jarra con el agua.
-Me alegro de que te hayas comido todo, ahora duérmete.
-¿Cómo que me d…?
No terminé la frase. Mis ojos se iban cerrando otra vez, los párpados me pesaban mucho. Seguramente me habían echado algún somnífero. Solo atiné a escuchar a varios hombres al otro lado de la puerta cuando él salió antes de caer en un profundo sueño.
Me encontré en la habitación de Dominique. Él estaba tumbado en su cama. Pero se levantó de un salto en cuanto me vio aparecer.
-Kat, ¡por fin!- me abrazó fuertemente mientras me besaba. Luego me examinó de arriba abajo.- ¿Te han hecho daño? ¿Dónde te tienen?
Yo miré a todos los lados- ¿Es que no estoy soñando?
-Mon amour, si lo estás. He conseguido contactar contigo por medio de tus sueños. Llevo casi dos días tratando de localizarte, pero creo que has estado drogada y por eso no podía llegar a tu mente.
-Pues me han vuelto a drogar. Me han traído el desayuno y creo que me han echado un somnífero en la leche.
-Me lo he imaginado. Estaba concentrado tratando de localizarte. He sentido tu presencia muy débilmente por un rato. Tienes que estar bastante lejos para que yo no pueda llegar bien a ti. Cuando por fin he conseguido alcanzarte he tenido que hacer un gran esfuerzo para que no cayeses en el sueño producido por la droga. Si no, no podrías estar aquí.
De repente me acordé de que aquella noche escuché dos disparos- ¿Te hirieron a ti?
- Si. Estaba distraído porque estábamos juntos y no noté la presencia de nadie alrededor. Seguramente estarían en la dirección del viento para que no pudiera olerlos. Me dispararon con una bala de plata que me dejó paralizado en poco tiempo. Me extrañó que no me cogiesen pero pensé que quizás querían dejarme como aviso para mi familia. Antoine y Jean Luc salieron a buscarnos después de unas horas, extrañados de que no volviéramos y me encontraron a través del poco hilo de conciencia que me quedaba. Nada más extraerme la bala y curarme me puse a buscarte.
Me cogió en brazos y me depositó en la cama para que pudiese sentarme más cómoda a su lado.
-Kat, necesito que hagas un esfuerzo por tratar de imaginarte quien son tus captores para que pueda verlos. No sé cuanto podré retrasar que entres en el sueño del somnífero.
-Sólo he visto a uno, el que me llevó el desayuno.
Traté de recordarlo minuciosamente. Para cuando la imagen estaba totalmente en mi mente el hombre apareció en la puerta del dormitorio. Me asusté y pegué un brinco a los brazos de Dominique. Él se rió suavemente mientras trataba de calmarme.
-Tranquila, solo es la imagen que tu mente ha desarrollado cuando has pensado en él.
Efectivamente el hombre no se movía, parecía una estatua. Dominique se acercó a examinarlo, frunciendo el ceño.
-No lo reconozco. ¿Este es el jefe? Estoy seguro que esto no puede haberlo hecho una persona sola.
-No. Me dijo que su jefe todavía no había llegado. Cuando nos dispararon, recuerdo sentir una voz de mujer que me resultó muy familiar, pero puede que sea solo una mala pasada de mi imaginación cuando iba cayendo desplomada. De todos modos no consigo ubicar la voz con nadie.
La imagen de la habitación de Dominique y él mismo empezó a volverse un poco borrosa.
-Kat, escúchame rápidamente. Estoy empezando a perderte y no tardarás mucho en entrar en un sueño más profundo donde no podré alcanzarte. Trata de ver a todos tus captores para que cuando podamos conectar los vea. Estamos tratando de aparentar normalidad y tu madre ha llamado al colegio avisando de que has ido a ver a tu padre que está enfermo y tardarás unos días en volver.
-No había otro que escoger nada más que mi padre. Mamá sabe cuanto lo odio.
-¡Céntrate, por favor! Eso no es importante.- Ya se estaba volviendo más borroso.- En cuanto estés despierta llámame mentalmente para que te pueda localizar mejor. No te asustes si me sientes en tu cabeza.
-No te preocupes, lo haré.
-Y Kat…
-¿Qué?- la imagen era ya solo una mancha.
-Te quiero.

viernes, 16 de abril de 2010

Premios que casi se escapan

Iza me envió estos premios desde su blog Criaturas de la noche . Porque ando algo liada últimamente no los había recogido. Mil perdones por ello y millones de gracias a mi mordelona favorita.


1-. Mencionar al blog que os lo otorgo:
Listo¡¡
2-.¿Como es el caballero de tus sueños? ¿Que chico es tu "MAYOR LOCURA"?
Pues sería una mezcla de lo mejor de varios personajes que me vienen a la mente, pero lo primordial es que sea tierno y un salvaje en ocasiones...




1-. Mencionar al blog que os lo otorgo:
Ya lo puse arriba
2.-Mencionar tu mayor locura:
Me gustan los retos y soy capaz de escribirlo, pero es casi mejor que se quede como secreto. Tengo ya unas cuantas locuras tejidas en el hilo de mi vida.

Los premios son para:

Le Theatre des Vampires Capitulo 19

Capitulo 19

Me llevó a una zona apartada de la ciudad, una que yo no había visitado nunca. Las calles estaban muy descuidadas, con múltiples destrozos en toda su extensión adoquinada. Parecía un barrio antiguo, con casas de planta baja con tejados a medio caer, fachadas con la pintura desprendida en grandes trozos y puertas y ventanas en madera cuarteada. Miré hacia arriba para ver que nos estábamos acercando a las ruinas de lo que parecía un puesto de vigilancia de la época medieval.
Recordé que, cuando conocí a Tara, una vez me estuvo comentando sobre que la ciudad había sido famosa por haber servido de puesto fronterizo en una batalla importante, allá por el siglo XIV, y que la única zona histórica que quedaba como prueba de ello estaba casi derrumbada. Los vecinos de la ciudad habían pedido constantemente que fuese restaurada, pues seria muy importante para traer prosperidad en la ciudad a base de turistas interesados en la cultura de la época. Pero el alcalde hacia caso omiso, decía que era un derroche de dinero importantísimo y que las arcas públicas no estaban boyantes para hacerse cargo de una deuda de tal magnitud.
Dominique aparcó el coche en la mismísima entrada de las ruinas y se apresuró a abrirme la puerta. Yo estaba algo “mosca” por que me hubiera llevado a una zona tan solitaria.
-¿Por qué me has traído aquí?- pregunté inquieta.
-Si te estás cuestionando si este sitio tan solitario al que te he traído es para morderte y convertirte, te equivocas.- levantó cuatro dedos, que fue bajando uno a uno conforme me explicaba- Punto numero uno, no es mi idea de romanticismo para realizar una conversión. Punto número dos, para poder convertirte, tendrías que darme tu consentimiento, si no, podría conseguir que murieses. Punto numero tres, necesito que me entiendas antes de cambiarte. Punto número cuatro, este sitio es al que voy cuando necesito tranquilidad y es el único en el que estoy seguro de que no vendrá mi familia para entrometerse. Ahora, si ya estas mas tranquila, ven conmigo. Te llevaré justo al sitio que me hizo que me gustara este lugar.
Le di la mano a Dominique para dejarle que me condujese dentro de las ruinas. Seguí todas sus indicaciones para no tropezarme o caer por algún hueco en la madera podrida del suelo y por los escalones que llevaban hasta la parte más alta de la torre de vigilancia. Cuando llegamos a la parte más alta me quedé boquiabierta, jadeando por la cantidad de escalones que habíamos subido. Desde allí podía contemplarse toda la ciudad por completo. Era impresionante, con inmensa cantidad de luces de diferentes colores que sobresalían en lo que adiviné seria la zona comercial o la zona de pubs.
Quise apoyarme en la barandilla de madera para poder elevarme un poco más y lograr discernir cada parte de la ciudad, pero Dominique me atrajo hacia dentro de un tirón.
-Procura no tocar la barandilla de madera, está podrida y podrías caer de una altura igual a cinco pisos.
Todavía no había recuperado el aliento por completo y mi corazón, que ya había comenzado a tomar un pulso casi normal, se aceleró de nuevo cuando tímidamente me asomé para comprobar la altura y que no me había mentido.
-Todavía estoy exhausta. ¿Es mentira eso de que los vampiros podéis volar o convertiros en animales?
-Yo no lo llamaría volar, si no más bien levitar. Algunos lo hacen más rápido que otros. Con respecto a si nos transformamos, es mentira. Cuentos que van cambiando conforme la historia los reinventa.
-¡Demonios, Dominique! Podías haberme cogido en brazos y levitar o como sea que lo llames y nos hubiésemos ahorrado un esfuerzo tan grande al subir.
-Discúlpame. No quería preguntarte si querías por si todavía recelabas de mí. Si quieres, cuando bajemos lo hago. Ven siéntate aquí conmigo.
Dominique se sentó con la espalda pegada a la pared y me dejé caer en sus piernas, sentándome sobre él. A estas alturas, si hubiese querido morderme, ya lo habría hecho. Se limitó a recogerme entre sus brazos y a inhalar el perfume que llevaba puesto durante unos momentos.
-Kat, el motivo por el que todos quieren que te lo explique es porque, aunque tratamos de no dañar a nadie y de pasar desapercibidos, estamos siendo perseguidos, nosotros y todos aquellos que todavía no estén convertidos. El simple hecho de llevar nuestros genes en su sangre los hace un blanco apetecible.
-¿Quieres decir que Van Helsing de verdad existe?
-El Van Helsing de los libros no, pero es parecido. Hay una familia dedicada a buscarnos y exterminarnos desde tiempos remotos. Ese fue el motivo de nuestro traslado aquí, tratar de evitarlos. Tenemos indicios de que están cerca de nosotros y tu llevas sangre de uno de nuestros clanes, por lo que eres un objetivo potencial. Desde que llegamos hace ya algo más de un año ha desaparecido uno de nuestros compañeros.
-¡Pero si tu has llegado nuevo este año al instituto!- dije mirándole con ojos muy abiertos- Supuestamente dijiste que recién habíais llegado.
-Y es verdad. Recién llegamos a esta ciudad. Veronique y Antoine son los que llevan el mando en nuestra familia. Antes permanecíamos escondidos en otra ciudad, en otro estado, a unos doscientos kilómetros de ésta. Fue cuando René desapareció y ellos decidieron que no podíamos seguir así. Llegaron a la conclusión de que, si queríamos pasar desapercibidos, era mejor mostrar lo que somos. ¿Quién va a fijarse en unos actores que hacen de vampiros ahora que estamos de moda con tanta película o serie que se ha hecho famosa? Todos creen que aprovechamos el momento. Procuramos que no se vea cuando de verdad tomamos sangre, la gente cree que es todo mentira.
Estaba empezando a comprender el peligro que tanto me anunciaban. Si alguien descubría que uno de mis antepasados era vampiro podrían querer matarme.
-Bueno, ya que voy a tener que ser convertida- eso hizo sonreír de alegría a Dominique- o tendré que vivir con vosotros,- eso le gustó menos- quizás podrías decirme cosas vuestras. Por ejemplo qué hay de verdad en lo de las estacas.
-¿No crees tú que si a cualquier persona le clavan una estaca en el corazón puede morir? Por supuesto que nosotros también. Lo único es que solemos recuperarnos más rápido que los humanos cuando nos herimos. La manera más segura de matarnos usando una estaca es que ésta esté hecha de madera de cedro. Ese material tiene tendencia a absorber la humedad y nos seca el corazón rápidamente, por lo que no podemos quitarla y regenerarnos.
-¿Y la plata?
-La uso sin problemas. Solo es peligrosa si nos toca en alguna herida abierta, nos paraliza. Pero como ya te dije, las heridas no duran mucho en nuestros cuerpos, así que no me preocupa.
-Me dijiste que tenéis problemas con el sol, pero yo te he visto de día andando por la calle.
-Te dije que Antoine es un loco de la química. Creó un protector solar mil veces mejor que los que se usan para ir a la playa.
-¿Y el ajo?
-Unos huevos fritos con ajos me encantan. Los tomo en el desayuno siempre que puedo. No me gustan revueltos.
Me abracé un poco más a él. Quería tocarlo para comprobar que era de verdad y no estaba soñando.
-Dominique, ¿por qué no me lo dijiste antes?
-Cuando te conocí vi el destello a tu alrededor y me sorprendió. Yo te había visto entrando en el instituto con Tara y me gustaste nada más verte. Cuando le comenté a Antoine de que había posibilidades de que fueses una de los nuestros, me mandó protegerte y explicarte, pero cada día me iba enamorando más de ti y temía que me rechazases por lo que soy. Para colmo, cuando llegó Maximilien aquí tuviste un encontronazo con él y tuve que borrar esa parte de tu memoria para que no te asustases.
Como si algo se hubiese despertado en mí el recuerdo de lo que pasó esa noche volvió a mi consciencia y me sobresalté señalándolo con un dedo acusador- ¡Me mordiste! ¡Ahora lo recuerdo!
-No me quedó más remedio, tenía que poder localizarte en cualquier momento. Maximilien te reconoció como familiar sin protección y quiso marcarte para poder seguirte por si alguna vez necesitabas de ayuda. Lo malo es que lo hizo de manera abrupta, según nuestro código tendría castigo. Yo no lo he delatado, tuve una conversación después con él y lo ha comprendido.
No quise preguntar nada más. Nos quedamos un rato besándonos hasta que comenzó a amanecer. Bajamos levitando hasta la entrada de las ruinas y al salir solo recuerdo algo como un par de disparos, Dominique cayendo al suelo y yo sintiendo un profundo sueño.
-Papá, ven. He descubierto a un de ellos con una candidata.

jueves, 15 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires capítulo 18

Capitulo 18

Mamá lucía esplendorosamente bien. Aunque seguía aparentando ser una mujer llegada a la madurez, las pequeñas arrugas que bordeaban su rostro se habían afinado tanto que casi pasaban desapercibidas por completo. Tenías que saber que las ha tenido y estar fijándote un buen rato para notarlas. Sus labios estaban más carnosos y su tez más pálida.
-Katherine, me alegro de que por fin lo entiendas. Esto es maravilloso, no puedo encontrar las palabras correctas para describírtelo, tienes que sentirlo por ti misma para entenderlo.
-Mamá, ¿se puede saber que es lo que has hecho?- la situación me estaba llevando a actuar como si yo fuese la madre y ella la hija que ha hecho algo malo.
Mamá borró la sonrisa de sus labios. Miró hacia Antoine, estaba justo detrás de ella rodeándole la cintura con un brazo. – Antoine, creo que ella no se lo está tomando muy bien.
-Mon amour, dale tiempo de asimilarlo, recién supo de nosotros. Intenté explicarle en sueños para que fuese aceptándonos, pero siempre ocurría algo que la hacia despertarse antes de que le pudiese decir todo.
-Espera Antoine…- dije mientras recopilaba los datos que estaba recibiendo. Di un par de pasos cavilando y lo miré con ojos muy abiertos- ¡Eras tú el que se metía en mis sueños! ¿Qué demonios hacías ahí metido? Los sueños son algo muy personal y te hiciste pasar por Dominique ¿Qué querías, lavarme el cerebro? ¡Eres un jodido cabrón que se aprovecha de mis sentimientos para querer manipularme!
Dominique se posicionó a mi lado. Estaba todavía sentado en el borde de la cama y en un parpadeo, estaba junto a mí. Lo miré cuando sentí una pequeña ráfaga de aire acariciándome el lado derecho de mi cara. Estaba furioso, por primera vez le vi enseñando colmillos y unos ojos rojos como brasas encendidas. Le siseó a Antoine muy bruscamente.
-¿Quién te ha dado permiso para hacer tal cosa? ¿Acaso me he entrometido yo en tu relación con Marion? Ten por seguro de que cuando venga el Consejo le comentaré lo que has hecho y te castigarán debidamente.
Aunque me imaginaba que tanta salida de mamá con Antoine significaba que se gustaban, no me cabía en la cabeza que hubiese estado manipulándola para convertirla en lo que él era. Mamá estaba con las lagrimas a punto de salirle de los ojos y miraba hacia Dominique buscando que no tratase de discutir.
-Dominique,- dijo Antoine acercándose un poco más con mamá- has estado posponiendo mucho tu deber de explicarle todo lo que está pasando. En mi opinión, lo has hecho al revés. Podías haber actuado según se te indicó y luego, enamorarte y enamorarla, o lo que sea que tengáis.
-Pues bien, si tanto querías que lo hiciese no teníais que haber venido hasta aquí. Trataba de explicarle sobre nosotros y sentí vuestra presencia tras la puerta. Tuve que detenerme en cuanto entrasteis sin ni siquiera llamar para poder hacerlo.
Dominique se giró hacia mí, ya no tenía esa fiera mirada roja que tanto me había impresionado y sus colmillos estaban retraídos. Volvía a ser el chico dulce y amable de siempre. El chico que tanto me había gustado.
-Kat, ven conmigo. Te llevaré a un sitio donde no podamos ser molestados y contestaré a todas tus preguntas, si las tienes. Necesito terminar de contarte lo que te estaba diciendo.
Sin más me cogió de la mano y me condujo fuera de su habitación, no sin antes dedicarle una mirada severa a Antoine para que nos dejase pasar. Cuando pasé por delante de mamá, ella levantó levemente la mano y me miraba acongojada, como si tratara de consolarme como cuando era pequeña y sufría por algo. Yo ni siquiera la miré, casi no reconocía esta nueva actitud de mi madre, ella nunca hubiese creído en que de verdad existieran los seres sobrenaturales.
Bajamos por la gran escalera sin decir nada hasta que llegamos a la primera planta. Tara, Roger y Jake estaban viendo una escena desde el umbral de una puerta. Paré a Dominique y le dije que quería decirles a Tara y los demás que me marchaba con él. Aunque mi corazón confiaba en él, mi cerebro me decía que tomase alguna precaución por si las cosas se torcían. Nos acercamos hasta ellos y le hablé a Tara al oído. Cuando levanté la cabeza para girarme de nuevo, vislumbré a Veronique. Estaba metida en su papel de marquesa de Montignac, dando órdenes a diestro y siniestro y tomando a un espectador para morderlo. Ella no tuvo reparos en cogerlo del cuello y exponerlo para un buen mordisco, no sin antes dedicarme una mirada y una sonrisa perversa. Estaba claro que con ella las cosas no iban a marchar muy bien, no me terminaba de gustar su arrogancia y su gran petulancia de mujer sabelotodo que hace y deshace a su antojo porque está de vuelta de todo.
Seguimos nuestro camino hasta la planta baja y Dominique sacó del guardarropa una gruesa capa negra con capucha para que me la pusiera al salir al fresco. Al pasar junto a Jean Luc en la salida se detuvo. Jean Luc estaba sujetándole levemente del brazo.
-Dominique, ¿Dónde vais? Ya casi es el momento de tu actuación. Ahora no podéis marchar.
-Luc, hazme el favor y ocupa mi lugar. Pídele a Gastón que te reemplace en la entrada. Tengo algo muy urgente que hacer.
Jean Luc se quedó mirándole unos instantes sin hablar. Luego de más o menos entender que algo pasaba, habló.
- Está bien, yo haré de sobrino del marques, pero me deberás una. Yo no lo represento tan bien como tú, y cuando en otro pase estés tú y empiecen los comentarios comparándonos, mi ego se va a sentir muy mal. Tendré que pensar en la forma en que me compensarás para que me recupere.
Dominique le sonrió asintiendo, prometiéndole que en cuanto pudiese trataría de volver y me llevó hasta su S5. Me abrió cortésmente la puerta y estaba yo terminando de arreglar la falda del disfraz al sentarme cuando al levantar la cabeza lo vi ya sentado en el lugar del conductor.
Solté un pequeño grito ahogado y me llevé la mano al corazón.- ¡Por Dios, Dominique! Vale ya que sepa que eres un vampiro, pero por favor, no trates de asustarme apareciendo de repente. Me va a dar un ataque al corazón.
-Lo siento. Simplemente es que me siento ya tan cómodo de poder moverme como normalmente hago cuando no estás, que ahora que puedo hacerlo ante ti me sale solo. Procuraré no repetirlo hasta que te hayas acostumbrado.
Estaba hasta las narices de que todo el mundo se metiera en mi vida y la pusiese patas arriba. No pude evitar decirle algo desagradable.- El que ya lo sepa no supone que lo tenga asimilado o que haya decidido que es tan guay que me voy a unir a vuestro clan así como así. Mi vida es una mierda desde que en casa empezaron los problemas y mi madre decidió que nos mudáramos, pero es mi vida y está bien tal como está.
Lo miré por el rabillo del ojo y me sentí culpable cuando su rostro cambió a uno de decepción. No dijo nada, arrancó el coche y salimos a velocidades extremas del aparcamiento.

lunes, 12 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 17

Capitulo 17
Me levanté tambaleando. ¡Dios, no me lo podía creer! ¡Yo candidata a vampira! ¿Cuándo había cambiado mi vida entera?
-Veronique… por favor. Espero que estés bromeando- dije dando ya pasos lentos hacia mis amigos, tratando de no sobresaltar a la hermosa mujer que tenía ante mí.
Ella se levantó elegantemente del taburete triangular donde habíamos estado sentadas las dos un momento antes. Retiró su largo pelo que caía sobre su pecho con un ligero movimiento de cabeza, dejándola ligeramente inclinada hacia un lado observándome curiosa y divertida, mientras avanzaba hacia mí con la mano levemente alzada tratando de calmarme.
-Mon chère, ¿por qué te asustas de algo completamente natural? Sé que debería haber esperado que Dominique te preparase para saberlo, pero dado tu renuencia a venir a nuestro hogar, no iba a desperdiciar la ocasión de decírtelo. No te voy a hacer daño, ya has comprobado nuestra hospitalidad y nuestra devoción por los seres humanos. Nadie en esta casa sería capaz de destruir a gente como tú. ¿Acaso has visto que alguno de los espectadores haya sufrido mal alguno?
Estaba ya casi tocando a Roger con mi talón y tenía que decidir rápidamente que hacer- Normal que no nos queráis hacer daño, os servimos fantásticamente para alimentaros…
-S'il vous plaît, ma petite, deja que te explique bien lo errada que estás en tus suposiciones. Quédate un poco. A tus amigos no les pasará nada por estar un rato más así. Por lo menos espera a que llegue Dominique, estoy segura de que Antoine fue a avisarle para…
-Para decirte que no tenias que haberte metido en mis asuntos, Veronique. Te aseguro que esto no quedará así.
Dominique apareció en el umbral de la puerta de la habitación, acompañado de Maximilien. Estaba enfadado con ella, tenía los puños cerrados fuertemente y la miraba con unos ojos que, de haber sido lanzallamas, seguramente Veronique sería solo brasas. Todo era normal en él, ojos y dientes incluidos. La única diferencia estaba en su vestimenta. Acostumbrada como estaba a verle en vaqueros y camisetas ajustadas, se hacía raro verle vestido con un traje de época. La verdad es que no le quedaba mal, le sentaba como un guante. Lo estaba contemplando mientras tenía estos pensamientos, así que sacudí mi cabeza para enfocarme en lo que de verdad era importante: las ganas de Veronique de clavarme los colmillos en la yugular. Casi podía sentir su mirada penetrándome por la nuca cuando yo me había girado al sentir la voz de Dominique.
Veronique soltó una carcajada, mientras muirmuraba algo en frances que no llegué a entender, pero que por su entonación sonaba así como si estuviese diciendo alguna maldición para él. Luego dijo algo a Maximilien señalando a mis amigos y se sentó como si nada en el taburete para seguir acicalándose el cabello. A través del espejo miró a Dominique.- Yo he tratado de hacer lo que tú a estas alturas todavía no has hecho. Deberías avisarla de una vez. Y ahora largaos a otra parte, necesito terminar de arreglarme para mi actuación.
Maximilien fue hasta Tara y los otros y les susurró algo que los despertó de inmediato. Los saludó como si acabase de llegar y les dijo que por favor le acompañasen a la planta de abajo para que siguiesen disfrutando del espectáculo.
Los tres estaban algo confusos. Tara se giró para mirarme mientras eran conducidos al pasillo y Dominique la saludó casualmente mientras le pedía que me dejasen con él, que tenía algo muy importante que decirme. Yo no tuve tiempo de decir nada, para cuando las palabras volvieron a mi garganta, ellos se habían ido.
-Ven conmigo, por favor,- dijo alzando una mano para señalarme la puerta- necesito hablar contigo para aclarar un poco todo este lío. Acompáñame a mi dormitorio.
No sabía que hacer. ¿Y si trataba de secuestrarme? Las palabras de Veronique todavía retumbaban en mi cabeza.
-Te prometo que no te pasará nada, solo quiero que hablemos.
Asentí callada, le dejé tomar mi mano y me condujo hasta la última habitación al final del pasillo. Hasta ahora no me había fijado en que el tacto de su mano estaba algo fría al tocarla, no totalmente fría, pero sí bastante más que la mía.
Su dormitorio era una pasada. Era gigantesco, con muebles de época extremadamente recargados con múltiples diseños torneados en todos ellos. La cama era de dosel, con tupidas cortinas en color crudo, rematadas con bordados dorados en todos los bajos y cinco cojines sobre la almohada. El tocador estaba junto a un gran ventanal cubierto con gruesas cortinas marrones sujetas por cordones dorados. Tenía pocos objetos sobre él: una bandeja donde reposaban varios llaveros, un cofre repujado, un reloj clásico con un par de pequeños ángeles sujetando la esfera y una foto de Dominique. Me acerqué para mirarla y comprobé que en la fotografía estaba vestido al estilo de las películas de los años veinte. La foto estaba un poco desgastada por el paso del tiempo pero el rostro no dejaba dudas de que era él.
Al otro lado de la habitación había dos puertas, supuse que una seria un vestidor y otra estaba entreabierta y se vislumbraba una bañera de patas al fondo. Tras la puerta por la que entramos había un escritorio sobre el que estaban algunos libros de los que usábamos en el instituto y un par de carpetas.
Dominique me ofreció la silla del escritorio para que me sentase. La puso al lado de la cama y él se sentó sobre el colchón. Miraba hacia abajo, a sus pies, como si buscase las palabras que mejor pudieran encajar para empezar la conversación.
-Bien, explícame que es lo que está pasando. Veronique me ha asustado bastante.- dije tratando de ayudarle a comenzar.
-¿Qué te dijo ella? Veronique cuando se lo propone puede ser brusca para decir algo.
-Básicamente que soy perfecta para ser vampira, que lo sabe por la sangre de mi madre. Me enseñó sus colmillos para que viese que son de verdad. Dominique, ¿de verdad sois vampiros? Por favor, explícame todo desde el principio.
-Si.- lo dijo mirando hacia otro lado, no se atrevía a mirarme para decirlo-Somos vampiros, pero no en la manera que todo el mundo piensa que lo somos. No estamos muertos, es una diferencia genética que ha perdurado en el tiempo. Hace milenios, existían por igual humanos y vampiros. Digamos que nosotros éramos los débiles debido a nuestros problemas para soportar el sol y nuestra lentitud para asimilar los alimentos, requeríamos de un aporte extra de los nutrientes básicos para subsistir. Nuestros colmillos se alargan por esa razón, porque tratábamos de conseguir lo que nos faltaba a través de los animales y necesitábamos una herramienta con la que hacer brotar la sangre. Cuando se descubrió que la sangre humana nos compensaba más, comenzamos a tomarla directamente de los humanos. En la primera época, en la que no había normas hubo gran cantidad de asesinatos y eso fue lo que nos llevó a casi perecer, éramos perseguidos, llamándonos asesinos y tratando de quemarnos hasta convertirnos en cenizas. Por eso se crearon las normas, para respetar y ser respetados, aunque lo que se consiguió fue que se crearan falsas leyendas e historias sobre nosotros y nuestras costumbres.
Traté de asimilarlo. Visto de la manera que lo describía, eran casi victimas, siempre luchando por que se reconociera que no eran los seres crueles que habían sido en el pasado.
-Bueno, más o menos lo entiendo, pero no se que pintamos en todo esto mi madre o yo.
-Cuando te conocí, vi el pequeño destello dorado a tu alrededor. Eso es lo único que nos hace reconocernos entre nosotros si no estamos mostrando nuestros colmillos. Lo provoca nuestra sangre al ser atraída por otra parecida. Se lo comenté a Antoine y trató de conocerte para comprobarlo. El que tu madre se dedicase a la publicidad nos ayudó a conocerla, porque en verdad necesitábamos a alguien que se encargara de la publicidad, y estuvo comentándonos sobre tu familia materna. Antoine se enteró de que tu bisabuela materna tenía como primer apellido Marcille, típico de la zona de Marsella y muy reconocido entre los nuestros por su larga estirpe de vampiros de sangre pura. Indagando un poco más comprobó que descendéis de vampiros franceses que no fueron convertidos en su momento, bien por no quererlo ellos mismos, por no haber sido descubiertos por otros, o por haber muerto a edad temprana.
-¿Y mi madre sabe todo esto? ¿Se lo habéis contado?
-Pregúntale tú misma.
La puerta se abrió y una hermosa mujer entró con una amplia sonrisa dibujada en su rostro, mostrándome unos largos y relucientes colmillos. Me fijé mejor y comprobé que quien había entrado era mamá.