Capitulo 20
El nerviosismo por la espera estaba matando a Valiant y Savage. Los dos, allí metidos en el panteón donde descansaba el rey Faulo sin poder hacer nada, era una situación que dejaba mucho tiempo para pensar en formas de venganza. Y el hecho de no poder hacer ninguna de las ideas que tenían los ponía de peor humor.
La única cosa con la que conseguía mantenerse cuerdo era con unas braguitas de Giselle que había escondido en su mochila antes de partir. Las olía delicadamente una y otra vez, atrapando el dulce aroma a lavanda y rosas que le recordaba a ella y a esos momentos tan íntimos que habían pasado juntos.
Un ligero toc-toc-toc en la reja de entrada del panteón le sacó de sus pensamientos, haciendo que se pusiese alerta. Hubo un descanso en los golpes, luego dos más, otro descanso y un último golpe. Se relajó, era la señal que había acordado con el general Wolfgang.
Unos pasos bajando la escalera y apareció un soldado que no era el general junto al capellán. Savage se puso delante de Valiant para recibir cualquier golpe antes que el príncipe, todo tenso y mostrando los puños.
El soldado se deshizo de su casco protector y mostró un rostro sonriente. Era Rumeus portando un enorme saco de arpillera.
-¿Así es como saludáis a un amigo?- dijo sonriendo- Wolfgang me envió para traeros un par de amigas por si fuesen necesarias mientras estáis aquí.
Rumeus sacó dos relucientes espadas del saco y se las tendió por la empuñadura. Regius levantó un poco la mano para alentarlos a que se acercaran, asintiendo como para decir que era de fiar.
Savage relajó sus hombros y se acercó para saludar al soldado.- Rumeus, ahora sí es un placer volver a verte. Comprende que después de lo que pasó tenga tanta desconfianza ante cualquier persona que se acerque a nosotros.
-No te preocupes, ya está olvidado. Os comprendo perfectamente, creo que mejor os pongo al día con los nombres de todos los que Wolfgang está seguro de que son fieles a ti- dijo mirando hacia Valiant- pero creo que antes deberíais comer algo de lo que Regius ha traído. Estaréis muertos de hambre, supongo.
-¡Oh si! Espero que hayas podido traer una de esas tartas que hace Moira, las he echado de menos allí fuera.
Regius depositó una cesta llena de viandas en el suelo, la abrió y sacó una enorme tarta mientras sonreía y guiñaba un ojo. Sacó una jarra de leche y unos vasos y se los entregó a ambos.
-Anda, comed y luego habláis con Rumeus, que os ponga al día de lo que Wolfgang quiere hacer. Yo debo irme pronto, tengo que ir a la capilla a hacer unos cuantos recados para Oliver. El muy arrogante me hace ir a todos los lados como si fuese su mensajero. Mañana tengo que ir al mercado para traer unas cuantas telas para la costurera real, trataré de buscaros unas ropas más adecuadas, eso no os hace de buen camuflaje- señaló hacia las ropas que llevaban puestas- parecéis dos extraños.
Los dos se acercaron al capellán y posaron un beso en sus manos para despedirlo.
Terminaron de comer y Rumeus les tendió una cuchilla y una toalla que había sacado del saco para que pudiesen afeitarse. También sacó una pequeña palangana, un cepillo, otra toalla y un pellejo lleno de agua para que se asearan.
Los dos se afeitaron y peinaron uno al otro ya que no había ningún espejo para hacerlo por ellos mismos. Savage trató de hacerle un recogido como los que se hacen las mujeres, buscando divertirse a costa de Valiant, pero Rumeus se rió al verlo trabajar sobre el cabello de Valiant y lo delató. Se llevó un puñetazo suave en el estómago de parte de Valiant.
-Déjate de gilipolleces, te recuerdo que ahora tengo yo que ocuparme de tu aseo.
Savage alzó sus manos a modo de rendición y terminó su tarea, aunque no pudo evitar una carcajada medio escondida por si alguien los sentía.
Rumeus recogió todas las cosas y se sentó junto a ellos en el suelo.
-Wolfgang nos preguntó esta mañana cómo podríamos hacer un gran entretenimiento para que podáis entrar en el castillo sin ser vistos. Al final decidimos hacer un torneo, uno de esos que hace mucho que no se hacen.
-¿Y Oliver ha accedido?
-Le hemos hecho creer que nos hemos rendido a su petición de que le sirvamos a él. Es como si con ese torneo agasajamos a los futuros reyes, una prueba de nuestra lealtad.
-Tendrá que ser algo impresionante, pero habrá que cuidarse de la Guardia Real, ellos estarán pendientes de que Oliver esté seguro y sus aposentos también.
-Pedimos que pudiese asistir todo el mundo.
-Una magnífica idea, espero que todo vaya como la seda.
Savage se estiró perezosamente, poniéndose de pie de un salto.
-¿A quien le apetece un poco de entrenamiento? Llevamos un mes entero sin practicar y no quiero oxidarme en espera de ese torneo.
Valiant y Rumeus se levantaron en seguida, inclinándose levemente para dar a entender que comenzaba el entrenamiento y la lucha. Practicaron golpes de puños y patadas, derribándose unos a los otros y tratando de coger la posición de defensa en cuanto hacían el movimiento. Luego continuaron con las espadas. Sopesaron las que tenían hasta hacerlas una extensión más de su cuerpo, haciéndolas girar en redondo para calibrar el peso y luego hicieron movimientos precisos sin llegar a chocarlas por temor a ser descubiertos.
Cuando ya estaban extenuados Rumeus alzó la mano para detenerse y coger un poco de aliento, se habían pasado cerca de cuatro horas practicando sin parar todos los tipos de lucha que sabían.
-Pues para llevar un mes sin hacer nada no está mal. Hace un mes me habría tenido que rendir antes, estoy que no puedo más.- Sacudió la ropa para arreglarla y recogió su arma para enfundarla.- Debo volver antes de que se den cuenta de que no salí a hacer un rastreo por el bosque, más o menos es el tiempo que utilizo para ir y volver.
Se encaminó hasta los chicos y se estrecharon en un abrazo amistoso. Rumeus se encaminó hasta la escalera que daba al salón superior y se giró antes de partir.
-Estoy muy contento de veros de vuelta, el castillo tiene que volver a la normalidad antes de que la locura nos atrape a todos. Nos veremos pronto.
Valiant asintió- Espero tu regreso con ansias, amigo mío. Ve y trata de llenarte un poco con hierba y tierra para que parezca que has estado en el bosque.
Rumeus asintió y se giró para subir las escaleras. Se oyó la reja cerrándose y Savage suspiró.
-Otra vez encerrados aquí. Por unas horas creí estar en el Patio de Armas, entrenando.
-La verdad es que yo también. Añoraba mucho nuestro hogar, pero también echo de menos tener los brazos de Giselle rodeándome y todos esos sitios que me ha estado enseñando en su…
No terminó la frase. Unos pasos acercándose los pusieron alerta. Por el ruido al entrar sabía que no era Rumeus o el capellán acercándose, eran demasiados pies haciendo ruido al bajar. Tomaron posición de defensa en cuanto vieron veinte pies bajando la escalera. La ira estalló en su rostro cuando al fin pudo ver a Oliver bajando junto a unos cuantos hombres de la Guardia Real. Llevaban a Rumeus con las manos atadas en la espalda y con la mitad de la cara hinchada por haber recibido un puñetazo.
-Primo, primo… Has sido muy gentil regresando a casa para vernos, pero deberías haber pedido permiso, quizás te hubiese dejado entrar al calabozo por tu cuenta y no a la fuerza.
-¿No piensas matarme ahora, Oliver?
-¡Oh no! Estropearía las ideas que he tenido en tu ausencia para castigarte y créeme, son muy originales.
Valiant tiró su espada al suelo y alentó a Savage a que también lo hiciese. Por mucho que le molestara, sabía perfectamente que eran muchos hombres para ellos solos y solo conseguirían morir rápido sin haberse vengado.
-Está bien Oliver, iré contigo. Pero no hagas nada a Rumeus o Savage.
-Eso ya lo decidiré yo, no me gustan los traidores.
Valiant soltó una carcajada estruendosa- No había otro que lo dijera, tú, que traicionaste a tu familia por el poder, esto es gracioso.
Oliver se acercó y le dio una bofetada tremenda que Valiant aguantó estoicamente- Veremos a ver cuanto te ríes cuando empiece con tu tortura antes de matarte.
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