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lunes, 5 de julio de 2010

Moonlight Capítulo 28

Capítulo 28:

April agradeció la visita de Giselle, desde que habían llegado al castillo no habían tenido mucho tiempo para hablar entre ellas. Giselle se colocó junto a ella para mezclar las especias en la carne que ella iba cortando y se susurraron al oído para ponerse al día. April había entablado buena amistad con el cocinero, que a su vez estaba conforme con las ideas de Wolfgang para derrocar a Oliver, y habían planeado algo que podía ayudar a bajar las fuerzas de sus enemigos. Iban a condimentar los alimentos del banquete con unas sustancias muy parecidas a los somníferos. No conseguirían dormirlos, pero sí mermar sus fuerzas.
Giselle estaba eufórica, por fin tenía alguna noticia sobre lo que se haría durante la competición. Luego llegó su turno de explicar cómo le estaba yendo con la familia de Valiant y le explicó sus teorías sobre que Isobel también era una víctima de los deseos de un loco por hacerse con el trono.


-Menos mal que lo has conseguido averiguar, si tú crees que no se interpondrá en nuestros propósitos, tendré cuidado de que ella no reciba los alimentos “súper condimentados”-aseguró April.


Aunque su conversación estaba siendo hablada en su idioma natural y nadie más las podía entender, decidieron dejarlo por ahora porque uno de los ayudantes de cocina de los que April no se fiaba estaba acercándose muy interesado. Cualquier mala acción tan cerca del campeonato podía dar al traste con toda la operación.


El resto de la jornada y de los dos días siguientes estuvo realmente ocupada entre terminar el retrato, conseguir la libertad de movimientos de Nínice por el castillo, tratar de ver a Wolfgang sin éxito y conseguir la ubicación exacta de Valiant. Lo último lo consiguió a última hora, pero no pudo verlo porque estaba bien custodiado.


La noche antes del campeonato llegó y no pudo evitar estar nerviosa por no saber exactamente que iban a hacer hasta que llegó Wolfgang de madrugada. Tuvo ganas de abrazarlo y llorar por lo mal que lo había pasado esos días, pero decidió envalentonarse y no mostrar debilidad por si acaso Wolfgang la podía considerar débil para hacer el rescate. Preparó todas las cosas que podían serle útiles para el rescate y las escondió en uno de los baúles que adornaban cerca del área donde dormían la guardia de élite.


La competición comenzó muy temprano, justo después de un buen desayuno que ellas mismas se encargaron de repartir entre los soldados. Varios criados portaban grandes bandejas cargadas de frutas, dulces o jarras de café y leche.
Giselle y April se habían puesto los mejores vestidos que encontraron, de esos que realzan el escote sugerentemente, y acicalaron su cabello para tener una apariencia imposible de resistirse. Ningún soldado se pudo negar a tomar algo de desayuno con las encantadoras sonrisas picantonas que les dedicaron.
Luego llegó el turno de servir el desayuno a Oliver, Isobel y Nínice, a la que por fin su cuñado había dejado asistir al evento después de aparentar sumisión hacia él.
Oliver estaba nervioso, muy inquieto, esperando ver una competición donde deseaba que todos los seguidores de Valiant por fin aceptaran su mandato. Nada más terminar los desayunos fueron hacia un palco que había sido preparado para la ocasión. Estaba en un lateral en el patio de armas, fabricado en madera y adornado con enormes banderas con los escudos familiares. Habían colocado tres butacas, dos enormes en el centro para el matrimonio y una algo más pequeña a la izquierda para Nínice. Varios guardias de la élite se colocaron justo detrás para vigilar y el resto de personas que asistían al evento con sus mejores galas- o sea, toda la gente del castillo, incluidos los sirvientes- se colocaron tanto en los balcones y ventanales que daban al patio como en la barrera de madera que se usaba para delinear la zona de la exhibición.
El general Wolfgang estaba también en el palco. Se levantó para dar un discurso de apertura que todo el mundo vitoreó y luego sonaron unas trompetas, el torneo comenzaba. Toda una estampa típica medieval.
Los primeros caballeros iban montados a caballo e iban a competir con lanzas. Tenían tres intentos de derribar al oponente antes de que Oliver diera su voto por el vencedor. Una sesión de ocho combates con dieciséis oponentes en total. Los que ganasen se enfrentarían de nuevo hasta que sólo quedase un vencedor.
Todos se cuadraron delante del palco montados en sus caballos, doblaron las lanzas hacia el palco a modo de saludo y con un grito de “que gane el mejor” las subieron rápidamente hacia arriba. Oliver levantó su mano complacido y los caballeros se separaron para tomar su puesto a cada lado del terreno.
Los choques de lanzas se sucedieron continuamente y al cabo de una hora se había resuelto la lucha. Turno para una exhibición con espadas.
Giselle y April habían estado mirando el torneo en un lado cercano a la salida del patio. Giselle se acercó hasta la oreja de April para susurrarle sin que nadie las oyese.


-¿Pusiste suficiente somnífero en el desayuno? Todavía están muy despiertos.


-¡Oh si!, pero por si acaso preparé más en las jarras de vino, cerveza y agua que vamos a servir. Con este calor nadie se negará a tomar un vaso. Tú encárgate de llevar con un criado las que no lo tienen para servirle a Wolfgang y los aliados.


Fueron hasta la cocina seguidas de los criados y volvieron cargados de jarras. April se acercó primero a Oliver ofreciéndole vino y él aceptó encantado. Luego lo ofreció a Isobel y Nínice, que dijeron al unísono que preferían agua, por lo que se acercó Giselle con otra jarra para servirlas. Continuaron con los guardias que custodiaban el palco. Wolfgang se giró hacia April para pedirle un poco de vino, pero ella dijo que se le había terminado la jarra y Giselle ofreció con una sonrisa la suya. Oliver había estado atento, pero al ver finalmente que el general también tomaba lo mismo que él no objetó nada.
Las dos mujeres continuaron su arduo trabajo de servir a todo el mundo allí presente con cautela de a quien iban dándole la bebida no contaminada. Estaban sudorosas cuando terminaron la ronda, justo cuando la lucha de espadas llegaba a su fin como si hubiesen sido coreografiadas con ella.
Ahora era el momento del combate cuerpo a cuerpo. Todos los que iban a realizar aquel espectáculo eran soldados de Wolfgang. Para sorpresa de todo el mundo los treinta luchadores se despojaron de todas sus ropas a excepción de unos pequeños pantalones cortos que tapaban lo justo de sus partes íntimas y comenzaron a transformarse en licántropos. Querían hacer una lucha en su verdadera naturaleza, peleando con garras colmillos y fuerza sobrenatural, todo un espectáculo.
Esa era la señal para que las dos mujeres abandonasen el patio de armas y fuesen hacia las celdas donde estaban Valiant y Savage. April corría junto a Giselle haciéndole pucheros


-No tenías que haberle dicho al general que les ordenase ponerse pantalones cortos para el cambio a licántropos.


Giselle le subió una ceja acusadora- Ellos estarán acostumbrados a verse en la desnudez, pero nosotras no teníamos que pasar por esa visión. Luego me lo agradecerás, si Savage se hubiese enterado después de que has visto a todos sus compañeros desnudos se iba a volver loco con ellos.


April resopló divertida pero no aminoraron el paso. Llegaron hasta los dormitorios donde residían los soldados de la guardia Real. En el pasillo estaba el baúl donde habían guardado las armas y la ropa para los muchachos, la recogieron y entraron. Todo estaba silencioso. Olía a “macho sudado”, según April, que se tapó la nariz ante el típico olor de los descuidados dormitorios masculinos. Al fondo estaba una puerta que daba a las mazmorras. La abrieron silenciosamente y comprobaron que solo habían dejado a un único soldado custodiando la zona. Estaba dormido, roncando como un tronco.


-¿Por qué este es el único que ya está dormido?- se preguntó Giselle.


-Porque a este le puse triple dosis de somnífero para asegurarme de que no nos molestaba en el rescate.- dijo April mientras le quitaba al guardia la llave que abría la celda.- Espero que nuestros chicos estén conscientes.


Giselle se acercó a la puerta temblando- Yo también.

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