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lunes, 30 de mayo de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 34: La Sede

Me costó un infierno hacerles ver que no iba a cambiar de opinión por muy peligroso que Mina creyese que podía ser para mí. Creo que es algo de los genes familiares, los Tunner somos testarudos al cien por cien.
Justo cuando cogía una chaqueta para salir sonó el teléfono de Kane y me detuvo sujetándome ligeramente por el brazo, era Matt. Tras preguntarle donde estábamos y lanzarle varias palabras maldiciones por haberme traído a la ciudad le ordenó que me retuviese en casa hasta que llegase él, temía que los vampiros o su séquito me encontrasen. Kane intentó decirle que yo quería salir pero tras intentar decirle unos cuantos “peros”, “sí” y “no” sin conseguir terminar su frase desistió y dejó que su hermano descargase sobre él lo que quiso. Me alegro de no haberme puesto al teléfono, Matt estaba hecho una furia.
Kane colgó y dio un salto para alcanzarme justo cuando agarraba el pomo- ¡Espera! ¿Dónde vas? Matt dijo que lo esperes aquí hasta que llegue.
-Matt puede decir lo que quiera. Pienso recoger mis cosas le guste o no y pienso hacerlo antes de que los vampiros puedan intentar entrar en casa de Dinescu. No quiero que encuentren ciertas cosas que llevaba en mi maleta.
-¿Cómo qué? No creo que sea algo que no pueda esperar a que Matt llegue.
-Uy Kane, no sabía que fueses tan cotilla.- dije con sorna antes de ponerme seria- Lo más importante para mí es mi portátil, es mío, no de la editorial. En él estaba escribiendo mi reportaje para luego pasarlo a la computadora de la empresa. Pero además tiene archivos personales, como fotos mías con mi abuela o de la casa donde vive junto con un listado de direcciones donde está la de ella incluida por si alguna vez me pasaba algo y era necesario que la localizaran. No quiero que tengan acceso a mi familia, es lo único que me importa. También está esta dirección.
-Es mediodía, puedes esperar a que Matt llegue, no te dejaré salir.
Suspiré, me quité la chaqueta y me volví hacia el pasillo- Sabes Kane, creí que eras simpático y que nos entendíamos. Ahora pienso que eres un grano en el culo… y tu hermano también.- y me metí en mi dormitorio.
-Prefiero ser un grano en el culo para ti a ser un simpático grano en el culo pateado por mi hermano.- escuché a Kane decir mientras yo hurgaba en mi maleta de armas. Volví a colocar todo en su sitio y regresé al salón con un abrigo tres cuartos en mi brazo.
Kane se había vuelto a sentar en el sofá junto a Mina. Tenía que ser rápida así que me lancé hacia la puerta con rapidez. Kane dio un salto y se colocó detrás de mí para sujetarme. En ese momento yo me giré mientras lo cogía por la muñeca y eché su brazo hacia abajo. Se escuchó un click y Kane abrió los ojos sorprendido, le había puesto unas esposas en el brazo que lo mantenían atado al radiador. Sonreí maliciosamente- ¿No pensarías de verdad que iba a quedarme, no? Fui a mi dormitorio a por esto y a por un abrigo más grueso, en la chaqueta se podía adivinar que llevo mi Smith.
-¡Joder Eve, estás loca!- dijeron en sincronía Mina y Kane.
-Loca no, lo que sé es que tuve unos cuantos were persiguiéndome y esos no necesitan que sea de noche para moverse.
-Al menos déjame que vaya contigo para respaldarte.
-Prefiero que te quedes aquí. No te ofendas, pero si yo pude engañarte no tienes mucho que hacer contra los que me buscan, todavía necesitas entrenamiento. Volveré enseguida. Intentaré llegar antes que Matt, si no, él podrá quitarte las esposas cuando venga, son policiales y se abren con una llave maestra. –Y salí corriendo antes de que Mina también me reprochase dejarlo así.
No vi al portero en recepción y como tenía intención de llevarme mi coche de la casa de Constantin salí a pie por la entrada principal. Mejor, así no tenía que ver la cara pocha del vigilante del aparcamiento. No me caía nada bien.
Pese a ser Chicago, una ciudad con bastante polución, exceso de vehículos y gente a todas horas, no estaba mal ir caminando para variar. Lo único que enturbiaba aquel paseo era los grupos pre-vampiros que inundaban toda el área. Los había pacíficos, dedicados exclusivamente a portar sus carteles, pregonar su odio a los vampiros a través de un megáfono y repartir panfletos en apoyo al reverendo Kern como única salvación contra la nueva ley. Esos eran los pacíficos, y menudo lío estaban armando. Luego estaban los alborotadores, que usando la manifestación como excusa iban haciendo destrozos en el mobiliario urbano, todo en honor a la purga de la ciudad. Iba procurando pasar desapercibida, oculta tras unas gafas de sol de cristal amarillo que camuflaban el color de mis ojos. Cualquiera que me mirase los veía de un color marrón melado. Mi mano derecha estaba dentro de mi bolso sujetando la pistola y había abierto mi abrigo lo suficiente para poder meter la mano en busca de mi S&W si llegara el punto. Por lo demás, procuraba no mirar fijamente a nadie. Estaba bastante agotada, nunca me había sentido así de cansada. Era como si llevase una semana sin comer y necesitase recargar las pilas. Conforme caminaba los pensamientos de todo el mundo entraban a golpe en mi cabeza. ¡Dios, como odiaba eso! Desde que había regresado había vuelto esa maldita habilidad a mí. “¡Por culpa de los vampiros vamos a morir!” “¡Nos comerán si no los matamos primero!” “Mi hijo se ha liado con una puta que tiene los mismos años que podría tener mi tatarabuela si viviese. Si se entera alguien de la familia nos desheredan” “Kern tiene que evitar que existan, al menos en Illinois”… y así todo el camino. Con lo cansada que estaba no había modo de evitar escuchar la mierda de pensamientos de todo el mundo.
Intenté para un taxi, pero ninguno se fiaba de nadie que caminase en medio del alboroto y resignada seguí con mi paseo. Tras lo que me pareció una eternidad por fin entré en la calle donde estaba la residencia de Constantin. Allí el tumulto era mayor y las expectativas hacían suponer que solo era el comienzo. Si no conseguía pronto salir del atasco mi cabeza iba a estallar con los pensamientos. Argg! Lo que acababa de oir… y luego me dicen a mí que soy mal hablada…
A la entrada principal de la mansión de Constantin era imposible de acceder, los manifestantes tenían secuestrada toda la zona para impedir el paso. Un numeroso grupo de agentes de la policía los mantenían a raya para que no intentaran entrar a la fuerza. Lo único que estaba más accesible milagrosamente era el restaurante, tan solo estaban unos cuantas personas sentadas sobre el pequeño muro que separaba el aparcamiento privado de la zona pública. Salté el muro sin demasiado esfuerzo y me encaminé hacia el local.
Dentro estaba calmado aunque se respiraba una pequeña tensión casi impalpable. Eché una pequeña mirada abarcándolo todo y no fue sorprendente encontrarme con que allí había weres entre las personas, ninguno que diera indicios de hostilidad o de ser enemigo en potencia. Me acerqué hasta el mostrador del maître y con voz suave le pregunté por Elliot. Al principio dudó de mí pero tras insistir y darle mi nombre añadiendo que Elliot mismo iba a querer que pasara de inmediato descolgó un teléfono y tecleó una clave para poder comunicarse con él. Al cabo de un minuto me acompañaba hacia las oficinas del restaurante. Me dejó en la puerta inclinándose en una pequeña reverencia y tras dar un ligero toque en la puerta para indicar que estaba allí entré.
Elliot estaba embutido en uno de esos trajes de raya diplomática tan ajustados que le hacían verse como de los años veinte. Se levantó del sillón que había tras la mesa de despacho de Constantin y con una sonrisa se acercó a mí-¡Señorita Tunner, un placer comprobar que se encuentra bien! No está herida, ¿verdad?
-Gracias Elliot, solo estoy agotada. ¿Han tenido noticias sobre Constantín? No he sabido nada desde que Donovan me sacó de la mansión de Moretti.
Su rostro cambió a un estado más serio, casi lacrimoso, pero se mantuvo con esa actitud estirada típica en él.- Poca cosa. Cristine es la única que ha vuelto y tras explicarnos lo que sabia la enviamos con otros were ara que se curase. Llegó haciendo autostop en un camión de mercancías hace un par de horas. Nos contó lo que vio y como el señor Dinescu se quedó peleando con Lucien. Vio como Mei Ling era asesinada, reducida a cenizas. Pero no supo decir si había conseguido escapar de allí porque el techo y parte del muro cayó desplomado. Ella cree que le alcanzó y a Adam también, pero como consiguió salir por el hueco abierto por el derrumbe y estaba siendo perseguida poco pudo hacer. Intentó volver a buscarlos pero era muy peligroso.
-¿Entonces qué opina? Creo que si él hubiese muerto a estas alturas ya lo habrían gritado a los cuatro vientos. No me pareció que todos los presentes fuesen muy amigos de él.
-Es exactamente lo mismo que pienso yo. Moretti ha estado siempre muy ansioso por hincarle en colmillo a Chicago, no hubiese desperdiciado la oportunidad de jactarse de haber conseguido Illionis en un combate.
-Constantin no estuvo luchando con Moretti, fue con Lucien. Ellos tienen una mierda de historia entre ellos.
Elliot pareció de pronto sorprendido- ¿Se lo ha contado el señor?
-En cierto modo si. He estado teniendo visiones de la época en la que él fue convertido cada vez que me rozaba o apoyaba su mano en mí. Gracias a una mujer llamada Claire consiguió matar a Natasha.
-Entonces usted es vidente, usted sabe por qué ellos están enfrentados. No solo mató a Natasha, también consiguió el favor de Kareemah, le cedió el dominio de estas tierras que entonces le pertenecían a ella. Por culpa de Lucin perdió a Claire.
-¿Cómo? Eso nunca lo he visto.- Después de preguntar me dí cuenta de que no debí de hacerlo.
-Eso mejor se lo explica el señor cuando consigamos localizarle. No le gustará saber que hablé de esto con usted. Comprende que esto no puede escribirlo en su artículo, ¿verdad?
-Mi artículo no va de su vida pasada, sólo se trata de explicar como es la vida cotidiana de un vampiro dueño de una ciudad. Nunca utilizaría información sin su permiso, tengo principios.
-Gracias señorita, disculpe que le haya hablado así, pero después de haber leído el artículo que publicó la editorial donde trabaja no sé cómo fui capaz de hablar de esto con usted.
-Yo me enteré hace una hora y desde luego tengo que hablar con mi jefe sobre eso, me ha puesto en una mala situación con todo lo que está pasando. Suerte que no se distingue bien mi rostro. Aún así tendré que tener cuidado. La información que me ha dado no me ayuda a intentar localizar a Constantin, tendremos que esperar a que llegue Donovan y pueda conocer algo de la policía que no hayan dicho a los medios. Si no le importa, necesito recoger mi portátil de la habitación. Cuando todo esté más calmado volveré a por el resto de mis cosas. No quiero que me vean salir de aquí con un bolso de viaje después de lo que han publicado.
-Por eso no se preocupe, traje sus cosas a la oficina del restaurante, para que en caso de que asaltaran la mansión sus cosas no fuesen destruidas. Coja lo que necesite ahora.
Abrió un enorme armario que había en un lateral. Una parte estaba llena de carpetas y archivos que debían ser de las cuentas del restaurante. En el otro lado estaban un botiquín, varias cajas y mis cosas. Cogí mi portátil y le dí las gracias para irme.
-Perdone señorita Eve, ¿puede darme algún número de teléfono donde poder localizarla? Solo en caso de que usted sepa algo antes que nosotros o me entere yo.
-Mi teléfono se rompió en mitad de la lucha en la mansión de Moretti. Hasta mañana que estén abiertos los comercios no podré comprarme uno. Me llevaré una tarjeta del restaurante y le llamaré para dárselo.
Elliot abrió una de las cajas del armario y me ofreció un teléfono móvil metido en su caja en la que estaba escrito el número treinta y cinco. Era de alta y costosa tecnología y era nuevo.- Tenga, siempre tenemos nuevos teléfonos de sobra. Cuando Constantin se enoja tiene tendencia a desahogarse con el teléfono y cualquier pared a mano, así que nunca nos faltan repuestos. Por el número que hay escrito en la caja yo sabré cual es el número al que tengo que marcar para contactarle. Tenga cuidado.
Le di las gracias y salí de la oficina. Iba a coger el coche pero pensé primero en encargar algo de comida para llevar de allí mismo. Podíamos estar en una situación de riesgo pero como dice mi abuela, “Aunque las cosas vayan mal hay que comer, puede ser que luego no puedas hacerlo”. Mi cuerpo necesitaba de verdad comer algo, si tenía suerte recuperaría algo de mis fuerzas. ¿Y si luego venían Kareemah o Lucien a por mi? Mejor estar fuertes y con el estómago lleno que vacía y debilucha. Tras veinte minutos alcancé la puerta de mi Beetle con una paquete lleno de costillas asadas, patatas bravas y ensalada, suficientes para cuatro personas. Esperaba que Donovan pudiese comer con nosotros antes de irse a la manifestación. El aroma que llegaba a mi nariz me decía “corre pronto a casa antes de que se enfríe”.
-¡Hola! ¿Qué haces tú en ese restaurante? Pertenece a los vampiros.
Me giré, era Jacob, el portero de “Sol en la Noche”, la sede del reverendo Kern. “Piensa Eve” -me dije a mí misma- “No te conviene levantar sospechas ante un activista antivampiros en mitad de un grupo de ellos”
-Ah… hola Jacob, estaba comprando algo para el almuerzo. ¿Sabes? ¡Aquí hacen unas costillas asadas de chuparse los dedos! Y...
-¿Y qué? Sigue siendo un local de vampiros. Nos quitan nuestra sangre, matan a los nuestros, ¿y encima les regalas tu dinero?
De su mente me llegaban pensamientos muy confusos, apenas imaginables. Ya no sabía si se debía a mi agotamiento cada vez más agravado o a que el tío tenía el seso hecho una mierda. Encontraba imágenes difusas de mí, del día en que nos vimos en el local donde trabajaba unidas a otras con una iluminación tan oscura que apenas conseguía ver algo. Las palabras “bonita” y “divertida” aparecían cuando me veía a mí misma, pero se unían inmediatamente a “odio” y al “asco” cada vez que una imagen oscura y borrosa se entremezclaba. Incluso tuve varias visiones de Kern en medio de todo el combinado. Conseguí unir algo de mis pensamientos para contestarle-Bueno, no exactamente… Les doy mi dinero a cambio de algo, comida. Es puro y simple comercio. ¿Quieres probar una? Así sabrás a lo que me refiero.
Jacob cogió la bolsa del restaurante de mis manos y la tiró a un cubo de basura cercano con muy malos modos- Sigue siendo comida de vampiros. Si te gusta la buena comida de verdad voy a mostrarte un restaurante que de verdad la tiene, sin riesgos a que también te pidan algo de tu sangre.
De nuevo las imágenes atravesaron mi mente como un tornado y se fueron en un flash, entonces reaccioné, ¿por qué cojones iba a él a tirar mi almuerzo? Me moría de hambre -¡Hey, que yo pagué por esa comida! ¿No crees que yo sería quien tendría que decidir si está buena o no?
-Yo te invito en compensación. ¿Es este tu coche? Yo te indico por donde ir.
“Mierda, ¿y ahora qué hago? Si le digo que no a un radical como él me va a señalar como pro vampiro y con el jaleo que hay aquí no creo que sea buena idea. Si le digo que sí voy a llegar tarde a casa y Donovan va a pensar que me han encontrado los perros de Kareemah. Voy a intentar persuadirle de que me deje ir con alguna excusa y si no tendré que excusarme para ir al aseo en cuanto lleguemos al restaurante y llamaré a casa para tranquilizarlos”. –Esto… Jacob, ¿seguro que no quieres quedarte? Esto se va a poner caliente en un rato…
-Lo sé. Vamos a sabotear el discurso de Starch con nuestras movilizaciones. Estarán aquí todos los medios de comunicación y cuando vean la repulsa que tiene Chicago a los vampiros Kern conseguirá los votos que le faltan para eliminar las leyes que protegen a esa escoria. ¿Tú vendrás también, verdad?
-Creo que no, nos es que me falten ganas, pero acabo de llegar de viaje tras una semana fuera por culpa de mi trabajo y necesito descansar. Veré todo por la televisión, seguro que estarás imponente cuando te vea por la pantalla.- forcé una sonrisa en mi boca pese a la desgana intentando parecer a gusto con sus palabras. Hace poco tiempo yo era alguien que odiaba a los vampiros como el que más, aunque no fuera tan extremista. Ahora creo que no hay un único lado bueno o malo. Los vampiros son como nosotros, hay de todo, buenos y malos. ¡Qué coño digo! Los vampiros fueron como nosotros antes de mutar a lo que son ahora, así que es normal que tengan las mismas formas que nosotros. Esperaba que con esa sonrisa Jacob no tuviera objeción a que no estuviera entre las filas de radicales cuando se liara el discurso.
-Si, la verdad se te ve un poco cansada, pero aún así estás guapa. ¿Nos vamos?
“Joder, tengo la sensación que desde que se activaron mis poderes wicca todo el mundo está atraído por mí de alguna manera. Soy un imán para los tipos raros… y perseverantes”- Está bien, pero me iré pronto. En serio, no me encuentro muy fuerte y voy a ser una pésima compañía.- quemé mi último cartucho de excusas para ver si tenía suerte y me dejaba irme.- Ahora que lo pienso… ¿cómo voy a sacar el coche de aquí con toda esa gente cortando el paso? Será mejor que me valla a casa aunque sea a pie.
-¡Sin problema! Yo soy la mano derecha de Kern en algunos de sus asuntos como este. ¡Chicos dejad paso al Beetle que tengo que salir un rato con esta linda mujer!
Como si quien hubiese hablado fuese el mismo Moisés la multitud se abrió hacia los lados dejando hueco para que sacara el coche. ¡A la mierda mi último cartucho de excusas tontas!... Resignada, montamos en mi coche y seguí las instrucciones que Jacob iba dándome hasta que alcanzamos un restaurante justo en las afueras al norte de Chicago. Era un local de carretera enorme típico de los que usan los camioneros por su gran estacionamiento, con una pequeña ermita a la derecha, grandes maceteros de hormigón repletos de arbustos recortados en todo el frontal y un salón inmenso para celebraciones a la izquierda con un maltrecho césped y un gran arco de forja repleto de rosales en la entrada, quedaba algo pobre debido a que sus flores no eran visibles por culpa de la estación en la que nos encontrábamos. Si fuese primavera o verano sería un precioso sitio donde celebrar una boda. Aparqué lo más cerca posible de la entrada para no tener que caminar mucho, los pies me parecían estar cargando algo pesado.
Me pareció extraño que solo estuviesen estacionados tres coches y un camión en el aparcamiento, algo raro para ser domingo. Normalmente los bares de carretera suelen estar más ocupados por vehículos en fin de semana y por camiones entre semana. Tal y como esperaba, el local estaba vacío, los vehículos debían de pertenecer a los empleados. Era un restaurante sencillo, con las mesas cubiertas con las típicas mantelerías a cuadros rojos que tienen casi todos los restaurantes de tipo medio. Eso sí, al dueño debían de gustarle mucho la religión y la caza, porque aquello estaba lleno de símbolos religiosos cristianos y de animales disecados, sobre todo aves rapaces. Un escalofrío recorrió mi cuerpo nada más pisar allí, aquello no me gustó. Tenía que poner tierra de por medio en cuanto tuviese oportunidad.
Un sonriente camarero vino enseguida a ayudarme a sentarme mientras saludaba a Jacob- ¡Eh, tipo duro! ¿Qué haces aquí en vez de estar frente a la mansión del vampiro? ¿Y quién es tu chica?
-No es mi chica, es una amiga. Y aquello va bien, está controlado. De todas formas habrá una reunión para la “carga especial” antes de que vayamos al discurso. Hemos quedado en el salón en tres horas.
El camarero recelaba porque Jacob hablara tan abiertamente frente a mí y tosió intentando hacerle callar, pero Jacob le dijo que no pasaba nada. Yo no quería realmente estar aquí. Necesitaba descansar sin importar cómo, pero esta información para Donovan iba a ser la bomba. Estábamos en la nueva sede de los radicales antivampiros.

2 comentarios:

  1. wenisimooo... me encantaannn tus capituloss de la mediadoraa.. ojala tuvieras tiempo de escribir mas amenundo y publicarlooo muxo antes.. aun asii graciass x mi dosis vampiricaa!!

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  2. esta genial este capi!! ke ara aora? saldra cuanto antes o preferira kedarse a conseguir informacion? con el caracter de Eve seguro ke se keda jejeje bss

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