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Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

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Gracias!

miércoles, 27 de octubre de 2010

Regalitos atrasados...

Ultimamente me considero la vaga oficial de Blogger XD. Tenía pendiente unos regalitos de Angy sin recoger.
También tengo atrasado un premio de Zeta y no voy a postponerlo más. Sorry chicas. Muchas gracias a las dos. Besitos.




1- Agradecer el premio a quien te lo dio: Nuevamente, gracias Zeta.
2- Dárselo a cinco blogs que te hagan soñar:
Sweet Poison
Pam
Luu
Breakway


P.D.: A las que me tenéis esperando por vuestro nuevo cap: espero que esto os anime a escribir una capi nuevo jejejeje

lunes, 25 de octubre de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capitulo 20: Una salida estupenda.... hasta el final

Donovan estaba esperándome en el recibidor tal y como me había dicho Adam. Estaba vestido con unos simples vaqueros, un polo azul marino y una sudadera de cremallera entreabierta en gris oscuro. Su pelo recogido hacia atrás únicamente en la parte superior le daba un aire arreglado pero informal muy cómodo y me alegré porque la vestimenta que yo había escogido no desentonaba.

-Hola, ¿lista para partir?

Revisé que todo lo que podría necesitar estuviese metido en la bandolera que había escogido como bolso. Cuando me cercioré, asentí y lo seguí al exterior de la mansión mientras me colocaba las gafas de sol translúcidas que solía ponerme para ocultar a los demàs el rojo de mis ojos. Esperaba que hubiese venido con la motocicleta. En lugar de eso esta vez conducía una camioneta, una pickup en color negro con embellecedores cromados muy nuevecita. El interior de la camioneta era muy amplio, me hacía sentirme más pequeña aún si cabía ya que el simple hecho de estar junto a él hacía que lo pareciese. Me sentí un poco en blanco una vez que nos encaminamos hacia el edificio policial y no se me ocurría tema de conversación, sobre todo desde que me había dado cuenta de que él miraba hacia mí de vez en cuando y disimulaba cambiando la música de la radio que había junto a una emisora policial instalada en el coche. Fue Donovan quien rompió el silencio que se había impuesto en el interior del vehículo tras unos minutos.

-¿Cómo llevas tu reportaje? Media semana da para escribir mucho.

-Psst- chasqueé- Dinescu me ha tenido todo el tiempo de acá para allá y he escrito sólo un par de ratos antes de dormir. Al final me veré metiéndome prisa la última noche antes de entregarlo en redacción para acabarlo.

-Bueno, Constantin tiene muchos lugares en propiedad, no me extraña que no te haya dado lugar de nada.

-No te creas, se supone que lo que escribiré tiene que ver con él, con su persona, no con las propiedades que tiene. Él contesta a todo lo que le pregunto sin problemas. El problema lo estoy teniendo yo con todo lo que me está pasando. Mucho tiempo perdido y todavía no sé exactamente qué poder es el que tengo ni tampoco para qué me sirve.

-Roma no se hizo en un día, así que debes tener paciencia. Si quieres podemos ir luego a ver a mi tía y cuéntale todo lo nuevo que te haya pasado, quizás pueda darte una respuesta mejor que la otra vez.

-No te lo tomes a mal, pero cuando vi la otra vez a tu tía no es que me revelara mucho sobre como manejar esto, hasta ahora he tenido un par de regresiones que tampoco me han servido de mucho y poco más.

-No te desmerezcas, tu “magia” por llamarlo de alguna manera está ayudándome a descubrir quién cometió los asesinatos. Ten por seguro que eres especial, por lo menos para mí.

La temperatura de la pickup había subido de repente a mi entender, era porque me estaba sonrojando. Miré tras la ventanilla de la puerta para que Donovan no lo notase. La fama de tipa dura que tanto me había costado crear podía verse resentida si alguien notaba que soy capaz de avergonzarme al sentir elogios hacia mi persona. Por suerte para mí la pickup bajó al subsuelo para estacionar en el parking policial tras verificar en la entrada que era el sargento quien entraba. Donovan tenía plaza en la primera subplanta, donde el resto de policias que no son polis rasos, lo deduje que los carteles colgados sobre cada plaza indicando a quien pertenecía. A cinco plazas de donde estábamos se encontraba la plaza de aparcamiento del capitán Baker. Hoy estaba vacía. Miré por la planta y vi algunos policias entrando o saliendo de sus coches. La poli siempre está en movimiento.

Había abierto la puerta e iba a bajarme cuando noté la mano de Donovan puesta en mi brazo mientras me llamaba por mi nombre. Miré hacia él extrañada- ¿Qué ocurre?

-Sólo quería comentarte. Sé que la otra vez que viniste no dijiste nada, pero no caí en la cuenta de avisarte. Aquí no sabe nadie de mi condición were, ni tampoco saben de la doctora Maxwell. Hay unos cuantos policías más que son también weres y queremos mantenerlo en secreto hasta que salga la nueva ley que el senado está pendiente de aprobar. Esa ley permitirá que tengamos al fin los mismos derechos que los demás. Sólo quería pedirte que mantengas mi secreto a salvo.

Hoy me debía de haber levantado espesa de mente porque no lo entendía- ¿Pero por qué tanto secreto si ya hay algunas cosas aprobadas y se ha reconocido que hay gente como tú?, hace ya un tiempo que salió a la luz.

-Salimos a la luz pública por culpa de los vampiros y eso es algo que no olvidamos, créeme. Los vampiros hablaron de su existencia cuando peligró su supervivencia. En un mundo como el actual en el que todo está tan informatizado y hay tantos avances tecnológicos era muy difícil que la gente no acabara dándose cuenta de todo lo que ellos hacen para alimentarse y sobrevivir. Ahora mismo roban en un banco de sangre o muerden a alguien y en unos minutos la información está en la red y buscan a los culpables. La gente hubiese atado cabos y llegarían a la conclusión de que algo diferente existe y amenaza con destruirlos, y ya sabes lo que ocurre cuando surge el pánico en masa, habría habido cazas descontroladas en el planeta entero. Los vampiros hablaron de nuestra existencia como si fuésemos ganado que se puede usar tanto para una alimentación extra o como para decir que somos sus lacayaos y eso no es verdad, no todos nos mantenemos bajo las órdenes de nadie.

Estaba empezando a entender por qué los were despotrican tanto hacia los vampiros, a nadie le gusta que lo traten como si fuesen un muñeco manipulable.- No te preocupes que no diré nada. De todos modos, hoy no está el capitán Baker para que le moleste que venga a ayudar.

-Por eso insistí en venir hoy. Baker está en una reunión de altos cargos en Detroit y no vendrá hasta mañana por la tarde. Imagínate qué podría pensar él si llega a enterarse que trabaja con weres, nos pondría de patitas en la calle y mandaría revisar todos los casos que hayamos cubierto desde que entré en la policía. Al no reconocer la ley nuestros derechos por completo muchos de los delincuentes que atrapamos quedarían en libertad y la doctora Maxwell perdería su doctorado y las pruebas que haya manipulado en los casos serían nulas.

-Conclusión: Baker es un hijo de puta anti-weres. No me extrañaría que perteneciese a la liga anti-sobrenatural.

-A mí tampoco me extrañaría, pero no tengo pruebas de eso.

Sin darse cuenta Donovan había estado acercánse a mí mientras hablaba susurrando por temor a que alguien nos escuchase. De repente, los dos éramos conscientes de la cercanía del otro y nos quedamos mirándonos. A corta distancia era un hombre más atractivo aún, tenía una mandíbula muy masculina y sus ojos eran más brillosos. No me había dado cuenta hasta ahora de lo carnosos y sugerentes que eran sus labios, los envidiaría hasta la propia Angelina Jolie. Donovan se quedó callado a la vez que yo lo miraba fijamente a los labios. Poco a poco fuimos acortando la ya de por sí pequeña distancia que había entre nosotros, él soltó mi brazo para poner su mano en mi cuello y acercarme. Automáticamente comencé a cerrar los párpados en espera de lo que ya me imaginaba que iba a pasar. En verdad me apetecía esto, pero cuando la emisora policial se encendió y la voz de un compañero suyo- un tal Dyckson- preguntaba si ya estabamos dentro del edificio echamos para atrás los dos en un sobresalto.

Como si se hubiese reseteado y recordado a qué habiamos venido se frotó en la nuca, se enderezó la coleta y me miró con una pequeña sonrisa medio avergonzada- Creo que será mejor que vayamos adentro o Dyckson enviará a alguien a buscarnos.

Nos quedamos en la planta baja. Por lo visto, las personas que yo iba a ver habían sido recluidas en una celda provisional para que yo comprobase sus tatuajes y como mucho podían retenerlos allí setenta y dos horas sin presentar cargos. Eran doce hombres con antecedentes, así que Donovan me dijo que si quería podía verificar los tatuajes a través de las fotografías que tenían en los expedientes.
Entramos a una sala cerrada parecida a la de los interrogatorios de las pelis para que nadie nos molestase. Matthew salió un momento después de indicarme que me sentara en la silla más cómoda y me trajo un café y bollería junto a los expedientes.

El aroma a café recién hecho me envolvió. Pegué un sorbo y sonreí- Vosotros sí que sabéis tomar un buen café, está delicioso.

-¡oh que va! Hoy el café está bueno porque le tocaba a Dyckson traer un paquete nuevo. Dyckson y a mí nos gusta la misma marca, cien por cien café de Colombia comprado en una tienda de especialidades a dos manzanas de aquí. Si por ejemplo hubiese sido Starker quién tuviese que traer un paquete nuevo no habría querido ni intentar ofrecértelo.

-¿Tan malo es?

-Pues fíjate que se lo ofrecemos a los detenidos y les decimos: O confiesas o te bebes esto. La mayoría confiesa.

Me dió la risa floja- Recuérdame cuando coincidamos con ese tal Starker de que me lo presentes, no sea que alguna vez tenga que venir a algo y me gustaría saber quién es para no aceptar una taza de su parte por si las moscas.

-Lo tendré en cuenta.

Tras unas cuantas bromas más a costa de ese agente nos centramos en los expedientes. Miré cada fotografía con paciencia mientras recordaba con minunciosidad todos los detalles del tatuaje que había visto yo.Todos los tatuajes eran de aves con garras, excepto uno de un colibrí sobre una rama de cerezo en flor. No me imagino qué tipo de delincuente puede llevar un tatuaje tan femenino en un brazo tan peludo como el que había en la fotografía. Miré a Donovan con una ceja levantada.

-¿Este de aquí lo habéis puesto para comprobar si de verdad vi el tatuaje? Un colibrí no tiene las enormes garras que describí.

-Les dije a mis hombres que buscábamos tatuajes de aves y ellos se limitaron a buscar en los archivos delincuentes que tuviesen un tatuaje de ave en un brazo. Todos los expedientes que ves aquí coinciden además con a estatura aproximada que dijiste.

-Pues siento decepcionarte pero ninguno de estos es el que yo vi. Estos tatuajes son meros garabatos infantiles comparados con la maestría y el arte del dibujo que vi. El tatuaje parecía tener vida de lo detallado que era. Casi se podía distinguir la mierda de debajo de las garras. Si quisiese hacerme uno, de seguro me gustaría que lo hiciese el artista que hizo ese.

Donovan miró hacia arriba y puso los ojos en blanco- A veces me olvido de lo bruta que puedes ser hablando. Con lo bonita que había sido la conversación hasta ahora...

Yo me encogí de hombros. Lo único que trataba era de hacerle entender hasta qué punto me impactó la maestría de aquella imagen. Mi yaya me pagó clases de defensa y se olvidó de apuntarme también a lenguaje y modales.
Salimos que aquella habitación y le comenté a Matthew que mientras él llevaba de regreso los expedientes a archivos yo iba a llamar a mi abuela aprovechando que me había acordado de ella. Yaya me cogió la llamada enseguida y la puse al día sobre mi trabajo evitando confesar que con quien estaba trabajando era el maestro vampiro de la ciudad. Mi yaya hubiese puesto el grito en el cielo y habría venido en el primer tren con destino a Chicago para darnos un azote a mí y una estaca para él. Curiosamente le sentó bien saber que estaba ayudando a Donovan con un crimen usando mis poderes. Abue se despidió de mí diciéndome que dejase a Matthew ayudarme si surgían problemas y que confase en mi poder, que saldría a flote justo cuando más lo necesitase.
Donovan apareció justo cuando yo colgaba. La mañana se había ido completamente mientras había mirado expedientes y el reloj de la pared marcaba las dos de la tarde. Mi estómago rugió un poco.

-Creo que es hora de comer ¿no crees?- me dijo mientras a él también le rugía.- Te llevaré al bar donde sirven el mejor asado del mundo, después del de mi madre, por supuesto.

-Ja ja, eso lo dices porque no has probado el de mi abuela, pura cocina tradicional.

Seguimos caminando hacia la salida dando elogios cada uno a su cocinera favorita. Durante el trayecto Donovan me presentó a algunos de los agentes que estaban por las oficinas incluido el agente Dyckson, el oficial que había hablado con él por la emisora. Por desgracia todavía no le podía poner rostro a ese tal Starker, -estaba metido en una redada junto a los de narcóticos- así que por ahora del único agente que aceptaría una taza sería de Matt.
Donovan condujo hasta Englewood, a la calle 51. Buscó aparcamiento para la camioneta y me condujo hasta un bar ubicado en el sótano de un edificio. Para entrar tenías que hacerlo por unas pequeñas escaleras en un callejón lateral del edificio. No había carteles que indicaran su ubicación, se podría decir que si alguien no te lo mostraba, nadie se daría cuenta de que el bar estaba allí.
El local te hacía recordar las pequeñas cabañas que se construyen en los bosques, estaba todo forrado en madera y había múltiples trofeos de caza colgados por las paredes. Había una zona de bancos en color rojo para sentarte a comer, una zona de mesas redondas apara cuando sólo quieres tomarte una bebida y una pequeña tarima junto a los aseos por si te apetece bailar. A un lado de la tarima me hizo gracia ver una máquina de música, el aspecto exterior era una copia exacta de las máquinas antiguas que cargaban discos de vinilo, pero en realidad era digital y la música muy actual.
Nos sentamos en uno de los últimos bancos y esperamos a que vinieran a tomarnos nota. El ambiente estaba un poco cargado y mis pentalfas hormiguearon. En seguida comprendí de que el local estaba repleto de weres. Mirase a donde mirase veía pequeñas nebulosas decolores envolviendo a la gente que a su vez me miraba a mí. Uno de los hombres apontocados en la barra caminó hacia nosotros. Era el que tenía la nebulosa más visible. Sin querer puse mi mano sobre una de mis muñecas donde llevaba los cuchillos y Donovan se dio cuenta.

-Hola Matthew- dijo en un tono seco. Seguidamente giró su rostro hacia mí, elevó la barbilla y olfateó el aire- ¿Qué hace esta mujer aquí? No es de los nuestros y sabes que aquí no puede entrar todo el mundo.

Donovan le miró serio- Sabes que quienes no pueden entrar aquí son los vampiros nada más. Ella es amiga mía y si viene conmigo tiene todo el derecho de entrar. No es la primera vez que entran aquí humanos.

-Ya sabes que pasó cuando uno de los novatos se transformó sin poder evitarlo. Suerte que estábamos aquí unos cuantos jaguares para sujetarlo.

-Eso fue un caso aislado justo cuando recién sabían de nuestra existencia. Te repito, es amiga mía y por tanto de los were-panther, tiene que ser bien recibida aquí. Ahora si no te importa deja que venga Alisha a tomarnos nota.

El cretino estaba empeñado en buscar bronca y en vez de marcharse apontocó las manos sobre la mesa para tratar de acercarse intimidante al rostro de Donovan. Sin pensar en lo que hacía puse mi mano sobre una de sus muñecas para frenar la posible discusión y del pentalfa que llevaba tatuado en el pecho me salió un destello que recorrió toda mi brazo izquierdo hasta llegar a él por donde lo estaba tocando. Fue algo así como cuando mi amuleto destelló sobre Bernie Prescot solo que de menor potencia. El tipo echó para atrás extrañado y me rugió. Su brazo comenzó a llenarse de motitas negras y sus ojos iban cambiando a amarillos.

-¿Qué ha sido eso?

-Eso ha sido solo un intento de suavizar las cosas. Como has comprobado yo tampoco soy normal- dije mientras dejaba asomar mis ojos por encima de las gafas y tratando de disimular que no sabía cómo lo habia hecho- así que creo que puedo también entrar ¿no? Soy wicca o algo así.

Poco a poco el tipo fue recuperando su aspecto normal aunque todavía su pecho subía y bajaba a más velocidad de la habitual. Miró hacia atrás a los demás en el bar y al final giró de nuevo hacia Matthew- Está bien Donovan, pero vigila tú lo que hace aquí, serás responsable si hace algo.

Se marchó y todo volvió a la normalidad en el local. La música que había sido detenida sonó de nuevo y las conversaciones que habían sido dejadas a medias para observar fueron retomadas.

-No tenías que haberte preocupado, él siempre actúa así desde que pasó eso que dijo, pero en el fondo es solo un bocazas.

-En realidad no sé cómo pasó, sólo sé que quería que no siguiese echándose hacia delante para provocarte y ocurrió. Sé que podrías manejar la situación, si no no serías buen poli en tu trabajo. También te digo que desde que vine a Chicago nada en mi vida es normal.

Por fin la camarera llamada Alisha vino a tomarnos nota con una media sonrisa. Al cabo de quince minutos tenía delante de mí un jugoso asado, una gran fuente de patatas fritas y una suculenta ensalada. Donovan y yo conversamos entre bocado y bocado. En muchas de las cosas que nos gustaban coincidíamos y en otras tantas discrepábamos. La conversación siguió tras la comida y a la hora del café llegaron unos cuantos amigos de él. Todos eran were-panthers, actuaron muy cómodos y simpáticos junto a mí como si perteneciese al grupo de toda la vida. Las chicas decidieron retar a los chicos a una partida de billar y las partidas fueron sucediéndose hasta que pedimos hamburguesas para la cena. Nunca había estado tanto tiempo en un local y pasándonmelo fenomenal.
A las once de la noche mi cuerpo estaba ya cansado por lo poco que había dormido la noche anterior. Donovan se dio cuenta y me preguntó si quería irme a lo que yo asentí. Me despedí de los were-panther prometiendo repetir otro día y montamos en la pickup.
Se me hizo más corto el trayecto de regreso a la mansión de Dinescu. Ya en la puerta le dije a Donovan que a otro día partía con Constantin a Indiana para el juicio vampiro de Bernie Prescot.

-Es una pena, quería preguntarte si podíamos repetir mañana por la tarde la salida después de que hubiese terminado de trabajar, pero esta vez sin mis amigos. Tenemos muchos gustos en común.

Bajó un poco la cabeza buscando terminar lo que empezamos en el parking. Aunque seguía apeteciéndome ser besada quería ser justa con él porque también sabía que me sentía atraída por Constantin, así que apoyé una mano en su pecho para detenerlo- Matt, no me parece justo empezar algo justo cuando voy a estar unos días fuera.

-¿Es que tienes algo con Dinescu y por eso me rechazas?

Su pregunta me dejó perpeja- Ahora mismo estoy hecha un lío. Llevo poco tiempo aquí y quiero tener las cosas claras antes de salir con nadie. Tampoco es que nos hayamos visto muchas veces para saber si realmente estamos conectados, casi siempre ha estado Constantin de por medio.

Donovan se puso serio- Eso no es lo que te he preguntado.

-No, pero es cierto que todas las veces que nos habíamos estado viendo hasta ahora han sido por asuntos relacionados con él. En todo el tiempo que llevo en Chicago llevo más tiempo relacionándome con él que con mi amiga Mina, aún viviendo con ella. No te voy a negar que tiene algo que atrae y que hacia tí siento lo mismo. Lo que pido es un poco de tiempo para comprobar si somos compatibles.

A razón de su celera pensaba que iba a montar una escenita. En lugar de eso se dedicó a mirarme mientras frotaba los rizos de mi pelo y pasados unos minutos habló.

-Prométeme al menos que te pensarás lo que te he dicho y si al final quieres que nos conozcamos mejor me llamarás cuando estés lista. Si al final decides tener algo con Constantin aquí tendrás un amigo. Prometí a tu abuela y a mi tía que cuidaría de tí.

Me dio un casto beso en la mejilla y se encaminó hacia su pickup. Yo llamé al timbre de la puerta y al momento Elliot estaba abriéndome todo sorprendido. Donovan arrancó el motor y yo no me sentí valiente para esperar verlo marchar con la camioneta. Me metí a prisa dentro de la mansión y subí directamente hacia mi dormitorio pensando en lo que me había dicho.

viernes, 22 de octubre de 2010

La Danse des Vampires: Capitulo 1

La casa está hoy muy tranquila, para variar. Ningún ruido de tacones recorriendo los pasillos, nadie recitando un trozo de guión… ni siquiera sonaba la orquesta ensayando la música para el espectáculo del fin de semana.
Para aquellos que no sepáis de qué estoy hablando dejadme explicaros: soy una vampira reciente que reside junto a los otros vampiros del clan en una mansión gigantesca donde trabajamos como actores en un maravilloso espectáculo. Fue idea de Antoine, nuestro jefe, y es la mejor manera de obtener nuestro “alimento sin levantar sospechas”, puesto que nadie sabe de nuestra existencia.
El espectáculo se llama “Le Theatre des Vampires” y la gente que viene a vernos piensan que nuestros colmillos son parte del vestuario.”Ilusos, los pobrecitos piensan que vienen sólo a pasar un buen rato y no a darnos de comer”, suele decir Veronique de nuestros espectadores. Veronique es la otra dirigente de nuestro clan. Es un poco frívola para mi gusto y trata siempre de demostrar dureza y racionalidad en todo lo que hace, pero en el fondo se preocupa mucho por el bienestar de todos los miembros de la familia.

Volviendo a lo que estaba, se me hace muy raro no escuchar jaleo. Mi novio vampiro Dominique tampoco está por aquí y tengo hambre. Como tengo sólo dos años desde mi conversión necesito mucho más tiempo de sueño que los demás y como poco. Dominique debe de haberse levantado temprano y no me he enterado, ¡maldito sueño de novata!
Me encanta despertarme y encontrar que él se ha quedado esperando sentado en el borde de la cama a que yo abra mis ojos para darme un bonito beso de buenos días con sus labios ardientes… Se nota que lo echo de menos ¿verdad? Quizás podría probar a conectarme con él telepáticamente y saber donde está. Por norma dejo que sea él el que contacte conmigo porque todavía no lo manejo muy bien y me da dolor de cabeza. Cuando llevo cinco minutos probando a llamarlo y comienzan los primeros pinchazos en mis sienes resoplo, me froto con las yemas de los dedos y al final acabo llamándolo a través del teléfono móvil.
Pensándolo bien creo que voy a pasar de trucos mentales y cogeré el teléfono.

“Biiip, biiiip”-Bonjour mon chère, ¿ya estás levantada ?

La dulce voz afrancesada de Dominique hace que el vello de mis brazos se ponga de punta y me recorra un cosquilleo de arriba a abajo, no lo puedo evitar- Quizás sería mejor decir buenas tardes,- miro el reloj de la mesita para cerciorarme de la hora- pasan cuatro horas del mediodía. Tengo nuevo record, me he levantado casi una hora antes.

-Oui, eso es bueno, vas adaptándote poco a poco.

-¿Dónde estás?

-En el sótano. Antoine salió temprano a hacer una diligencia y me encargó que probara una nueva fórmula para el protector solar. Ahora mismo estaba vertiendo un poco de glicerol extra en la mezcla. El último protector que teníamos dejaba la piel un poco reseca y tirante y con la dosis extra que le estoy poniendo debería solucionarse el problema. ¿Qué opinas?

-No sé… tú eres el que sabe de química y componentes, no yo.

Me soltó una risita suave- Si me hubieses dejado enseñarte lo que sé de química podrías estar ayudándome aquí abajo con la fórmula. Ya sabes, más tiempo juntos…y todo eso.

-Sabes que suspendía química en el insti, todos tus esfuerzos por enseñarme serían en vano. Además, desde que tuve que dejar de estudiar por culpa del sueño no me apetece coger ningún libro y empezar de nuevo a estudiar. Por lo menos hasta que consiga dominarlo no podría.

-Pues entonces no te volveré a insistir hasta que hayas conseguido levantarte más temprano. ¿Necesitas algo más?

-Bueno…- titubeé, seguramente en esos momentos estaba poniéndome colorada como un tomate. Llevaba algo más de dos años con él y todavía me daba vergüenza pedirle algo- la verdad es que sí. Tengo hambre y ya sabes que…

La línea quedó muerta. A los tres segundos de aquello tocaron a la puerta. Corrí a abrir sabiendo quién estaba tras la puerta. Dominique estaba apontocado en el umbral, con un pie cruzado sobre el otro y desabrochándose los dos primeros botones de una ajustada camisa blanca que llevaba sobre unos vaqueros desgastados.

-Servicio de habitaciones, ¿la señorita ha pedido desayuno? – me dice coqueteando.

No se cómo se las apaña, pero se ponga lo que se ponga todo le queda bien. Desde la primera vez que lo vi me encantó su precioso pelo negro como el ébano. Lo llevaba largo hasta la cintura, pero por mi culpa se lo tuvo que cortar y ahora luce un corte de pelo masculino algo más largo de lo normal, como si llevase un par de meses o tres sin recortarlo. Digo que fue por mi culpa porque una vez, estando los dos juntitos en plan romántico, tuve la idea de pedirle una cita a la luz de las velas. Cuando regresábamos al dormitorio para descansar al amanecer, Dominique me sorprendió llenando toda la habitación de velas. Literalmente, los muebles y el suelo estaban llenos de velas encendidas, únicamente había dejado un pequeño pasillo desde la puerta hasta la cama sin nada que entorpeciera. Algunas de las velas estaban puestas en cuencos con aceites aromáticos por lo que el ambiente era propicio para un encuentro de lo más sensual. Pero claro, tuve que llegar yo con mi patosa manaza en el momento más excitante y derramar algo de aceite caliente sobre la cama. Dominique dio un salto hacia atrás para no mancharse y lo que consiguió fue que su pelo prendiera. Suerte de que había un extintor oculto bajo la cama para evitar lo peor, los vampiros ardemos fácilmente en cuestión de segundos. Desde entonces odio ver encendida hasta la chimenea en pleno invierno por mucho que tenga un cristal protector para las chispas que puedan saltar.

En fin, estaba hablando de que Dominique estaba esperándome en el umbral con una magnífica sonrisa picante y desabrochando algún que otro botón… Había llegado mi hora de comer.

Por norma general los vampiros bebemos sangre humana pero yo no puedo, ni siquiera puedo pensar en tomar sangre embolsada traída del hospital. La única vez que lo conseguí fue cuando me llegó la primera hambre. Estaba bañándome en casa y como si mi madre supiese lo que iba a pasar me trajo una botella llena. Mis instintos florecieron y de ese momento sólo recuerdo coger la botella y al siguiente segundo la deposité en el suelo completamente vacía.
La siguiente vez volvieron a traerme una botella llena. El hambre no era ya tan fuerte y acerqué el envase a mi boca con recelo. El aroma me ayudó a no pensarlo y me decidí a tragar. A los pocos instantes comencé a toser y la garganta me ardía. Escupí todo lo que pude y traté de explicar qué me pasaba: la sangre sabía a ajo, seguramente el donante que la dio había comido algo cargado de ajo antes de sacársela. Lo mismo nos pasa con la cebolla y con cualquier alimento que tenga un sabor demasiado fuerte como el ajo y por eso no me he atrevido a tomarla de nuevo.
Estaba debilitándome por días y la única solución que Antoine encontró para mi problema era que debía de alimentarme de un vampiro en vez de un humano porque así la sangre estaría tratada y no notaría sabor alguno. Dominique gruñó al hecho de que Antoine dijera que me alimentara de un vampiro en vez de “aliméntate de tu novio” pero no le di importancia, los celos en su justa medida son buenos.

Dominique por fin dejó su cuello a la vista y tras mi sonrisa se decidió a entrar en nuestro dormitorio, una preciosa habitación de época Luis XVI con algunos toques añadidos por mí después de mudarme a ella. No sé cómo nos la apañamos pero siempre que viene a alimentarme el acto se vuelve de lo más sexual y acabamos liados. Habrá que aprovechar la ocasión, que en un par de horas viene Tara a verme.

domingo, 17 de octubre de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo, Capitulo 19: Escapada de la Mansión

Subí directamente a mi habitación y aunque todavía estaba húmeda y arrugada en manos y pies por el tiempo que había estado en la piscina, me metí en la ducha. Manejé los grifos para dejar el agua lo suficientemente fría-pero-no-tanto como para quitarme la mala sensación que recorría mi espalda tras el forcejeo y cuando me sentí lo bastante reconfortada como para salir de allí me tiré en plano sobre la cama sin quitarme las toallas.
La noche transcurrió lentamente en mi dormitorio. Todavía no había podido conciliar el sueño por culpa de Constantin, por comportarse de la manera que lo hizo tras el incidente con Margot. La pequeña cantidad de humanidad que según él todavía moraba en su interior salió a flote con la mirada que me concedió, cuando le rogué porque salvara a aquella idiota. Sus preciosos ojos grises me habían conmovido cuando pude ver a través de ellos la preocupación latente por mi, por el temor que tuve a ser arrestada por matar a una persona. Curiosamente ese temor no lo tuve cuando tuve que matar a uno de los secuaces de Bernie Prescot. Ella quería quitarme del medio por celos y lo de los secuaces de Bernie fue puro instinto de supervivencia.
Era ya casi el amanecer y todavía me parecía sentir el toque de sus labios en mi piel. Me sentí sola tras su marcha, necesitada de su toque y de su mirada cándida. Aquello me planteó de verdad la duda de si en realidad había algo en mí que se sentía atraído por él sin remedio.

-¡Imposible!- me dije a mí misma un par de veces en voz alta, como para convencerme de que así era mientras frotaba la zona justo por encima de mis nudillos, la zona que él había besado.- Soy una mujer racional, no creo en el amor a primera vista. Como mucho admitiría atracción sexual, pero lo negaría ante un jurado y con una mano puesta en una vieja Biblia.

Tocaron a la puerta- Señorita Evelynn, ¿está bien?

Era Elliot, como siempre en el momento justo.- Si gracias, solo murmuraba una maldición porque me he tropezado, pero no me he lastimado mucho, no se preocupe.-Mentí.

-Está bien señorita, pero ya sabe que si necesita algo, sólo debe llamarme. El señor Dinescu me dijo que me ocupara de todas sus necesidades.

-Lo sé Elliot, estoy segura de ello, muchas gracias de todos modos.- cuando sentí sus pasos ya lejanos me volví a acostar en la cama, esta vez sin toallas ni pijama.- Será mejor que procure no hablar en alto, o tendré a Elliot cada dos por tres en la puerta esperando.- Y me giré para dormir.

Como me había ido a dormir en mitad de la noche y no al amanecer como los otros días, me desperté a las nueve y cuarto de la mañana. No se podía decir que había madrugado, pero quizás fuese por la pelea que había tenido que mi cuerpo no quería seguir en la cama, dolía como una perra por la zona lumbar.
Me estaba desperezando con los pies apoyados en el suelo cuando mi teléfono cobró vida con Lenny Kravitz, parecía estar sincronizado con mi mente para que cuando yo despertase sonara.

Miré la pantalla: era Matthew Donovan.- Hola gatito,- dije para bromear- ¿se te ha ocurrido pensar que quizás con lo de estar trabajando en casa de Dinescu podía ser que a estas horas estuviese dormida?

Soltó una risita antes de hablarme- Hola brujilla.La verdad es que en otras circunstancias lo hubiera pensado, pero sé que te fuiste a dormir pronto como una niña buena y posiblemente no tardaste mucho en caer en brazos de Morfeo por el agotamiento.

Me dejó pasmada porque supiese algo de lo que pasó anoche. Tardé un poco en reaccionar pero la necesidad de saber y la periodista en mí salieron a flote- ¿Cómo demonios puedes tú saber de eso, Donovan?

-Bueno... Quizás yo también tenga algo de wicca como mi tía y por eso lo sé... quizás es solo suerte que atiné...

Me olí por sus titubeos que se había dado cuenta de que había dicho más de lo debido.- A otro perro con ese hueso, tú no podías saber eso así como así. Lo que me ocurrió fue en la propia mansión de Constantin. Seguramente tienes a alguien trabajando aquí ¿verdad?

-Déjalo Sherlock, no te voy a explicar mis fuentes. Confórmate con saber que estoy al tanto y velo por tu seguridad. Si las cosas pasaron tal y como sé no tendrías que haberte preocupado, actuaste en defensa propia. Pero ahora Margot te la debe, gracias a tí ha conseguido lo que quería.

-No quiero que esa idiota me deba nada y no me apetece acordarme de ella ahora mismo. Ya que no quieres contarme sobre cómo te enteras de las cosas, por lo menos céntrate en decirme por qué me has llamado.

-¡Ah, si!, lo siento. Tengo un par de tipos que más o menos encajan con los datos que me diste del asesino del hotel y quería que vinieras al edificio policial para verificar si alguno de ellos es él.

-De acuerdo, dame un poco de tiempo y voy para allá.

-Si quieres te recojo. Hoy en realidad libro pero por acompañarte a verificarlo no me importa ir de nuevo a comisaría un rato. Además, me debes una copa, ¿recuerdas?

Me salió la risita tonta- No creo que a estas horas a tí y a mí nos siente bien una copa, es temprano.

-Quien dice una copa dice una comida o un paseo... algo.

-Está bien, pero esta vez llevo yo mi coche.-La línea se quedó muerta por unos segundos- Matt, ¿estás ahí? ¿He dicho algo malo?

-¡No, no! No es eso. Eve, ¿te acuerdas más o menos de la altura que tengo? No creo que yo pueda ir muy cómodo en tu Beetle, prefiero llevar yo el vehículo.

Me llevé la mano a la frente para darme un golpecito por no haber caído en eso. Donovan mide más o menos metro noventa y dos y parece un armario con las puertas abiertas de lo musculoso que está. Asentí tontamente mientras le decía que estaba conforme con que él me llevase y me despedí hasta más tarde.
Donovan era el tipo de hombre que le gusta vestir cómodo fuera del trabajo, así que agradecida por poder ir vestida informal como a mí me gusta saqué unos vaqueros elásticos del armario, un jersey violeta de discreto escote en v y mis deportivas favoritas. En cinco minutos estaba preparada para montar en la moto y mi estómago rugió de hambre. Miré mi pelo en el espejo e hice lo que pude para domar los rizos, cogí una parka por si hacía frío en el exterior y salí del dormitorio rumbo a la cocina.

La claridad del día llenaba cada espacio posible en el pasillo y las escaleras, era extraño por el hecho de que era la primera vez que podía contemplar el edificio a la luz del sol. El mármol blanco de las escaleras relucía con más brillo y blancura que nunca y la madera de la baranda parecía estar teñida de un barniz más intenso. Lo que más calmada me tenía era el hecho de saber que no podía estar merodeando por allí ni un puñetero vampiro. Es cierto que estaba comenzando a sentir algo de simpatía con ellos por el trato que me había dado Constantin hasta ahora, pero tengo muy claro que ni el más bueno es bueno del todo, ni el más malo es malo completamente. Mi yaya me había criado cultivando un odio total hacia ellos y estaba empezando a creer que era excesivo llevar todo ese odio acumulado a todos los vampiros en vez de dedicarlo exclusivamente al culpable de mi condición.
Cuando pensé en mi yaya hice nota mental de llamarla después del desayuno, debía de estar preocupada por mí por no haberla contactado aunque estoy segura de que ella no me llamará y preferirá que lo haga yo.
Bajé las escaleras algo excitada al contemplar toda la decoración y el ir y venir de weres preocupados en sus quehaceres matinales: la limpieza y orden de la mansión. Por primera vez no tuve que concentrarme excesivamente en que mis tatuajes no vibraran al sentir sus auras de poder, era como si mis escudos funcionasen por sí mísmos y me dediqué a observar las esculturas que decoraban la pared en distintos huecos habilitados para ellas. Me parecían más vivas, podía distinguir en sus superf¡ícies hasta el más mínimo rasguño causado por el paso del tiempo, la más ínfima grieta que para cualquier ojo normal sería imperceptible. E incluso percibí un sonido que me recordó al de unas tijeras al cortar. Instintívamente miré hacia la izquierda de los escalones y miré tras el ventanal con las cortinas corridas para divisar a un par de hombres podando rosales en el jardín. Casi se me escapa una maldición por la sorpresa de haber escuchado aquello desde una distancia tan grande y a través de un ventanal.

En la cocina estaban las dos mujeres mayores preparando montones de comidas de gran aporte calórico para los weres. Las saludé amablemente y la mujer más mayor se apresuró a traerme un buen plato de beicon, huevos y salchichas junto a un exquisito café.- Toma querida, estás muy flacucha y debes alimentarte bien.

Me limité a sonreir y después de explicarle por tercera vez desde que estaba en la casa que yo prefería una tostadas o bollería junto a café y zumo de naranja traté de conseguirme yo misma lo que me gustaba. La mujer puso todo su empeño en traérmelo ella misma alegando que era su trabajo y que lo hacía con gusto porque siempre era muy amable y cortés con ellas, apuntilló varias veces con que era la única que agradecía y alababa sin parar todas sus comidas y que no se explicaba cómo podía comer tanto y no engordar ni siquiera un poquito.

Tras mi pequeña batallita con la cocinera entró Cristine bostezando y desperezándose, cogió el mismo plato de beicon y huevos que me había ofrecido la cocinera y se sentó a mi lado.

-Bruenhos driafffss- me dijo con la boca llena, por lo que sonó muy raro.

-Hola Cristine. Pacere que disfrutas de un buen beicon, ¿no?

-Srip. Mmm... Delicioso. Esto mantiene fuera de camino mis instintos carnívoros de tigre controlados, así no me como a ningún humano. Es bueno porque tú y yo tenemos que salir de compras.

La miré con los ojos como platos y Cristine me miró muy seria como preguntándose qué podá haberme dicho para que me quedase tan parada. Tras unos segundos no pu8do contener más tiempo la risa y se desternilló a carcajadas- ¡Es broma!

-¿Lo de ir de compras?- dije yo sarcásticamente.

-¡No tonta! Lo de que necesito controlar mis ansias de comer carne humana. Quería ver qué cara ponías y no me has defraudado.

-Tú verás... estaba pensando en mantener la correa de mis cuchillos abierta siempre que vaya contigo por si necesito mantener yo misma tus instintos a raya.

Cristine puso las palmas de su mano hacia mí para tranquilizarme, pero seguía riendo a mi costa-Tranquila, vayas a hacerme pupita por una broma, jeje Ya en serio, nos vamos de compras. Constantin me encargó que te llevase de compras, a por ropa nueva.

-¿Le pasa algo a la que tengo? Sólo estoy aquí para una semana y me visto con lo que me apetezca, le guste o no a “tu señor”.- Lo de su señor lo remarqué para darle a entender que yo no pertenecía al servicio de Dinescu y para mostrarle enfado.

-Creo que estás necesitando que te dé la mano de nuevo para apaciguarte, eso parece que funciona en tí, por lo menos así fue anoche. En estos tres día que llevo conociéndote me había dado cuenta de que eres una mujer independiente y con carácter; y no me has entendido y te has enfadado.- como ya me había avisado de lo que iba a hacer se atrevió a tocar mi brazo con cuidado y una gran cantidad de paz me envolvió, el enfado se fue al garete en dos segundos. Cuando comprobó que ya no estaba enojada me explicó- La ropa que Constantin quiere que te compre es para cuando partáis mañana hacia Indiana. Ya sabes que allí habrá un montón de maestros vampiros y también estará Kareemah, la Riaht de Estados Unidos. Kareemah es conocida sobre todo por gustarle la opulencia, le gusta que todo a su alrededor seo ostentoso, caro y magnífico, por lo que siempre monta alguna fiesta allá donde va para mostrar todas su riquezas y poder. Mi señor como tú lo llamas quiere regalarte algunas ropas para el viaje para que luzcas, según sus propias palabras, como la mujer más elegante del mundo. Y por supuesto todos los gastos corren a cargo de él.

Miré con una ceja incrédula y alzada a Cristine- Dinescu no quiere que luzca así, lo que quiere es una “mujer florero” con poderes para exhibir. Si quiere llevar un adorno colgado del brazo para mostrar, que se lleve a Margot, que de seguro estará lista mañana por la noche para el evento.

Cristine se rió por la comparacfión y negaba con la cabeza- Tú también odias a esa perra como yo, pero de todos modos, aunque no quisieras ir a esas fiestas tienes que ir a Indiana como testigo para el juicio de Bernie Prescot, y encima tendrías que aguantar a Margot. ¿Qué prefieres, ir tú sola y llevar puesto algún bonito vestido de firma o ir con la perra y aguantar sus gilipolleces mientras el vestido lo luce ella?

-En ese plan prefiero ir sin ella, aunque me tienta la idea de que me provoque y pueda estacarla esta vez. Convertida en vampira me costaría menos darle lo suyo y ya sabes que todavía la ley no está bien regulada y se protege más al humano que al vampiro.

-¡Pues ya está decidido, nos vamos de compras!- me dijo dando saltitos de alegría.

Alcé mi mano mostrándole la palma para detener su frenesí-No corras tanto, tigresa. Hoy no puede ser. Lo podemos hacer mañana por la mañana ya que hoy no veré a Constantin. Hay tiempo de sobra.

-Es mejor hoy que hay más tiempo. ¿O es que tienes algo planeado?

-Más o menos, -dije tras terminar el último sorbo de mi café- Tengo una doble cita.

La boca de Cristine formó una O gigantesca- ¿Estás saliendo con dos chicos? Constantin no me dijo nada sobre eso.

Tal y como yo sospechaba por su forma de hablar, Cristine era una buena chica, pero era también el perrito faldero de Dinescu y de seguro le iba a contar sobre todo lo que yo haría durante el día.- No es eso. Lo que digo es que he quedado con alguien para un asunto, y luego ese alguien me va a invitar a comer. Si hoy no puedo quedar con Dinescu para seguir con el reportaje no estoy obligada a quedarme aquí y puedo hacer con mi tiempo lo que me dé la gana. Cuando vuelva hablamos sobre lo de salir de compras. Hasta luego.

Iba a hacer una salida triunfal y dejar el momento en suspense para que no supiesen que en realidad mi acompañanrte era Donovan, pero en ese momento llegó Adam muy sonriente- Evelynn, Donovan acaba de llegar y te está esperando en el recibidor.

¡Perfecto! Adam acababa de desvelar quien era y había mandado mi intriga a la mierda... Le mandé una mirada entrecerrada que él no supo interpretar y caminé hacia fuera. Cristine me cogiío suavemente por el antebrazo y me giré para esperar por sus palabras.

-Sabes que a Constantin esto no le va a hacer mucha gracia, ¿verdad? Él está tratando de cortejarte.

Que alguien me diga qué puedo hacer y qué no me joroba siempre que quien lo diga no sea mi abuela, así que le espeté -Me importa un carajo lo que él piense, no le pertenezco y considero a Donovan mi amigo. Si no te importa me largo que me están esperando- Y la dejé con un palmo de narices en la puerta de la cocina.

martes, 12 de octubre de 2010

De nuevo en la blogsfera...

!!!!HOLA A TODAS¡¡¡¡
Por fin estoy de regreso en la blogsfera, como bien dice la entrada. Regresé a casa el viernes por la tarde-noche, pero necesitaba unos días para habituarme a los cambios en casa y para arreglar lo que ha sucedido en esta semana que he estado fuera, asuntos familiares.
Por fin tengo a mi peque conmigo, he tenido un problemilla con la cámara de fotos y hasta que no lo arregle no podré enseñaros alguna foto de mis niñas pero prometo que las subiré en cuanto las tenga.
Por lo demás, decir que al final fue operación, una cesárea rápida que me tiene K.O. pero que no podrá conmigo jeje.
Sólo me queda decir que voy a ponerme a escribir el capi siguiente. No creo que pueda acabarlo hoy porque la peque pide de comer a cada hora o dos, es una tragoncilla jeje pero en cuanto lo tenga lo cuelgo. Luego quizás comience La Danse des Vampires y os cuelgue el primer capi.
No es que tenga las pilas puestas al cien por cien, pero he tenido toda una semana para imaginar los siguientes capis y creo que dejé a Evelynn y a Dinescu en un momento delicado.
No me enrrollo más que si no no escribo el cap y además debo contestar a las chicas que me escribieron en el chat. Gracias a todas por pasaros y a las nuevas seguidoras espero seguir enganchándoos

Muchos besitos y abrazos XOXOXOXOXO