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jueves, 6 de enero de 2011

Saga "La Mediadora", el Comienzo Capitulo 26: El salon del juicio

-¿Tú no los viste?- mi voz sonó algo forzada por la rapidez con la que caminábamos hacia la mansión. Ella negó con la cabeza.- ¿Tampoco los escuchaste?
-No vi ni escuché nada, ¿qué fue? Estabas cantando algo, pensé que sería algo de mojo wicca y como no entiendo de eso te dejé hacerlo hasta que me di cuenta de que salías de allí.- para el tipo de zapatos que llevaba no le costaba mucho trabajo correr. Cristine estaba usando unos shorts negros que terminaban justo por debajo de su trasero, un top de cuero rojo completamente cubierto de tachuelas y un abrigo largo negro hasta los tobillos. Sobre las medias de rejilla usaba unas botas de caña alta abrochadas con un cordón rojo desde la punta de los pies hasta por debajo de la rodilla, con una gruesa plataforma y tacones de diez centímetros. Iba muy gótica, hasta el maquillaje era muy pálido, le hacía verse más muerta quizás que los mismísimos vampiros.
-No sabría explicarte que fue. Demasiado raro, demasiado confuso y muy nuevo para mí. Todavía estoy experimentando cosas que ni yo misma sé por qué me pasan.- hice nota mental de que debía de llamar a Enrietta para tratar de que ella me lo aclarase.
El camino de vuelta se me hizo más rápido que la ida. El cementerio no estaba lejos pero definitivamente había un camino que recorrer que podría traducirse en ocho minutos caminando lentamente. La vuelta la hicimos en tres. Adam estaba en la escalinata de espaldas a nosotras tratando de oler algo en el aire. La brisa que corría iba más bien hacia nosotras, a contracorriente, pero al salir del muro que separaba el camino de la mansión cambiaba hacia lo opuesto. Fue entonces cuando Adam se giró hacia nosotras, nos había detectado por el olor.
-¿Dónde coño estabais? Es urgente que entréis dentro. Kareemah al final decidió que ya era el momento de comenzar el juicio.
Por su mirada y su tono de voz se deducía que Adam no estaba contento con lo que había tardado en encontrarnos. Tras la reprimenda se giró para ir a la mansión con un paso acelerado y sin esperarnos, él ya había cumplido con lo que le habían mandado hacer. Comprobé la hora y me sorprendí, había pasado más de una hora aunque a mí me había parecido quince o veinte minutos como mucho. Antes de girar el muro hacia la puerta principal Cristine me sujetó del brazo.
-Con toda esa paranoia que te dio ahí atrás se me olvidó lo que principalmente me envió Constantin a decirte. ¿Te acuerdas lo que te dijo cuando íbamos en el coche?
Pensé un poco sobre esa conversación, casi todo tenía que ver con el protocolo pero lo que dijo mientras yo estaba teniendo una visión se escapaba de mí-Dijo muchas cosas sobre cómo debía de comportarme ante los maestros, ¿hay algo más que se me escapa?- dije dudando con lo que podía ser.
Me miró con cara de disgusto- Deberías prestar más atención con lo que te explica, te habló de la necesidad de que tengas una señal impuesta por él- señaló con los dedos índice y corazón en forma de uve hacia su cuello a la altura de la arteria como si se tratase de dos colmillos.
Mis ojos se desorbitaron- Sé lo que podría significar eso, yo no quiero pertenecerle. Quedamos en que haríamos el papel como si ya lo fuese para protegerme.
-Él estaba esperando a estar a solas en las habitaciones para explicártelo, bastaría con un leve pinchacito y una gota de sangre sacada con una aguja. Si todavía da tiempo a hacerlo deberías dejar que lo haga, no te va a imponer nada.
Me enojé- Yo no estoy tan segura de eso, mi abuela me explicó lo que consiguen cuando toman tu sangre, te pueden rastrear y hacer que hagas lo que quieran.
-¡Estúpida humana! ¡Nunca a obligado a nadie que no quisiese estar a su lado!- Miró el reloj en su muñeca y exhaló- Vamos, si todavía no han entrado al salón podrás hablarlo con él. Si no, espero que nadie se dé cuenta de que no le perteneces.
Yo ignoré su insulto, no era momento de ponerse a discutir y al llegar a la mansión ella cambió su rostro a uno tranquilo como si nuestra conversación hubiese sido por el clima. Caminamos al interior. La única gente visible a nuestro paso eran los guardias apostados en la entrada y en el pasillo que nos llevaba a un salón de actos. Todos debían de estar ya allí dentro.
Cristine me miró de arriba abajo antes de entrar.- Pasable aunque algo sobrio de más. No es lo que deberías llevar puesto pero servirá. Ahora no hay tiempo de cambiarse.
-¿Vamos a un juicio y te preocupas de lo que llevo puesto? No creo que en lo que van a estar fijándose sea lo que yo llevo puesto o no.
-Créeme cuando te digo que lo harán. Tienen todo ese rollo de ser “lo más de lo más” con lo mejor a su alrededor.
-Me importa una mierda lo que opinen de mi vestimenta. Digo lo que tenga de declarar y me vuelvo a la habitación hasta que nos vayamos- Estaba más preocupada por el hecho de que quisieran tratar de morderme y porque la mayoría de mis herramientas de defensa estuviesen en el bolso que dejé en la habitación en vez de puestas en su sitio. Como acto reflejo me froté las muñecas donde al menos estaban mis cuchillos escondidos.
Adam asomó la cabeza por la puerta y nos bufó exasperado por nuestra conversación antes de cambiar a un rostro indiferente para darnos paso. El salón era inmenso y por supuesto estaba lleno hasta arriba. El aire estaba cargado de magia y se hacía difícil respirar. Todos estaban manando magia hacia fuera tratando de demostrar su poder como grupo. Las nebulosas rojas y azules se repartían sin patrón por entre los asistentes cubriéndolos en un manto bicolor. Los maestros estaban repartidos por toda el área en la misma forma en la que estarían sus estados dispuestos en un mapa geográfico, rodeados de sus guardaespaldas y con los were sentados en el suelo muy cerca de sus pies. Juraría que había sentido a alguno ronroneando cuando su maestro tendía la mano para que se le restregase. Al fondo había una plataforma algo más elevada y una especie de diván sobre el que colgaban finos visillos de tela blanca translúcida con bolos dorados por todo el borde. A ambos lados descansaban por el suelo cuatro humanos, dos hombres y dos mujeres, cubiertos únicamente con pequeños trozos de tela en color azul y oro colocados estratégicamente para que se mantuviesen pudorosos ante los ojos de los asistentes. Estaban descalzos y llevaban puestas sobre sus cabezas pelucas egipcias llenas de abalorios que hacían juego con su vestimenta. Sé que eran humanos porque eran los únicos a parte de mí que no tenían nebulosa.
Constantin estaba junto con su séquito en el lado derecho del salón. Estaba conversando con alguien que yo no podía ver nada a causa de un gigantesco were-león que lo tapaba por completo. Cristine me lo presento en la mansión como Dámaso y era utilizado para los trabajos que requerían más músculo que otra cosa. A su izquierda estaba Mei Ling con su habitual estado aletargado de inamovilidad cuando no tenía nada más que hacer sino mantener la vigilancia sobre su señor.
Constantin sintió mi llegada y giró la cabeza hacia mí. Yo caminaba hacia él por el pasillo con la mirada fija en sus ojos grises, en sus deseables, carnosos e irresistibles labios que continuaban moviéndose para dejar salir las palabras que dirigía hacia la persona tras Dámaso, aunque estaba segura de que su atención estaba puesta sobre mi cuerpo que él contemplaba con signos de admiración. Era uno de esos momentos en los que no distingues lo que te rodea salvo la persona hacia la que te encaminas, como si todo lo demás estuviese cubierto de espesa niebla y tuviese la necesidad de acercarme solo a él, necesitaba tocar su cuerpo y sentirlo cerca del mío aunque sólo tuviésemos el más ligero roce por instantes. Su cara decía que estaba sintiendo exactamente lo mismo que yo. Era una atracción entre nosotros que se estaba construyendo fuertemente en el poquísimo tiempo que llevábamos conociéndonos y era para mí una sensación tan nueva que me daba desconcierto y miedo a la vez. Yo había tenido un par de relaciones amorosas que habían durado poco y mal, me juré a mí misma que no dejaría que me hicieran daño de nuevo por lo que procuraba tener relaciones esporádicas donde no estuviese en medio el amor. Por eso huía de él y de Donovan.
Donovan… acordarme de él hizo que pusiese los pies sobre la tierra de nuevo. En el mismo momento en el que lo hice mi corazón tuvo una punzada de dolor y descubrí que Constantin había estado escuchando todo lo que mi mente había dicho en silencio y no le había gustado. Aún teniendo el impulso de ir corriendo a abrazarme a él al descubrir eso lo que hice fue apretar mis dientes para actuar racionalmente y mantuve el ritmo tranquilo en los pies. Alguno de los dos debía de actuar como un adulto y el hecho de que el tuviese ciento veinte años más que yo no significaba que yo no pudiese serlo más que él.
Sus ojos seguían comiéndome intensamente pero su boca habló con rudeza- Es una falta de respeto hacia tu señor llegar más tarde, ¿qué has estado haciendo?
Sabía perfectamente que estaba tratando de mostrar autoridad delante de los otros maestros y aunque me moría de ganas por replicar esas autoritarias palabras no le iba a dejar en evidencia por culpa de su ego dañado así que bajé mi mirada humildemente y le expliqué- Tuve que ir al cementerio, fue el mismo impulso que tuve cuando llegamos aquí y no pude evitarlo, mi curiosidad pudo conmigo.
-Mi señor, como te decía esta… mujer no entiende nuestra política. Me honrarías dejándome ser tu acompañante esta noche.
Tan concentrada estuve en el hermoso rostro de Constantin que no advertí a la persona con la que hablaba, Margot. No paraba de restregarse contra su brazo igual que un perro tratando de marcar territorio. No pude evitar poner cara de póker por la sorpresa y ella sonrió maliciosamente.
-¿Qué pasa humana, no te alegras de verme? ¿O quizás te hubiese gustado más que estuviese muerta para tener el camino libre?
-Margot…- le advirtió._ Vuelve a tu sitio.
Ella lo miró con ojitos de cachorro- Pero mi señor, sabes bien que ella trató de matarme, ¿no podría yo tener mi venganza y quedarme con su sangre? Mi primera sed no se ha ido del todo…
-Di más bien que tú trataste de hacer eso conmigo, bebé colmilludo. Acércate a mí y te convierto en polvo.- le espeté susurrando para no arriesgarme a ser escuchada por muchos vampiros. No sería correcto matar a uno de los suyos delante de todos si quería salir de allí entera.
-Margot, ve con Damphyr a la tercera fila. No nos pongas en evidencia delante de los otros estados.- le dijo secamente. Uno de los guardias de la tercera fila vino hasta nosotros y la cogió del brazo para llevársela, debía de ser el vampiro que Constantin había nombrado.
Cuando Margot ya no estuvo a nuestro lado Constantin dejó de tener la mirada dura que le había estado dedicando y me ofreció su mano. La cabeza comenzó a dolerme y supe que trataba de comunicarse conmigo. Puse los dedos sobre los suyos apenas siendo un roce y me acerqué hasta su oído para susurrarle, lo que hizo que sed sorprendiera, creo que creía que iba a darle un beso. -¿Podrías no tratar de comunicarte conmigo mente a mente?, hace que me duela la cabeza.
Lo pensó por un segundo, luego asintió con la cabeza y se acercó a mí muy despacio. Sonrió infantilmente, estaba disfrutando de saber el hormigueo que me producía de arriba abajo verlo arrimarse como un lince cazando a su presa. El inocente tonteo que estábamos teniendo me hacía no pensar en nada que no fuera cogerlo por el cuello y devorar su boca, era un juego muy peligroso porque no éramos conscientes de nada más.
Desvió su boca cuando ya casi estaba a punto de rozar la mía y me susurró procurando no decir nada claramente para que nadie nos entendiese- Supongo que Cristine te dijo lo que había faltado por hacer antes de marcharte, es una situación peligrosa para ti no tener hecho eso. Quería decirte que me acompañaras al exterior antes de que comience el juicio.
Recordé la imagen que tenia grabada en mi mente de Constantin siendo mordido cuando lo transformaron, no era una imagen agradable verlo sufrir por esos bocados, yo misma los sentí cuando estuve metida en su cuerpo y me daba terror volver a sentir un dolor así. Yo era muy valiente para muchas cosas, la mayoría de mi valentía se basaba en superar mis propios temores, pero sabía bien lo que sufrió durante esos momentos en Craiova y era superior a lo que yo podía aguantar. Dije lo único que podía articular por el terror mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla- No… puedo.
Constantin acunó mi mejilla con su mano mientras me daba una mirada dulce que pocas veces le había visto hacer como vampiro. Era una mirada de entendimiento, de consuelo. Cogió con el dedo índice mi barbilla y la subió poco a poco para que lo mirase a los ojos. Me habló mente a mente y no con palabras. Me importó poco que me pudiese doler la cabeza por su culpa porque mi miedo era muy grande y necesitaba que me hablara claramente, no con insinuaciones.
“¿Tienes miedo a que te duela o al mordisco en sí?”- yo asentí cuando dijo la primera parte de su pregunta- “Duele un poco al principio cuando hay que perforar la carne pero después cambia. Si pudiese nublarte la mente podría hacer que no te doliera ni siquiera el pinchazo, pero no puedo hacértelo a ti. Prometo ser muy dulce si tu me dejas, es lo único que puedo decir”.
Bajó su boca hacia la mía para darme un suave beso y yo le dejé hacer. Ese simple toque activó de nuevo mis poderes. Todo se volvió luminosamente blanco y al cabo de unos instantes estaba de nuevo en la casa de Constantin, en Craiova. Era otra vez 1959.

4 comentarios:

  1. puedo decir que me encanto el capitulo! que tierno dinescu, ya quiero leer el proximoo!! espero que no tardes mucho en colgarlo! un besoo!!

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  2. antes que nada feliz año!!!!! espero que este año se excelente para ti y tu familia

    pasando al capitulo
    me encanto Dinescu me esta volviendo loca, estoy como Evelyn, encantada con Dinescu pero me recuerdas a mi querido Donovan y se me encoje el corazon jeje
    espero el proximo capitulo

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  3. yujuuuu!! no te olvides de nosotras! :P

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