Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

miércoles, 30 de junio de 2010

Una de vídeos ¿Y por qué no?

Eso pienso yo, ¿y por qué no?, un recreo para la vista no hace daño. Hace tiempo que colgué un video de jugadores de rugby muy sexys en una campaña publicitaria. Hoy traigo otro de una reconocida marca de ropa interior. Es la campaña del 2009, pero yo no la había visto T_T Una lástima no estar por allí paseando cuando hicieron la campaña...(Suspiros)

Sexy Male Models Naked in the Street ~ Hot UnderGear Campaign ~ - Metro Cl
Este es el video clip oficial de una de las mas recientes campañas publicitraias de la prestigiosa tienda online de ropa interior,lenceria y accesorios para hombres Undergear lanza en la la cual se pude apreciar a varios modelos en una concurrida calle norteamericana vistiendo boxer,slip,tangas,calzoncillos y otras prendas que se venden en esta tienda online y ellos se encuentran promocionado estos elementos y lo hacen con mucha sensualidad, sex apple y picardia y que mejor manera que mostrando las prendas sobres sus atleticos y musculosos cuerpos, y compartiendo fotos y actividades divertidas con el publico que se conmociona en las calles con estos guapos chicos en lenceria, una buena estrategia publicitaria, que seguro da muy buenos resulatdos.


De este making off me quedo con el rubio jeje me encantan los chicos con pelo largo

Making Off UnderGear ~ Sexies Hot Models ~ Parte II - Metro Cl
Este es el video clip oficial del making off que se ralizo para la nueva produccion fotografica del catalogo de la tienda de ropa interior masculina online UnderGear, la cual ofrece productos de lenceria masculina de la mas alta calidad y con el respaldo de las majores marcas internacinales, en la priduccion fotografica se conto con la presencia de varios de los modelos masculinos mas sensuales momento, los cuales dejan ver sus tonificados y atleticos fisicos unicamente vestidos por las prendas que ofrece este popular portal de compras,toda una experincia de diversion se vivio tras la relaizacion de este catalogo .


Ya me diréis qué os parecen.

martes, 29 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capitulo 10: El hogar de un Maestro

Tras la puerta estaba la mujer que Elliot había nombrado como Mei Ling. Era una mujer bastante alta, vestida completamente en un mono y botas de cuero teñido de azul que acentuaba la blancura de su piel y la hacía parecer más fiera. Su larguísima melena estaba recogida en una coleta alta que le llegaba por debajo de la cintura. Dinescu se paró delante de ella y la miró fijamente sin decir palabra alguna. Ella hacía lo mismo, los dos estaban sumidos en un silencio y una quietud desconcertante, como si se hubiese paralizado el tiempo. Pasados un par de minutos yo estaba intranquila, no sabía qué diablos estaba pasando, hasta que Mei ling se inclinó hacia delante haciendo una reverencia a Dinescu y luego me dedicó una mirada penetrante y una cara de disgusto mezclada con rabia contenida. Para colmo estaba sujetando su katana en una pose de ataque con la mano izquierda como si fuese a utilizarla para rebanarme. Mi pentalfa comenzó a picar e inmediatamente yo había sacado mi beretta y la había puesto en su pecho. La rapidez con la que lo hice sorprendió tanto a ella como a mí.

-Si estás pensando en hacerme filetes te aconsejo que te lo pienses dos veces, yo podría agujerearte ese precioso escote con una bala de plata que te haría pupita un buen rato.

Ella contestó con una muestra de sus colmillos- Te colaste en su despacho. Yo creía que Elliot te llevaba porque mi señor te había llamado.Mereces que te de un castigo.

-¡Liniştit, este oaspetele meu!- gruñó Dinescu.

Mei Ling se cuadró de nuevo, soltó la katana que teía asida en su mano y no trató de hacer nada más hacia mí. Dinescu se interpuso entre nosotras poniendo su mano en la mano en la que tenía cogida el arma y me la bajó suavemente para que dejara de apuntar. Su toque no me resultaba escalofriante como había creido que pasaría, su mano era tan suave que cuando la retiró me sentí vacía, por un momento anhelé su roce y tibieza.

-Eso está mejor, frumoasa floarea. Ella solo hacía su trabajo, es mi segunda y su trabajo consiste en mantenerme intacto. Pensó que eras una amenaza para mí hasta que le expliqué que tú eres mi invitada.

-No me gustan las que atacan primero y luego esperan la explicación. Mantenla a raya de mí y no liquidaré a tu segunda, te lo juro, soy capaz por mantenerme viva. ¡Y deja de llamarme fruo-eso!

Dinescu me subió una ceja- ¿Te molesta que te diga hermosa flor? Lo digo porque es verdad, eres hermosa.

Mi rostro quería acalorarse, no estaba acostumbrada a los cumplidos- No hay ninguna flor que se pueda parecer a mí, mi color de pelo es tan negro que es imposible hacer ese tipo de comparación, así que mejor me dices Evelynn o Eve.

-Luego te mostraré algo que te hará dudar. Ahora lo primero es que dejes tus cosas en la habitación que prepararon para tí y luego nos vamos al imprevisto que me surgió.

-¿Me quieres hospedar en un restaurante?

No se molestó en contestarme, a mitad del pasillo se detuvo en un gigantesco cuadro que ocupaba toda la pared en su altura, tiró del marco y apareció un pasillo oculto con un cuadro de mandos donde meter un código para desbloquear la pared de cristal que lo mantenía cerrado. Muy de película fantástica o de espionaje. La pared de cristal se apartó tras la activación y el aire fresco me acarició la cara. Olía a fresco, a limpio con un toque de cítrico, nada que fuese mohoso o apestoso pese a ser un pasadizo de aspecto antiguo. Las luces se iban activando conforme pasábamos. Al fondo del todo había un muro con otra caja para meter códigos y una pequeña videocámara de reconocimiento. Metió un nuevo código y el muro se separó dando paso a un elegante salón de estilo victoriano en tonos pasteles..

-¿No te importa que yo haya visto el código?

-Lo cambio cada vez que me parece, cada hora, día... esta entrada sólo la uso yo.

Pasamos el elegante salón hacia un hall inmenso del mismo estilo, solo que en tonos mas pastelosos y coronado por dos grandes escaleras a ambos lados en lujoso mármol idéntico al que había visto en la entrada exterior del edificio. Deduje que el edificio era su hogar.
Subímos por las escaleras de la derecha y avanzamos por el pasillo de nuevo hacia la derecha. Había una hilera de puertas a ambos lados, algunas debían de dar hacia el exterior, las que había visto al llegar. Dinescu me abrió la última, la que había junto a otras escaleras para subir al siguiente piso. Era la que iba a ocupar yo. El estilo victoriano predominaba por toda la casa y aquella zona no se libraba tampoco. Los muebles de madera noble le daban gran estilo, pero para mí resultaban demasiado. Me giré hacia dinescu con las manos puestas a ambos lados de mi cadera.

-¿Por qué os gusta tanto a los vampiros ser ostentosos, demostrar cuanta riqueza tenéis?

Dinescu estaba apoyado en el marco de la puerta en una pose casual, sobre un lado de su cadera y con los brazos cruzados, con una leve sonrisa dibujándose en su boca- Si lo tienes, ¿por qué no mostrarlo? De todos modos esta casa estaba así cuando yo tomé mi puesto y no vi motivo para cambiar la decoración, el antiguo maestro tenía buen gusto. Tengo más propiedades donde suelo alojarme, pero si esta te parece ostentosa prefiero que no veas las otras.

Pasé de contestaciones y me dispuse a sacar la ropa de mi bolsa de viaje – ¿Cómo llegaste a ser maestro? ¿Y donde están tus “alumnos”?

Ese intento de bromear me valió una carcajada pequeña por parte de él- No son mis alumnos, son mis vampiros. Me sirven por lealtad o porque yo los he convertido. ¿De verdad necesitas tener esta conversación ahora? Tengo un asunto que resolver y ya mismo comenzará un bullicio por los pasillos que para alguien no acostumbrado a los vampiros puede resultar un poco abrumador. Podrías terminar de desempacar cuando vuelvas.

-¿Me has alojado en un piso repleto de vampiros? ¡Joder!

-Te coloque donde te coloque siempre estarás rodeada de ellos, es mi casa y ellos son mis ayudantes. Tambien hay weres y algunos humanos, quizás eso te tranquilice un poco. Todos están avisados de que estás aquí y tienen órdenes de no tocarte.

-Te lo agradezco, pero aún no me siento segura. Todavía no sé como demonios acepté venir aquí.

Dinescu me tendió la mano para instarme a seguirlo.- Frumos, termina luego de desempacar y acompáñame. Creo que también deberíamos de trabajar en tu bocabulario durante esta semana, no es muy propio de una mujer hermosa como tú.

-¡Y el infierno se congelará antes de que pase eso! Tú eres el que quisiste que viniese aquí y debes aceptar el paquete completo, no hay posibilidad de cambiarme, soy como soy y punto.- y pasé por delante de él sin tomar su mano.

Dinescu la bajó lentamente y se me acercó para indicarme el camino. Algunas puertas se iban abriendo a nuestro paso y gente comenzaba a salir de ellas. Mi pentalfa vibraba pero no picaba, era la primera vez que me pasaba. Conforme pasábamos, la gente vestida con trajes de firma hacía una reverencia hacia Dinescu y lo saludaban diciendo “Maestro”. Había muchos vestidos más informalmente que simplemente lo llamaban por su nombre. Estos últimos rezumaban lentamente un poco de poder dirigido a mí, muy suave y que me recordaba al que percibí de Donovan, debían ser los were. No era suficientemente fuerte como para timbrar en mi mente y ahogarme, pero me concentré en alejarlo de mí mentalmente y después de cuatro pasos ya no lo percibí sobre mí. Ellos me miraban boquiabiertos, supuse que habían notado mi truco.
Para cuando llegamos a las escaleras yo había deducido que lo que le pasaba a mi pentalfa era simplemente que había notado la presencia sobrenatural masiva, pero ningún peligro real y por eso no picaba.
Me hizo bajar de nuevo por las enormes escaleras. Dos enormes guardias estaban apontocados a cada lado de la puerta de entrada. Cada uno llevaba una katana al hombro y una espada en su cintura, vestían completamente de negro y tenían la cara inexpresiva. Si no fuese por el conjunto que llevaban, cualquiera diría que eran estatuas. Se movieron sólo cuando Dinescu pisó en el recibidor y fue para hacer una inclinación saludándolo. Luego volvieron a su pose rígida sin más contemplaciones. Dinescu me llevó por la puerta isquierda, pasando a otro pasillo. La primera puerta estaba abierta y era una inmensa biblioteca con tomos y más tomos en gigantescas estanterías que llegaban hasta el techo. La segunda puerta era una cocina, también enorme, donde un par de mujeres estaban preparando alimentos y Elliot estaba sentado comiendo. Se irguió rápidamente para saludar, medio atragantándose con el último bocado que había llevado a su boca. Dinescu le palmeó el hombro y él volvió a su comida.
Una de las mujeres ofreció un zumo a Dinescu y él lo cogió dándole las gracias.

-Pensé que no podíais comer nada.

-Cuando estoy en público no lo hago normalmente, pero puedo tomar alimentos. Lo malo es que no me nutren en absoluto, pero me gusta recordar lo que tomaba cuando era humano. No todos pueden hacerlo.

-Quizás deberías tomarlos también cuando estés con humanos, te hará parecer un poco más accesible, más humano y menos monstruo de lo que algunos piensan.

Dinescu pareció pensarlo por un instante- Quizás lo tome en consideración.

De nuevo se movió para pasar fuera de la cocina hasta la siguiente habitación, un despacho. Dinescu llamó por teléfono y habló en un idioma desconocido para mí. Lo único que entendí fue un nombre, Marco Moretti, el maestro de Indiana. Esperó callado por un momento, como esperando comunicación con él, y luego su voz cambió a una más firme cuando su interlocutor estaba al otro lado de la línea. Dinescu parecía algo tenso, pese a tratar de no mostrar emoción alguna. Su conversación la continuó mirando en mi dirección y tras unos largos minutos de hablar y escuchar colgó.

-Tengo buenas y malas noticias. Nada más alzarme recibí un correo del maestro de Indiana. Moretti tiene de nuevo en su poder a Bernie Prescott, pero no quiere entregarlo a la policía.

-Ha infringido la ley, eso no tiene disculpa para no entregarlo- contesté enseguida.

-Él es un maestro vampiro muy arraigado a nuestras costumbres y leyes, lo que pasa con los vampiros debe resolverse entre vampiros. He tratado de hacerle ver que con las nuevas leyes sobre vampiros está obligado a entregarlo aquí, en Chicago, para que los juzgados decidan qué hacer con él. Si se niega puede armarse un buen escándalo nada beneficioso para nosotros y todo por lo que he luchado no serviría de nada.

-¿Estás diciéndome que tú eres quien ha promovido la inmersión de los vampiros en las leyes humanas?

Dinescu me subió una ceja- ¿Esto es nuevo para tí? No tenía ni idea de que no lo supieras. Exactamente yo no soy el promotor, pero soy el conductor.- hizo una pausa para comprobar si yo lo seguía. Mi mente no entendía que me quería decir, así que crucé mis brazos esperando una explicación, que él no tardó en darme al ver que no decía nada- Los vampiros nos regimos jerárquicamente, tenemos un Riaht, digamos que significa rey, por cada país. Excepto los países pequeños que están englobados en alguno mayor. Aquí en Estados Unidos tenemos a la Riaht Kareemah, una vampira egipcia de un par de milenios. Es de carácter fuerte, pero tiene una amplia visión de comercio y tuvo la idea de que sería mejor para nuestros negocios salir a la luz y así lo encomendó a todos sus maestros después de una reunión con otros grandes Riahts que secundaron su propuesta. Moretti no ha sido uno de los que les agradó la propuesta, pero tiene que cumplir con los deseos de Kareemah igual que los demás.

-¿Y por qué Kareemah no le impone que entregue a Prescott?

-Nos da cierta libertad en nuestros dominios. Moretti le ha dado una explicación de por qué no va a hacerlo y ahora debo yo interponer la mía para que Kareemah decida qué hacer. La reunión será este viernes en Indiana.

-Estoy segura de que ella dirá que lo entregue, para eso pidió las leyes. Un momento... si es este viernes... ¿No me harás ir contigo allí?

Dinescu me sonrió cálidamente- Por supuesto que vendrás, eres una pieza importante, puesto que tú lo viste todo y no dirán que tu juicio sobre el caso es nulo ya que no eres vampira. Tú no tienes ningún vampiro que ganar o perder.

Lancé un dedo acusatorio hacia él mientras mi furia iba subiendo-!Escúchame bien, Dinescu¡ Una cosa es que tenga que conocer cómo es la vida de un vampiro, aunque sea la tuya en particular, ¡y otra cosa es tirarme de cabeza al mundo sobrenatural!

Dinescu subió sus manos hacia arriba, extendiéndome las palmas hacia mí para intentar calmarme- Cálmate Evelynn. Tú no eres exactamente humana, ahora mismo estás descargando un chorro de poder hacia mí en tu enojo. Yo no tenía planeado esto, simplemente quería saber por qué estás tan molesta con gente como yo y por qué me atrae tanto alguien a quien a la vez disgusto y atraigo en igualdad de oportunidad.

-Tú no me atraes-crucé mis brazos sobre mi pecho para demostrar mi enfado por lo que estaba sugiriendo- Eso te lo has inventado tú para intentar llevarme a tu cama, sólo q ue no contabas con el hecho de que a mí no puedes decirme eso y pensar que me estás hipnotizando.

Dinescu dio unos pasos rápidos acercándose a mí lo suficiente como para que el olor de su caro perfume me envolviera completamente. Me quedé sin aire nada más tener su rostro a unos dos escasos centímetros del mío.- ¿De verdad crees eso que tú misma dices? Yo creo que no. Tu corazón se acelera cada vez que me ve. Puedo sentirlo, y no me digas que es por miedo a mí porque no me lo creería, sé distinguir cuando un corazón late por miedo o no.

Sin poder hacer nada mis ojos abandonaron el gris de los suyos y se dirigieron hacia sus labios, hablándome tan pausadamente que era imposible no imaginárselos cerniéndose sobre los míos para comprobar qué tan buen besador podría ser. Me mojé los labios con la lengua ante aquel pensamiento y mis pezones se endurecieron. Dinescu sonrió ante mi reacción y se apartó para darme espacio.

-Niégalo cuanto quieras, pero sabes la verdad.

Me sentí vacía cuando se alejó, la verdad no podía negar que me atraía bastante y decidí atacar para contrarrestarlo-¿Y qué si fuese así? Te vi en aquel restaurante, rodeado por dos golfillas que no paraban de manosearte buscando cualquier caricia de tu parte. Tienes donde entretenerte si quieres, así que no me busques. No soy de ese nivel que se entrega totalmente por una simple caricia..

-Tampoco eres una mojigata, no eres virgen.- me dedicó una amplia sonrisa cuando mi boca cayó hacia abajo formando una gran O de sorpresa- Lo olí hace un momento cuando me acerqué a tí. ¿por qué os preocupa tanto a los humanos tener una relación estrecha para poder tener relaciones sexuales en vez de vivir el momento?

-¿Que oliste que no era virgen? ¡Por Dios! No te importa lo que yo sea o no, ¡no te incumbe! Y deberías saber el por qué nos gusta tener una relación a más alto nivel, eso si alguna vez fuiste humano.

Dinescu quitó su sonrisa, cambió su rostro por uno impasible- En verdad una vez lo fui y trato de mantener algo de aquello todavía conmigo. Yo no puedo oler si lo eres o no, solo trataba de bromear un poco para aliviar la tensión. Los vampiros normalmente no bromean.

Me dí cuenta de que debía de haberlo herido con mis palabras, él solo había tratado de hacerme una broma y yo lo había insultado.

-Perdóname, pero ya sabes como soy, toda una borde. No era mi intención molestarte. Si hay algo que pueda hacer para que lo olvides...

-Si- contestó rápidamente. Y con la misma rapidez que lo dijo se movió hacia mí. Lo último que recuerdo de ese instante es que parpadeé y al siguiente estaba besándome con mucha pasión.

lunes, 28 de junio de 2010

Nuevo premio

Hoy traigo un nuevo premio al blog, concedido por Zeta. Su blog está lleno de desvaríos jeje            Muchas gracias solete.



Según las reglas hay que agradecérselo al blog que lo dio: Ya lo hice
Hay que pasarlo a cinco blogs que nos parezcan un delicioso pecado: Para mí son muchos los que hay como para pasarlo específicamente y tener que dejarme algun blog pecaminoso sin su premio, así que siguiendo con la línea habitual, lo ofrezco a aquellos blogs que pasan por aquí.
Besitos

viernes, 25 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capitulo 9: Primeras horas en el infierno

Después del fin de semana tan agradable que pasé con mi abuela- me estuvo enseñando técnicas de concentración para ayudarme con mi nuevo yo-, recibir una noticia como aquella me hizo sentir igual que si alguien me hubiese echado un jarro de agua fría del tamaño de un trailer. Definitivamente la suerte no debía de estar de mi lado, yo tratando toda mi vida de evitar el contacto con gente como él y el destino no hace nada más que arrojarme a su camino.
Cuando regresé a Chicago el lunes en mi coche, fui directamente hacia mi trabajo, dispuesta a explicarle a Roberts mi actitud reacia a ir a hacer ese trabajo. Roberts se mantuvo firme durante nuestra conversación, las opciones que me dio eran sí o sí, si quería mantener mi puesto de trabajo. En cierto modo no lo culpo, Mina se molestó el día que Dinescu me había invitado a quedar con él. Por lo visto, hasta ahora no había concedido ninguna entrevista personalmente a ningún medio de comunicación y cualquiera le hubiese dicho sí con los ojos cerrados por tal de tener la exclusiva del año. La gente con la que se suele relacionar tampoco comenta nada de él, ya sea por lealtad hacia su persona o por estar hipnotizados- esto último es una suposición mía. Pero claro, yo tenía que decir no a mi manera y eso despertó su interés por conocerme.
Estaba dispuesta a negarme y perder mi trabajo. Solté una de mis groserías a Roberts antes de intentar marcharme. Estaba ya cogiendo el pomo de la puerta cuando Roberts gastó su último cartucho en el intento de persuadirme.

-No sé por qué le tienes tanta manía a este trabajo, incluso he tenido que acceder a unas cuantas peticiones que me hizo a tu favor. Es muy bueno tratando los negocios, no me extraña que posea un gran imperio comercial y que esté forrado. Sea lo que sea que le dijiste en el piso del secuestrador, le dejó muy interesado en que fueses a verlo.

Traté de mantenerme serena todo lo que pude, sé que cuando me cabreo de verdad mis ojos rojos parecen dos ascuas encendidas y tengo tendencia de asustar al que los ve de una manera diabólica. Respiré hondo y conté hasta diez antes de girarme con el semblante serio pero no demostrando nada- Yo no hice nada más que cruzar unas cuantas groserías mayores que las que te doy a tí. ¿Qué es lo que él trató contigo sobre mí?

Roberts abrió el armario de puerta corredera de detrás de su mesa y buscó entre unos archivadores. Sacó una carpeta y la extendió hacia mí para que la cogiese. Examiné el interior con gran curiosidad. Era un contrato para concederle el reportaje exclusivo al periódico. Tenía varios puntos anexos que dejaban claro sus peticiones: si no quería contestar a alguna pregunta, era libre de evitarla, si decidía que en alguna zona de su casa no podía entrar, yo no podría, si por cualquier circunstancia quería acabar el reportaje antes de lo previsto, podía hacerlo... Cosas por el estilo. Esto lo único que dejaba claro era que él dictaba el enfoque del reportaje. Pasé de largo hasta llegar a los acuerdos sobre el pago. Me quedé impactada al comprobar que no había solicitado cantidad alguna para sí mismo. Las condiciones de pago se referían exclusivamente hacia mí. Hacer este trabajo me daba un día libre más a la semana, y una cifra impresionante por cada día que durara la entrevista. Hice cálculos sobre lo que ganaría en esa semana y me asusté. Imaginaos cuanto puede cobrar un famoso por una exclusiva y yo salía por ese precio.
La última cláusula dictaba que yo no podía irme antes de el tiempo pactado o no cobraría nada.

Miré a Roberts- ¿Cómo es que aceptaste estos términos?

Él se encogió de hombros despreocupadamente- ¿Qué mas da a quien tengo que pagarle si al final consigo la exclusiva más importante de Chicago? Es cierto que lo de tener que darte un día libre más a la semana no me hizo mucha gracia, ya que estás demostrando que vales mucho como empleada, pero cuando le pregunté me dijo que lo ibas a necesitar por unos asuntos “especiales”- la última palabra la dijo poniendo dos dedos de cada mano hacia arriba y flexionándolos una y otra vez, a modo de comillas.

Le devolví la carpeta con gran desaire- Cuando vaya a su casa esta noche aclararé todo esto con él, no cantes victoria por tener asegurada la exclusiva, dependerá de lo que me diga que acepte o no. Nadie maneja mi vida aparte de mí misma.

-Con lo de ir por la noche, dijo que te acercaras por la tarde. Ten, casi se me olvida de darte la dirección que me dio para encontrarte con él.

-¿Encontrarme? ¿Es que no es esa la dirección de su casa?

-No lo sé. Nadie sabe donde vive.

Me despedí de Roberts y me acerqué hasta mi escritorio. Todos los rostros que estaban presentes en ese momento se centraron en mirarme, con cara de curiosidad. Había caras de sorpresa y otras de recelo. Una chica que tenía la mesa al lado de la mía era una de las que tenía la cara recelosa. Yo había hablado con ella un par de veces en esta última semana y había resultado ser una chica normal tirtando a tonta, de las que se reía con cualquier gilipollez que un hombre le dijese. Me concentré en ella, deseando poder saber lo que estaba pensando en ese momento de mí.

“¿Qué será lo que habrá hecho para que Michael le haya asignado el reportaje? Seguro que se está acostando con él, nadie recibe tan pronto un trabajo importante sin hacer algo así”

Herví de cabreada que estaba- ¡Yo no hago de puta por conseguir un trabajo mejor!

Ella se puso pálida, intentó disimular sacando unos cuantos papeles de un dispensador sobre su mesa- Yo no he dicho nada.

Entonces me dí cuenta de que ella realmente no había movido la boca para hablar, sino que debía de haberlo pensado y yo había conseguido leer su mente. ¡Toma ya!, un nuevo poder empezaba a vislumbrarse y yo casi meto la pata- Yo no he dicho que lo hayas hablado tampoco, pero la forma en que me miras lo dice todo.- señalé hacia las otras mesas- Creo que todos lo pensáis, pero déjame decirte que esto me ha pillado de sorpresa mucho más a mí que a nadie y todavía no he decidido si lo acepto o no.

Con todo ese discurso que solté me giré hacia mi mesa para buscar en el ordenador toda la información que hubiese sobre Dinescu. No había gran cosa, solo unas citas explicando los distintos negocios que posee y unas cuantas fotografías de él en actos benéficos donde había donado una gran suma de dinero. Nada más. Resignada, apagué el ordenador y me fui de allí sin mirar a nadie, temía enterarme de más cosas de las necesarias y pensaba que eso era una violación a la intimidad.
Salí a calle y comprobé que eran las tres de la tarde. El estómago me rugió de hambre al saber la hora. Yo creía que no había pasado tanto tiempo allí metida, pero por lo visto dediqué demasiado tiempo a discutir con Roberts mi nueva meta profesional y a buscar información sobre el vampiro.
Tomé el Beetle y conduje por las calles sin rumbo previsto. Avisté una cafetería de esas que dan menús y paré para comprar algo que aplacase mi estómago. A los diez minutos salía por la puerta llevando una bolsa con una hamburguesa con queso y pepinillos, una ración de patatas fritas, un refresco de cola y un trozo de tarta de moras, el problema de tener que cocinar estaba resuelto, no veía la hora de llegar al piso e hincarle el diente a mi menú hipercalórico.
En casa no había indicios de que Mina hubiese estado por allí para comer. Comprobé el contestador y había un mensaje para mí. Elliot, el siervo de Dinescu me indicaba que debía de aparecer en el lugar previsto para las siete, hora en la que su señor ya estaría levantado. Yo había pensado en por lo menos joder el primer encuentro apareciendo cuando fuese de noche, sobre las diez o las once de la noche, cuando ya hubiesen creído que no iba a ir, pero la voz de Elliot me sonó algo suplicante para que no me demorase y mi llegada fuese puntual. En las pelis los siervos son castigados si su amo no consigue lo que quiere y no quise comprobar esa teoría, así que despues de preparar una bolsa con mudas para una semana por si al final aceptaba el trabajo tras sentir sus explicaciones sobre lo del contrato, me duché y preparé para el primer encuentro para llegar puntual. No me arreglé demasiado para no dar una apariencia equivocada, pero tampoco fui hecha unos harapos. Unos buenos pantalones vaqueros y una blusa azul bajo una chaqueta informal para mí eran suficientes. La blusa me quedaba semientallada, pero tenía suficiente holgura entre mi cuerpo y ella para poner mi querida Beretta en la parte trasera sin que se notase. En realidad no es un arma para tiros a grandes distancias, pero para algo cara a cara es mi favorita, boquete asegurado.
La dirección que tenía era la de un restaurante en la zona de Lake View, así que cogí la 41 estatal, por ser el camino más corto que encontré en mi mapa. No tardé mucho en encontrarlo, tenía una buena zona de aparcamiento y hacia allí me giré para dejar mi Beetle.
Ya fuera del coche me detuve a admirar la zona. Estaba frente al local. Me cercioré de que el edificio donde se ubicaba era bastante alto y enorme por lo que se podía apreciar, con grandes ventanales- por lo menos conté cuarenta en el único lado del edificio que yo divisaba-,en un lateral se encontraba una gran entrada en forma de arco, ornamentada con dos colosales columnas de marmol blanco y una gran puerta de madera maciza bellamente tallada. El edificio debía de pertenecer a alguien muy rico. Dejé de fantasear sobre aquello y me centré en el restaurante, seguía el mismo estilo que el edificio en cuanto a decoración. Todo el conjunto me iba recordando conforme entraba a las típicas mansiones americanas de la época del esclavismo, todo muy blanco por fuera y muy ornamental y recargado por dentro, casi diría que me había transportado hacia aquella época. Solo faltaba estar rodeada de campos de cultivo y vestir uno de aquellos fantásticos vestidos de corsé ajustado para encajar en aquello.

-Buenas tardes señorita Tunner, ha sido usted muy puntual.

Giré la cabeza hacia la voz para encontrarme con Elliot, vestido de nuevo con un estilo muy años veinte pero sin su sombrero. Casi enrojecí por haberme pillado tontamente ensimismada en mis pensamientos sobre la época pasada, espero no haber puesto cara de lela.

-Hola Elliot, ¿dónde está el señor Dinescu?

-En su oficina, en estos momentos está atendiendo una llamada que surgió en el último minuto ¿Quiere usted tomar algo mientras espera?

-No, gracias. Necesito aclarar algo con él urgentemente, así que por favor, dígale que no se demore o indíqueme donde se encuentra su oficina.- miré hacia todos sitios, intentando encontrar una puerta que lo mostrase, pero para mi suerte no había ninguna.

-Lo siento señorita, él me dijo que le dijera que tenía que esperar y que me pusiera a su disposición para lo que necesitase.

-Pues ahí lo tienes, ahora mismo necesito ir a donde esté él, todavía no he dicho que vaya a quedarme a hacer el trabajo que trató con mi jefe. Así que lléveme hasta él o me marcho.

Elliot se puso blanco- Por favor señorita, no se marche hasta al menos haber hablado con él. Espere un minuto que hable con él y le digo.

Elliot se giró sin esperar por mi respuesta y se encaminó hacia la puerta de la cocina. Yo lo seguí con prudencia. Cuando creí que iba a meterse en la cocina, casi lo pierdo de vista al pasar por una gran estatua de un hombre a caballo colocada en la esquina junto a la puerta. Me fijé bien y me sorprendí de que tras la estatua estaba una puerta oculta. Si no lo hubiese seguido, nunca me habría percatado de ella. Continué tras él procurando que no me pillase. Elliot caminó por un pasillo amplio hasta otra puerta, custodiada por la mujer asiática con Katana que vi en el restaurante D'or junto al maestro. Como casi había alcanzado al siervo, la mujer creyó que yo iba con él y no dijo nada cuando entré tras Elliot, que se puso blanco cuando al tratar de cerrar la puerta se dio cuenta de que lo había seguido.
Dinescu estaba vuelto de espaldas hacia un ventanal tapado por una gruesa cortina. Llevaba puesto un pantalón ajustado en color negro y una camisa blanca. Hablaba con alguién por teléfono y parecía un poco agitado, como si estuviese enfadado con quien estuviese al otro lado de la línea. Di un paso hacia él y se giró rápidamente. Durante una fracción de segundo su rostro mostró sorpresa, pero rápidamente pasó a un rostro impasible y dijo algo en un idioma extraño para mí a su interlocutor, colgando al terminar.

-Señor Dinescu, lo siento. No sabía que me había seguido, ni siquiera Mei Ling la detuvo al verla.

Dinescu alzó su mano un poco y Elliot se quedó mudo.- Está bien, ya hablaremos de eso luego.- se giró hacia mí y estuve tentada de retirar mi mirada de sus ojos, luego recordé que pòdía evitar su hipnotismo y subí ligeramente la barbilla para enfrentarlo.- Bienvenida Evelynn, siéntate, por favor.

Ese rostro tan perfecto si podía ser capaz de nublarme la mente, así que me clavé las uñas en las palmas de las manos para volver a centrarme en el propósito que me había llevado allí y cuando el dolor me ayudó hablé.- No creo que vaya a quedarme mucho tiempo así que mejor me quedo de pie.

Constantin encogió casualmente sus hombros y se sentó en su sillón tras la mesa de oficina- Como quieras, ¿te ha ofrecido Elliot algo de beber?

-Mira Dinescu, no me van los rollitos de galantería y educación sobrepasada que llevas, estoy aquí para saber por qué has tratado con mi jefe de algo que me atañe sin dirigirte a mí.

-Si lo hubiese hablado directamente contigo te habrías negado.

-¿Y quién ha dicho que yo iba a estar dispuesta a aceptar por tratarlo con mi jefe? Él puede tener sus propósitos, eso lo entiendo, pero al final la que tiene que estar aquí soy yo, no él, así que decido yo.

-¡Y tu respuesta es...?

-No. Y no tenías que haber hablado de pagarme extras en mi nombre.

-¿Necesitas más? Si consideras que la suma es poca puedo arreglarlo, ¿Un tercio más será suficiente?

-¡Joder Dinescu! No es por el dinero, es mucho lo que has pedido que me paguen por entrevistarte. Simplemente no sé como explicarlo, pero no quiero estar cerca de...alguien como tú, sin ofender.

Constantin rió con una gruesa carcajada que me llegó a los huesos, calándome bien hondo. Era una sonrisa maravillosa que no debería estar permitida. Se acercó hasta mí y elevó suavemente una mano hacia mi rostro, se paró justo a un centímetro de mis ojos- Suena gracioso viniendo de alguien como tú.

Aparté la mirada, avergonzada de que él supiera de donde venía el color de mis ojos.- No es lo que piensas, es un problema genético.

-Si ya, y mis colmillos son de mentira.

Me crispé al sentirlo hacer una broma. Hasta ahora siempre se había comportado muy cortés y serio, nada bromista. Le entrecerré los ojos y me atreví a mirarlo.- ¿Qué es lo que crees saber?

-Todo a su momento, frumos floarea. Lo único que te explicaré es que pedí que nos viésemos para poder conocerte, saber de tí, de como eres. Tienes algo que me hace querer acercarme a tí y necesito saber qué es. Tuve que buscar la manera de que vinieses por tu cuenta ya que niegas tu atracción hacia mí y no encontré nada mejor que dejar que me entrevistases.

-Si yo aceptase hacer el trabajo, cosa que todavía no he dicho sí, no es ninguna cita, es sólo trabajo. ¿Comprendes? No conseguirías lo que quieres.

-Frumos floarea, nunca digas no. Por ahora lo único que quiero es ayudarte a conocer esa parte de tí a la que te niegas. Por lo que he podido comprobar has escuchado una sola versión de lo que somos, pero en realidad no somos todos iguales. Necesitas comprobar por tí misma qué es ser un vampiro para poder juzgar y, créeme, con el tiempo lo tendrás que hacer.

-Deja de llamarme frumo-lo-que-sea, que no sé que es pero seguro que tampoco quiero saberlo. Y no me digas que me he hecho ya un juicio sobre vampiros, simplemente no os quiero cerca.

Constantin se acercó hasta la puerta de la oficina para abrirla, pero antes se giró hacia mí- Si de verdad eres lo que yo creo que eres, necesitarás hacerlo más a menudo de lo que piensas, y yo voy a encargarme de que lo entiendas, pero ahora ha surgido un mal imprevisto y debemos irnos. Quédate conmigo esta semana y dame la oportunidad de enseñarte mi mundo, si después de esta semana sigues pensando igual, no volveremos a vernos. Palabra de maestro.

Estaba más confusa que cuando llegué, pero mi curiosidad periodística al final me animó a seguirlo a donde sea que quería llevarme.

miércoles, 23 de junio de 2010

Moonlight Capitulo 27

Capitulo 27

Tras ese momento revelador, Giselle volvió a acercarse a sus herramientas de trabajo, recogió un poco en la mesa y animó a Isobel a que posara para continuar con el lienzo. Estaba tan contenta y a la vez tan preocupada por cómo iba a conseguir sacar a Valiant de allí que no creía que iba a ser capaz de seguir pintando, pero necesitaba una distracción hasta que pudiese librar para ir a hablar con Wolfgang.
Isobel posó más feliz que nunca, y eso se reflejó en el lienzo. Parecía haber sufrido una transformación desde que decidió desahogar su tristeza con ella y no paraba de sonreir.
Tras una hora y media pincelando Giselle decidió que ya era hora de descansar. Isobel no se había quejado ni un poco, pero debería de estar rígida por la postura mantenida.


-¿Paramos ya?


Isobel movió sus pies hacia delante y hacia atrás para hacer circular la sangre- Si tú crees que es lo mejor de acuerdo. ¿Volverás después de un rato para seguir?


Se lo pensó un poco antes de contestar- Creo que sería mejor que visitase a Nínice. Necesitan tener una conversación para explicar unas cuantas cosas equivocadas que hay entre ustedes.


-Nínice no quiere saber de mí, intentaría agredirme en cuanto me viese. Y por favor, tutéame, te has comportado como la buena amiga que nunca he tenido, aparte de cuando me llevaba bien con mi hermana y ella lo era.


Giselle asintió, poco a poco estaba ganándose a su cuñada y comprendiendo un poco más a la gente que rodeaba a Valiant.- Pues entonces déjame decirte que si quieres te acompaño yo a verla, entro primero y preparo la situación antes de que entres y te aseguro de que ella querrá verte. Lo que tienes que hacer es confiar en ella como has hecho conmigo y decirle lo que crees que pasó. Ella entenderá por qué actuaste así y que tú también has sido engañada.


Isobel lo pensó un poco. Mientras organizaba sus ideas su cara reflejaba los estados de ánimo que remolinaban en su mente al pensarlo. Su rostro no podía ocultar los gestos tan claros de miedo, preocupación y alegría que finalmente tenía. Se acercó hasta la puerta y le hizo señas a Giselle para que la siguiera. Se encaminaron hacia donde estaban los aposentos de Nínice. El guardia de la puerta se cuadró nada más ver a Isobel. Su cara estaba pálida cuando la vio llegar junto a Giselle, temiéndose que vinieran a aclarar lo que había pasado la noche anterior y a castigarlo por su atrevimiento. Giselle pensó que quizás más tarde se lo contaría a Isobel para que lo castigaran, pero ahora mismo estaba muy ocupada en conseguir que las dos hermanas volvieran a reunirse.
Entró ella sola primero después de pegar en la puerta. Nínice estaba leyendo un libro sobre el alfeizar de la ventana, justo en el mismo sitio donde la vio la primera vez. Su semblante estaba serio al no saber quién iba a entrar, pero en cuanto la vio, éste cambió a una sonrisa genuina de oreja a oreja.


-¡Qué bien que hayas podido venir de nuevo! Estaba leyendo mi libro favorito y…


-Vengo en lo que yo llamaría una misión. Tu hermana está ahí fuera esperando para hablar contigo.


-¡No tengo nada que hablar con ella! ¡Es una traidora! No me puedo creer que haya confiado en ti. ¿Ahora estás de su lado?


Ella estuvo esperando pacientemente a que se desahogara hablando. Con el carácter fuerte que tenía cualquier intento de cortarle para intentar explicarse podía haberla provocado aun más en un ataque de furia.
Nínice se quedó sin palabras tras unos largos minutos, sus brazos estaban cruzados en su pecho y su cara tenía un mohín de disgusto.


-¿Te sientes mejor después de haber soltado todo lo que te ha dado la gana?- Nínice la miró con sorpresa- Sí, porque eso es lo que has hecho, decir cosas sin sentido porque no me has dejado explicarme. En este momento estoy viendo a la niña caprichosa que esperaba ver ayer cuando entré aquí por primera vez, no a la adolescente llena de alegría que resultaste ser en ese momento. Si yo no estuviera segura de que habéis tenido las dos un malentendido no me hubiese atrevido a traer a tu hermana aquí. Quiero que habléis, no que tengáis una pelea y acabéis haciéndoos daño. Después me lo agradecerás.


-Si quieres que hable con ella, te quedarás a mi lado por si acaso.


-No, esto es una cosa de hermanas, no necesitáis audiencia para volver a entenderos y explicaros todo. Ahora voy a abrir la puerta para que entre Isobel y yo me marcharé.


No le dio tiempo de protestar a Nínice, abrió para que su hermana entrase y después de hacerla pasar les dijo que se iba a dar una vuelta por el castillo para darles tiempo de hablar a solas. Cerró la puerta y salió corriendo de allí para no hablar con el guardia que ya la estaba llamando.
Se dirigió apresuradamente hacia el patio de armas para llegar hasta la capilla. Necesitaba hablar con el capellán para que enviase un aviso a Wolfgang y se reuniera con ellos lo antes posible, los días pasaban y faltaba muy poco para la exhibición de lucha.
Justo cuando alcanzaba el enorme portón que daba al patio tropezó con alguien y casi se cayó hacia atrás por lo fuerte del impacto. Era Oliver.


-¿Dónde vas con tanta prisa? Deberías de estar con Isobel en sus aposentos.


-Isobel me dijo que necesitaba descansar, llevaba mucho tiempo en la misma pose y se encontraba algo entumecida.- no le gustaba mirar hacia aquel hombre de mirada fiera, pero se armó de valor y alzó la mirada hacia él- ¿Necesita que la busque y le diga algo?


-No, yo mismo iré a verla. Puedes marcharte.


No sabía si debía hacerle una reverencia, pero por si acaso la hizo. Eso pareció gustarle a Oliver, que enseguida se dio la vuelta para continuar con su camino. Giselle dejó salir el aire que había estado conteniendo y se acercó a la capilla. Regius estaba colocando nuevos cirios encendidos en los laterales.


-¿Qué pasa, niña?


-Regius, necesito que hables con el general y conciertes una cita para que nos reunamos todos. Tengo algo que contar que cambia un poco nuestros planes.


Regius asintió y sin mediar palabra se fue a buscar al general. Llegó al cabo de una media hora que a Giselle se le hizo interminable.


-El general dice que desgraciadamente está ahora mismo muy vigilado y que tiene que comenzar con los preparativos de la exhibición, hasta dentro de un par de días no podrás reunirte con él.


-¡Pero eso nos da muy poco margen! Sólo faltará un día para el espectáculo. ¡No puede haber errores!


Regius le cogió de la mano y se la palmeó cariñosamente- No te preocupes niña, Wolfgang es un reconocido estratega y hará todo lo que esté en su mano para ayudar a Valiant, aunque haya muy poco tiempo para prepararse. Algunas cosas ya están más o menos arregladas. Mantente en tus quehaceres con Isobel como si nada y espera que te avise.


Sin saber que más podía hacer se fue a ayudar en la cocina donde estaba April para intentar distraerse de la preocupación que se había desencadenado en su mente.

lunes, 21 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capítulo 8: Sorpresa, sorpresa...

Enrietta me dejó impactada con el anuncio y yo le dí una mirada entrecerrada a Donovan, que enseguida dejó de enviar muestras de su poder were. Mi tatuaje dejó de picar y mi brazo estaba agradecido por ello.

-¿Por qué infiernos lo estabas haciendo?

-Creí que eras como nosotros, pero por lo visto me equivoqué. Mis disculpas. Entonces, ¿qué eres? Sé que tienes algo especial, lo noté cuando fui a aquel piso.

-Evelynn es una Wicca, por eso la sentiste.- aclaró Enrietta- Eso es lo que notaste. Ahora marcharos o vas a llegar tarde, Matt.

Nos despedimos en su porche después de que Enrietta me diera su número de teléfono y me invitara a verla o llamarla cada vez que necesitase cualquier cosa que me ayudara a ir dominando los poderes que apareciesen. Me dijo que por ahora debía aprender a dominar mi pentalfa, me había estado avisando de una fuerza sobrenatural cercana- la de Donovan- y debía enseñarme a distinguir cuando hay peligro o no para que mi brazo no terminase molido por el picor.

Casi habíamos salido del camino de entrada cuando un hombre aparcó una gran camioneta nueva de color azul cerca de la acera frente a la casa de Enrietta. Se bajó y caminó hacia el mismo camino que nosotros usábamos para salir de allí. El tipo tenía un aspecto rudo, vestía pantalones de pana, una gruesa camisa de franela y unas botas marrones llenas de tierra por la punta. Su pelo estaba cortado muy corto, dejando sus duros rasgos faciales muy a la vista. Impresionante. Cuando pasó a nuestro lado no se fijó en mí, pero a Donovan le dedicó una mirada seria y lo saludó con un ligero movimiento de cabeza. Donovan hizo lo mismo y en ese momento los dos explosionaron su fuerza, chocando como un huracán arrasador y pillándome a mí en medio de toda esa abrumación. El brazo no picaba, dolía ya de tanto ataque de poder, e intenté pensar en que aquello no era dirigido a mí. El dolor se ralentizó y abrí mis ojos. Me asusté un poco al principio al ver una masa nebulosa alrededor de cada uno de ellos, pero poco a poco comprendí, tras analizarlo, que estaba consiguiendo ver sus ondas de poder. Eran de un color rojizo, como grandes formas animales que levantaban una zarpa hacia la otra nebulosa. Las cabezas animales estaban formándose y casi las podía distinguir. Las zarpas estaban ya casi tocándose, pero sentí a Enrietta gritar.

-¡Dejaros ya de esa tontería de machos, vais a conseguir dañar a Evelynn!

Los flujos de poder cesaron y los dos me miraron,buscando con qué me podían haber dañado. Me dirigí hacia el hombre desconocido y le extendí mi mano.

-Gracias, todavía no sé mantenerme alejada de eso que hacéis. Soy Evelynn Tunner.

El hombre pareció sorprendido- ¿Tunner? ¿Nieta de Rose Tunner?- yo asentí- Discúlpame, soy Nathan Sims, el marido de Enrietta. Siento lo que ha pasado.- Me estrechó la mano y se alejó de nosotros dando una última mirada a Donovan.

Nosotros nos dirigimos hasta donde Donovan había dejado su moto, frente a la casa de sus padres. Había sacado un casco extra de la casa para mí- ¿De qué iba todo eso?- pregunté intrigada mientras me lo ponía.

Donovan comprobó la hora en su reloj- Nada, otro día te explico. ¿Salimos ya?, no llego a tiempo de trabajar.

Ni palabra más. Se puso su casco también y salimos a toda velocidad hasta Chicago. Me dejó en la puerta de entrada al edificio donde yo vivía. Se quitó el casco por un instante para despedirse.

-Esperaba que hubiesemos podido tomar algo, pero no ha estado mal. Mi madre siempre se alegra de que vaya a visitarlos. Nos vemos otro día.

Yo lo despedí con un gesto de mi mano después de devolverle el casco y me adentré en el edificio. Tim salió por la puerta de la portería para comprobar quién había entrado. Cuando me vio, dio un saludo con su mano y se metió otra vez dentro. Desde luego era un portero eficiente, aunque su vida daba pena, todo el tiempo allí metido con el único fin de comprobar quién entraba o salía.
Entré al piso y no encontré en él a Mina. Suspiré pensando en las ganas que tenía de contarle todo lo que me había pasado y lo difícil que me iba a resultar verla incluso viviendo juntas como compañeras de piso. La cocina estaba en mi camino a mi dormitorio y decidí ir a por algo dulce antes de acostarme. En la puerta del frigorífico encontré una nota de Mina felicitándome por mi magnífica noticia. Por lo visto mi jefe la había llamado para darle las gracias por recomendarme y la había invitado a cenar. Ella me había dejado un regalo dentro del frigorífico para compensar su ausencia, una bandejita de pastelillos “selva negra” y “tiramisú”. Mi boca mantuvo una amplia sonrisa de oreja a oreja al contemplar esos dulcísimos manjares.

-Mina, nada más que por esto, debo perdonar que hayas ido a cenar con mi maldito jefe y no estés aquí. ¡Que me aproveche!- dijo en voz alta la dulceinómana que hay en mí.

Metí un pastelillo en mi boca y casi me atrevo a decir que tengo un orgasmo de azúcar. La textura era tan increíblemente sabrosa que antes de terminar de tragarlo cogí otro para el camino hasta mi dormitorio pensando en convertirlo en el primer orgasmo azucarado múltiple de la historia. Caminé por la habitación gesticulando exageradamente la boca, tratando de saborear hasta el último rescoldo de chocolate posible, antes de que mi conciencia me obligase a lavarme los dientes y arruinara esa sensación dulce.
Apoveché que estaba allí para mirarme los moratones y para mi sorpresa no quedaba ninguno, mi piel lucía igual o mejor que siempre. Pasé el dedo corazón por el tatuaje de mi pecho, el que tenía la misma forma que el amuleto que mi abuela me dio, y recordé que ella me dijo que mi poder enfocado allí me ayudaría a sanar. Pues bien, yo seguía algo escéptica, pero si de verdad me había curado rápido los golpes, alabado fuese.
Lo último que miré antes de abandonar el baño fueron mis ojos, y por culpa de eso me costó trabajo conciliar el sueño. El saber que lo más seguro es que lleve algo de sangre vampira mezclada con sangre wicca me ponía los pelos de punta. Abue me comentó que la sangre wicca es muy apreciada por los vampiros y que la mezcla con la de ellos me hacía tener un atractivo mayor, no se conocían casos como el mío, de gente que hubiese sobrevivido en un ataque así sin acabar convertidos y sin perder sus capacidades mágicas.

La mañana llegó pronto para mi disgusto. Me desperté una hora antes de que mi despertador timbrara. Ya que no iba a conciliar el sueño decidí correr un rato más de lo acostumbrado. La falta de una buena noche de sueño tranquilo mellaba en mi cabeza, que pedía a gritos una dosis extra de cafeína antes de salir a correr. Yo por si acaso tomé dos tazas de café expreso y una dosis de pastelillo. Sin darme cuenta hice mi carrera en dirección al centro. En Lincoln Park recordé nuestra visita al “Sol en la Noche” y dirigí mis pasos hacia allí.
La entrada estaba cerrada, pero el musculitos que hacía de portero la otra noche salía justo en ese momento por una puerta lateral. Si no llega a ser por la gran mole que era, no me hubiese dado cuenta. Portaba unas bolsas de deporte en los brazos y las estaba cargando en una camioneta. Me hice la distraída haciendo estiramientos sobre una cabina telefónica y eché otro ojeada. Otro tipo salió con una gran caja en sus manos y casi llegando a la parte trasera de la camioneta se le cayó la caja. Se rompió por la parte de abajo y unos palos cayeron al suelo. Me fijé bien y descubrí que no eran simples palos, si no estacas muy afiladas. El tipo se apresuró a recogerlo todo y el musculitos miró hacia todos lados para verificar que nadie los había visto.
Me hice la tonta siguiendo con mis estiramientos pero su voz sonó grave en mi dirección. Levanté mi cabeza y lo miré colocando mi mejor cara de sorpresa en el rostro. Lo saludé con la mano y él lo tomó como que yo le decía que viniese. ¡Mierda!

-¡Hola! Tú eres la chica del otro día, la desafiante.

-Y tú el musculitos del sábado, el acosador de casas.

Él soltó una carcajada igual a la que me dio el sabado cuando lo reté- Yo nunca he dicho que lo fuese, ¿sabes?

-Claro que lo sé, pero yo te pregunté y no me contestastes. Conozco la ley de presunción de inocencia, pero mi abuela siempre dice que si te callas cuando alguien te acusa es porque es verdad.

Eso le provocó más risa- Desde luego eres inusual. Quizás si te hubiese dicho cómo me llamo no desconfiarías tanto de mí. Me llamo Jacob.

-Mmm... Jacob, el acosador de casas... no, desde luego ese nombre tan bíblico no pega con el de un acosador.- él se estaba divirtiendo con mi razonamiento- Estoy casi segura de que no lo eres. ¿Ahora terminas tu turno en el local?

-Si,- echó un vistazo hacia la camioneta, estaba ya todo recogido y metido en la parte de atrás- pero todavía tengo que llevar un encargo al almacén. Tengo que irme o no acabaré nunca la jornada. Espero verte otro día por el local... no sé como te llamas.

-Evelynn. Yo también tengo que irme, Jacob. Quizás me pase un día de estos.- y el infierno se congelará si lo hago por ir allí a divertirme, no me van los fanáticos, pensé.

El reloj emitió un pitido, anunciándome que ya era hora de volver por donde había venido, si no, no llegaría a tiempo al trabajo. Lo programo siempre que salgo a correr para ajustarme a la cantidad de tiempo que tengo para hacer ejercicio.
No sé por qué, pero tardé menos en volver a casa. Aproveché el tiempo para darme una buena ducha y después de vestirme me dirigí al trabajo. Roberts me llamó a su despacho nada más verme alcanzar mi escritorio. Tras un montón de elogios por su parte me dió mi plan de trabajo para la semana, un par de entrevistas a dos grupos musicales, una visita a una escultora famosa que había cambiado a su marido por un jovencito de veintitrés años, el itinerario que una modelo iba a hacer durante dos días de escapada en Chicago para intentar sacarla en algún apuro... gilipolleces, pero para mí eran un gran alivio a diferencia de lo ocurrido con Gina banks. A ella la iba a visitar hoy mismo para ver cómo se encontraba y hacerle una entrevista más profunda, según Roberts tenía que conseguir que “pusiese toda la carne en el asador”, o sea, que me contase hasta os más ínfimos detalles de su historia con el vampiro. No me hacía gracia el asunto, pero este trabajo en el “Exclusive News” es el que me iba a pagar mi parte en el piso de Mina y no me podía quejar demasiado.

Fui hasta el Hospital Saint Anthony acompañada de Vince, que por supuesto recibió un sermón por mi parte por dejarme en la estacada con lo de la noticia. Después de unos cuantos intercambios de palabras no muy agradables, decidimos que a partir de ese momento cada uno haría su trabajo por su lado sin esperar al otro. Eso quería decir que yo no me hacía responsable de si él llegaba a tiempo para mis entrevistas, y tampoco él me acompañaría durante ellas.

En la puerta del hospital había numerosos equipos de otras agencias, preparados con sus cámaras y micrófonos para cuando alguno de los médicos pudiese dar datos de como estaba evolucionando Gina. Nosotros entramos como si tal cosa allí dentro y me encaminé hasta información para preguntar por la habitación de ella. Ellos ya habían sido informados de que yo iba a ir, así que después de llamar a la habitación para confirmarlo me dieron los datos. La entrada a su habitación estaba custodiada por dos guardias que después de verificar nuestras credenciales nos dejó pasar porque teníamos la visita programada. No me atreví a quitarme las gafas de sol hasta que entré en la habitación.
Gina Banks estaba de mejor humor que cuando la rescatamos. Los golpes que había recibido seguían muy presentes y oscuros, pero por lo menos no le dolían con el medicamento que tenía inyectándosele por una vía en su brazo. Me abrazó fuertemente como si me conociese de toda la vida y me sentí extraña, sólo estaba acostumbrada a recibir muestras de cariño como esas de parte de mi abuela.
Vince preparó la cámara para intentar tomarle unas fotografías, pero su mánager estaba allí presente y quería que primero se retocase con maquillaje para posar. Ella se negó, justificándose que si se veía demasiado bien la gente iba a pensar que ella era una buscona y que lo de su ataque era fingido. Asentí comprensivamente y le tendí un espejo para que por lo menos pudiese acicalarse el pelo. Nada más terminar de hacer unas tomas, el se despidió de ella sin ni siquiera dedicarme una fría mirada.
Me centré en la entrevista para tratar de no ponerme de mal humor. Gina me contó otra vez lo mismo que me dijo cuando estábamos en el piso, ampliando un poco sus explicaciones de cómo había estado viviendo ese mes con Bernie el vampiro. Ese tipo verdaderamente estaba obsesionado con ella.
Un hermosísimo y enorme ramo de flores llamó mi atención. El ramo estaba formado por flores muy raras, no las típicas que siempre se pueden ver en uno. Gina se dio cuenta y me sonrió, explicándome que la noche anterior había recibido la visita inesperada de Constantin Dinescu. Había ido a verla, interesándose por su estado de salud y asegurándole que no todos los vampiros son así. Le ofreció todo el apoyo que necesitase y también le dijo que quería hacerse cargo de sus gastos hospitalarios porque esto había ocurrido en su ciudad. Ella estaba embelesada hablandome de él y me dejó preguntándome si a lo mejor él se había atrevido a utilizar su encanto con ella para conseguirlo.
Terminé de tomar mis apuntes y me despedí cortésmente deseandole una pronta recuperación. Me fui hasta el periódico para preparar mi noticia y después de comer pasé la tarde buscando información en el ordenador para mis siguientes trabajos de la semana.
La noticia fue otro bombazo ya que nadie más la había conseguido y volví a recibir felicitaciones por parte de mi jefe.
El resto de la semana fue mucho más relajado y sin complicaciones. Me escapé el finde para ver a mi abuela, pero el domingo por la noche recibí la llamada de Roberts que estaba eufórico. Había estado hablando durante un par de días con el maestro de la ciudad hasta conseguir un acuerdo. Su periódico iba a ser el primero en conseguir una entrevista con él, mejor dicho un reportaje, porque el trabajo era para pasar una semana viviendo en su hogar y conocer realmente al maestro de la ciudad. Solo puso una condición: ¿Adivináis a quién había solicitado el vampiro para hacer el trabajo?...¡Joder!

jueves, 17 de junio de 2010

Moonlight Capítulo 26

Capítulo 26:

Tras la revelación de quién era Giselle, Nínice dejó a un lado la brusquedad y estuvo ansiosa por conocer a fondo la historia de cómo su hermano y ella se habían conocido, y por supuesto quería saber cómo era el mundo exterior. Giselle estuvo relatándole por más de una hora mientras Nínice cenaba todo lo que había en la bandeja. Como había tardado tanto en convencerla de que no era como los del castillo la cena se había quedado fría, pero no le importó.
El agotamiento por el trabajo se marcó en Giselle a través de unos cuantos bostezos y tuvo que disculparse para irse a dormir después de prometerle que por la mañana sería ella quien le trajera el desayuno y la ayudase a vestirse.
Salió de la habitación y el guardia la estaba contemplando con ojos sospechosos, haciendo que su corazón latiera muy rápido por si había sido descubierta. Se colocó lo más derecha posible, alzó su barbilla desafiándolo, puso sus manos a los lados de la cintura y trató de que su voz sonase altiva.


-¿Qué estás mirando?


-Nada. Eres la primera persona que se queda allí dentro tanto tiempo con ella y sale ilesa.


-Por eso me envió Isobel. Dijo que mi carácter amable haría que Nínice no tratase de herirme.


El guardia se acercó un poco más hacia ella, haciendo un barrido de su cuerpo con los ojos de arriba abajo- ¿Y por qué eres tan brusca conmigo? Yo podría ser mucho más amable contigo que una mujer si tú lo fueses hacia mí, hace tiempo que no estoy con una y tú eres muy apetitosa. La última mujer que traía la comida a Nínice era muy amable conmigo.


Casi la estaba tocando con el brazo al hablar y Giselle dio un paso hacia atrás.- Y de seguro que por eso tuvo que dejar de venir y se encarga Limos desde entonces. No te atrevas o le diré a Isobel lo que estabas tratando de hacerme. ¡Estoy bajo su protección!


Esas palabras parecieron detener al guardia, que volvió a su puesto enfadado después de decirle que no sabía qué se perdía. Giselle dejó salir el aire que había estado conteniendo y se alejó rápidamente de allí. ¿Pero en qué siglo vivía este imbécil, que trataba a la servidumbre como simples sacos de patatas a su antojo? Cuando Valiant recuperase el trono tenían que hablar de cambiar unas cuantas cosas en el castillo.


Llegó extenuada al dormitorio, donde la esperaba April muy preocupada. Se pusieron al día sobre lo que habían estado haciendo, pero no hubo muchos avances por parte de las dos en saber dónde estaba Valiant. El tiempo se les estaba echando encima, sólo quedaban cinco días para el espectáculo que Wolfgang tenía preparado para hacer el ataque. Aunque estaba segura de que no podría dormir por los nervios, cayó en el sueño sin previo aviso por lo cansada que estaba.
La mañana llegó rápidamente, o eso le pareció a ella. Se apresuró a desayunar para estar a tiempo de llevarle el desayuno a Nínice. La muchacha estaba ya esperándole despierta y ansiosa por seguir con la conversación por donde la habían dejado. Giselle estuvo con ella una hora, pues había sido avisada de que después debía ir a los aposentos de Isobel para continuar con el retrato.
Isobel la estaba esperando ya vestida con el vestido que utilizaban para el lienzo y el diván estaba ya colocado en el centro de la habitación. Antes que nada le preguntó por cómo había sido su encuentro con su hermana.


-Al principio fue muy arisca, pero después de un poco de conversación por mi parte conseguí que cambiara. Es una muchacha con mucha vitalidad y llena de ideas maravillosas.


Isobel se volvió hacia el ventanal como si estuviese mirando tristemente a través de él hacia un punto lejano- Mi hermana era así conmigo hasta que me casé con Oliver. Creo que mi unión afectó a nuestro vínculo como hermanas, se sintió engañada. Pero no la culpo, yo también me siento así.


Las sinceras palabras de Isobel la cogieron desprevenida- Mi señora, no os entiendo.


Isobel se alejó del ventanal y se acercó hasta ella. Dos lágrimas en sus ojos estaban a punto de resbalarse- Sé que no debería decirte nada, pero no tengo a nadie en quién apoyarme y como eres nueva aquí no tendrás una idea hecha de mí, quizás lo que hayas sentido por ahí entre los sirvientes. La forma en que ayer saliste de aquí al ver a Oliver me mostró que tú no serías capaz de decir nada, le temes. Ven por favor.- Tendió la mano hacia ella para que se acercase y se sentara al lado de ella en el diván. Giselle dejó los pinceles en su sitio y sacó un pequeño objeto de un bolsillo de su vestido y lo colocó debajo del trapo que usaba para limpiarse y fue hasta ella. Se limpió las lágrimas con el pulgar y luego la miró.- Necesito a alguien con quien desahogarme de mis angustias. Creo que hice algo que no debía y estoy pagando por ello. No me digas nada hasta que haya acabado, te lo ruego. Tú me hiciste ayer recordar mi pasado y he estado toda la noche pensando en ello. Yo estoy enamorada de mi marido desde siempre. Cuando era una adolescente me encantaba que Oliver viniera a meterse conmigo porque así tenía la oportunidad de estar más cerca de él. No fue hasta hace un tiempo que me dijo que estaba interesado en mí y yo me pasaba el día entero entre las nubes, soñando con el día que me casaría, con los niños cantado en mi boda y toda nuestra gente alrededor celebrando nuestra unión. Pero con todo lo que pasó ni siquiera he tenido eso. Oliver siempre hablaba de que Valiant no estaba interesado en el trono y que mi padre todavía no había decidido si sería mi hermano o él el que reinaría y me hacía soñar cómo serían las cosas si nosotros fuéramos los soberanos, gobernando justamente sobre nuestra gente. Desde que nos casamos su actitud hacia mí ha cambiado bastante, sobre todo desde que tiene retenido a Valiant. Ni siquiera me deja que hable con él y me explique que pasó en realidad.


Giselle la interrumpió de todos modos, sintió el empuje de que debía preguntar para que ella continuase relatándole, conforme Isobel hablaba, a ella le parecía que Isobel casi también había sido víctima en todo esto.- Quizás sean los cambios que han ocurrido lo que lo tienen en esa actitud. A lo mejor necesita tiempo para adaptarse a la nueva situación como monarca.


-Desde que tiene asegurado a Valiant en una celda ni siquiera dormimos juntos-Isobel se enrojeció al hablarle de sus intimidades.- ¿No lo entiendes?- Giselle negó con la cabeza- Creo que me ha estado utilizando para llegar al poder. Se comporta con todo el mundo como un déspota y desde que una vez le recriminé su forma de hacer las cosas ha dejado de contármelo todo. Me ha hecho dudar de que mi hermano haya matado a mi padre. Creo que él ha tenido que ver con eso.


Giselle trató de mostrarse neutral- Por lo que tengo entendido, Oliver estaba contigo cuando pasó.


-No exactamente. Estuvo conmigo hasta que un guardia le llamó para un problema entre la élite. Volvió al cabo de media hora y me contó lo que había ocurrido con los guardias. Se quedó el resto de la noche, fantaseando como siempre sobre nuestro futuro reinado si mi padre lo hubiese escogido y diciéndome lo mal que lo iba a hacer Valiant. Por la mañana fui a llevarle el desayuno a mi padre y lo encontré tirado en el suelo, con un puñal que pertenece a mi hermano clavado. Oliver llegó a mis gritos y me atrajo hacia él, diciéndome que debía de ser mi hermano el que lo apuñalara ya que el puñal es suyo. Me dijo que seguramente lo había matado para ser rey antes ya que sabíamos quien iba a ser el sucesor.- Isobel no pudo aguantar las lágrimas- Creo que me he equivocado y ni siquiera soy capaz de ir hasta la tumba de mi padre y pedirle perdón.


Giselle se quedó de piedra, por fin sabía lo que había ocurrido y no sabía que decir. Abrazó a Isobel y la dejó que se desahogase hasta agotar el llanto. Le dio mucha pena por ella, pero tenía que encontrar la forma de llegar hasta Valiant como fuese.- Siento todo lo que te ha pasado, pero todavía puedes arreglar parte de esto- Isobel la miró con ojos desconcertados- tenemos que encontrar la forma de llegar hasta tu hermano y sacarlo de allí. Debe saber que tú no tienes la culpa y de que Oliver te ha utilizado.


-Mi hermano está en el área norte del castillo, en las celdas que hay tras las habitaciones de la guardia de Élite, es imposible llegar allí sin que nadie se entere.


-Buscaré la forma, te lo prometo. Y tu hermano te perdonará.

martes, 15 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capítulo 7: Enrietta Sims

Donovan estaba impresionantemente diferente, expelía una gran cantidad de poder y estaba segura de que era de él porque hasta que lo vi no la había presentido. El tatuaje de mi brazo derecho picaba desesperadamente cuando pasó delante de mí, y tuve que hacer un gran esfuerzo para no rascarme como si tuviese chinches delante de él. Mi abuela me había dicho que era un Pentalfa que me protegería, así que quizás Donovan tenía algo de lo que preocuparme. Pero él ya estaba dentro del piso, mirándome con ojos consternados porque yo seguía en la puerta mirando hacia el pasillo. Sacudí la cabeza para volver a la realidad y caminé hacia él con la mano extendida para que me acompañara hasta los sofás y recogí la bolsa que todavía portaba en su mano. Me había traido mis armas. Saqué la toalla húmeda de mi cuello avergonzada de mi aspecto.

-Disculpe mi aspecto sargento Donovan, estaba tomando una sesión en el gimnasio cuando llegó. ¿Quiere tomar algo?, ¿refresco o café quizás?

-Un refresco estaría bien, gracias. Y por favor, llámame Matt. No estoy de servicio ahora.

-¿Matt de Matthew?- él simplemente asintió y yo me giré para dirigirme hacia la cocina- !Wow¡ Ese nombre de niño bien no te pega, mucho menos con esa pinta.

-Si mi madre te oyese decir eso, le romperías el corazón. Fue ella quién me lo puso.-La sonrisa que me dedicó caldeó la habitación.

Giré mi cabeza para afrontarlo y lo pillé desprevenido mirando hacia la parte trasera de mi cuerpo. De repente fui consciente de que mi vestimenta tampoco ayudaba mucho en esas circunstancias. La camiseta era un top blanco ajustado que medio dejaba entrever el sujetador deportivo por culpa de la sudoración, y mis shorts grises llegaban justo por debajo de mi trasero Creo que él notó que me había dado cuenta de mi aspecto y me dedicó una pícara sonrisa ¿Era yo la que lo pensaba o realmente me pareció notar que coqueteaba conmigo con esa magnífica sonrisa ingenua? Decidí ignorarlo y le traje de la cocina una coca-cola. Puse otra para mí en la mesa y le dije que se sintiese libre de merodear en la habitación mientras yo me daba una ducha rápida.
No tardé mas de diez minutos entre la ducha y vestirme. Dos más si contamos lo que tardo en ponerme las armas. Llevaba unos jeans, una camiseta que se cruzaba por delante y unas deportivas. Como sabía que mi pelo era indomable, le había sacado la mayor parte de la humedad sobre una toalla y después de cepillarlo lo dejé libre sobre mis hombros. En un parpadeo era una manojo de ondas otra vez. Cuando entré de nuevo en la habitación seguía sentado en el mismo sitio donde lo dejé antes de irme, dando toquecitos en su pierna como si tararease alguna canción rápida.

-Ahora sí tienes una imagen más...decente para una visita.¿Normalmente vistes así cuando haces deporte?

-Esta no es una visita que yo había planeado. Se suponía que ibas a darme mis cosas y punto, tú u otro de tus ayudantes. Además, no dijiste a qué hora vendrías.

-Bueno...-se rascó la nuca, como pensando qué decir-No es que tuviese en mente nada que hacer, por eso pensé en traértelas yo mismo. ¿Hoy no trabajas?

-Pues no, tengo día libre. Un par de puñetazos y una exclusiva bien merecen un descanso.- señalé descaradamente sus pantalones de cuero para preguntar-¿Tú siempre vistes así fuera de trabajo?

Soltó una carcajada impactado- Touché, ¿verdad? Me gusta el cuero, los jeans y cualquier cosa que me haga sentir cómodo y no me recuerde al trabajo.

-Y déjame adivinar...¿una custom? ¿Harley quizás?- la mirada se le iluminó apreciativamente y yo empecé a creer que quizás tuviese dotes adivinatorios después de todo. Cuando conocí al siervo de Dinescu me imaginé su nombre y realmente se llamaba así. Anoche, cuando vi a Donovan por primera vez, me lo imaginé vestido en cuero negro y hoy lo tengo sentado en mi sofá con la misma indumentaria que imaginé, no podía ser solo coincidencia. Quizás si probase a imaginar los números de la lotería tendría suerte y me forraba de billetes.

-¿Tienes algo pensado para hacer hoy?- su pregunta me sacó de mi mente- Si quieres podríamos dar una vuelta por ahí.

Le abrí unos ojos sorprendidos. Cinco días en Chicago y ya había recibido dos ofertas para una cita- ¿Siempre invitas a todas las mujeres que tienen una pelea en la noche?

-Sólo las que matan al malo en defensa propia. No sé, eres diferente y me gustaría conocerte. Te prometo que no intento nada ofensivo.Palabra de boyscout.

Le miré con ojos entrecerrados y él lo resolvió poniendo cara de angelito- Si lo dices por mis ojos, no esperes nada raro, sólo es un problema genético. Por lo de nada ofensivo, ya has visto cómo me las gasto, tendría tus pelotas cortadas en mi mano en un parpadeo. Eso sí, en defensa propia.

-¿Ves? ,a eso me refería. No escondes tu forma de ser ni tu carácter, y seguro que no has visto Chicago. Te repito, ¿quieres ir a algún sitio?

-No, ya tengo algo que hacer hoy. Voy a las afueras. A Elwood, a visitar a una amiga de mi abuela.

-Eso está más lejos que las afueras, cerca hay una reserva verde. Conozco la zona porque mi familia es de allí.

Lo pensé un poco, pero si él conocía bien la zona, quizás era mejor que me llevase, La presencia de un poli que va de tipo duro puede ayudar si hay problemas- Si tanto interés tienes en llevarme por ahí, acércame a Elwood. Pero lo que tengo que hablar con esa mujer es privado.

-¿Cómo se llama?

-Enrietta Sims. Vive en la Avenida Mississipi ¿Te suena?

-Si, la conozco. Queda muy cerca de la casa de mi familia. ¿Vamos?- él ya se había puesto su chaqueta de cuero antes de terminar la frase.Tenía bien claro que esa tarde me llevaba él a donde necesitase.

Cogí una chaqueta y lo seguí hasta el ascensor tras cerrar la puerta del piso. Cuando estábamos dentro me quedé mirándome en el espejo interior. Con las prisas por tenerlo en el salón mientras me duchaba, no me había fijado como estaban mis moratones. Me sorprendió comprobar que ya casi estaban desaparecidos, apenas imperceptibles e imposibles de localizar si me hubiese puesto un poco de maquillaje. Subí un poco el lateral de la camiseta para observar mi costado y estaba casi sanada, un leve tono amarillento que sería normal si hubiese pasado una semana o más desde la pelea.

-¿Estás bien?

No me había acordado de que tenía un espectador en el ascensor. Giré mi cabeza hacia el y sentí su poder envolviéndome, como si al sentirlo así de fuerte me ahogara allí, en ese cubículo no muy grande, rodeada de tanto músculo que se asomaba hacia mi costado buscando lo que yo estaba haciendo. Respiré hondo todo lo que pude y cerré los ojos para concentrarme, imaginando que aquello que sentía se alejaba- No me pasa nada. Tal vez si, ahora que lo mencionas, ¿podrías echarte un poco hacia atrás para que pueda respirar?

-Lo siento- Se echó un paso atrás.

El aire volvió completamente a mí por fin y aquella sensación de estar envuelta ya no estaba. Mis brazos picaban en los tatuajes como locos y no pude evitar el frotármelos para aliviarlos. Donovan me miró con cara sospechosa, pero no dijo nada, así que yo tampoco.
En la portería estaba Tim, leyendo un ejemplar de “Exclusive News”. Lo saludé al pasar y él me detuvo para preguntarme si la Evelynn Tunner que firmaba el artículo era yo. Le dí una mirada rápida a Donovan para que se mantuviese callado y asentí,

-¡Vaya, sí que has entrado fuerte en Chicago!

-Tim, no creas todo lo que leas, no soy nada especial. Simplemente estaba en el sitio perfecto en el momento justo, nada más. Buenas tardes.

Nos despidió y salimos a por la moto de Donovan. Ya es oficial, tengo algo de vidente. La moto de Donovan es una preciosa Davidson muy acorde con el aspecto de tipo duro de él. A la hora de montarme en ella recordé que no tenía casco, pero Donovan se empeñó en que yo llevase el suyo, y después de varios síes y otros tantos noes, accedí y me lo puse.

El trayecto hasta Elwood resultó ser más largo de lo que parecía en el mapa. No estaba justamente en las afueras como me dijo mi abuela, si no más bien lo encontramos tras una hora y una larga carretera al salir de Chicago. No es muy grande, lo sé porque atravesamos sus calles tras dejar la 53 estatal y cogimos la última calle en línea recta ,que resultó ser la Avenida Mississipi. La avenida estaba completamente llena de casas de una o dos plantas con grandes porches y cesped delanteros, todas muy parecidas entre sí. Casi en el último tramo de ella Donovan paró frente a una casa de una sola planta, totalmente de madera y con cortinas floreadas asomando por las ventanas. Unos cuantos juguetes descansaban en el porche, señal de que allí había niños.

-¿Es ésta la casa de Enrietta?

-No, es esa de al lado. Me dijiste que querías privacidad, así que yo te espero en esta de aquí.

Mi ceja se subió hacia arriba como si tuviese vida propia- ¿Tus padres viven al lado de ella y hasta ahora no me has dicho nada?

Donovan volvió a rascarse la cabeza, pensando en como explicarse- Bueno, es más que eso. Enrietta es hermana de mi madre, es mi tía. Nos vemos luego.

Y se metió hacia el porche a grandes zancadas, supongo que para no escucharme soltar maldiciones. En esos momentos me hubiese gustado saber cuales eran todos mis poderes, por si tenía la capacidad de enviar bolas de fuego y pudiese mandarle alguna justo a su culo prieto. Hice varias respiraciones lentas para calmarme y luego me acerqué a la casa de al lado. No sabía lo que esta mujer me iba a decir sobre mi persona, bastante tenía ya con saber que era la hermana blanca de “Blade”. En la película, Wesley Snipes se maneja perfectamente con todo este tema, pero yo recién sabía, y aunque soy fuerte de carácter no estaba segura de estar a la altura. Tomé otra bocanada fuerte de aire para darme seguridad y caminé hasta la entrada al jardín.

A diferencia de la casa de los padres de Donovan, la entrada tenía un camino hecho de piedras. A ambos lados era un hermoso jardín lleno de rosales y pequeños arbustos. La ventana de la derecha estaba rodeada de hiedra trepadora, dejando asomar una tupida cortina de cuadros rojos.El porche estaba perfectamente limpio y ordenado, con un sofá balancín de mullidos cojines ideal para largas siestas primaverales. La puerta de entrada tenía cuatro cristales biselados, cubiertos con encaje por detrás. Toqué al timbre y una suave voz de mujer me indicó que pasara.
La puerta no tenía la cerradura echada, así que giré el pomo y se abrió. Tenía un pequeño hall empapelado en tonos ocres que contrastaba con el mueble oscuro y el espejo a juego. Sobre el recibidor reposaba una bandeja para el correo con un par de cartas abiertas y otra bandeja más pequeña con dos juegos de llaves. En el centro quedaba un portaretratos de madera con la foto antigua de una hermosa mujer de cabello rizado vestida a la moda de los años cincuenta junto a una niña pequeña de unos dos años.
La voz me dijo que entrase al fondo, a la cocina. Cuando entré allí me pareció viajar a tiempos antiguos, donde los muebles eran de madera y obra, la hornilla era de carbón y el mueble platero tenía encajes y puntillas por todos los filos de los estantes. Para ser una cocina antigua estaba bien cuidada. En el centro de la habitación había una pequeña mesa para desayuno y tras ella estaba sentada una mujer de unos cincuenta y cinco años o más. Se parecía bastante a la señora mayor que había visto en la fotografía, solo que sus canas rodeaban la partes laterales de su cabeza y la parte de arriba se conservaba en un tono castaño rojizo algo apagado. Llevaba puesto un delantal y tenía apoyadas las manos en la mesa junto a dos tazas. Me ofreció una de ellas diciendo que era te.

-Tu abuela me llamó a las dos para avisarme que vendrías. Cree que puedo ayudarte a descubrir cuales son tus poderes como wicca.

Pegué un sorbo a la taza y me gustó bastante el sabor dulce de la infusión, creo que era te de jazmin con miel.-Para serle sincera, todo esto es nuevo para mí. Sé que mi abuela practica la Wicca, pero nunca dijo nada de que yo lo fuese hasta hoy, nunca me ha enseñado nada.

-Tu abuela tenía miedo a que alguien se enterase de lo que tú posees, incluso de eso otro- Enrrietta señaló a mis ojos y yo los abrí, sorprendida de que ella lo supiese- Sí, mi niña, eso también lo sé. Estaba de visita en casa de tu abuela cuando tu madre fue atacada y lo vi más o menos todo. Mi poder es la visión.Mi magia utiliza el herbalismo y el agua.

-¿Y no pudiste hacer nada por ella?

-¡Oh!, no, no es así como tú crees. Estaba fregando los platos que habíamos usado para comer y tuve la una sensación de peligro. Cogí un cuenco, puse unas cuantas hierbas en él, lo llené de agua e hice un ritual para que la imagen apareciese allí. Por eso nos enteramos de que algo le había pasado a tu madre. Cuando por fin localicé el sitio donde estaba, sólo pudimos ayudarla a parirte y tratamos de mantenerla viva para curarla, pero el vampiro la había drenado totalmente y puesto muy poca de su sangre en el cuerpo. Siento traerte estos recuerdos dolorosos, no era mi intención.

Enrietta había visto las lágrimas contenidas en mis ojos. Conforme me relataba, tuve la idea en mi cabeza de qué podía estar pensando mi madre en esos momentos en los que trataba de mantenerse viva hasta que alguien la ayudara a tenerme. El vello de mis brazos estaba de punta.
Sacudí mi cabeza para volver a la realidad, limpié mis lágrimas y le dije a Enrietta que comenzaramos con el aprendizaje.
Se fue hacia una habitación que había en la entrada de la casa, la de las cortinas tupidas a cuadros rojos y me llamó para que la siguiese. El olor a incienso me envolvió nada más entrar, pero era un aroma relajante que no resultaba hosco a la nariz.
Comtemplé toda la estancia. La luz de la lámpara era muy tenue, pero mis ojos se adaptaban bien en este tipo de iluminaciones y pude observar un mueble grueso donde se apilaban gran cantidad de cuencos pequeños, saquitos de tela, unos cuantos portavelas donde la cera derretida formaba chorros coloridos cayendo por los bordes, señal de que habían puesto velas de diferente color allí y se habían consumido hasta el final. Observé algunas fotografías e incluso algunos amuletos como los que le había visto a mi abuela en una habitación pequeña en su casa. Esta habitación era el lugar donde Enrietta practicaba su magia y ese mueble era su altar.
La habitación tenía como mobiliario, aparte de ese altar, una pequeña librería, una mesa en el centro y seis sillas colocadas a lo largo de las paredes.
Enrietta sacó unas cuantas vasijas, velas, cuencos, unos cordeles, bolsas con hierbas, un tarro lleno de tierra, otro de piedras, una caja de madera y una jarra de agua. Comenzó a explicarme uno por uno cómo podían servirme, me enseñaba un pequeño ritual y me decía que lo intentase. Ella esperaba pacientemente, corrigiéndome cuando me equivocaba y me hacía empezar de nuevo. Todo lo que iba probando era apartado a un lado y ella suspiraba. Eran ya las ocho y media, llevábamos una hora con todos esos chismes y no había sentido nada. Quizás, al final no era realmente una wicca como mi abuela y esta mujer esperaban.
Enrietta cogió lo último que quedaba, la caja y la abrió para mí. Asomé la cabeza hacia el interior y lo que había allí era una baraja del tarot. Me instó a que la cogiese y barajase. Ella extendió un pequeño mantel sobre la mesa y me indicó que parase cuando lo considerara oportuno y cortase para cambiar el principio de la baraja. Cuando lo hice me dijo que cogiese las tres primeras cartas que estaban en la parte de arriba y las pusiese encima de la mesa. Salió el Juicio, la Fuerza y la Luna.

Enriette sonrió- Tenía que haber empezado por aquí y nos hubiésemos ahorrado todo el tiempo perdido. Las cartas indican un cambio radical en tu vida, uno importante- señaló la primera carta- el despertar de tus poderes, tendrás mucha más capacidad conforme vaya pasando el tiempo- señaló la segunda carta, la Fuerza-, pero también te digo que será un camino difícil. Tus poderes son psíquicos- esto último lo dijo poniendo su dedo índice en la última carta.

-¿Y bien? ¿Cómo se supone que saber esto me ayuda?

-Eso es lo malo, quién te podría haber enseñado no lo hará. Tu padre es quién tiene fuerza sobre ese don, y no hay herramientas aquí que puedan ayudarte a lograrlo. Tu poder reside en tu mente. ¿Lo has notado ya alguna vez? No creo que tu abuela te enviase aquí si no hubiese sido así.

Pensé un buen rato sobre eso. Me acordé de lo que me pasó en la lucha contra Bernie y lo de mis tatuajes. Le conté todo eso y ella me hizo enseñárselos. Enriette pasó sus dedos por ellos con veneración.

-Ninguna wicca tiene uno de estos a voluntad. Si queremos tener un punto que nos ayude a reforzar nuestro poder, debemos tatuarnoslos nosotras. Pero estos aparecieron por sí mísmos, eres más fuerte de lo que crees. Por lo que me explicaste, tus poderes acuden a tí cuando los necesites. Deberás estar atenta a como llegan para saber cómo podrás llamarlos a tí sin tener que esperar a que lleguen.

Mi ceja se subió rápidamente- ¿Y ya está? ¿Sin más los tengo y punto? Si es así, es fácil ser bruja.

Enrietta me palmeó el brazo cariñosamente.- No todas los tenemos así, cielo. Eres la primera que conozco con esa habilidad. De todos modos todavía no sabes exactamente cómo actúan, no cantes victoria tan pronto.

La voz de Donovan preguntando si podía pasar nos sacó del tema. Enrietta y yo salimos hacia el pasillo. Donovan llevaba en sus manos un tupper de plástico que me ofreció.

-Mi tía se habrá centrado en lo que sea que estábais haciendo y se habrá olvidado de ofrecerte algo para cenar, Mi madre te envía esto y sus saludos. Cómetelo y luego nos vamos. Entro de turno a las once y no puedo llegar tarde. Todavía tengo que llevarte a tu casa e ir a la mía para cambiarme.

Otra vez sentí el picor en los brazos nada más ver a Donovan. Cogí el tupper y nos acercamos a la cocina para que comiese. Su madre me había enviado pavo relleno y verduras asadas, una delicia. Donovan sacó del frigorífico un refresco y me lo ofreció. Al contacto con sus dedos para coger la lata, sentí un chispazo y me giré hacia Enrietta.

-¿Porqué diablos siento un empuje de poder cada vez que tengo a tu sobrino cerca?

Enrietta sonrió- Es muy sencillo. No me había dado cuenta de que no te lo había dicho. Nosotros somos were, cambiaformas. Y mi querido Matt no está haciendo nada por ocultarlo.

domingo, 13 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capítulo 6: El Secreto al descubierto

Al salir al exterior no quedaba nada ni nadie, ni una pequeña gota de sangre a la vista. A esas horas, hasta los cotillas que hay en todo barrio debían de estar roncando. Estaba en la calle, justo en la entrada al edificio donde había estado teniendo mi primera pelea mortal, preguntándome qué demonios había pasado cuando Bernie Prescott- el vampiro que había secuestrado a Gina- había tratado de matarme con sus garras. Recordé que su garra chocó contra el amuleto que tenía de mi abuela y un destello de luz dorada me cegó entonces. Pero también Bernie salió despedido hacia atrás y ese recuerdo hizo que mi mano se moviera instintivamente hacia mi pecho, justo donde el colgante había estado. Era raro, pues me sentía desnuda sin él y eso no me había ocurrido antes, cuando no lo llevé durante mis primeros tres dias en Chicago. Caminé entre los alrededores tratando de encontrarlo por si todavía tenía arreglo y podia volver a ponérmelo. Mi abuela se iba a enfadar en serio si le decía que lo había perdido. Creedme, la abuela Tunner tiene un genio mortífero cuando está enfadada.
Había perdido toda esperanza de encontrarlo y mi cabeza amenazaba con estallar si no iba pronto a preparar la noticia para luego irme derechita a casa a descansar. Pero finalmente lo encontré tirado entre unos pequeños hierbajos pegados a la parte más desconchada de la pared del edificio. El pobre no iba a tener arreglo, estaba deformado como si se hubiese derretido, hecho una pequeña bola metálica que tendría más uso como bola de pinball que como nuevo colgante.Aún así decidí guardármelo en el bolsillo del pantalón.
Caminé a paso rápido hacia mi Beetle, no quería dar tiempo al sargento Donovan a encontrarme de nuevo y que tuviese la brillante idea de hacerme alguna pregunta que se le hubiera quedado colgada.
Para mi sorpresa, después de buscar como una loca las llaves en mis bolsillos, me dí cuenta de que estaban puestas en el contacto. Incluso mi bolso estaba tirado en el otro asiento, a la vista. Si seguía siendo tan descuidada no iba a durar mucho mi nueva adquisición en mi poder.


Las solitarias calles de Souht Shore quedaron atrás, dando paso a un bullicio mayor conforme me acercaba a la editorial. En esta zona siempre encuentras algún local donde meterte, sea la hora que sea. Aparqué cerca de la entrada y subí en el ascensor hacia la tercera planta tras pasar por el control de seguridad.
La planta estaba casi vacía, la mayoría de mis compañeros debían de haber dejado ya sus trabajos preparados para edición. Sólo quedaba una chica al principio de la tira de mesas dando los últimos repasos a lo que tenía escrito en la pantalla del ordenador.
No recordaba que la distancia hasta mi escritorio fuese tan grande, pero el cansancio me hacía ver el recorrido como si fuese a correr una maratón.
Me dejé caer pesadamente en la silla y encendí el ordenador. En el filo superior de la pantalla encontré una nota escrita en un post-it de parte de Vince. Había entregado las fotos en Gráficas y le habían dado el visto bueno, por lo que no iba a esperarme a que yo terminase. ¡Maldito capullo! Hijo de Satanás...
Solté mentalmente todas las maldiciones que se me ocurrieron hacia él por dejarme sola para esto y procedí a meter mi clave para entrar: cretina. Sí señor, en mi lista de personas con las que debía de portarme como una cretina, quizás debería incluir a Vince.
Terminé sobre las seis menos veinte de la madrugada. Le había dado por lo menos veinte repasos antes de entregarlo en redacción. El chico que me esperaba allí tenía cara ansiosa cuando me vio aparecer y yo estaba como un demonio porque me dijera que todo estaba bien y me podía ir. Acababa de llegarle mi trabajo a través de la red interna de la editorial y cuando lo leyó no se lo creía.


-Que la nueva haya conseguido lo que otros más experimentados no han podido es para celebrarlo.- me dijo mientras me daba un refresco en un vaso de plástico. Yo tenía la boca seca y lo acepté con agrado.


-Gracias, pero sólo ha sido un golpe de suerte. Eso que llaman “suerte de principiante”.


-No seas modesta. Vince me contó que la idea de ir por allí fue tuya. Me lo dijo cuando me trajo las fotos de la entrada al piso.


-¿De verdad piensas poner una fotografía de un vampiro troceado en la revista?- la cara que puso fue lo suficientemente clara como para detectar un sí en ella- ¡Jesús! Eso es demasiado morboso incluso para mí.


-Llamé a Michael en cuanto supe de las fotos y de que lo habías conseguido. La idea de poner esa en portada es suya. Dice que lo esperes a que llegue. Ahora mismo está camino de aquí.


-No pienso esperarlo. Salvo por una siestecita que me eché, trabajé todo el dia de ayer y toda la noche. Ya tiene lo que quería. Que él se espere a que yo descanse.


El redactor iba a contestar, pero no le dí oportunidad. Tomé la salida como una bala, pensando en lo a gusto que iba a estar en mi cama mientras el jodido de Roberts llegaba a buscarme y se daba con un palmo de narices al no encontrarme.


Llegué al parking del edificio sobre las seis y cuarto. El guarda de la entrada iba a pararme a preguntar quién era, pero para ahorrarme tiempo estampé la tarjeta de entrada contra el cristal lateral del coche sin acerle caso, puse mi mejor sonrisa inocente y seguí mi trayecto. Lo siento por él, pero no tenía ganas de que me entretuviese nadie ni un minuto más. El coche de Mina estaba allí, pero pronto saldría a su trabajo. ¡Qué bonito poder trabajar sólo durante el día...!
Abrí la puerta cuidadosamente. Caminé por el pasillo hacia el dormitorio debatiéndome entre tomar una ducha o tirarme directamente en la cama y caer en brazos de Morfeo. Pero el sudor por todo mi cuerpo y el dolor palpitante en un costado por culpa de la pelea estaba siendo cada vez más mezquino conmigo y la ducha acabó ganando la batalla.
El agua caliente corría suave por mi cabello, dejándolo pegado a mi espalda como si fuese parte de ella. El dolor fue mermando, dando lugar a sensaciones placenteras de bienestar. Mi mente fue a la deriva, recordando los delicados rasgos masculinos de un hombre rubio de imponente paquete que tenía la sonrisa más perf... ¡Un momento!- creo que hasta el agua se congeló de repente- ¿Qué cojones hago yo pensando en un tipo como ese?


-¡Y seguro que lleva siglos de haberla palmado!-dije en voz alta.- ¡Maldito Dinescu!


Una voz sonó al otro lado de la puerta- ¿Eve, necesitas algo? Creí que me estabas llamando.


Mina me devolvió a la realidad más aún si podía ser. Salí envuelta en una toalla y ella me miró con ojos sorprendidos.


-Te ves mal. Tu cara...


Giré mi cabeza hacia el espejo del baño, froté un poco en el vapor para ver mi rostro y me asusté al notar una zona rojiza en mi barbilla que comenzó a doler como si por haberla visto se hubiese activado-Me veo como la mierda, lo sé.He tenido una noche terrible y no puedo más. Luego te cuento.- Me tiré sobre la cama y el sueño me atrapó en el primer parpadeo. Sólo llegué a sentir a Mina diciéncome “bonitos tatuajes” antes de quedarme sumida del todo.


No sé cuanto llevaba dormida, pero el timbre de mi teléfono del trabajo me despertó tras unas cuantas estrofas de Are you gonna go my way, de Lenny Kravitz (soy una nostálgica de la música que mi profe de lucha me ponía mientras practicábamos).Como un zombi me acerqué hasta él y sin abrir los ojos contesté secamente.


-¿Quién es?


-¿Crees que ya has descansado lo suficiente?


Abrí un poco los ojos para ver la hora en el despertador, las diez. En total, había dormido unas tres horas- Roberts, ¿sabes a qué maldita hora llegué a mi casa?


-Más o menos. Podías haberme esperado y te habrías ahorrado esta llamada. Llegué a los diez minutos de irte.Sólo quería felicitarte por tu trabajo, las ventas de hoy se han disparado, hemos tenido que hacer una segunda edición. La competencia está tratando de ver a Gina Banks en el hospital, pero ella dice que no hablará con nadie que no seas tú.


-Le dije que la visitaría en unos días para poder hacerle una foto y una entrevista, la pobre estaba fatal como para eso. Por cierto, te dejé el informe de todo lo que había hecho y las facturas de la noche en tu escritorio.


-Sí, ya los vi. Fueron menos gastos de los que esperaba pero más caros de lo que debían ser. ¡Un palco vip! ¿no podías haberte conformado con un asiento de butaca en el centro?


La boca se me torció en una sonrisa maliciosa de oreja a oreja- Tú dijiste “Trae lo que sea” y te lo llevé. La maldita exclusiva bien merece que en ese “lo que sea” vaya incluido un gasto como ese, me hizo localizarla en muy poco tiempo.No te quejes, Roberts, las ventas que está generando suplen con creces los gastos.Si no te importa, me tomaré el día libre, tengo unas cuantas magulladuras que sanar.


-Por supuesto, pero mañana a primera hora aquí. Cuídate.


Me colgó y yo volví a taparme para dormir de nuevo. Desperté a las una del mediodía, me senté en el borde de la cama tras encender la luz de la lamparita y decidí llamar al departamento de policía por si podía recoger mis armas. Me contestó una mujer de voz joven muy amable, la oficial McRealy, que me puso en espera mientras comprobaba si podía o no. Después de un minuto me puso otra vez en activo y me dijo que mis cosas me las traería el sargento Donovan por la tarde. Aunque volví a insistir me dijo que no podía hacer nada porque las tenía él.Me despedí y colgué.
Estaba enojada, si ya las tenía él en su poder es porque ya habían hecho las comprobaciones necesarias. Y si él no estaba en ese momento de servicio, ¿qué demonios hacía él con mis armas?
Sentí un hormigueo por la parte superior de mis brazos al acordarme del sargento y me dispuse a rascarme instintivamente. Al hacerlo noté dos bultitos rugosos, uno a cada lado.
Sobresaltada encendí la luz de la habitación y me los miré. Para mi sorpresa, tenía dos pequeños dibujos tatuados. Eran como de unos tres dedos de longitud, en color negro y dorado, y todas las líneas sobresalían un poco sobre mi piel. El de mi brazo derecho era como una estrella de cinco puntas, el de mi brazo izquierdo parecía una especie de ojo con un rabillo por debajo, como una lágrima corrida. La piel superior de mi pecho izquierdo también picaba, no me asusté al ver otro tatuaje algo más pequeño con la forma de la cruz egipcia, la misma forma que había tenido mi amuleto. Por esoo Mina dijo algo de bonitos tatuejes anoche, pero yo no los puse ahí.
Al recordar el amuleto pensé en llamar a mi abuela y contarle lo sucedido, ya habría tiempo de investigar cómo los había conseguido. Me puse unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes de deporte y llamé por teléfono a mi abuela.


-Hola yaya...¿cómo estás?- la sutileza antes de comentarle que su amuleto era ahora una canica de metal.


-Eve cariño, estaba esperando tu llamada. Gracias al cielo que no te ha pasado nada. Cuéntame lo que te ha ocurrido- vale, a mi abuela no le iban las sutilezas. Aunque su voz siempre sonaba dulce al hablar conmigo, esta vez noté algo de preocupación.


-¿Cómo sabes siempre si algo me pasa?


-Tu amuleto me lo advierte siempre, estoy conectada con él. Desde anoche no he presentido nada, así que algo gordo te ha debido pasar. Cuéntame cuando te has encontrado con los vampiros.-Ella es una anciana que siempre había dicho ser una wicca, pero yo nunca me lo he creído pese a que siempre sabe cosas.


Bueno, si ella ya sabía que me había cruzado con vampiros no era necesario tratar de suavizar las cosas al decirle.Tomé una fuerte bocanada de aire y comencé a relatarle todo, desde la primera vez que vi a Dinescu, pasando por mi pelea con Prescott y terminando por los tatuajes recién adquiridos. No sé por qué, pero me late que todo estaba conectado.


-¡Ay dioses! Al final, pese a mis esfuerzos tenía que pasar lo inevitable. Eve, cariño, lamento contarte esto por teléfono y no aquí, en casa. Pero no puedo ir para allá, estoy ya muy vieja como para viajar o poder ayudarte mucho.


-Yaya, me estás asustando. ¿Qué es lo inevitable? ¿Quieres que vaya yo? Lo dejo todo y me voy ahora mismo.


Mi abuela estuvo callada por momentos, como pensando qué debía hacer yo- No. Deja que te explique un poco por encima y luego te vas a ir a buscar a una amiga mía que vive a las afueras de Chicago. Ella es más joven que yo y podrá prepararte.


-Yaya, por favor, explícate. ¿Estoy en peligro?


-No lo sé exactamente. ¿Recuerdas que te expliqué como murió tu madre?


-Si. Un vampiro trató de convertirla estando embarazada de mí casi a punto de dar a luz. Su cuerpo no reaccionó bien y provocó un parto prematuro que la mató- por eso los odio tanto y no entiendo cómo podía sentirme tan atraída por uno que había visto un par de veces.- ¿Y?


-Tu madre era una wicca bastante poderosa, su especialidad era el contacto con los espíritus y era la mejor en ese campo. El vampiro que la mató la secuestró tras una reunión wiccan. La cogió desprevenida y no pudo defenderse, quería convertirla para que estuviese bajo su influencia y utilizar su poder a su favor, con el bono añadido de que al estar embaradaza tendría otra wicca más que controlar cuando nacieses. He tratado de ocultarte a los ojos de los vampiros utilizando el amuleto que te di. Ellos no podían detectar el poder que reside en tu sangre mientras lo llevases puesto.


-Yaya, sabes que yo no tengo ningún poder. No veo espíritus, ni levito cosas ni nada de eso que siempre me cuentas de tus amigas.


-He mantenido encerrado tu poder también. El golpe que trató de darte ese vampiro hizo que el amuleto se activase para defenderte y dejó fluir tu poder hacia tí. La luz que lo despidió hacia atrás la provocaste tú para defenderte. Los tatuajes que dices que han aparecido son ellos advirtiendo sobre que están activos. El símbolo de tu pecho es la cruz de Ankh, símbolo del conocimiento cósmico, la vida y el renacimiento. Te ayudará en la sanación y quizás incluso en la adivinación. En el brazo derecho llevas impreso un Pentalfa, te ayudará en tu protección y te surtirá de energía. Tu brazo izquierdo posee el símbolo del Ojo de Horus, por lo que has heredado el don de tu madre, los espíritus serán tus aliados.


Estaba consternada con tanta información que había recibido en unos pocos minutos. Mi abuela me contó cómo murió mi madre cuando tenía ocho años, pero nunca me dijo el por qué exactamente había sucedido. Por aquél entonces le pregunté por mi padre y me dijo que me abandonó, culpándome de que ella muriese por estar embarazada de mí y no soportar el ataque al tener divididas sus energías en mantenerme viva. Para rematar la situación me dijo que creía que mis ojos rojos eran una “donación” genética de “mi padre vampiro adoptivo”. No estaba segura, pero al contarle yo que Dinescu había tratado de hipnotizarme y no lo había conseguido, pensó que quizás se debía a que tenía sangre vampira en mi cuerpo.
La ira por saber que quizás yo era parte en monstruo me atrapó, y comencé a soltar toda clase de maldiciones y palabrotas que se me iban ocurriendo. Mi abuela no me había sentido nunca pronunciarlas, siempre había tratado de cuidarme delante de ella, pero me dejó para que me descargara hasta quedarme jadeante. Estaba también enfadada porque me había mantenido en la ignorancia todo este tiempo, pensando que mis ojos estaban deformes por la forma en que acabé naciendo. No podía ser cierto, yo no tenía sed de sangre y tampoco me afectaba el sol, pero según ella sí podía ser ya que a mí no era a la que estaban tratando de convertir.


Yaya me dijo que debía ponerme en contacto con su amiga lo antes posible, que ella iba a llamarla para que supiese que iba a ir, y después de darme la dirección se despidió dandome toda clase de bendiciones.


Tenía ganas de romper algo, de desatarme con lo primero que pasase por delante mío. Para gastar coraje me fui al gimnasio y quemé todo lo que pude entre las pesas, la cinta de correr, el banco de abdominales y el saco de boxeo. No sé cuanto tiempo estuve allí, pero cuando el timbre de la pùerta sonó y paré, las piernas y los brazos me temblaban del esfuerzo. El reloj marcaba las seis, me había pasado cuatro horas sin parar en el gimnasio. Me limpié el sudor en una toalla y la coloqué en mi nuca en tanto iba a abrir la puerta.
Era el sargento Donovan, vestido totalmente en cuero negro, con un hermoso cabello bien cuidado, suelto bajo un pañuelo atado en la cabeza y con una bolsa en la mano que me tendió mientras me sonreía. Vestido con ropas que no fuesen del trabajo, mejoraba cantidad. Podría decir que estaba muy bueno.


-¿Puedo pasar?- dijo tras cruzar el umbral.