Me di cuenta de que tenía los ojos completamente cerrados, no sé por qué, porque no recordaba haberlo hecho y en mi boca tenía un sabor especial que no recordaba tener allí un momento antes. De todos modos estaba relajada así que decidí abrir mis párpados y mirar hacia Constantin para decirle que su idea no había funcionado. Me equivoqué.
Estaba en la sala privada del Bites and Dreams, sentada en un cómodo sofá de terciopelo rojo y tomando un cóctel de sabor ligeramente amargo, como de cáscara de naranja confitada y macerada en alcohol, que tras unos instantes en la boca dejaba un delicioso sabor totalmente opuesto. Lo primero que me vino a la cabeza fue que el barman que lo había preparado era jodidamente bueno en su trabajo.
La música de fondo encajaba dentro de la línea de las que estaban de moda en ese momento pero no sonaba estridentemente, más bien acompañaba a las conversaciones que vagamente escuchaba en un nivel de volumen muy aceptable para poder seguir la conversación. ¿La conversación de quién?, ¿o de quiénes?- pensé.
Di un barrido a la habitación y para mi sorpresa estábamos entre treinta y cuarenta personas allí. Reconocí a unos cuantos rostros, eran los humanos colmilleros que habían sido asesinados, por lo que deduje que después de todo si había despertado a mi poder, sea el que sea porque todavía no entiendía cómo funcionaba. Entre los que no me sonaban de nada debían estar los vampiros que habían sido calcinados, la mayoría mostraban un aspecto saludable que te hacía dudar si realmente lo eran o no.
Un muchacho de unos veinte o veintidos años se acercó hasta mí ofreciéndome una nueva copa mientras se sentaba a mi lado muy sonriente, enseñándome ligeramente unos perfectos colmillitos- Toma otra bebida, parece que te ha gustado el cóctel.
Le di amablemente las gracias y sorprendentemente mi voz sonó masculina, como la de un chico de más o menos la edad de él. Giré la cabeza hacia una de las columnas cerca de donde me encontraba para poder ver mi aspecto. En lugar de mi rostro estaba el de un chico de dieciocho de cabello largo hasta más allá de los hombros, con una perilla muy cuidada y ropa de diseño. La camisa estaba desabrochada hasta la mitad dejando entrever un lampiño pectoral. Mis ojos se abrieron desorbitados. -¡Oh no!-pensé- ¿por qué demonios cada vez que tengo una regresión en la vida de otra persona tiene que ser siempre un hombre?
El vampiro en cuestión se acercó más a mí, pasándome el brazo por encima de la cabeza para sujetarme por el hombro y acercó su cara hacia mi pelo. Inhaló el mechón de cabello que me había cogido delicadamente con la otra mano y después lo apartó para dejar mi cuello al descubierto. Sus colmillos descendieron completamente al notar la aceleración de la sangre por su acercamiento.
Me había entrado el pánico. Recordé la regresión que tuve con Constantin, cuando fue convertido agresivamente por dos vampiros. Rememorar la terrible sensación que él mismo había experimentado me hizo temer por mí misma, mi mente no veía que yo no era yo en ese momento, si no un recuerdo del pasado que estaba reviviendo al contacto con el cuerpo del muchacho. El vampiro me miró sorprendido.
-¿Es la primera vez que te ofreces como donante? Si es así no te preocupes, yo tampoco llevo siendo vampiro hace mucho y me han enseñado cómo hacer que lo pases bien, sin dolor. Será muy placentero para tí, te lo prometo. -como yo no reaccionaba y no me relajaba él siguió dándome explicaciones tratando de apaciguarme- Esta fiesta es precisamente para celebrar nuestro cambio, no haría nada malo que pudiera estropearla.
Trató de acercarse de nuevo a mí y yo hice caer mi bebida para tener la excusa perfecta para levantarme del sofá. La mayoría de las demás personas en la sala ya estaban enredadas unos en brazos de los otros, unos mordiendo y otros dejándose morder. Una chica de cabello corto estaba tumbada en uno de los divanes del fondo y por el sonido que hacía parecía que estaba teniendo un orgasmo mientras el vampiro que estaba con ella la tenía cogida por detrás de la cabeza y le succionaba en el cuello. Soy una chica liberal, pero estar delante de alguien que emite esos jadeos tan específicos me hizo ruborizarme.
El vampiro que había estado tras de mí dijo una pequeña maldición por haberle tocado el “donante difícil” y pensaba quejarse a los organizadores de la fiesta. Yo hice caso omiso y traté de alejarme de todos ellos para pensar qué hacer. Llevaba tan sólo unos pasos lejos del vampiro cuando la puerta de entrada a la sala se abrió de golpe. Un numeroso grupo de personas entró por sorpresa. Iban todos encapuchados, blandiendo cruces y estacas en sus manos. Algunos llevaban biblias, frascos con agua y cadenas de plata. Si tan solo los gilipollas supiesen que de todo los que llevaban las cosas religiosas no iban a servirles de mucho...
La adrenalina comenzó a bombear fuerte por mi cuerpo. Busqué mis cuchillos y mi Beretta entre mis ropas.
-¡Mierda!- exclamé cuando recordé que este cuerpo no era mío.
Por lo menos el muchacho que yo estaba poseyendo estaba bien fornido e iba a luchar con todas sus fuerzas para no ser cazada. Salté por detrás de la barra de bebidas para buscar algo con lo que defenderme mientras los primeros gritos y rugidos ocupaban el sonido de la habitación, dejando casi inaudible la música de fondo. Lo único a mi alcance fueron unas botellas de licor y un picahielos. Suspiré resignada mientras metía el picahielos entre el cinturón y el pantalón, puse las botellas bocabajo sujetándolas por el cuello y las estrellé contra la barra. Por lo menos obtendría un par de buenos cortes sobre alguno de aquellos inútiles. Di un pequeño barrido con mi vista por la habitación, aquello era un caos. Los humanos ya habían perecido, todos menos yo. Los vampiros luchaban con sus colmillos bien expuestos, se habían cargado a un par de los asaltantes pero la mitad de ellos estaban ya estacados o maniatados con plata, humeando por la carne que se abrasaba al contacto con ella.
Tres de los asaltantes se dieron cuenta de donde yo estaba y decidí atacar antes de ser atacada. Salté de nuevo por encima de la barra dando un grito de guerra- bueno, para mí lo es si lo que les digo mientras ataco es ¡Jodeos!- y rodé por el suelo hasta el primero. Para cuando me levanté sobre mis rodillas le había hecho un bonito tatuaje con la botella cortada rodeando la zona del corazón. Giré el cristal en el sentido de las agujas del reloj y tiré para atrás. Me llevé una buena cantidad de carne adherida en la botella y el tipo cayó fulminado, soltando borbotones de sangre.
Alguien trató de agarrarme por la espalda así que metí una patada hacia detrás con todas mis fuerzas y lo dejé doblado, cogiéndose las pelotas y chillando como una nena. Seguí tratando de abrirme paso para llegar a la puerta de salida, luchando contra todo el que se interponía. La otra botella también la usé y me quedé sin nada en las manos.
Casi había conseguido mi objetivo cuando un tipo bastante fornido y grande se interpuso entre la puerta y yo.
-¿Dónde crees que vas, puto de los vampiros?- y se lanzó contra mí.
La voz me era vagamente familiar, pero tenía el rostro totalmente oculto así que no distinguí quién era. Conseguí agarrarlo por la manga del jersey, saqué el picahielos y se lo clavé en el hombro derecho, arrancándole una maldición. Sacó fuerzas con la otra mano y me derribó. Se sentó a horcajadas sobre mis piernas para que no intentara escapar. Todavía lo tenía cogido por la manga. Ésta se había resbalado un poco hacia atrás y consegui ver el final de un tatuaje, parecían las garras de un ave.
-Casi me da pena matarte por lo bien que te has defendido, pero no soporto a los colmilleros ni tampoco a los colmilludos.Como te gustaría ser uno de ellos he pensado que quizás quieras también morir como ellos- dijo mientras elevaba una estaca sobre mi pecho.
Peleé todo lo que pude mientras sus compañeros se llevaban a los lesionados y a los que habían perecido, borrando todo rastro que hubiesen podido dejar para no ser encontrados. Incluso rociaron las manchas de sangre con lejía para que el ADN fuese imposible de sacar. Sólo quedábamos él y yo forcejeando.
Creí que iba a tener que experimentar el dolor que ese cuerpo sintió al ser estacado, pero justo cuando conseguí agarrar la capucha que llevaba puesta e iba a verle el rostro la estaca bajó hacia mi cuerpo y yo me desvanecí.
Cuando abrí los ojos estaba de nuevo en la morgue, tirada sobre mis rodillas y gritando “no” como una posesa. Donovan estaba tras de mí también de rodillas en el suelo, me tenía cogida por los hombros y estaba tratando de que saliera del trance.
-¡Eve por favor, regresa!- decía constantemente.- ¿Qué te pasa?
Por fin reaccioné al ver su rostro y dejé escapar un par de lágrimas contenidas- Estaba allí, en la sala del hotel, en el momento en que fueron atacados.
Donovan me mecía igual que si fuese una niña asustada, tratando de calmarme de la única forma que se le ocurrió. Constantin se acercó a donde estábamos y me ofreció la mano para ayudarme a levantarme.- ¿Viste a los que lo hicieron?
-¿No crees que después de hacerla pasar por una experiencia como esa bien podrías dejarla calmarse un poco?
-Sé que está un poco traumatizada, pero creo que ahora que lo tiene reciente es el mejor momento para que lo cuente. A mí tampoco me gusta esta situación pero sería muy valioso todo lo que pueda ayudar en la investigación.
-¡No me jodas Dinescu! No tenías que haberla traído, ya me estoy encargando yo.
La ira en el aire se estaba haciendo latente, ahogándome. La doctora Maxwell estaba sorprendida de todo lo que había visto. Cuando me vio en estado de shock se fue a buscar algún calmante para mí. Al entrar por la puerta también notó la carga de energía del ambiente y sin poder remediarlo sus ojos se transformaron en un color amarillo brillante, supongo que la energía estaba estrellándose contra ella con todo el equipo.
Me cogió con cuidado del brazo tirando de mí hacia la sala de al lado- Ven querida, estos dos van a conseguir que te vuelvas loca del todo y necesitas descansar un momento. Me ayudó a sentarme en una camilla y me dió una pastilla y un vaso de agua.- Tómate esto, es un calmante para el nerviosismo que tienes ahora mismo. Voy a ir a tranquilizar a esos dos, si siguen lanzándose auras de poder van a conseguir que me transforme totalmente en pantera y no he dejado a nadie en este edificio que sepa lo que soy hasta ahora.
Antes de que pudiera decir nada se fue de nuevo a la morgue. Tras unos minutos volvió otra vez a buscarme. Sus ojos eran de nuevo marrones y estaba muy relajada- He conseguido calmarlos, están esperándote en recepción pero tú tomate el tiempo que necesites.
Yo quería realmente irme de allí. Me había dado cuenta de por qué me había estado sintiendo ahogada todo el camino hacia la morgue, debían ser las almas que todavía estuviesen vagando por allí. Lo descubrí cuando ayudé a la madre y al niño que habían muerto en el accidente. Cuando conseguí que se reencontrasen una parte del ahogo se detuvo. Me levanté con cuidado de la camilla y le dí las gracias amablemente. Antes de salir por la puerta hacia la salida me giré de nuevo hacia la doctora Maxwell- ¿No sabrá por casualidad qué es lo que les pasa a esos dos que siempre que se cruzan acaban lanzándose ira uno al otro?
-Te lo explico si tú me dices qué hay entre Matthew y tú. Hace tiempo que lo rondo y nunca le había visto preocuparse tanto por nadie como lo ha hecho contigo cuando te ha visto tras lo que sea que te haya pasado.
Esta mujer me estaba gustando realmente por su forma de ser directa. Me recordaba a mí. Así que le dí lo único que sabía como verdad- Realmente nada. He quedado en salir un día con él, pero supongo que lo que quiere realmente es vigilarme y saber qué hago con Constantin, su tía le dijo que me protegiera cuando se enteró de que estaba trabajando con Dinescu. Tampoco tengo noticias de que esté con nadie. Ahora es tu turno de explicarte.
-Realmente estos enfrentamientos es algo que lleva ya un tiempo sucediendo. Donovan es el hijo primogénito de Clhaus, lider del clan were-panther de Chicago. Por lo tanto es su sucesor.
-¿Y eso qué tiene que ver con Constantin?
-A todos los vampiros maestros les gusta rodearse de seres were, bien por el poder que su sangre mágica puede añadirle a su dieta alimenticia habitual o bien por los servicios que pueden prestarle cuando otro vampiro intenta atacar a sus dominios. Constantin ayudó una vez a Clhaus en una lucha contra un clan enemigo y luego pidió como pago que le entregase a Donovan por un tiempo. Matthew por supuesto se negó, él piensa que lo que Constantin quería realmente era controlar al próximo lider de los were-panther y al final Clhaus envió a tres were en el puesto de su hijo. El clan casi monta un motín por eso.
-No sé cómo después de eso siguen manteniendo relaciones amistosas entre ellos. Yo no sería capaz.
-Bueno, es que hay que entender a Matthew. Él sabe perfectamente que de todos modos debe mantener buenas relaciones con el maestro de la ciudad, solo evita lo que siempre le exige como pago y lo hace de la única forma que conoce bien, haciéndole favores policiales.
-O sea, le hace la “vista gorda”- dije yo asombrada de lo que acababa de conocer.
-Efectivamente, y ahora si no te importa debo seguir con mi trabajo, ya he dicho más de lo que debía. Gracias por tu información.
Volví a despedirme de nuevo de ella y me encaminé hacia donde me estaban esperando.
Aviso:
Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...
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Aww! q lindo Donovan (suspiro)
ResponderEliminary vivir los ultimos minutos de un muerto a de ser traumante
espero el proximo
Maika cuidate tu y tu baby oki?
besos