Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

sábado, 26 de marzo de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 31: La familia Donovan

Elwood no me pareció que quedara muy lejos pese a que necesité un par de horas para llegar por aquel camino tan estrecho y lleno de hoyos. La calle principal estaba bien iluminada por numerosas farolas de estilo anticuado y pintura envejecida, señal de que habían visto tiempos mejores. Pese a todo funcionaban de maravilla. La buena iluminación nos ayudaría para ver si alguien se acercaba a nosotros desde lejos pero a la vez nos hacía un blanco muy visible. Miré hacia Donovan para comprobar como seguía y tras verificar que estaba dormido me adentré con cautela aminorando la marcha. Alabé su esfuerzo para no quejarse por el dolor durante el trayecto aunque su cara me había estado diciendo lo contrario. Le había hecho un torniquete en la pierna con un trozo de tela de la manga desgarrada de mi jersey y parecía estar aguantando bien sujeto. Casi terminando de atravesar aquella zona caí en la cuenta de que yo no sabía donde vivía la doctora Maxwell, esa misma noche había sabido que ella vivía en Elwood.
El brazo donde Donovan me había marcado todavía me escocía bastante pese a estar cicatrizando. Donde antes estuve desgarrada ahora había nueva piel rosada que con suerte estaría casi bien en un día. Me arañó y mordió en el mismo sitio con lo que esa zona estaba entumecida cuando el dolor cesó, lo extraño era que cada vez que me lo miraba mientras había conducido se me asemejaba más a una figura felina, como una pantera. Curiosamente el mismo tipo de animal con el que él estaba relacionado. Miré hacia todos lados buscando algún negocio que estuviese abierto a esas horas de la madrugada pero claro, era imposible. Solo puedes ver bares o moteles abiertos las veinticuatro horas en carreteras principales, nunca en un pueblo. Pasó por mi mente la idea de comprobar si allí podrían tener algún prostíbulo. Ningún pueblo o ciudad se libra de tener un sitio así. Al final lo deseché, primero porque meterme en un sitio así no podría darme nada más que problemas al ser una chica, segundo porque dudo que la doctora visitase lugares como ese y tercero pero no por ello menos importante, no iba a dejar solo a Donovan en el coche esperándome sin protección en su estado. Además, si se despertase sin saber donde estoy es capaz de salir a buscarme pensando en que me hayan raptado. Al final conduje directamente hacia la casa de los padres de Matthew esperando no asustarlos demasiado cuando me vieran aparecer con su hijo en esas condiciones.
Llegando al final de la avenida Missisipi avisté la casa de los Donovan, con sus lindas cortinas floreadas asomando por las ventanas principales. No había luces encendidas ni nada que indicara si alguien estaba levantado. Apagué el motor del coche y comprobé de nuevo como estaba él mientras era renuente a llamar a una casa a esas horas. Su frente estaba cubierta de fino sudor y tiritaba ligeramente. Puse mi mano en su frente y la tenía hirviendo con fiebre muy alta. Eso me preocupó y me hizo decidirme para ir a llamar a la puerta.
Salí suavemente fijándome en el exterior por si alguien nos había seguido. El viento soplaba recio y traté de taparme el cuello todo lo que pude con mi jersey para evitar resfriarme. Cuando estuve satisfecha de no haber sido seguida subí los escalones hasta el porche. La madera crujió levemente y me asusté pensando en que al final nos había encontrado. -¡Dios! Si sigo así me va a dar un infarto… Tranquilízate Eve, aquí solo hay weres… creo.- Toqué en el timbre y esperé paciente hasta ver si me habían escuchado llamar mientras tiritaba por el frío.
No tardó mucho en encenderse una luz lejana visible tras la cristalera de colores en la parte superior de la puerta. Por el rabillo del ojo noté cómo la cortina floreada se movía levemente como si alguien estuviese espiándome desde allí. Una voz profunda tras la puerta preguntó sin abrir- ¿Quién es?
-Buenas noches. Soy Evelynn Tunner, nieta de Rose Tunner, siento molestarlo pero necesito que me ayude a encontrar a la doctora Maxwell porque…
-¡Dios mío Clhaus, Matt está en ese coche y presiento que algo anda mal! ¡Abre!- debía ser la madre de Donovan la que estaba mirándome desde la ventana.
La puerta se abrió rápidamente y un hombre algo mayor pero bien fornido y en pijama pasó delante de mí sin ni siquiera mirarme directo hacia el coche. Era el padre de Donovan, cuando lo vi creí que era una versión mayor de él por lo mucho que se parecían excepto en el color del pelo. El de Clhaus es oscuro casi como ébano y bastante canoso por los lados. En apenas unos segundos apareció por la entrada de la casa un muchacho joven también bastante alto y parecido a ellos llevando sólo unos pantalones ligeros y tras preguntar a la madre qué pasaba fue a ayudar a traerlo.
Después de que lo introdujesen asomó una mujer mirándome preocupada y me habló muy amablemente pese a los nervios que afloraban en su rostro- Pasa por favor. Estás muy nerviosa. Deja que vea que ellos se ocupen de mi Matt y yo te prepararé una infusión relajante, entonces me contarás qué ha pasado.
-Gracias pero primero debo esconder el coche, por si acaso nos han seguido. No quisiera meterlos en más problemas de los que ya tengo yo.
Sin perder un segundo en mirarme se adentró hacia el fondo diciendo que enviaría a Kane para que metiera el coche en el patio trasero. Quería ir hacia donde hubiesen llevado a Matt pero ella no me dejó. Volvió hacia mí y me llevó hacia la cocina cogiéndome por los hombros tratando de confortarme. Puso una tetera a calentar y colocó unas hierbas en dos coladores para infusiones. Estaba un poco temblorosa quizás debido a haber visto a su hijo herido y mientras hervía el agua se entretuvo en preparar una bandeja con una servilleta, un azucarero, una jarrita de miel, un plato y por último dos tazas con los coladores dentro.
Me dijo que se llamaba Miranda pero que prefería que le dijesen Mindy. Era una mujer de complexión un poco gruesa, entradita en carnes como se suele decir, de cabello castaño rojizo a la altura de los hombros con algunos mechones encanados como único signo de la edad. Era del mismo color que el de Donovan. Su cara era jovial pese a la preocupación. Cuando apagó la tetera se ajustó el cinturón de su mullida bata color granate y tras verter el agua en las tazas trajo todo a la mesa. Mientras ella hacía la infusión traté de explicar quién era e iba a decirle por qué Donovan estaba herido pero ella me detuvo alzando levemente una mano tranquilizadora.
-Siéntate por favor y tómate esto, entrarás en calor y tranquilidad enseguida. Solo cuando hayas terminado tu taza me contarás que le pasó a mi Matt.
Siendo adicta al café hubiese preferido tomarme uno pero no iba a ser desagradecida. Yo no era la que estaba nerviosa allí. Supongo que ella quería tener compañía mientras se tranquilizaba y conseguía saber qué había pasado. Le di las gracias y vertí algo de miel en mi taza. Cuando creí que ya estaría derretida y se habría enfriado lo suficiente tomé un trago. Sabía muy bien y fue reconfortante. Mi abuela tiene sembrado en su jardín un montón de este tipo de plantas así que más o menos supe de qué estaba hecha la infusión: valeriana, melisa, hipérico y como nota resaltante en mi paladar degusté flor de azahar al final del trago. Era una mezcla de hierbas espectacular para relajar. Miranda comenzó a beber de su taza y fue cuando me decidí a explicarme, por supuesto obvié las partes en las que tendría que explicar el personal interés del maestro de la ciudad y de su hijo sobre mí porque me sentía incómoda hablando sobre eso con alguien a quien acababa de conocer. Ni siquiera a Tina la había puesto al corriente de esto. Pensar en ella me hizo recordar que no me había vuelto a poner en contacto con ella y que lo haría por la mañana en cuanto tuviese lugar, por ahora quería estar pendiente de Donovan.
Pese a haber dado numerosos sorbos pequeños a mi infusión terminé de contar mi historia a la vez que soltaba la taza encima de la bandeja. Miranda me había escuchado pacientemente desde mi explicación sobre que conocí a Constantin mientras cubría una noticia y que quiso que le hiciera un reportaje, cómo conocí a Donovan y así hasta llegar a nuestro encuentro con los were en el garaje. Ahí fue cuando la percibí un poco tensa al saber cómo Matthew se enfrentó a ellos y yo casi lo atropello en la huida.
-Mi Matt siempre tan impulsivo… - dijo ella pensativa- por eso quiso hacerse policía, siempre ha creído en la justicia y el deber con los demás. Sé que mi hermana le dijo que te cuidase y me alegro, vete a saber qué hubiese pasado contigo si no hubiese aparecido allí.
-O sea, que por tu culpa mi hijo está así de herido. -Miranda y yo nos volvimos hacia la entrada de la cocina. Clhaus estaba en el umbral de brazos cruzados y con la mirada entrecerrada, un claro gesto amenazante que indicaba intencionadamente que no le había hecho gracia saber cómo había sido herido por mi culpa. Entró sin apartar la mirada de la mía y se acercó lo suficiente como para que mis pentalfas comenzaran a hormiguear y yo pudiese ver cómo se formaba una nebulosa rojiza a su alrededor.- Te relacionas con vampiros, hueles a vampiro y tus ojos dicen exactamente que puedes ser uno de ellos aunque a la vez… -con la parte externa de sus dedos retiró los trozos desgarrados de mi abrigo y examinó la carne desnuda de mi brazo bajo él. Sus ojos se abrieron enormemente cuando comprobó el zarpazo y la mordida que creaba la ilusoria imagen de una pantera- Mindy, no lo puedo creer, ¡Matthew la marcó!
Miranda abrió los ojos con sorpresa y se acercó hasta mi brazo para verlo- ¡Es imposible! Ella no es un vampiro exactamente, Enrietta me explicó lo que creía que le pasó pero tampoco podría haberla marcado, no es una de nosotros.
Siguieron haciendo suposiciones sobre cómo podía estar marcada y yo me incomodé tras unos largos minutos.- Por favor, ¿podrían dejar de hablar de mí como si no estuviese? Yo tampoco sé por qué exactamente lo hizo o como lo consiguió si según ustedes no se puede marcar a nadie que no sea were, pero ahora mismo lo único que me gustaría saber es con qué fue intoxicado su hijo. Créame señor Donovan, si hubiese tenido la intención de dañarlo podría haberlo atacado cuando veníamos hacia aquí.
-¿Y quién dice que no fuiste tú? Creo que mejor te quedas aquí. Llamaré a un par de panthers para que te vigilen hasta que curemos a Matt. Si él dice que pasó exactamente lo que has dicho te dejaré pasar a verlo. Si no coincide, entonces haremos una reunión por la mañana con el resto de las familias y determinaremos qué hacer contigo.-Automáticamente cogió un teléfono y marcó para dar aviso a los were que me iban a vigilar.
Miranda iba a protestar pero una mirada estrecha de su marido hizo que ni lo intentase. Suspiró y se fue hacia la puerta de entrada- Creo que iré a llamar a Enrietta, ella sabrá que decir sobre Evelynn.
Al abrir la puerta casi se chocó con la doctora Maxwell que recién llegaba acompañada de Kane. Llevaba el pelo suelto y algo despeinado, los ojos ligeramente hinchados e iba vestida como si hubiese cogido lo primero que tuvo a mano. La habían despertado para traerla. Cruzó un saludo con Miranda y tras saber donde estaba Matt entró hasta el dormitorio con Kane que portaba su maletín de medicina.
Los were-panther llegaron a la vez que lo hizo Miranda con Enrietta y Nathan, el marido de esta. Clhaus miró con desaprobación hacia él- ¿Qué haces aquí Nathan?
-Intentando poner un poquito de sesera y justicia aquí Clhaus. Siempre estás pensando en conspiraciones, deslealtades y engaños a tu alrededor. Ella es inocente, Enrietta y yo respondemos por ella en nuestra amistad con su abuela.
-¿Y es mentira que no ha habido deslealtades aquí? La tuya concretamente cuando quisiste sacarme del liderazgo de los panthers.
-No remuevas más las cosas, sabes que lo hice porque casi te cargas nuestra comunidad con esas intrigas tuyas diciendo que todos éramos sospechosos de los asesinatos del ochenta y tres. Desde que encontramos a los culpables yo no he vuelto a insinuar nada. Han pasado muchos años y todavía no logras perdonarme por pensar en el bienestar de la comunidad.
-¡Insinuaste que me había vuelto loco!
Las nebulosas rojas iban en crescendo a cada frase dicha a pleno pulmón. Si continuaban así pronto todos nos ahogaríamos consumidos por la fuerza de sus poderes were-¡Ya está bien los dos, estoy harta de vuestros egos heridos! Dejad eso de una vez y atendamos lo que está pasando aquí- dijo Enrietta furiosa. Su nebulosa pese a ser pequeña brilló de rabia- Te dije que respondemos por ella así que la dejarás libre de sospecha alguna. Y es solo mitad vampiro aunque no fue su culpa.
Hasta ese momento la cocina había parecido una pista de tenis con todos los presentes mirando de un lado a otro de la mesa conforme Clhaus y Nathan exponían sus inconvenientes del otro, pero desde que Enrietta había soltado esa bomba todas las miradas estaban sobre mí. Quería ser tan pequeña como una mosca y poder evitar sus miradas. Eran miradas de incredulidad, de espanto o de sorpresa. Hasta ahora no había sabido cómo definirme a mi misma para encajar en algún tipo palabra que pudiese definir qué tipo de espécimen soy pero Enrietta si las encontró. Explicó a Clhaus como mi sangre estaba inundada por genes vampiros antes de nacer y también comentó que desde que me había visto la primera vez llevaba indagando en libros antiguos para encontrar una respuesta convincente. Ella pensaba que quizás a causa de esos genes era por lo que había podido ser marcada, porque el vampiro que ayudó a mi transformación podría tener afinidad con los were-panther.
-¿Entonces ella qué es?- preguntó Kane cuando regresaba con la doctora.
-La hermana blanca de Blade- le respondí yo con sarcasmo.
Kane echó la cabeza hacia atrás y se rió a carcajadas. Después arrimó sin miedo una silla del revés hasta donde estaba yo y se sentó a horcajadas- Esa estuvo bien, pero ahora en serio, ¿qué eres tú?
-La Riath de los vampiros me dijo lo mismo que Dinescu, dice que soy un Mediador. Añadió “un vampiro que camina al sol” antes de que escapáramos.
-También estuve investigando sobre eso en mis libros antiguos, concretamente en uno que guardaba en una urna de cristal para que no se desintegrara por lo antiguo que es. Tuve que manejarlo con pinzas quirúrgicas y guantes además de usar luz ultravioleta como única fuente de iluminación. Los mediadores fue una raza extinguida que se dedicaban a mantener la paz entre las distintas razas, ya fuesen vampiros, licántropos, nigromantes, magos o humanos. Eran temidos y respetados por todos y nacía uno cada vez que se avecinaban conflictos entre razas que pudiesen desequilibrar el biosistemas. Era algo así como un Ejecutor de Leyes Sobrenaturales. En su sangre estaban mezclados todos los genes de las distintas razas con lo que tenía todas sus características y virtudes.- me señaló- Ella es parte humana, parte vampira, tiene los poderes nigromantes de su padre biológico y los poderes Wicca de su madre. Ahora también tiene poder Were a través de la marca de Matt, estoy segura al cien por cien de que es una Mediadora, un Ejecutor. Por eso Kareemath te llamó vampiro que camina al sol, porque pese a portar genética vampira el sol no te afecta.
-Kareemah dijo que tuvo uno hace mucho tiempo pero que era completamente humana y no mencionó nada de otros genes diferentes. Era su amante.
-¿Podría ser que ella supiese exactamente en qué podría convertirse y para evitarlo la mantuvo cerca con el fin de no dejarla evolucionar? -Pensó Kane.
Enrietta le miró entusiasmada- Dios Kane, me sorprendiste con esa teoría. Pensé que solo te interesaban las cosas típicas de tu adolescencia como la música y salir holgazaneando de las responsabilidades, creo que puedes llevar razón.
-¡Hey, no soy sólo una cara bonita y un lindo trasero!- dijo sonriente.
-No creo que decirte que eres un vago que solo se preocupa de la fiesta sea exactamente un cumplido, ¿no?- le dije por lo bajo a Kane.
Me guiñó un ojo- Créeme si te digo que con haber hecho caso a mi teoría me siento más que satisfecho. Los padres nunca escuchan cuando decimos algo inteligente mientras somos adolescentes.
-Bueno, historias aparte os comentaré lo que encontré cuando revisé a Matt.- a Maxwell le pareció ridícula la teoría sobre mí- La bala que recibió en su pierna quedó alojada muy cerca de la arteria principal pero gracias a Dios no llegó a tocarla por lo que no es mortal al cien por cien. Lo sorprendente en este caso es con qué esta fabricada la bala en su interior: plata líquida mezclada con trozos de pirita que al impactar rompe en mil pedazos tratando de integrarse en el torrente sanguíneo. Los cortes internos que puede producir la pirita en nuestro organismo provocan que el trabajo de cicatrización sea veinte veces más lento con lo que la perdida de sangre es mayor llegando al desangramiento total en cuestión de unas horas. He inyectado una solución imantada en las venas para tratar de arrastrar los trozos de pirita hacia la pierna. Es lo único que puedo hacer sin arriesgarme a cometer un error fatídico por lo que ahora depende de lo fuerte que sea Matt para aguantar hasta limpiarse.
-¿Podemos pasar ya a verlo?- preguntó Miranda.
-Si aunque está sedado para que no le duela. Solo intentad que no se mueva de ahí hasta que mañana pase a revisarlo.
Dieron las gracias a la doctora y sin perder un segundo entraron a verlo. Los were que había llamado Clhaus no sabían qué hacer porque realmente no habían recibido la orden de vigilarme y Kane estaba curioseando por mi reciente marca en el brazo. Maxwell colocó las tijeras que llevaba en la mano dentro del maletín y dirigió su mirada hacia lo que estaba haciendo Kane. Su dura mirada hizo que supiese que me había ganado una nueva enemiga, como siempre sin haber hecho nada para ello.
Me dio un dedo acusador.- Te conté sobre mi interés por Matt, me aseguraste que no te interesaba y ¿ahora vuelves con su marca? En nuestra comunidad nosotras los escogemos y él era para mí, perra…
Kane se rió- Dona, hasta yo con mis pocos diecinueve años sé que para que podáis escoger primero tienen que hacer una propuesta. Matthew nunca te dijo nada sobre emparejarse contigo así que técnicamente tu reclamo no tiene nada de valor.
-¡Pero tampoco me rechazó!- una lágrima se escapó de su ojo derecho y rápidamente la quito con un pulgar. Se volvió para que no pudiésemos verla así y se alejó para dirigirse al exterior- Kane, llévame de vuelta a mi casa, sabes que vine en tu coche.
Se levantó de la silla y cogió una chaqueta para abrigarse, se despidió de mí y cerraron la puerta al salir. Quería ir a ver a Matt pero llegaron justo cuando me levanté. Enrietta ofreció su casa para que pasara el resto de la noche allí y volver por la mañana para verlo.
La habitación de huéspedes era muy acogedora con el color verde predominando sobre los demás. Enrietta me dejó un camisón para dormir y algo de ropa suya para poder vestirme decentemente por la mañana y tras mostrarme el baño me deseó buenas noches y me dejó sola para que pudiese asearme. Veinticinco minutos después estaba embutida en la cama con un par de mantas sobre mí. El amanecer estaba casi completo.
Di un montón de vueltas pero el cansancio hizo presencia y caí en un profundo sueño terrorífico fomentado por mi preocupación latente por cómo estarían Donovan y Constantin. Sentía como si ellos a su vez estuviesen pensando en mí.
A las diez de la mañana me desperté. No estaba completamente repuesta porque tres horas de sueño no eran gran cosa pero por lo menos no me encontraba tan tensa como la noche anterior. Me embutí dentro de los pantalones de cintura elástica y el holgado jersey de Enrietta y fui a desayunar a la cocina. Enrietta estaba preparando un ungüento para Matt y Nathan cortaba leña para el fogón en el exterior. Mantuvimos una ligera conversación sobre lo ocurrido ayer porque más o menos sabía ya casi todo y dijo de acompañarme para ver a su sobrino.
Dos minutos más tarde habíamos tocado el timbre de la casa de Clhaus y estábamos entrando al salón de cortinas floreadas.

domingo, 20 de marzo de 2011

Para aquellas que me preguntaron...

Hoy quería informaros de que he creado una nueva página en el blog para que sea más accesible para todas el poder descargar las historias completas sin tener que repasar todos los archivos. La página como podéis comprobar se encuentra al lado de inicio en la parte superior del blog. Espero animaros a ello.
Recordáis que os pregunté si queríais que pusiese de nuevo en descarga "Jugando a Morder"? Pues bueno, al final lo he vuelto a subir y espero que les guste a todas aquellas que me dijeron que querían leerlo. La primera vez que lo puse aquí tuvo más de 250 descargas en muy poco tiempo. No significa que no siga intentando hacerme un hueco en el mundo editorial, solo que me gustaría complaceros ;)
Y como siempre, pido comentarios sobre el tema.
Besitos para todas!!!

domingo, 6 de marzo de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 30: Como en una Pelicula

No creí que llegaríamos a la salida, pero allí estábamos. Gracias al cielo Matthew había dejado los tres vehículos en los que habían venido en la entrada. Me introdujo rápidamente en un Hammer negro de cristales opacos y salimos a toda velocidad de allí. No estoy segura de si todos los policías que lo habían acompañado estaban con nosotros en el resto de vehículos porque la adrenalina manaba de mis venas a torrentes por la tensión del momento y me era difícil pensar en los demás cuando estaba pensando en cómo salir de allí yo misma. Además estaba sobrecargada por el desgaste, no había sabido hasta ese momento lo difícil que es mantenerse alerta cuando has utilizado una gran cantidad de poder que aún no sabes como viene ni como se maneja.
-¿Estás bien? ¿Estás herida?
Giré rápidamente mi cabeza hacia Donovan- ¡Qué!- me había sobresaltado.- No, no tengo nada, solo que ahora mismo estoy digiriendo lo que ha pasado.
Matt me miró entonces- Te ves algo pálida, pero no noto ninguna herida en ti. Bien.
Estábamos casi llegando al final del camino que nos alejaba de la mansión y del cementerio. En ese momento el hammer pasó por un gran agujero en el camino y rebotamos. La cabeza me dio vueltas- ¿Quieres hacer el favor de no mirarme y concentrarte en conducir? No tengo ganas de dar con mis sesos en el techo del coche.
-Me tenías preocupado. No has dicho nada desde que hablaste con Kareemah y huimos.- miró rápidamente por los retrovisores ojeando al resto de vehículos.- los chicos vienen detrás, voy a enviarles pos caminos distintos para despistar. Se ven algunos vehículos en lo alto del camino y eso quiere decir que salen a buscarnos.
Dejé que hablara con los polis a través de la emisora. Envió a cada uno de ellos a un sitio distinto mediante palabras en clave que yo no conocía y dijo que “llevaba al compañero herido al hospital”. Supongo que se refería a mí y trataba de que no supiesen nuestra ruta si interceptaban el mensaje. Miré un momento hacia atrás y me horrorizó comprobar cuantas luces estaban encendidas en la entrada de la mansión. Había dieciocho al menos, a dos por vehículo daba un resultado de nueve coches, quizás más si me había equivocado.- ¿No crees que estás excediéndote en ser precavido?
-No conoces a los vampiros realmente, son peor que una mafia cuando deciden hacer algo. Tienen la más alta tecnología que puedas imaginar, aunque quieran recordar como eran sus viejos tiempos mediante vestuario o decoración. Saben perfectamente lo beneficioso que es disponer de los medios más avanzados para su seguridad y sus planes.
Me molesté un poco- No, no sé como son, pero no creo que haya que ponerlos a todos en el mismo saco. Tiene que haber de todo, como pasa con nosotros los humanos. Además no soy nada especial para armar tanto alboroto. Ni siquiera entiendo cómo decidiste aparecer por allí sabiendo que no tienes juridiscción.
-Ya te dije que ellos aprecian la sangre wicca. Tiene que ser algo más. Aquí tengo unos cuantos amigos que me deben favores y decidí pedir su ayuda. Por mi parte sabes que le prometí a tu abuela que cuidaría de ti, y además me debes una salida, sin vampiros, ni cadáveres ni nada que tenga que ver con mi trabajo.- sonrió picaronamente sin apartar la mirada de la via.
Me hizo sonreír a mí también.- No pierdes una oportunidad para preguntar, ¿eh? Bueno, ¿tienes algo en mente? Yo me decantaría por una salida a una pizzería… o mejor a una pastelería. Deberías saber que esta chica se pierde por todo lo que sea comida o lleve azúcar. Soy dulceinómana.
-Entonces tengo que enseñarte una cafetería que hace todo lo que tú quieres. Está en la misma calle donde vivo y la regenta un were. Allí encontrarás un estupendo café a cualquier hora, el mejor estofado de buey del mundo, pasteles variados, palomitas dulces y por la noche, pizzas y tacos con un extra de queso derretido ligeramente tostado que no puedes dejar de comer.
Casi babeo igual que Homer Simpson hace en su serie de dibujos.- ¡Dios, entonces realmente existe el paraíso! Realmente tú y yo deberíamos tener una cita así, con todo ese extra de queso a nuestro alrededor.
Estábamos adentrándonos en Indianápolis. Creí que conduciría directamente hacia Chicago, pero él era el que manejaba y sabría mejor que yo sobre despistarlos. Había girado bruscamente en dos ocasiones y al llegar a una gran calle de doble sentido y con dos carriles para cada lado aminoró la velocidad hasta adaptarla al resto de vehículos.-Tengo la esperanza aunque…-debió pensarse mejor lo que iba a decir porque no continuó. Su cara estaba seria igual que cuando estaba de servicio. Se introdujo en un aparcamiento subterráneo y estacionó.- Vamos. Tenemos que cambiar de coche. Ellos saben que conducía uno de estos.
Llevaba una camiseta oscura ceñida y pantalones cargo en el mismo tono. Los músculos de los brazos se habían tensado lo suficiente como para casi reventar la camiseta. Su mano derecha estaba sobre su pistolera bajo el brazo, preparado por si tenía que sacarla y disparar. Con su mano izquierda cargaba una enorme bolsa de deporte. Ya no estaba hablándome como Matthew Donovan, si no como el sargento Donovan, todo profesional y peligroso. Me bajé del Hammer y él comenzó a caminar hacia una hilera de coches. Yo no me moví de al lado de la puerta.- Matt, ¿la esperanza de qué? Vamos, no puedes dejarme a medio saber, de repente volviste a ser el tipo duro.
Negó con la cabeza -Ahora no hay tiempo de pensar en eso, no debí hacer un comentario sobre una cita. Lo primero es tu seguridad y llevarte Chicago.
-¡Y una mierda Matt, no es justo! Estoy harta de que todo el mundo me diga haz esto o lo otro y que quieran dirigir mi vida. Se suponía que estábamos teniendo un pequeño respiro en el Hammer, nada que no fuera hablar de ti y de mí. Ahora mismo acabamos de estar en un infierno y no me apetece volver a tensarme. Realmente estaba disfrutando de no pensar en nada que tenga que ver con colmilludos.- realmente no deseaba volver al infierno de mi realidad.
Donovan suspiró con exasperación y se volvió a mí- Es culpa mía, estaba pensando en voz alta. Me perdí entre mis pensamientos y eso no puede pasar, debo estar alerta hasta que salgamos de aquí. Además no sé como explicarte lo que pensaba, me resulta algo embarazoso porque tiene que ver contigo y conmigo…
-¿Algo embarazoso que se supone tiene que ver conmigo?
Asintió.- Y ese es el problema, pensar en ti hace que me olvide de todo lo demás.
Cada vez estaba más confundida y él no terminaba de explicarse. No aguantaba más. -No le des más vueltas, desembucha. Por muy embarazoso que pueda parecer siempre es mejor que quedarse con la duda.
-Tú misma. Cuando me acerqué a ti en aquel salón noté un olor especial. Estoy seguro de que era tu cuerpo.- le arqueé una ceja y crucé mis brazos por debajo de mi pecho esperando alentarlo a continuar. No pensaba decir nada hasta que se hubiese explicado totalmente- Eve, olías a sexo, muy reciente por cierto. Y como siempre Dinescu estaba revoloteando a tu alrededor. La pregunta sobre lo que me imagino que ha pasado está dando vueltas en mi cabeza desde ese momento y no me puedo concentrar. Te pedí una oportunidad para conocernos y creo que Constantin se me ha adelantado, y aún así estoy aquí de nuevo insinuando que podíamos intentarlo. Te marqué con mi poder were cuando lo hizo él porque no estaba dispuesto a renunciar a ti. Con su marca ha creado unos lazos que os unen, sabrá de ti más de lo que imaginas, conocerá tus estados de ánimo, donde te encuentras e incluso estarás más excitada con él cuando lo veas. Yo soy la única barrera que hará que ese lazo sea más suave, pero también estarás más unida a mí emocionalmente.- Pasó su mano nerviosamente por su pelo y sonrió en una mueca- ¿No crees que es de locos todo esto?
Estaba alucinando, tenía que haber mirado otras opciones antes de decidirme por dejar que me marcaran. Pero no había ninguna más. Respiré hondo y le dije- No hay nada que reprochar, Matt. Ahora toca apechugar con lo que pasó. Cuando estaba al lado de Constantin tuve una visión sobre su pasado. Ya he tenido varias. Se podría decir que estaba metida dentro de una mujer con la que él tenía una relación y es como si viviese todo lo que ella vivió. No sé por qué tengo estas visiones ni tampoco cómo frenarlas. Esta última vez ellos dos tuvieron sexo y a veces me sentí ser yo misma, sobre todo cuando Lucien y una tal Natasha vinieron a pelear con nosotros, sus golpes eran muy reales y dolorosos.
-¿Entonces tuviste sexo con él?- preguntó molesto.
-Realmente no lo creo, ese no era mi cuerpo físico, así que diré que no. Solo sentí las mismas emociones que sintió ella. Espero haber aclarado tus dudas aunque yo siga teniendo las mías sobre lo que estoy sintiendo por vosotros dos.
-¡Y un cuerno! , ¿Cómo quieres definir tú eso, sexo tántrico? ¿Espiritual quizás?- realmente estaba enfadado, celoso más bien, paseaba delante de mí inquieto como una pantera enjaulada- Dinescu aprovecha cualquier circunstancia para acercarse a ti y no he podido hacer nada porque aquí la señorita tenía que hacer su trabajo…
-Yo tengo que hacer mi trabajo igual que tú dices que debes cumplir el tuyo, es lo mismo que me has dicho hace un momento, que tenías que concentrarte en llevarme a Chicago- ¡Dios! Esto se parecía cada vez más a una pelea de pareja por celos que a otra cosa.
-No vais a ningún sitio. Kareemah te quiere de vuelta.
Nos giramos a la vez hacia el lugar por donde venía la voz. Cinco weres, dos mujeres y tres hombres, estaban al principio del garaje armados con bates de béisbol, armas y una red. Caminaban despacio hacia nosotros igual que un tigre acechando a su presa. Una neblina roja los envolvía, señal de que estaban alzando su poder. Iba a ser una noche movidita…
Donovan tiró de mí para colocarnos detrás de una columna junto a los coches y soltó la bolsa de deporte en el suelo. Cuando la abrió pude ver un par de chalecos Kevlar y un completo arsenal para defendernos. Me pasó un chaleco y rápidamente se puso el otro tras poner el arma de su pistolera en la parte trasera de su pantalón. Luego me cogió suavemente por los antebrazos y me giró hacia él.- Escúchame. Pasa entre los coches para no ser vista y yo los entretendré. Quiero que cojas un Lexus gris con matrícula de Indiana que hay al final del garaje, las llaves están metidas en una cajita en el interior del paragolpes trasero y quiero que salgas como un infierno de aquí.
-¡Un infierno Donovan! Esto no es una película donde uno de los buenos tiene que sacrificarse para salvar al otro y no me dirijas como si fuese uno de tus polis, ¡nos vamos los dos y punto!
Me calló presionando sus labios contra los míos. Me tomó de improviso y necesité un par de segundos para reaccionar, entonces abrí mi boca para él. Como me imaginaba era todo fuerza y carácter, sabía dulzón, como a frutos del bosque maduros mezclados con algo salvaje y ácido. Puso toda la pasión que tenía en ese beso y casi me faltaba el aliento. Terminó rápido con un pequeño beso sobre mis labios y yo lo miré parpadeando, todavía estaba sorprendida. – Ahora seré capaz de concentrarme sabiendo que me correspondiste. Vete de una vez y pisa a tope el acelerador cuando arranques, si atropellas a alguno por el camino no te encarcelaré por eso.
Me hizo sonreír y no pude pensar en nada para contradecirle. Me puse el Kevlar y fui pasando por entre los coches en cuclillas hasta alcanzar el Lexus. Él sacó un par de armas extra de la mochila y se agachó para disparar hacia los were intentando retrasarlos el mayor tiempo posible. La cajita estaba en el paragolpes tal y como me dijo. Me metí en el coche sin hacer ruido.
Donovan había conseguido disparar a un par de weres en el brazo aunque todos seguían avanzando. Cuando llegaron a donde estaba él la pelea siguió a golpes. Echaron la red sobre él y casi consiguen atraparlo. Yo arranqué el coche y salí con un fuerte acelerón tras sacarlo del estacionamiento. Frente a mí quedaban tres were y Donovan, ninguno de ellos parecía haber advertido que iba hacia ellos. A escasos metros grité para que Donovan se apartase y cerré los ojos un instante mientras noté un fuerte golpe en el capó. Entonces los abrí de nuevo y ya había sobrepasado la pelea. Frené derrapando y giré mi torso para mirar atrás, había jugado a los bolos con ellos, todos estaban en el suelo. Mis ojos lagrimaron pensando en que también lo había atropellado a él.
-¡Vamos Eve, corre!
Gracias al cielo, había saltado encima de una camioneta. Eché hacia atrás el coche y abrí la puerta del acompañante. Donovan entró y nos pusimos de nuevo en marcha. Me concentré en conducir y no mirar hacia él, no quería preocuparme por como habría quedado después de pelear por mi culpa. Ya habría tiempo para eso. Ahora necesitaba estar alerta a cualquiera que se acercase a nosotros demasiado.
No conocía la ciudad ni sus calles. Mi única ayuda era una pequeña brújula incrustada en el salpicadero y las señales de tráfico que indicaban la salida hacia la carretera que conectaba con Illinois. Sólo tenía que seguir conduciendo hacia el noroeste y pronto saldríamos de allí.
Donovan hizo un ligero ruido y entonces me giré para verlo. Tenía algún moretón en la cara, pero el aspecto era como de llevar varios días sanando, suerte de su sangre were. Lo malo vino cuando miré en su pierna, estaba sangrando y no cicatrizaba- ¡Mierda!- dije.
Abrió sus ojos y me miró- No sé qué mierda disparaban pero la pierna me duele a rabiar.- miró hacia la carretera para orientarse sobre a donde íbamos- Tuerce a la derecha en la próxima esquina y saldremos a la zona de granjas. No vayas rápido o te saltarás un pequeño camino muy estrecho que debemos tomar. Es un camino que ya nadie toma y conecta con Illinois en una hora. Cuando veas la placa que avisa de que entramos en el Estado toma la tercera salida rumbo a Elwood. La doctora Maxwell vive allí y necesito que vea mi herida.
-No me hace gracia que quieras que una forense te vea, ¿sabes? Pinta mal al decirlo…
-Ella está en nuestro clan, es nuestra médico allí.
-Está bien, lo que tú digas.- divisé el camino que me había dicho y torcí hacia él.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Saga "La Mediadora", El comienzo Capitulo 29: No es un buen dia para morir

William me hizo un saludo muy militar esperando una orden mía- A tu servicio, mi señora. Cada espectro a treinta kilómetros de aquí sintió tu llamado. Diría que moriríamos por ti, pero no puede ser, ya estamos muertos.- me sonrió divertido por el intento de broma que había hecho.
Las balas de los policías ya resonaban por todo el salón, los primeros rugidos de los were transformándose mientras atacaban o eran atacados estaban latentes a mi alrededor. Los vampiros tomaban posiciones en uno y otro bando. Donovan y Constantin peleaban con sus espaldas cercanas a mí. Yo daba mi primer puñetazo a una were sirvienta de la casa… y William no podía tener otra cosa que decirme en esos momentos…
-¿Quieres hacerme el favor de mover tu transparente culo de ahí y ayudar un poco en vez de bromear? ¡Aquí la cosa está ya a punto de explotar! –le grité con más fuerza de la que quise por la excitación del segundo golpe en la cara de la were.
-¡Ni muerto puede uno ya bromear!- dijo con una sonrisa en su cara- ¡Venga compañeros, esta dama necesita de nuestra ayuda! ¡A mi la guardia!
Como si William fuera el comandante de los espectros, todos obedecieron y comenzaron a atacar a los vampiros, introduciéndose en sus cuerpos para tratar de obligarlos a detenerse. Parecían robots faltos de batería con esos movimientos tan artificiales al tratar de desprenderse de algo que no podían ver.
Me concentré en la mano que trató de alcanzarme cuando sentí gritar mi nombre a Donovan. Había estado tan absorta en lo que hacían los fantasmas que no había visto llegar al vampiro. No iba a durar mucho si seguía sin concentrarme en protegerme. Giré a tiempo mi torso hacia un lado y atrás antes de ver una afilada katana pasar ante mis ojos. El rostro de Lucien era perverso y apretado, como si hubiese puesto todas sus energías en tratar de cortarme en dos. Al girarme hacia atrás mi espalda chocó contra una mesa. Haciendo malabarismos conseguí apoyar las palmas de mis manos y me impulsé con las piernas para girar mi cuerpo hacia atrás en una voltereta y caí de pie al otro lado de la mesa. Las copas que estaban encima cayeron al suelo estallando en mil pedazos y salpicándolo todo de sangre y vino, incluido mi rostro y mis ropas que ya estaban manchadas a causa del zarpazo que me había dado Donovan para marcarme. Lucien me siseó alzando la katana pero no tuvo tiempo de más, Donovan se lanzó hacia él saltando por el aire tratando de dispararle en el costado y Constantin interceptó la katana con la que él llevaba. El movimiento había sido rápido para el ojo humano, pero yo sabía que lo había visto.
-No pienses que vas a salvar a tu nueva puta, pienso quitártela igual que tú hiciste con mi Natasha y hacerte sufrir. Pienso encerrarla para follármela todo lo que quiera, luego beberé de ella y volveré a follarla hasta que reviente, y cuando implore por su vida la drenaré hasta dejarla seca. ¡Luego iré a por ti!- intentó descruzar la hoja de su katana y un pequeño atisbo de dolor se dejó ver en su rostro. Su moderna ropa estaba manchándose de sangre por un costado y olía a carne quemada, Donovan había conseguido herirlo con una bala de plata.
Sin embargo Constantin estaba sereno, como si nunca hubiese estado luchando realmente allí. Las dos veces que lo había visto pelear nunca podía decir eso, que fuera una pelea. Mas que luchar, él bailaba con su enemigo y le hacía llevar el ritmo que él marcaba. Nada estaba fuera de su sitio, ni siquiera su pelo, todo en él era perfecto a excepción de la mancha en su camisa por la pelea anterior a la llegada de Kareemah. Casi me atrevería a decir que ahora parecía más fuerte, nada cansado y apretaba el filo de su hoja contra el de Lucien haciéndolo retirarla de mi rostro con firmeza.
-No es ninguna puta. Lucien, deja en paz a Evelynn, ella no tiene nada que ver con lo que pasa entre nosotros. Es solo entre tú y yo. Deja que él la lleve fuera de esta casa y terminemos con esto de una vez.- el más ínfimo movimiento de su cabeza indicó a Donovan que me alejara de allí.
Donovan me tenía cogida por un brazo y tiraba de mí para alejarme de ellos. Yo era reacia a irme, sabía perfectamente que un vampiro de no más de ciento cincuenta años poco iba a poder hacer frente a uno milenario. Yo podía hacer menos todavía pero me sentiría culpable marchándome sin intentar hacer algo para ayudarlo. Ojeé rápidamente nuestro alrededor sin apenas apartar la mirada de ellos dos y me extrañé. Aquella situación parecía ajena a lo que estaba pasando en el resto de la habitación donde seguían todos peleando unos con otros. Estaba tan concentrada en descifrar que era aquella sensación que tenía que no advertí a Donovan una vez más y me dejé llevar hasta su pecho. Me envolvió con uno de sus enormes y musculosos brazos. Estaba arañado, quizás por haber peleado con alguien o quizás por haberse herido al caer en el lugar donde estaban las copas de cristal rotas cuando disparó a Lucien. El caso es que me había percatado de que nadie más se acercaba a donde nos encontrábamos nosotros. Las peleas se repetían donde mirase, pero si alguna era cercana no nos alcanzaba nunca, por un motivo u otro se derivaban hacia otro lado. Hasta incluso los espectros flotaban a cierta distancia. Llamé a Donovan la atención para que me explicase si a él le parecía que también pasaba eso.
-¿No te da la impresión de que estamos retirados de los demás? Es como si hubiese un muro entre nosotros y el resto de vampiros.
-¿Qué?- me dijo desconcertado.
-Digo que parece que tenemos un muro invisible entre nosotros y el resto de los que están en la habitación. ¿Lo entiendes ahora?
No pude escuchar su opinión. Una fuerte carcajada -algo así como la de alguien que está viendo el mejor espectáculo de humor de su vida y no se puede contener- retumbó en mis oídos igual que si hubiese sido proyectada para que acertara solo en mí. Tapé mis orejas con las palmas de mis manos intentando amortiguar el sufrimiento, parecía que la carcajada la estuviese escuchando justo sobre mi oreja y temía que me reventasen los tímpanos. Miré hacia donde sospechaba que venía la risa. Era Kareemah que había vuelto a sentarse en su trono ajena a todo aquello que estaba pasando. Cuando notó que yo la miraba se relamió los labios y me miró lascivamente mientras cambiaba el cruce en sus piernas por el opuesto.
-¡Oh querida! Te dije que me resultabas divertida, un entretenimiento diferente de lo que he visto en los últimos trescientos años. –Echó su cuerpo hacia delante, como si a pesar de la distancia que nos separaba fuese a contarme un secreto y gesticuló exageradamente al pronunciar una pregunta- ¿De verdad quieres saber por qué nada ni nadie se acerca hasta donde estáis vosotros?
Donovan seguía tirando de mí, esta vez con más fuerza. Sabía que estaba dejandome decidir por mí misma para escapar de allí, de otra manera ya me habría sacado con esa fuerza extra que le daba su sangre were. Yo estaba temblando por dentro. Mi interior profetizaba que era mejor no saber nada más, que no escuchase a Kareemah. Cada vez que había sabido algo nuevo que me concernía algo malo pasaba o más enredada estaba. Yo quería ser tan valiente como mi abuela me había enseñado pero me estaba sintiendo sobrepasada en un ciento por cien.
“Si querida, ¿a que deseas que te lo explique? Basta ya de que nadie termine de explicarte nada. Yo te lo puedo mostrar…”
Sí, quizás ella pusiese explicarme… Estaba segura de que Kareemah estaba tratando de utilizar su glamour en mí. Estaba usando su mente para hacerme preguntas y haciéndome vacilar sobre lo que me convenía. Pero ella no sabía que el glamour no sirve conmigo ni yo tampoco hasta ese momento. Moretti había tratado de nublarme para el juicio sin éxito y Kareemah trataba de que no me fuera de allí. Yo lo sabía… su glamour era más potente y casi me atrapa pero mi mente se puso alerta. Aun así temblé en mi interior pensando en todo lo que habrían llegado a conseguir los vampiros con ese poder. En esos momentos deseaba tener esa frialdad que noté cuando “viajé” hasta 1859 y Natasha murió. La frialdad de un vampiro es su mejor arma para hacer cualquier cosa.
“Quédate y te explicaré…”- Kareemah insistía.
-¡Donovan, sácala de una maldita vez de aquí! – gritó Constantin a la vez que el filo de las katanas timbró cuando chocaron de nuevo. Lucien no se rendiría fácilmente en culminar su venganza cuando intentó atacarme de nuevo.

Sentí la presión de la mano de Donovan sobre mi antebrazo en la zona donde me había arañado para marcarme. Un escozor subió hasta llegar a mi cuello y mi mente se despejó por completo en un instante a causa de ese dolor. Con un pequeño giro de mi cuerpo me desembaracé de su agarre y miré fijamente a Kareemah.
-¿Qué es tan importante lo que tengo que saber según tú?
Se echó hacia atrás contra el respaldo con la sonrisa maliciosa de una niña que había conseguido su capricho y volvió a reacomodarse.- Eso está mejor, aunque parece que mis palabras te hicieron perderme el respeto. Cuando nos hemos presentado eras más respetuosa.
-Cuando nos conocimos no estabas tratando de chantajearme para que me quedara, era una invitada aquí.
-Cuando te vi no sabía nada de ti.- contestó nuevamente.
-Ni tampoco ahora. Como mucho puedes haber adivinado mi grupo sanguíneo con esa probadita que tuviste de lo que quedaba de mi herida.
Kareemah llevó dos de sus dedos hasta su nariz y olfateó mientras se relamía de nuevo sin esconder sus colmillos- ¡Oh! si, todavía llevo impregnado el aroma de tu piel en mis dedos de cuando te toqué para coger tu mano. Debo de decir que el O positivo es mi grupo sanguíneo favorito con el aliciente añadido de la magia que corre también en tus venas.- Miró hacia abajo a sus dedos y lentamente subió la mirada con una ceja elevada claramente esperando que su descubrimiento me hubiese sorprendido.
Bien, era hora de terminar con aquello. Me erguí todo lo que pude y coloqué mis brazos en las caderas.- ¿Eso era “la gran sorpresa”? ¿Qué llevo magia en mi sangre? Perdona que te corrija, no me sorprendes en absoluto. Lo sé desde hace dias.
-Entonces deberías saber que quien mantiene una burbuja a vuestro alrededor para que nadie se acerque eres tú.
¡Touché! Eso no lo sabía ni tampoco como lo conseguía. A lo mejor lo hice cuando convoqué a los espíritus del cementerio. Traté de ocultar mi sorpresa y ofrecí mi mano a Donovan sin perder de vista a la Riath. Sabiendo que nada nos iba a alcanzar para golpearnos caminamos hacia atrás a la salida. Las sillas volaban por encima de nosotros y no me importó.
-No te marches. Quiero proponerte un trato para que entres a mi servicio.
-Déjalo Kareemah, no me interesa. Lo único que tú ansias es mi sangre. Lo noté por el gesto que hiciste cuando me probaste. Ese fue mi error, dejar que saborearas esa simple gota. No volveré a dejar que me toques.
No se lo pensó, simplemente saltó hacia mí a la vez que siseaba con sus colmillos bien expuestos. Fue muy rápida pero yo también. Puse la palma de mi mano derecha hacia fuera y delante para tratar de frenarla a la vez que gritaba no. En la misma forma en la que Bernie Prescott salió despedido hacia atrás al contacto con mi amuleto lo hizo Kareemah. Una luz destellante salió de la punta de mis dedos al contactar mi mano contra su pecho. Incluso creo que noté cómo crujían sus costillas al impacto.
Cayó sobre su silla y la hizo pedazos con la suerte de que no se estacó. Sólo faltaba que ellos pudieran acusarme de haber matado a su Riath, a escasos días de que se aprobaran las nuevas leyes vampíricas. Shanoa el león se acercó para ayudarla y ella lo rechazó. Se levantó en un borrón y se ajustó el vestido. Su peluca llena de abalorios estaba arruinada aunque trató de recolocarla. Cuando alzó los brazos para coger su peluca noté que su pecho estaba rehundido y que lentamente volvía a su sitio. Eso debía de doler.
Constantin y Donovan me gritaron a la vez para que corriese. Ella se preparaba de nuevo para atacar. Grité “William” mientras buscaba a Constantin para pedirle que nos acompañase y los muros comenzaron a temblar igual que en un terremoto de escala Ritzer 9 al menos. Los espectros se movían a velocidad vertiginosa por toda la mansión provocando las vibraciones, Al fin conseguí localizarlo a lo lejos cuando casi habíamos llegado a la gran puerta del salón. Seguía luchando ajeno al temblor por el hostigamiento al que le sometía Lucien. Consiguió darle una patada y tirarlo sobre su espalda, entonces me miró. Era una mirada dura, como si le costase decirme que me alejara de él.
-¡Vete! –me gritó- Tened cuidado hasta que lleguéis a Illinois. Cuando paséis a mi estado no podrán actuar o estarán infringiendo las leyes. No te preocupes por mí.- seguidamente se volvió hacia donde estaba tirado Lucien y bajó la katana certeramente sobre el cuello.
Fue lo último que conseguí ver de él a parte de a Kareemah tratando de llegar hasta mí antes de cruzar la gran puerta. Los muros de piedra estaban cediendo y comenzaron a caer pedazos gigantes del techo que iban tapándola rápidamente. Escuché algunos gritos, supongo que más de uno estaba siendo sepultado por las piedras.
Corríamos sin mirar atrás por el recibidor. La voz de Kareemah me llegó muy clara a mi mente pese a la distancia. Debía ser muy poderosa.
“¿Ya te marchas sin dejarme que te pruebe de nuevo?” Su estruendosa carcajada resonó en mi mente.
“No Kareemah. Hoy no es un buen día para morir” Le contesté también mentalmente a la vez que aceleraba mis pasos al exterior.
“Corre querida, corre. Obtenerte será más divertido así. Ya sé muy bien quien eres. Eres como mi querida Indra, lo supe al final de su vida. Eres una Mediadora. Eres una vampiro que camina al sol…”