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viernes, 19 de noviembre de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo, Capitulo 23: Conociendo a Claire

Claire… No sabía quien demonios podía ser esta mujer, sólo sabía que en esos momentos yo estaba “poseyéndola” y que debía de tener algo que ver con Constantin ya que aparecí en su cuerpo al rozarlo.
Giré mi cabeza hacia quien me entregaba el camafeo y tal y como me imaginaba cuando reconocí su voz era Constantin. Debía de llevar poco tiempo usando este idioma porque todavía tenía muy presente el acento que se usa al hablar rumano. Por lo demás, para estar viéndolo unos ciento cincuenta años antes de conocerlo se le veía igual, con su carita prístina y su melena rubia recogida en una coleta. Me miraba con una pícara sonrisa, como si estuviese esperando saber qué me parecía su regalo. Lo que encontré diferente en el fue que sus patillas eran más largas y gruesas, rozando casi el final de su mandíbula, muy típicas de la época. Iba vestido con una levita larga en color gris oscuro, camisa blanca, chaleco en un tono de gris mucho más oscuro y pantalones negros. Del bolsillo de su chaleco asomaba una cadenita de esas que se utilizan para llevar colgado un reloj y en su mano libre portaba un sombrero de copa.
Esperaba poder moverme a mi antojo, pero al igual que me pasó la vez que lo poseí a él, yo era una mera espectadora en ese cuerpo. Lo que yo quisiera hacer no importaba, debía seguir el guión tal y como había pasado. Se me dibujó una sonrisa y sin más me lancé a sus brazos para besarlo. Él dejó caer su sombrero para poder elevarme del suelo y después de darme una vuelta en volandas mientras me miraba feliz me bajó hasta poner mi cara a la altura de la suya. Me dio un beso apasionado, de esos que hacen historia y que no se te olvida en la vida. Claire correspondía de la misma manera y aquello duró unos interminables minutos. Yo estaba sintiéndolo todo y me gustaba poder hacerlo. Mientras duró ese largo beso no pensé que era a otra mujer a la que estaba besando y debo decir que no le hacía falta que hubiesen pasado muchos años para mejorar ese talento, tenía el equipaje completo desde que nació. Cada vez que le besaba me parecía entrar en el limbo, no conseguía pensar en otra cosa que no fuese él y en lo mucho que necesitaba estar todo el tiempo tocándolo y a su lado. Cuando al fin me bajó y mis pies tocaron el suelo recordé que era a otra a quien besaba y me invadieron unos pocos de celos. Envidié a Claire porque Constantin la miraba como si fuera la única mujer en el mundo. En esos momentos no había ningún rastro de la característica frialdad adquirida por el paso de años sobre un vampiro. Se comportaba como una persona normal que dejaba asomar su estado de ánimo a su rostro. Me di cuenta de que estaba dejando llevarme por el momento apasionado que había vivido y traté de centrarme en lo que estaba viendo en ese momento. La racionalidad ayuda en un momento de pequeños celos.
Claire apoyó el camafeo sobre su escote y con la mano libre se apartó el cabello hacia un lado mientras se daba la vuelta para que Constantin se lo abrochase. Él pasó sus manos por encima de los hombros de ella para coger la cadena, rozándola a propósito en un gesto muy sexual. El embriagante y exótico olor del perfume que estaba utilizando me inundó. Olía a cítricos y a hierba mojada, a una mezcla de pomelo, limón y te verde que pasaba después a algo parecido al ámbar y al cedro. Exactamente el mismo aroma que yo recordaba haber notado cuando me besó a mí en su despacho. Ciento cincuenta años de diferencia y él seguía usando un perfume con los mismos ingredientes, igual que si fuese un distintivo en él. Impresionante.
Tras abrochar el camafeo me sujetó por la cintura y se dedicó a besar toda la línea ascendente que había desde el hombro hasta llegar al cuello.-Mi hermosa Claire, ¿me has echado de menos? He pensado en ti cada minuto que he estado despierto. No veía el momento de regresar a ti.
-Pues claro que si mi amor, no pensaba que una semana sin verte iba a pasar tan lentamente, creí morir. Me ha parecido un siglo. Sólo el saber que pronto vendrías me daba ánimos para mantenerme viva.
“Vaya tía más hortera hablando” pensé. “Por mucho que me gustara un hombre nunca diría algo así, dan ganas de vomitar. Y de cometer suicidio si vuelvo a sentir una gilipollez de esas”.
Claire se apartó hacia la ventana en un gesto infantil, como avergonzada de haberle dicho aquello y miró a través del cristal. Era de noche y había viento. La empedrada calle estaba iluminada por la tenue luz de las velas instaladas en las farolas. Había pocos viandantes paseando a esas horas y los que lo hacían iban caminando deprisa sujetándose fuertemente el abrigo para apartar el viento.
-Gracias por tu regalo. Siento no habértelo agradecido antes.
Constantin volvió a acercarse. La envolvió de nuevo entre sus brazos por detrás y volvió a recorrer la zona del cuello, alternando las palabras con cálidos besos y subiendo sus manos lentamente buscando tocar sus pechos por encima de la ropa-Sabes que no tienes que hacerlo. Te hubiese traído las rosas originales, pero aquí no las consiguen. Las que yo tenía en mi hogar me las trajeron de Japón, fue un regalo de un embajador. Me las entregó durante una de las reuniones que mantuve con los miembros del estado. Algún día te las conseguiré. Ahora…
Tocaron a la puerta. Constantin se apartó rápidamente con su velocidad vampírica y se sentó en el taburete frente al escritorio, cosa de mantener el pudor en aquella época. Claire se reajustó el vestido y ordenó pasar. Entró una muchacha joven vestida de criada.
-Mademoiselle Deville, la cena está preparada para cuando usted guste. ¡Oh excusez moi! No sabía que estaba acompañada por monsieur Dinescu, Pondré un servicio más en la mesa.
-Gracias Anette, bajaremos enseguida. Puedes marcharte.
Claire sonrió al girarse hacia el escritorio- Siempre consigues sorprender a la criada, un día de estos va a sospechar de ti.
-Tengo que practicar con la hipnosis y qué mejor modo que hacerle olvidar que me ha visto entrar. A Natasha no le dio tiempo a enseñarme. Espero que utilizarla tantas veces en el servicio no afecte a su mente.
Claire se acercó a la puerta y Constantin en seguida fue a abrirle. Estaba a punto de salir cuando le preguntó tocándole el rostro con la palma de la mano.- Estás muy pálido. Cuando hayamos cenado te daré de beber. ¿Tuviste suficiente con la que te llevaste?
-Si. Anduve a cien kilómetros de aquí y me sacié. No sé para que te empeñas en que coma si sabes que no me hace nada.
-Tienes que aparentar normalidad. Si alguna vez te descubren, nadie creerá lo que eres si te ven comer. Y Anette no se volverá loca queriendo saber de que te alimentas si no pruebas la comida.
Bajaron al comedor. La mesa estaba dispuesta con vajilla de fina porcelana, un jarrón lleno de rosas blancas y mantelería de damasco, ostentosa hasta la saciedad. Claire vivía con todos los lujos existentes en esa época.
Después de ser servidos ella envió a la sirvienta a la cocina para tener libertad al hablar mientras comían. Tras escuchar conversaciones vanas entre ellos estaba aburrida. Hablaron de varias inversiones que habían hecho en la ciudad con motivo de la ampliación de la misma. Recuerdo de las clases de historia que París fue ampliándose y adquiriendo un mayor prestigio sobre estas fechas. Monmartre había sido adherido recientemente y buscaban invertir en sus tierras. Ahí fue cuando comencé a escuchar algo que captó mi interés. Claire había estado merodeando cerca de la Iglesia de San Pierre, decía que “captaba” energía procedente de la iglesia y que le vendría muy bien para sus ritos. También comentó que tratando de localizar la energía topó con la procedente de un vampiro. Cuando el vampiro la vio, trató de hipnotizarla y de sonsacarle donde estaba Constantin. Ella pidió socorro y acudió un hombre a ayudarla. Ella consiguió escapar y el hombre quedó atrapado por los ojos de él, el vampiro ya tenía la cena de esa noche asegurada.
Constantin le pidió que le explicara como era el vampiro. Cuando Claire lo describió, sus colmillos asomaron y su gesto se volvió agresivo.- Tiene que ser Nicolae, no me cabe duda.
-¿Quién es Nicolae?
-Por lo que sé es el siguiente vampiro que hizo Lucien tras escaparnos. Debe de haberlo enviado a buscarme. Lucien todavía trata de encontrarme para hacerme pagar por haber estacado a Natasha.
Claire rompió a llorar. Se tapó la cara con ambas manos- ¿Cuándo conseguiremos escapar de él? ¡No nos dejará en paz nunca! Creí que viniéndonos a vivir a Francia lo perderíamos de vista.
Constantin endulzó su rostro al verla llorar y se levantó para acercarse a consolarla. La sujetó entre sus brazos y Claire estuvo sollozando apretada en su pecho. Cuando el llanto disminuyó le alzó la cara para secarle tiernamente las lágrimas.- Buscaremos la forma de librarnos de Lucien. Lo primero que tengo que hacer es encontrar a Nicolae y acabar con él, así no podrá informar a Lucien de donde estamos.
-¿Y de qué servirá? Hoy es Nicolae, mañana será otro vampiro al que envíe.
-Lucien es un vampiro muy anciano y Natasha llevaba con el un milenio. Está muy dolido.
-Gracias a Dios que pudiste acabar con ella.
-Di más bien gracias a ti, sin combinar tu poder con mi fuerza vampira no lo habría conseguido nunca.- Descendió su cara para besarla. Cuando terminó emitió un pequeño gemido casi imperceptible. Como de gusto o satisfacción.- Nos ocuparemos de ello mañana. Ahora vamos a comernos el postre y después te haré el amor toda la noche. Una semana sin tenerte entre mis brazos es un error que debemos arreglar cuanto antes.
Con una pícara sonrisa Claire se levantó de la silla- Creo que mejor pasamos del postre, pero de lo que venía después no.
Constantin le tendió el brazo y ella lo tomó- Ven mi amor, la cama nos espera.
La condujo hacia la habitación donde habían estado al principio. Claire fue hasta el tocador para quitarse los adornos. Constantin se acercó de nuevo por detrás para ayudarla con el corsé. Ella miró hacia el espejo deseosa de verle trabajar en su cuerpo y yo me quedé helada. Claire era muy parecida a mí en los rasgos faciales, aunque más joven. Su pelo era más claro y estaba muy elaborado en un recogido bajo lleno de bucles, su piel era algo más oscura y sus ojos normales. Por lo menos debía de pesar cinco kilos más que yo pero por la forma del ovalo de su cara, la barbilla, la forma de sus ojos y pómulos creí tener frente al espejo a una hermana menor. Yo conocía la frase esa que dice que todo el mundo tiene un doble en algún lugar del mundo, alguien igual. Puedes parecerte a tu abuela o a una tía lejana de la familia. Lo que nunca había escuchado era que ese doble pudiese estar en otro tiempo tan lejano y en otra época, y encima no pertenezca ni siquiera a tu árbol genealógico.
Los ojos de Constantin estaban tan rojos como los míos y habló con voz ronca- Mi amor, tengo muchas ganas de estar contigo, pero primero quiero un aperitivo de lo que obtendré después, me has hecho adicto a tu sabor.- Sus colmillos descendieron excitados por querer morderla y Claire le sonrió mientra inclinaba la cabeza a un lado y hacia atrás para darle mejor acceso a su aorta.
El pánico se apoderó de mí. No quería ser mordida y estaba segura de que cuando Constantin la mordiese yo iba a sentirlo. No sabía que hacer para escapar de ese momento. Tampoco me hacía gracia la idea de verlo hacerle el amor a Claire, sobre todo dada la circunstancia de que yo estaba en ella. Recordé una de las lecciones que me había dado Enrietta, si quería conseguir algo lo primero que debía hacer es desear que pasase de verdad. Lo pensé con todas mis fuerzas. Deseé estar en mi tiempo, en Chicago. Imaginé que mi cuerpo volvía a ser el mío realmente, que París había quedado lejos y me sentí mareada. Claire ojeó por el rabillo del ojo hacia el espejo, buscando poder ver a Constantin mientras la mordía. La punta de sus colmillos casi rozaba ya. Aumenté mis ganas y deseé que pasara como nunca antes había necesitado algo. Apreté los ojos con fuerza y lo volví a intentar.
Sólo había oscuridad a mi alrededor. Se hizo el silencio durante unos segundos, después comencé a oír el run-run del motor del coche donde viajaba con Constantin que estaba todavía hablándome de las costumbres vampiras. Yo tenía los ojos abiertos pero seguía estando en la oscuridad. Mi visión fue retornando lentamente, como si estuviese borrosa y poco a poco se aclarara. Lo miré escrutándolo buscando respuestas a múltiples preguntas que venían a mi mente. ¿Quién era Claire? ¿Qué tenía que ver con él? ¿Por qué mató a Natasha? ¿Qué hizo con Nicolae? La que más me intrigaba, ¿cómo era posible que una persona que era capaz de ser tan tierna y dulce como se había comportado él pudiera llegar a cambiar tanto? Ahora tenía una forma de ser que distaba mucho de aquella. Era más estirado, serio, ocultaba los sentimientos tras un rostro inexpresivo y salvo las ocasiones en que había tratado de seducirme normalmente hablaba solo de asuntos vampiros y de sus inversiones. Si cuando lo conocí hubiese sido más expresivo quizás hubiese conseguido seducirme, pero una persona tan racional no me llega.
Él me explicaba todo como un profesor que instruye a su alumno, pero yo estaba dándole vueltas a lo que había visto. Tenía conjeturas. Llegué a la conclusión de que Claire debía ser la mediadora que él había conocido, había estado enamorado de ella. Según él me dijo ella había muerto cuando llevaba convertido un año, por lo que debía de faltar poco para que sucediese.
Quería explicarle qué había visto y preguntarle por todo aquello, pero no hubo tiempo de hacerlo. El coche se detuvo y bajé el cristal de la ventanilla. Ya era de noche. Estábamos frente a una gigantesca construcción con una gran escalinata. A los pies de ella había una comitiva formada por unas veinte personas organizadas en dos grupos, uno a cada lado. Estaban esperando a que saliésemos. En el lado derecho del edificio atisbé lo que me pareció un inmenso cementerio muy antiguo que enseguida hizo que mi cuerpo se llenara de vibraciones. ¿Quién era el estúpido que querría vivir al lado de uno? Moretti debía de ser un morboso.
Adam y Cristine cogieron los bolsos y bajaron del vehículo para esperarnos. Constantin Bajó y me ofreció su mano.- ¿Estás preparada?-Sólo atiné a asentir.- Bien. Recuerda mantenerte cerca de mí. Kareemath no está en la entrada, por lo que quiere dejar claro su estatus.
Suspiré y tal y como él me había pedido que hiciese me dejé llevar cogida de su mano, como si fuera un objeto decorativo en él y le perteneciese. No sé que podría esperar de Indianápolis y sus vampiros, pero sea lo que sea, cuanto antes pase, mejor.

1 comentario:

  1. Pasando a saludar y decirte feliz finde...... Tienes un premio en mi blog,espero q te gusta...(^mordiscos^)

    http://checktheseblueskiesout.blogspot.com/2010/11/premio-sabado-in-dark.html

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