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sábado, 25 de septiembre de 2010

Saga "La Mediadora", El Comienzo Capitulo 18: Sentir la Ausencia

Controlar ese minúsculo bikini fue todo un reto pero al final gané yo y quedó bien puesto, en su sitio, sin asomar nada que yo no quisiera que se viese. Estuve haciéndome unos cuantos largos para estirar los músculos de los brazos y las piernas. Los nudos que hice a los cordones que unían aquel trocito de tela resistieron. ¡¡¡Bien por mí que sabía hacer nudos marineros!!!
Más o menos debía de haber pasado cerca de media hora desde que me zambullí y aunque seguía cansada ya no estaba tan distante con el hecho de estar sola en medio de una gigantesca piscina. Era extraño que en la casa de un vampiro no hubiese nadie por allí a esas horas, cuando se supone que es momento de bullicio y servilismo por parte de sus trabajadores, y de maniobrar para cualquier necesidad de la casa. Quizás Constantin había dado órdenes de que no se me molestase...
Llegué al final de la piscina donde la profundidad era mínima, sólo unas escaleras romanas sumergidas para poder salir por ellas en un lado y un par de apoyos acolchados hechos a posta para poder tumbarte cómodamente sobre la pared y disfrutar de las burbujas. Una delicia a la que no estaba acostumbrada pero que no me importaría incluir en la rutina diaria.
Después de un día con acontecimientos tan intensos y duros esto era una recompensa bien merecida. Tardé bastante en relajarme pensando en toda la movida que había vivído desde que llegó la oscuridad al cielo. Muchas cosas estaban cambiando en mi entorno y a un ritmo trepidante, mi abuela no se había equivocado cuando me dijo que salir de mi mundo perfecto en Nueva Orleans era un error. Ella es de las que piensa que si te va bien, ¿por qué cambiar sin saber lo que encontrarás? Pero claro, yo siempre he sido una chica testaruda a la que le gusta probar nuevos retos y tenía que tratar de subir en el escalafón profesional, demostrame a mí misma que sé hacer mejor mi trabajo. Una periodista tiene que estar atenta a cualquier noticia espectacular que se precie y no negarse nunca a investigarla, es lo que te ayuda a ser mejor profesional. Pero claro, yo no contaba con que tendría que involucrarme con lo que nunca he querido tratar, el mundo sobrenatural. Y por eso estoy ahora aquí en Chicago, tratando de ser la profesional que creo ser aunque no me guste lo que estoy haciendo. Ahora me arrepiento de haber estado negándome a mí misma los conocimientos de mi yaya, de haber estado tratando de convencerme de que sólo eran fanatismos de viejita, un hobby diferente que no era real para mí. Me habría sido de gran ayuda tener todos sus conocimientos wicca cuando se ha despertado mi poder. Total, ya para qué lamentos..., lo único que me queda es echar hacia delante y tratar de aprenderlos en cuanto termine con este lío en el que me ha metido el chupasangre de Dinescu. Eso si no acabo loca primero.
Con esta resolución trabajando por mi cabeza decidí apartar todo el estupor acumulado y tratar de no pensar en nada por unos preciosos minutos. Cerré los ojos y me concentré en saborear el agradable cosquilleo de millones de pequeñas burbujas por mi piel, en disfrutar de la distensión total de mis músculos y en coger de vez en cuando un bomboncito holandés de la bandeja al lado mío para simular mis preciosos orgasmos de azúcar. Sólo debía estirar la mano un poco hacia arriba y allí estaban esperándome esos pedacitos de cielo.
Debían de haber pasado por lo menos treinta minutos o más disfrutando de tener la mente en blanco con la única ocupación de meter de vez en cuando un poco de chocolate en mi paladar y pensando en que mi piel debía de parecer una pasa por tanto rato sumergida. Sentí unas manos frotando mis hombros para masajearlos. Un pequeño gemido gustoso salió como única respuesta a esas manos. Eran manos suaves, cuidadas y sabían muy bien lo que hacían para relajarme aún más sin buscar nada sexual en sus movimientos, dándome bienestar en los hombros y la zona superior de la espalda después de que me echara un poco hacia delante.
Seguramente Constantin quería premiarme por todo loque me había hecho sufrir en lo que iba de noche. No me negué a que me tocase por primera vez en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, casi me parecía que era un humano y no vampiro por la gran calidez de sus manos. Ese pensamiento me hizo dar un pequeño respingo disimulado: él no podría tener esas manos tan calientes... ¿o quizás sí despues de haberse alimentado? ¿Y si no era él y estaba dejando que alguien que no conocía me masajease? Debía de salir de dudas.

-¿Has terminado ya con lo que te tenía ocupado?- Dije con cuidado de no parecer tensa de nuevo. Sin hacer un movimiento brusco busqué bajo el agua por mis muñecas, tratando de llegar a mis cuchillos, lo único de lo que no me permití despojarme al cambiarme para la piscina.

Las manos no abandonaron mis hombros haciendo su tarea, pero la voz tras de mí resultó ser femenina y la reconocí en seguida- Hoy tenía que haber estado entretenido conmigo. Te dije que no te cruzaras en mi camino- Y sin tardar más empujó mi cuerpo hacia el fondo tratando de ahogarme.

Mi primer instinto era sacar los cuchillos y defenderme de Margot a cualquier precio mientras pataleaba por salir. Tras veinte segundos manoteando contra la perra decidí dejarme hundir para tener un par de preciosos segundos en lo que mentalizarme con lo que debía hacer. ¡Dios... ojalá ella hubiese sido un ser sobrenatural para que mis tatuajes me hubiesen avisado!
Mi culo estaba bien asentado ya en el fondo de la piscina y ella estaba con las manos apoyadas en la parte superior de mis brazos para inmovilizarlos sin cesar de hundirme. La revelación por fin me llegó. Crucé lo que pude de mis brazos por delante de mí y la agarré fuertemente, tirando de su cuerpo para arrojarlo a la piscina con la ayuda de mis talones bien tensos contra el fondo y aprovechando su inercia para desestabilizarla. ¡Punto para mí!
Ella iba vestida con un vestido largo elegante, una mala elección si vas a atacar a alguien. Entre mis acometidas y el largo de la falda enredándose entre sus piernas tenía todas las de ganar. La hija de puta tenía más fuerza de la que yo estimaba y estaba mostrando batalla como una oponente a la altura. Me dio un derechazo que casi desencaja mi mandíbula y ahogué un grito de dolor para no mostrar debilidad. Enredé mi pierna izquierda entre las suyas para derribarla de nuevo y la hundí yo a ella entre pataleos. Nunca había probado a luchar dentro del agua y es una mierda gigantesca, constantemente te falta el aire para respirar y los movimientos son más pesados y lentos. Si salgo de esta, tengo que llamar al que fue mi entrenador personal en Nueva Orleans y decirle que debemos practicar puyas sumergidos en un medio acuático, por si vuelve a pasar.
Margot debía de haber tomado lecciones de defensa también porque en poco tiempo estaba otra vez tratando de atrapar mis manos. En el forcejeo desabrochó la correa de uno de mis cuchillos y cayó al fondo. Eché mi mano hacia arriba y atrás para taparle el rostro tratando de afixiarla un poco.
La suerte -en mi contra- hizo que en ese preciso momento tuviese una de esas visiones locas y no podía saber qué estaba haciendo ella mientras. Era una visión distinta, casi diría que era un flash por lo poco que duró. En la visión Margot estaba junto a un hombre pequeño, metro sesenta y cinco como mucho, de ojos pequeños, redondos y oscuros. Usaba un traje estilo antiguo de levita corta por delante y muy larga por detrás con mangas bombachas en el antebrazo, parecida a un chaqué pero en color verde botella. Los pantalones eran del tipo mallas ajustadas y botas aterciopeladas negras altas hasta llegar por debajo de la rodilla. El pelo del color del ébano era largo hasta debajo del hombro y su cara lucía una perilla y bigote como las que usan los tres mosqueteros en la película. Los dos estaban en medio de lo que me sonó como a una fiesta, rodeados de mucha gente pero apartados a la vez en un rincón de la habitación decorada en estilo medieval. Él le estaba susurrando algo a ella y reía con malicia. El flash terminó de sopetón cuando un segundo golpe encajó en mi mandíbula. Margot estaba subida en mi espalda y me había atizado a suerte desde atrás.
Alguien se zambulló en la piscina, la caballería llegaba al fin. Margot fue quitada de encima de mi espalda y por fin respiré con fuerza para tratar de recuperar el aliento. Adam tiraba de ella por debajo de los brazos para alejarla de mí mientras Margot chillaba maldiciones hacia el y yo. Se retorcía igual que un gato y al final se soltó y volvió a acercárseme.

Esta vez yo ya la esperaba, había aprovechado que la alejaban de mí para recoger el cuchillo- Ni un paso más, zorra, o te haré jirones.- dije con voz altiva, intimidante.

Debió de quedarse sorda por la lucha, porque hizo caso omiso a mi advertencia y atacó. Como conozco lo suficiente de leyes para saber qué me podría pasar si la mataba, decidí que mi objetivo era su hombro derecho para dejarla inutil y sin fuerza. Era el brazo con el que me había dado el golpe en la mandíbula y todavía me latía de dolor. Casi la estaba pinchando, pero un borrón evitó que diera donde quería y al final el cuchillo se le clavó en el costado. ¡Mierda! Podría morir en un rato.
El borrón era Constantin que nos había visto y sin pensarlo había tomado velocidad sobrenatural para lanzar a Margot lejos de mí. Aunque mi visión era mucho mejor que la de un humano común me pareció que corría por la superficie del agua. En un parpadeo, Constantín había llevado a Margot al otro lado de la gigantesca piscina, la tumbó en una hamaca y estaba llamando a un par de weres para que la llevaran a la enfermería.
Adam estaba tratando de ayudarme a salir de la piscina por las escaleras romanas sin mucho éxito, soy una perra cuando la adrenalina corre deprisa por mi cuerpo y más que dejarle ayudarme lo estaba aporreando para que me dejase espacio. Cuando por fin comprendió que necesitaba que nadie me sujetase se retiró varios metros más lejos. Cristine asomó por un lado de mí con las manos alzadas para mostrar que no me iba a sujetar, que simplemente me quería alcanzar el albornoz.

-Sólo voy a darte el albornoz para que tú misma te tapes y puedas sentarte cómoda en la hamaca para calmar los nervios, ¿vale?

Su voz tranquila y el pequeño toque que tuve de su mano al coger la bata me dió más calma de la que pensaba. No sé por qué, pero al tenerla a mi lado mis nervios estaban apaciguándose.- Por favor Cristine, quédate un poco junto a mí.

Cristine asintió y se sentó por detrás tratando de masajearme los hombros. Constantin nos alcanzó.- ¿Estás bien? ¿Qué pasó?

Le dí una mirada irónica, no me creí que no supiera de que iba todo esto-Pregúntale a ella. Desde que me vio el el recibidor parece que no le caigo bien y está tratando de mostrarme donde está su territorio- dije mientras alcanzaba una servilleta de tela para introducir algunos cubitos de hielo. Cerré el paquete con un nudo y lo puse sobre mi mandíbula dolorida. Menudo moretón me iba a salir... eso no se disimulaba ni con maquillaje del más caro.

-Hay quien se pone un filete en golpes como ese para aliviarlos, pero personalmente los filetes prefiero comérmelos- dijo Adam desde atrás tratando de ser divertido. Constantin le dió una mirada que lo decía todo, animándolo a que mejor se callase y se fuese de allí. Adam alzó las manos a modo de rendición- Esta bien, me iré. No sé que pasa últimamente en esta casa que todo el mundo ha perdido el humor.- y se marchó rápidamente antes de recibir otra reprimenda por parte de Cristine que ya estaba abriendo la boca para decirle que se fuera.

Mandó también a Cristine a comprobar comoestaba siendo atendida Margot. Yo no quería que se fuese pero no iba a decir nada. Al retirar su toque de mí la mayoría de la tranquilidad extra me abandonó, noté su ausencia aunque ya me encontraba mejor.

-No entiendo por qué te atacó, lo digo en serio.

-Ciento y pico de años y todavía no entiendes a las mujeres... Tienes fama extendida sobre lo contrario en boca de todo el mundo y al final resulta que no- le reproché- Margot cree que estoy interponiéndome entre los dos, cosa que no sé de donde sacó puesto que solo he cruzado dos palabras con ella. Realmente fueron palabras bruscas, pero en mi defensa diré que ella decidió insultarme primero y no se lo permití.

-Margot no es quien para decidir por mí quien quiero que esté a mi lado.

-Eso acláralo tú con ella y dejadme a mí aparte. Que yo haya escuchado, ha sido tu compañera de cama muy a menudo como para pensar que tiene alguna especie de relación contigo. Como te encaprichaste de que yo viniese aquí ella cree que es por otro motivo más allá de lo meramente profesional.

Avanzó hacia mí. Normalmente su rostro no mostraba las emociones que pudiese estar sintiendo, pero esta vez su cara era dulce, tentadora, y yo me estaba eclipsando con su bello rostro- ¿De verdad crees que sólo tuve el capricho de querer tenerte aquí para hacer un reportaje? Te lo he dicho unas cuantas veces, estoy atraido por tí y no sé por qué, puesto que nos conocemos muy poco. Sé que tú también notas algo cuando estás cerca de mí. ¿No es eso suficiente para querer tenerte a mi lado y que descubramos qué es y hasta donde podemos llegar?

Ya lo tenía agachado frente a mí a escasos centímetros de mi cara y con una rodilla puesta en el suelo cuando salí del trance hermoso de su rostro. Puse una mano en su pecho para pararlo, estaba segura de que si no lo hacía iba a besarme de nuevo como hizo en su despacho- Alto ahí Dinescu, ni un centímetro más cerca de mi boca. No quieras aprovechar esto para montar una escenita romántica que no me va en este momento. Además, no quiero tener otra de esas visiones de tí siendo mordido o lo que sea.

Al mover la mano hacia fuera de mi cuerpo la bata se abrió dándole una buena visión de mi cuerpo casi desnudo, oculto sólo por el minúsculo bikini. Tras observarme admirativamente me sonrió con candidez y otra vez yo estaba siendo atrapada por su hermosura- Quien sabe, a lo mejor tengo suerte y esta vez consigues una visión mía en la ducha o en la cama y...

Me levanté rápidamente de la hamaca tapándome completamente con la bata y cerrando el cinturón- No sigas por ahí. En este momento tanto tú como yo deberíamos estar ocupándonos de salvar la vida de Margot. No quiero que tenga que venir la poli a arrestarme y estoy a poco de que eso se haga real.

-¿De verdad quieres que la salve?

Lo miré horrorizada- ¿Serías capaz de dejarla morir por un berrinche suyo? Yo no buscaba matarla, quería dañarle en el brazo para que no me golpeara más la mandíbula. No soy una asesina.

-Estoy seguro de que no fue a posta. Me refería a que estoy oliendo la sangre desde aquí y Margot está en la enfermería que se encuentra casi al otro lado de la mansión, le queda muy poco tiempo de vida y un humano en su estado solo sana de una manera. Ha perdido mucha sangre, tendría que convertirla.

-Eso es lo que quería ella y tú estaba adiestrándola para cuando llegase el momento ¿no?

-Más o menos. Estaba todavía investigando a Margot. Lleva dos años aquí y todavía no me fio completamente de ella. No sé lo que es, pero tiene algo que no me encaja y he estado postponiendo su cambio hasta ver si lo averiguaba. Si muere no te encerrarán, todos vimos como te atacó y sabemos que fue en defensa propia.

-¿Tú viste cómo me atacó?

-No exactamente, estaba hablando por teléfono desde uno de los despachos y sentí gritar a alguien. Me acerqué a la ventana y vi sólo el final de la lucha, me decidí a ayudar.

Me señaló con el dedo hacia arriba. Miré hacia donde me indicaba y vi una única ventana abierta en el último piso. La boca se me abrió sin remedio. Constantin había saltado por la ventana para llegar rápidamente hacia la piscina, justo en el momento en el que ella venía a por mí y yo la iba a acuchillar.-¡Joder! Recuérdame que nunca apueste con tigo a ver quien es capaz de hacer puenting desde lo más alto. Ganarías.

Sonrió- Vale, pero el tiempo está agotándose. Te lo pregunto de nuevo. ¿De verdad quieres que la salve después de que ella ha intentado hacerte lo mismo a tí?

-No quiero vivir con ese cargo de conciencia rondándome toda la vida. Por favor, si no lo haces por ella, hazlo por mí para que no me persiga el remordimiento.

Me miró con cara de sorpresa, supongo que el pedírselo así lo había conmovido. Se acercó de nuevo hacia mí, me cogió la mano y besó la parte superior- Lo que quieras, frumoasa floarea. Esto requiere su tiempo y ya no te podré ver hasta el viernes para partir a Indiana. Enviaré a Cristine para que esté pendiente de tí para lo que necesites.

Me dió un nuevo beso en la mano y tras una anticuada reverencia se marchó al interior de la mansión. Yo me quedé absorta rememorando su toque. Su mano había estado cálida mientras mantenía sujeta la mía y todavía sentía el toque de sus labios sobre ella. Casi diría que en ese momento me sentí vacia sin él. Sentí su ausencia más de lo que me imaginaba.

3 comentarios:

  1. O.0
    que buen capitulo, y que lindo Dinescu
    aunq no confio en Margot, dime paranoica pero algo no me cuadra, suena como una espia en cubierto ¬¬
    mmm...
    tal vez si este un poquito paranioca jeje

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  2. Ohh siento tardar tanto en pasarme a comentar! No se donde tengo la cabeza ultimamente
    Bueno el capitulo, estubo genial, me encantan las escenas de accion y la pelea en la piscina fue... IMPRESIONANTE!
    Muchos besos, espero el proximo cap muuuy impaciente
    ^^

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  3. ¡Hola! En mi otro blog ay premios-espero q te gusta-besos

    http://checktheseblueskiesout.blogspot.com/2010/10/regalos-de-fin-de-semana.html

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