La botonera del ascensor estaba completamente llena de etiquetas informativas explicándote qué había en cada planta del edificio. En orden de importancia tenías: en la planta uno la renovación del documento de identidad, los visados, los pasaportes, permisos de residencia...etc. En la segunda planta se ocupaban de los pequeños hurtos, riñas vecinales... La tercera planta estaba encargada de los secuestros y las estafas a gran escala. La siguiente era la planta de narcóticos. Me aburrí ya de leer, sólo me fijé en la séptima, Donovan estaba en la sección de criminología.
Las oficinas policiales de Chicago eran totalmente idénticas a las que vemos normalmente en las series policiacas: habitaciones para interrogatorios, celdas preventivas, montones de escritorios para los agentes separados por paneles grises con cristaleras, la oficina del capitán totalmente acristalada y rodeada de persianas venecianas... lo dicho, muy típicas.
En el mostrador de recepción estaba un muchacho muy joven, debía ser uno recién licenciado haciendo prácticas. El cuello de su camisa era el más almidonado que había visto en mi vida. Dinescu preguntó donde podíamos ver al sargento Donovan y él amablemente nos señaló hacia una de las habitaciones del fondo y que nos acompañaba. Mei Ling se quedó esperando sentada en uno de los asientos frente al mostrador a que acabásemos allí.Pasamos por delante de algunas mesas de los agentes y tras ellas vimos la oficina del capitán. La siguiente a su lado estaba cerrada. En la cristalera de la puerta estaban impreso “Sargento M. Donovan”, pero él no estaba allí. El joven opficial nos indicó que el sargento estaba en la sala de coordinación con un grupo de agentes, nos pidió esperarlo y entró en la sala junto a la oficina de Donovan.
Yo aproveché para dar un vistazo a toda el área, comenzando por la oficina del capitán. Las persianas estaban abiertas. Tras un gigantesco escritorio pude ver a un señor regordete de unos cincuenta y tantos años vestido con un austero traje, de cara rojiza y pelo entrecano hablando eufórico por teléfono. Estoy segura de que si seguía alterado por unos minutos más le iba a reventar la vena del cuello. Tenía que ser un tipo de malas pulgas así que aparté la vista cuando nos echó un vistazo. Dinescu levantó casualmente la mano para saludarlo con una sonrisa forzada en la cara mientras me decía:
-Al capitán Baker no le gusta verme por aquí, lo pongo intranquilo.
-¿Y tú por qué lo saludas con esa sonrisa boba? ¿Por joder?
-Más o menos- dijo entre dientes- No es muy fanático de los vampiros, estuvo un montón de meses tratando de encontrar algo entre mis posesiones que le ayudase a encerrarme. Como no encontró nada le molesta verme aún mucho más, y yo cada vez que tengo que hablar con Donovan vengo en persona para saludarlo y que vea mi cara, eso le recuerda lo inútil que resultó todo el follón que armó. Sus superiores le abrieron un expediente por los gastos extraordinarios que ocasionó toda aquella caza de brujas que hizo conmigo.
Me dio la risa- Y luego me acusan a mi de jodidamente retorcida...
Dinescu se giró hacia mí- Que generalmente sea cortés no significa que no me pueda regodear un poco. El capitán Baker es la astilla que me gusta achuchar.
Donovan salió en ese momento de la sala tras unos diez agentes que me saludaron gentiles tras hacer un barrido de mi cuerpo, hasta que vieron mis ojos y salieron raudos a sus quehaceres de oficina. Donovan estaba muy diferente a cuando lo vi en el piso, era más como cuando lo vi la primera vez, todo formal con un pantalón y camisa oscuros muy austeros. Lo único discordante era su melena, pero aún así la llevaba recogida en una cola baja muy peinada.
-Hola Eve. Constantin, si vienes para preguntar qué hemos descubierto de los vídeos de seguridad tengo que decirte que todavía están siendo revisados por el equipo de tecnología. No hay muchos cambios desde ayer.
Constantin apretó un poco los labios tras la noticia- Seguramente tu equipo podría hacerlo más deprisa, cuando quieren son muy eficaces. De todos modos vengo a ver si ya han hecho las autopsias a los cadáveres de los humanos que fueron asesinados allí. Por lo menos habrán hecho eso, ¿no?
Sentí crecer la ira en Donovan. Lo noté por la leve nebulosa rojiza que manó débilmente de todo su cuerpo. Me dio la sensación de que a Donovan no le gustaba que cuestionasen a sus investigadores. Era una ira contenida, no sé cómo lo sabía, pero esa idea ahí estaba, en mi mente. Mei Ling se acercó hasta su maestro en un parpadeo aunque no demostró poder alguno. Pensé que estos dos machotes tenían alguna historia estúpida por la que enfrentarse y cada vez que dejaban salir algo de su enfado me pillaba a mí entre ellos. Dinescu era más difícil de leer, pero lo tuve también muy claro cuando una pequeña ola de poder traspasó a través de mí hacia la pequeña nebulosa de Donovan. La sentí como una brisa helada, arremolinante, chocando con la nebulosa de Donovan y provocando mi ahogo entre los dos y amenazando con dejarme quieta y vulnerable hasta que pasase su efecto. Respiré hondo y traté de imaginarme a mí misma metida en una burbuja indestructible en la que yo podía respirar tranquilamente pero en la que nada extrasensorial entraba. Funcionó, al instante conseguí respirar sin problemas.
-¡Parad ya, los dos! No sé qué mierda tenéis entre manos el uno con el otro, pero sea lo que sea dejadlo ya. No tengo ganas de quedarme quieta como una estatua mientras toda vuestra ira mutua me golpea.
Cesaron al momento. La brisa helada de Constantin regresó a él en un remolino a la inversa. La nebulosa de Donovan fue disipándose en su piel como si fuese reabsorbida. Y yo por fin estaba algo menos intranquila. Aflojé la mandíbula, no me había dado cuenta de que estaba apretando los dientes para ayudar a mi concentración hasta que ellos dejaron de portarse como gallitos y comenzaron a dolerme.
-Entiendo que estás tratando de que se resuelva el crimen lo antes posible, pero no me parece bien que traigas a Evelynn a presenciar unos cadáveres. Que esté haciendo un reportaje sobre ti no tiene que ver con esto.
-Tiene que ver más de lo que piensas. No trates de disimular, estoy seguro de que sabes que ella tiene algo especial ya que en tu familia hay wiccas. Quiero que ella los vea para ver si puede descubrir algo.
La nebulosa amenazó con escapar de él de nuevo- Podías haberme pedido que llamase a mi tía. Sus rituales...
-Sus rituales no sirven para esto. Quiero que ella los vea y ha accedido a hacerlo.
Donovan me miró esperando confirmación. Yo me encogí de hombros- Dice que cree que soy un mediador o algo así, que puedo tener poderes diferentes a las wiccas y ya que tu tía me dijo que debía esperar a que apareciesen para poder controlarlos, quiero experimentar con todo. No creas que estoy feliz por tener que ver fiambres...
-Los rumores de que relamente hayan existido los mediadores son muy antiguos. Es imposible. La última vez que alguien declaró haber visto uno fue hace unos ciento cincuenta años o más.
-Yo la conocí. Existió de verdad, y Eve tiene las mismas características. Sólo quiero ayudarla a conocer quién es en realidad.
El capitán Baker había estado observándonos tras las persianas semiabiertas de su despacho. Abrió la puerta y asomó la cabeza para llamar a Donovan con voz autoritaria.
Donovan puso los ojos en blanco antes de volverse hacia el despacho y cambiar a un rostro normal. Entró dentro y estuvo hablando con el capitán durante unos minutos. Baker no paraba de hacer gestos con las manos en plan eufórico, subía y bajaba las manos cada dos por tres y se paseaba de un lado para otro. Finalmente llamó por teléfono y tras un minuto más dijo algo a Donovan y le indicó que saliera del despacho. Donovan estaba serio pero algo más relajado que cuando se enteró de por qué estaba yo allí.
-Baker no se ha tomado muy bien que quieras que Eve entre a la morgue sin ser familiar de ninguno de los cadáveres. Tuve que explicarle que ella es algo así como una medium y que querías saber la última voluntad de los fallecidos. Eve, cuando entres no debes decir a nadie que eres periodista, podrían meterme un paquete por dejarte entrar si creen que estás aquí para cubrir el asesinato.
-Es que realmente no estoy aquí por eso, ya lo sabes.
-Bueno, démonos prisa antes de que Baker cambie de opinión. Él no es muy amigo de nada que tenga que ver con lo sobrenatural y estoy extrañado de que al final haya accedido.
-Yo se por qué lo ha hecho,- dijo Constantin con una fina sonrisa- creo que ha sido para conseguir que me vaya de aquí. Lo pongo nervioso.
Esta vez fuimos Donovan y yo quienes pusimos los ojos en blanco antes de salir hacia la morgue.
Bajamos por el ascensor hasta el sótano utilizando la entrada que comúnmente utilizan los policías en vez de salir al exterior. Nada más pisar el pasillo el olor a formol y a desinfectante inhundó mi nariz hasta ser casi en lo único en lo que podía pensar, en botes y botes de desinfectante. Las pristinas paredes en color blanco sin ninguna clase de cartel ni indicación sobre un suelo color azul celeste me deprimían. No sería capaz de trabajar en un sitio así. Por fin llegamos a unas puertas oscilantes en color gris claro que daban a la recepción principal. Unas sillas de espera, un mostrador de información y un enfermero vestido de color celeste tras él eran lo único en esa sala. Bueno, eso y Mozart sonando tímidamente a través del hilo musical. Constantin envió a su segunda a vigilar el coche, no sé por qué no quiso que estuviera presente cuando entrásemos.
-¿Qué necesitas Matthew?- preguntó el enfermero cuando divisó a Donovan.
-Hola George,¿Está disponible la doctora Maxwell?
-Hace veinte minutios que terminó una autopsia para Callaghan. Le diré que estás aquí.
-Dile que vienen conmigo dos personas que tienen que ver con los asesinados del Bites and Dreams, que quisiera que pasen a verlos si ya están listos.
El enfermero tecleó en el ordenador comprobando archivos y luego llamó a través de la línea interna de teléfono a la doctora Maxwell. Tras un par de minutos colgó.- Mary Anne dice que paséis.
Donovan le dió las gracias y nos llevó a través de otra puerta oscilante al interior de la morgue, hasta una puerta del mismo tono donde se podía leer en un cartel situado al lado de la puerta el nombre de la doctora. Nada más atravesar las puertas oscilantes me sentí abrumada de la misma forma que uno puede notar cuando un montón de ideas surgen en tu cabeza de golpe y debes organizarlas pero no sabes como. Tenía el pecho algo oprimido y todo mi cuerpo captaba sensaciones que no sé cómo describir, sólo puedo decir que las notaba recorriendo mi cuerpo. Tras pegar en la puerta y escuchar la fina voz de una mujer madura diciéndonos que pasáramos lo hicimos y por fin aquello cesó.
La doctora Maxwell resultó ser una mujer de unos cuarenta años o casi llegando ya a ellos, de baja estatura, con gafas y pelo castaño recogido en un rodete poco favorecedor. Nos saludó amablemente y después se acercó hasta Donovan y le palmeó en el brazo, casi buscando sobarle bien los músculos bajo la camisa..
-¿Cómo está mi gatito favorito?- le dijo en un tono cariñoso, casi ronroneante, y luego le hizo cara de puchero- sólo vienes a verme cuando necesitas algo.
-Mary Anne, te tengo dicho que no me llames gatito, menos delante de gente que venga conmigo. No todo el mundo sabe lo que somos, ¿entiendes? Ellos vienen a ver los cuerpos buscando información. Baker les ha dado permiso.
La doctora Maxwell lo dejó de sobar al instante sin perder la sonrisa y se acercó hasta su escritorio para coger los archivos de auptosias del caso dándome la espalda. Yo aproveché para ponerle cara de póker a Donovan e imitar un maullido insonoro y un zarpazo para burlarme de él. No puedo desaprovechar una oportunidad como esa, menos cuando a él se le ocurrió una vez llamarme brujilla. Donovan me bufó para mi regocijo y volví a mi cara neutral cuando la doctora se giró de nuevo hacia nosotros para entregarle a Donovan los informes y nos pidió que la acompañáramos hacia los frigoríficos.
Tuvimos que pasar otra de esas puertas oscilantes más, cada vez me sentía más apretada y ahogada. La sala de autopsias estaba muy fría. Gracias a Dios no había ningún cadáver tumbado sobre las camillas esperando ser analizado. Todo estaba muy limpio y los utensilios bien organizados y pulcros en un carrito auxiliar. No es que esperara que aquello pareciese un matadero, pero el enfermero había dicho que hacía poco que había estado practicando una autopsia y me lo imaginé todo cubierto de sangre y vísceras, o por lo menos el suelo manchado.
La sensación de ser recorrida por el cuerpo se aceleró y me pareció escuchar un par de voces llamando a alguien. Una de ellas me sonó como la de un niño de doce o menos buscando a su madre.
La doctora Maxwell comprobó los nombres en las puertas de los frigoríficos y abrió doce en total. Todos estaban cubiertos con sábanas.- Tuve ayuda por parte del turno de la mañana para examinarlos, si no jamás hubiese sido capaz de tenerlos listos en tan poco tiempo. ¿Qué es lo que necesitáis?
Yo me giré hacia Constantin- Díme que se te ocurre que tengo que hacer y por favor, no me digas que debo tocarlos.
-La mediadora que yo conocí no le hacía falta, pero no sé cómo lo podrás hacer tú. Sólo sé que ella se colocaba delante de ellos y contactaba.
Con algo de repelús me coloqué delante de la primera sábana no muy segura de lo que hacía. Todavía sentía las voces en mi cabeza. Seguía escuchando al mismo niño y la otra voz era más clara y parecía llamar a alguien llamado Jimmy. Cerré mis ojos esperando concentrarme por lo que pudiese pasar pero tras unos minutos sin nada me giré hacia Constantin y me encogí de hombros.- Nada
Constantin se cogió la barbilla pensativo, buscando algo que me pudiese ayudar. La doctora Maxwell había estado observándome pacientemente- Matthew, ¿de verdad Baker dejó pasar a una medium?
-No soy medium, señora.
Me había girado hacia ella y de repente se fijó en mis ojos. Se sorprendió.- Nunca había escuchado de una medium vampiro.
Donovan estaba empezando a impacientarse- Eve no es vampiro, es wicca. Eve, quizás deberías llamar a mi tía.- y me ofreció su teléfono móvil para que la llamara.
Constantin se acercó un poco más a mí para susurrarme al oído.- La única vez que has tenido una visión... ¿recuerdas qué la desencadenó?
Pensé en ello un buen rato tratando de descubrir por qué surgió. Estábamos hablando en su despacho, después discutimos sobre si soy humana o no y lo siguiente fue...-¡no, no pudo ser eso!- dije en voz alta- Llamaré a Enrrietta.
Me alejé a un rincón algo nerviosa y marqué el número de teléfono de Enrietta. Sonó unas cinco veces y al sexto toque me lo cogió- Hola Matt, ¿qué quieres?
-Mmm... Hola Enrietta, no soy Matt, soy Evelynn. Estoy ahora mismo tratando de averiguar un supuesto poder que puedo tener...- Le expliqué todo lo que me había pasado con la visión, sin decir que lo que yo creía que me había hecho tenerla había sido el estar besándome con alguien. Preferí decir que me dejé llevar por una “emoción” con la que no pensé en nada.Enrietta escuchó pacientemente aunque no le gustó saber que había estado hablando con un vampiro y me dijo que esperase mientras hacía unas comprobaciones en sus apuntes wicca. Tras unos minutos regresó al teléfono.
-Creo que lo que necesitas es simplemente dejar tu mente en blanco y tus poderes se activan solos.
-¿Cómo va a ser eso así? Si supuestamente tengo varios debería de tener algún modo de activarlos por separado, si no, ¿cómo sé yo cuál es el que debo activar?
-Eve, no seas impaciente. Es una manera de empezar hasta que los controles, tú prueba a desconectarte de tu alrededor y si no funciona vuelves a llamarme que yo mientras buscaré en mis datos algo que te pueda ayudar.- y colgó tras despedirse.
Suspiré profundamente y volví a colocarme al lado de la primera sábana. Cerré mis ojos y traté de pensar en blanco, en la nada. La voz del niño seguía atormentándome y al final abrí mis ojos. Todos estaban esperando por mí, así que hablé a nadie en particular.- No puedo concentrarme, por más que intento quedarme en blanco tengo la voz de un niño llamando a su madre en la cabeza. No sé de donde me viene esa idea.
-¿Has dicho un niño?- me preguntó la doctora.
-Si, creo que se llama Jimmy, o por lo menos eso dice la otra voz que escucho. Debo estar volviéndome loca.
Mary Anne negó con la cabeza- En uno de los frigoríficos tengo a un niño de once años y a su madre en otro. Los dos han muerto en un accidente de tráfico. El niño salió despedido por la ventanilla y la madre murió arrastrándose hacia él para tratar de alcanzarlo. Él se llamaba Jimmy- y abrió otras dos puertas para sacar las camillas donde estaban descansando los cuerpos ocultos tras sábanas.
Nada más abrir las puertas ante mis ojos aparecieron dos espectros con la forma de una mujer y un niño. Miraron hacia donde estábamos y notaron que yo los veía.- ¿puedes decirme dónde está mi mami?
El niño actuaba como si no viese a la persona que tenía al lado de él.- Cielo, creo que es esa mujer que tienes a tu derecha.- El pequeño Jimmy miró hacia ese lado y por fin consiguió ver a su madre. Se abrazaron mutuamente y sus espectros comenzaron a brillar haciéndose más intensos para después desaparecer. Cuando ya casi no quedaba nada de esa luz sentí a los dos dándome las gracias y todo el ahogo que había estado sintiendo desapareció completamente. Tuve que limpiarme disimuladamente las lágrimas que amenazaron con salir de mis ojos mientras todos me miraban esperando saber qué había estado haciendo. No me acordaba de que ellos no habían visto nada.
Me sentí tan completamente relajada tras ayudarlos que pensé que era el momento de probar con los cadáveres. Me acerqué por tercera vez al primero en la fila y cerré mis ojos. Tras unos segundos sentí un hormigueo ligero por mi piel y sin darme cuenta rocé con la parte interna de mis muñecas la sábana que lo cubría. Ahí comenzó mi infierno.
Aviso:
Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...
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Me encanta!
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