El recibidor estaba lleno de vida con el trasiego de vampiros para un lado y otro. A excepción de los que estaban de guardia todos me iban saludando con un leve gesto de inclinación con la cabeza. El aire estaba electrizado, cargado de energía, como si esa noche se estuviesen preparando para algo importante. Subiendo las escaleras me crucé con unos cuantos weres que comentaban con Adam sobre el por qué todo el mundo estaba absorto haciendo preparativos para cuando el maestro partiese al día siguiente para Indiana. La casa debía quedar bien guardada por si se producía un ataque y todavía se estaba ultimando el equipaje y la protección que debíamos llevar. No pensé que de verdad podía hacer falta tanto, sólo era un viaje de un par de días entre ir, el juicio y volver.
Al llegar a la puerta de mi habitación me encontré con que alguien me había dejado un sobre pegado con cinta adhesiva al lado del pomo. Era una nota de Cristine indicándome que no preparase nada de equipaje, ni siquiera la ropa interior. Todo lo que necesitase lo compraríamos por la mañana. ¿Qué le pasaba a mi lencería para que no quisiese que la llevara? Espero por su bien que no haya estado registrando entre mis cosas. No es que yo use ropa interior tipo “axilar”- de esas que llevan las personas mayores en las que las bragas son tan altas que alcanzan justo el pliegue de las axilas.- Mi lencería suele ser deportiva por lo cómoda y práctica que es. Luego eso si, para cuando he tenido algún que otro escarceo amoroso a lo largo de mi vida tengo guardados algunos conjuntitos de Victoria Secret's que harían maldecir a mi yaya. No traje ninguno conmigo porque estaba claro a lo que había venido, a trabajar nada más. Así que esto me lleva a una nueva pregunta: ¿qué estarían pensando que iba a suceder allí?
Arranqué el sobre y me introduje en la habitación.
Estuve tecleando en mi pc un buen rato hasta que mi teléfono sonó. Comprobé quien era y me sonreí a mí misma.
-¿No te duermes todavía? Mañana vas a ser un gatito muy manso por el cansancio.
-La verdad es que no había hecho nada más que cerrar los ojos y me llamaron para una redada sorpresa. Están desvalijando unos grandes almacenes y los agentes que hay allí pidieron refuerzos. ¿Adivinas quién es el idiota que vive muy cerca de allí?
-¿Es la pregunta del millón? Supongo que tú. ¿No hay más agentes de servicio o qué? ¿Y qué haces perdiendo el tiempo conmigo en vez de irte ya?
-Estoy ya cogiendo el kevlar y salgo para allá. Me han llamado porque soy el que tengo más experiencia en robos con rehenes de la comisaría. Tienen atrapados a cuatro seguratas y la zona se está convirtiendo en un caos con el revuelo latente entre periodistas y vecinos fisgones, todos quieren un asiento en primera fila para empaparse bien de lo que sucede.
-Ten cuidado y no te retrases más, no me gustaría que muriese alguien por mi culpa, por haberte entretenido.
-Tranquila,- escuché un portazo como si estuviese ya saliendo de su casa.- Solo quería pedirte que me llames cuando vuelvas para saber que ya terminaste tu trabajo con Dinescu y que estás bien. Las reuniones de vampiros donde suelen estar los de más alto nivel no me gustan ni un pelo. Además, la despedida que nos hemos dado ha sido muy sosa.
La pequeña emisora que lleva colgada en uno de los brazos para dirigir a su equipo se encendió preguntandole cuánto le quedaba para llegar a los almacenes. -Vete ya Donovan. Te prometo llamarte cuando vuelva.
Me dijo adios y colgué rápidamente cuando me dijo con voz melancólica que me extrañaría. Pese a su apariencia de tipo duro era todo un cachorro sentimental.
Me dirigí hacia el baño para al menos recoger en un neceser lo imprescindible y volví a por mi pc portátil para avanzar un poco más el reportaje. Me situé encima de la cama con los pies cruzados y apoyé el ordenador en mis rodillas mientras pensaba qué era lo último que había escrito antes de que Donovan llamara.
Debí quedarme dormida mientras repasaba las posibles erratas. Cuando abrí los ojos estaba cegada por los rayos de sol que entraban por la ventana y se podía escuchar a Cristine al otro lado de la puerta llamándome y aporreando fuerte. Sin mucha prisa por mi parte abrí.
-¿Sabes la hora que es? Las diez y media ya. Vamos muy atrasadas con las compras.- Cristine entró agitada y cerró tras de sí con energía. Me miró de arriba a abajo y negó mientras chasqueaba con la lengua. Me quedé dormida llevando aún la ropa con la que salí el día anterior. Debía de tener una pinta horrenda.
-No es que piense que vamos a ir a vaciar las tiendas como para tener que madrugar para comprar y que nos de tiempo. Tampoco creo que sea época de rebajas y si no vamos pronto nos vamos a quedar sin las gangas.- Me salió un bostezo gigantesco.
-¿Tan buena fue la fiesta que te diste y estabas tan agotada que decidiste ni siquiera era bueno quitarte la ropa?
Le dí una mirada de “te estás pasando” y ella se sobresaltó.- Nos es que te interese mucho ni que deba decírtelo pero sí, me lo pasé muy bien. Y después estuve escribiendo durante mucho rato en mi pc sobre el reportaje. ¿Algo más, reina de la hosquedad?
Cristine se relajó un poco con la expñicación y volvió a abrir para dejar pasar un carrito con un desayuno coninental- Solo una cosa, apúrate en cambiarte y comer. Quiero recorrer unas cuantas tiendas y deberíamos estar de regreso a la hora de comer. Todavía me queda mucho que hacer.
-¿Liáis todo esto siempre que se organiza un viaje?
-Si, pero hacía mucho que Constantin no salía de Illinois y quiero que todo salga bien. Es la primera vez que lo organizo yo todo.
-Si te agobias pensando en ello es cuando las cosas se pueden torcer. Tienes que ser positiva y pensar en que nada fallará.- la alenté.
-Hasta ahora todo ha salido bien porque todo el mundo ha seguido mis instrucciones. Tú eres la única que ha sido un dolor en el culo.
-Soy la única que va porque quiere, no tengo obligación.
-Pero podías colaborar un poquito más...
-Y tú podrías meterte menos en mis asuntos, quizás así sería más cooperativa.
Se lo pensó un poco- Quizás llevas razón. Juro que no te preguntaré más sobre cosas personales si tú te das prisa para ir a comprar.
-Trato hecho- dije yo.
Cogí un bollo relleno de crema y me encaminé hacia el baño para ducharme mientras Cristine se iba más contenta a esperarme abajo. Veinte minutos más tarde estabamos saliendo hacia el jardín para coger mi coche. Todo iba bien entre nosotras hasta que me hizo parar en la avenida Michigan. La primera boutique en la que quiso entrar fue Gucci. Como prometí colaborar entré y estuve mirando unos cuantos tops. A los cinco minutos Cristine me llamó desde atrás. Me giré. Ella estaba muy contenta esperando junto a una dependienta que cargaba muy feliz con unas veinte prendas distintas entre sus brazos. La dependienta no podía tener una cara mayor de satisfacción que si le hubiese tocado la lotería de Navidad. Cristine le indicó que metiera todas las ropas en un cambiador y me achuchó para que entrara a probármelo todo. Miré todo lo que tenía sobre una pequeña mesita buscando conjuntar. Cristine tenía buen gusto escogiendo la ropa y también buen ojo, todo era de mi talla. Salí un par de veces para ver qué me decía. Ella me miraba muy seria como si de un concurso de top models se tratase y ella fuese el jurado principal. Me hacía caminar unos pasos, dar dos vueltas y adoptar varias poses hasta que yo bufaba por tanto rodeo y entonces anunciaba: nos lo quedamos.
La tercera vez que me probaba algo tuve la idea de mirar la etiqueta con el precio, casi grito del susto. Quise terminar con la compra y le rogué varias veces que nos fuéramos, pero ella ni caso.
-Ojalá alguien me diera carta blanca para comprar todo lo que quisiera. Dinescu fue muy claro con el tipo de ropas que ibas a necesitar y yo cumplo. Ahora, si lo que te pasa es que quieres mirar en otros diseñadores, dímelo. Cuando salgamos de aquí tenemos que ir a un par de boutiques más.
-Con cuatro conjuntos yo creo que sobra. La ropa que yo tengo es elegante y está bien, pero el estilo de estas prendas me hace pensar que allí todo el mundo va todo el tiempo de gala.
-No lo sabes tú bien. Cuando hay reuniones en las que estám presentes altos cargos del status vampiro no hay ninguno que no trate de mostrar lo poderoso y rico que es frente a los demás. Los vampiros son así de ambiciosos, todo lo suyo tiene que ser mejor . Eso por no hablar de Kareemah, es capaz de gastar en un día lo que en la mansión se necesita para dar de comer a todos los que viven allí durante dos semanas, y ya sabes lo que les gusta comer a los were...
-¡Joder!- esa palabra resumía muy bien lo que me parecía toda esa mierda de ostentación.
Seguí probando y al poco tiempo la caja registradora estaba sonando mientras hacía la cuenta de la compra.
-¿Efectivo o tarjeta?
-Tarjeta, pass-vip.- Cristine le entregó una tarjeta dorada. Era del tipo de tarjetas que usan las personas asiduas a un comercio y tienen cuenta abierta.
-¡Oh, disculpeme señorita!, no sabía que pertenecía al servicio del señor Dinescu- Dijo avergonzada después de comprobar la tarjeta- Si me lo hubiese dicho le hubiese mostrado la nueva colección en una sala privada para su comodidad.
Tras unas cuantas reverencias y un escaneo hacia mi persona preguntándose quién era la mujer a la que Constantin estaba comprando las ropas conseguimos salir de allí. De allí me guió hasta Water Tower Place en North Side para visitar tres tiendas más. La primera fue para comprar kilométricos zapatos de aguja y tres bolsos. Tras mis ruegos me compró también unos zapatos de tacón más decente. En la segunda tienda en la que entramos miramos más ropa, pero sobre todo lencería, Cristine tenía en esto también un gusto exquisito e incluso me aconsejó en más de una cosa que me llamó la atención, se notaba que disfrutaba gastando dinero. En la última tienda Cristine pidió que nos mostraran exclusivamente trajes de fiesta y de coctel. La dependienta debió de reconocer a Cristine, porque después de preguntarle para quién trabajaba se fue a la parte trasera del negocio y regresó con un vestido guardado en una lujosa funda dorada.
-El señor Dinescu dejó instrucciones explícitas para confeccionar este vestido. Solo falta que la señorita se lo pruebe por si hay que reajustarlo a su figura.
Casi me caigo de culo cuando sacaron el vestido para que me lo probase. Era totalmente de estilo victoriano, en seda negra en la parte de la falda y de rojo sangre cubierto de encaje negro en el corpiño. La falda era una cascada de volantes y acababa en cola. De los hombros caían unas ristras de perlas negras en forma de lágrimas a modo de semi mangas y el escote era pronunciado y rematado con el mismo tipo de cuentas. Me ardían las manos al pensar que debía de tocarlo para probármelo y pudiese mancharlo. Junto al vestido trajeron una caja forrada en terciopelo. La dependienta la abrió y me mostró el interior. Era un bellísimo conjunto de tiara, collar y pendientes a juego. Toda la gargantilla estaba llena de pequeños diamantes y sobre ella colgaba un rubí en forma de lágrima bastante grande que también estaba rodeado de diamantes. Lo único más discreto era la tiara, formada sólo por pequeños diamantes. La caja también portaba una nota. Estaba escrita con la misma letra que la que una vez me entregó Elliot .
“Pedí que confeccionaran este vestido pensando en ti. Estoy seguro de que Kareemah dará una de sus conocidas fiestas y me gustaría que lucieses como la mujer más hermosa de la fiesta. Espero que te guste todo. Constantin”
Si de verdad quería que me divirtiese en esa maldita fiesta me debería de haber dejado ir en jeans.-pensé mientras me lo probaba- Si te manchas no te duele el estómago pensando en lo que te costaron. El vestido era una monada, eso no lo dudaba, pero no ve veía luciéndolo. Cristine me ignoró y lo guardó con esmero en su funda tras los últimos retoques.
Regresando hacia el coche me sentí como Julia Roberts en Pretty Woman, cargadas de ropas de firma compradas por el guapo ricachón y la gente mirándonos asombrados. Me moría de vergüenza. Estaba deseando regresas a la mansión y desaparecer de aquellas miradas, cosa que hicimos nada más coger el coche. Llegamos justo a la hora de comer como había previsto Cristine.
Como yo me había comportado y no le había dado problemas, ella estaba super amable conmigo, incluso se ofreció a ayudarme con el equipaje. Ya solo faltaba que Constantin se alzara para salir.
Aviso:
Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...
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wow compras sin limite, yo tambien quiero jeje
ResponderEliminarpero hasta la ropa interior 0.0
que sucedera en el viaje?
y que lindo es Donovan :)
besos
tienes un premio en mi blog,espero q te gusta--feliz fin de...... besos obscuras
ResponderEliminarAngy((Out of the Blue))
http://checktheseblueskiesout.blogspot.com/2010/11/premio-para-viernes-tu-blog-me-toca.html