Subí directamente a mi habitación y aunque todavía estaba húmeda y arrugada en manos y pies por el tiempo que había estado en la piscina, me metí en la ducha. Manejé los grifos para dejar el agua lo suficientemente fría-pero-no-tanto como para quitarme la mala sensación que recorría mi espalda tras el forcejeo y cuando me sentí lo bastante reconfortada como para salir de allí me tiré en plano sobre la cama sin quitarme las toallas.
La noche transcurrió lentamente en mi dormitorio. Todavía no había podido conciliar el sueño por culpa de Constantin, por comportarse de la manera que lo hizo tras el incidente con Margot. La pequeña cantidad de humanidad que según él todavía moraba en su interior salió a flote con la mirada que me concedió, cuando le rogué porque salvara a aquella idiota. Sus preciosos ojos grises me habían conmovido cuando pude ver a través de ellos la preocupación latente por mi, por el temor que tuve a ser arrestada por matar a una persona. Curiosamente ese temor no lo tuve cuando tuve que matar a uno de los secuaces de Bernie Prescot. Ella quería quitarme del medio por celos y lo de los secuaces de Bernie fue puro instinto de supervivencia.
Era ya casi el amanecer y todavía me parecía sentir el toque de sus labios en mi piel. Me sentí sola tras su marcha, necesitada de su toque y de su mirada cándida. Aquello me planteó de verdad la duda de si en realidad había algo en mí que se sentía atraído por él sin remedio.
-¡Imposible!- me dije a mí misma un par de veces en voz alta, como para convencerme de que así era mientras frotaba la zona justo por encima de mis nudillos, la zona que él había besado.- Soy una mujer racional, no creo en el amor a primera vista. Como mucho admitiría atracción sexual, pero lo negaría ante un jurado y con una mano puesta en una vieja Biblia.
Tocaron a la puerta- Señorita Evelynn, ¿está bien?
Era Elliot, como siempre en el momento justo.- Si gracias, solo murmuraba una maldición porque me he tropezado, pero no me he lastimado mucho, no se preocupe.-Mentí.
-Está bien señorita, pero ya sabe que si necesita algo, sólo debe llamarme. El señor Dinescu me dijo que me ocupara de todas sus necesidades.
-Lo sé Elliot, estoy segura de ello, muchas gracias de todos modos.- cuando sentí sus pasos ya lejanos me volví a acostar en la cama, esta vez sin toallas ni pijama.- Será mejor que procure no hablar en alto, o tendré a Elliot cada dos por tres en la puerta esperando.- Y me giré para dormir.
Como me había ido a dormir en mitad de la noche y no al amanecer como los otros días, me desperté a las nueve y cuarto de la mañana. No se podía decir que había madrugado, pero quizás fuese por la pelea que había tenido que mi cuerpo no quería seguir en la cama, dolía como una perra por la zona lumbar.
Me estaba desperezando con los pies apoyados en el suelo cuando mi teléfono cobró vida con Lenny Kravitz, parecía estar sincronizado con mi mente para que cuando yo despertase sonara.
Miré la pantalla: era Matthew Donovan.- Hola gatito,- dije para bromear- ¿se te ha ocurrido pensar que quizás con lo de estar trabajando en casa de Dinescu podía ser que a estas horas estuviese dormida?
Soltó una risita antes de hablarme- Hola brujilla.La verdad es que en otras circunstancias lo hubiera pensado, pero sé que te fuiste a dormir pronto como una niña buena y posiblemente no tardaste mucho en caer en brazos de Morfeo por el agotamiento.
Me dejó pasmada porque supiese algo de lo que pasó anoche. Tardé un poco en reaccionar pero la necesidad de saber y la periodista en mí salieron a flote- ¿Cómo demonios puedes tú saber de eso, Donovan?
-Bueno... Quizás yo también tenga algo de wicca como mi tía y por eso lo sé... quizás es solo suerte que atiné...
Me olí por sus titubeos que se había dado cuenta de que había dicho más de lo debido.- A otro perro con ese hueso, tú no podías saber eso así como así. Lo que me ocurrió fue en la propia mansión de Constantin. Seguramente tienes a alguien trabajando aquí ¿verdad?
-Déjalo Sherlock, no te voy a explicar mis fuentes. Confórmate con saber que estoy al tanto y velo por tu seguridad. Si las cosas pasaron tal y como sé no tendrías que haberte preocupado, actuaste en defensa propia. Pero ahora Margot te la debe, gracias a tí ha conseguido lo que quería.
-No quiero que esa idiota me deba nada y no me apetece acordarme de ella ahora mismo. Ya que no quieres contarme sobre cómo te enteras de las cosas, por lo menos céntrate en decirme por qué me has llamado.
-¡Ah, si!, lo siento. Tengo un par de tipos que más o menos encajan con los datos que me diste del asesino del hotel y quería que vinieras al edificio policial para verificar si alguno de ellos es él.
-De acuerdo, dame un poco de tiempo y voy para allá.
-Si quieres te recojo. Hoy en realidad libro pero por acompañarte a verificarlo no me importa ir de nuevo a comisaría un rato. Además, me debes una copa, ¿recuerdas?
Me salió la risita tonta- No creo que a estas horas a tí y a mí nos siente bien una copa, es temprano.
-Quien dice una copa dice una comida o un paseo... algo.
-Está bien, pero esta vez llevo yo mi coche.-La línea se quedó muerta por unos segundos- Matt, ¿estás ahí? ¿He dicho algo malo?
-¡No, no! No es eso. Eve, ¿te acuerdas más o menos de la altura que tengo? No creo que yo pueda ir muy cómodo en tu Beetle, prefiero llevar yo el vehículo.
Me llevé la mano a la frente para darme un golpecito por no haber caído en eso. Donovan mide más o menos metro noventa y dos y parece un armario con las puertas abiertas de lo musculoso que está. Asentí tontamente mientras le decía que estaba conforme con que él me llevase y me despedí hasta más tarde.
Donovan era el tipo de hombre que le gusta vestir cómodo fuera del trabajo, así que agradecida por poder ir vestida informal como a mí me gusta saqué unos vaqueros elásticos del armario, un jersey violeta de discreto escote en v y mis deportivas favoritas. En cinco minutos estaba preparada para montar en la moto y mi estómago rugió de hambre. Miré mi pelo en el espejo e hice lo que pude para domar los rizos, cogí una parka por si hacía frío en el exterior y salí del dormitorio rumbo a la cocina.
La claridad del día llenaba cada espacio posible en el pasillo y las escaleras, era extraño por el hecho de que era la primera vez que podía contemplar el edificio a la luz del sol. El mármol blanco de las escaleras relucía con más brillo y blancura que nunca y la madera de la baranda parecía estar teñida de un barniz más intenso. Lo que más calmada me tenía era el hecho de saber que no podía estar merodeando por allí ni un puñetero vampiro. Es cierto que estaba comenzando a sentir algo de simpatía con ellos por el trato que me había dado Constantin hasta ahora, pero tengo muy claro que ni el más bueno es bueno del todo, ni el más malo es malo completamente. Mi yaya me había criado cultivando un odio total hacia ellos y estaba empezando a creer que era excesivo llevar todo ese odio acumulado a todos los vampiros en vez de dedicarlo exclusivamente al culpable de mi condición.
Cuando pensé en mi yaya hice nota mental de llamarla después del desayuno, debía de estar preocupada por mí por no haberla contactado aunque estoy segura de que ella no me llamará y preferirá que lo haga yo.
Bajé las escaleras algo excitada al contemplar toda la decoración y el ir y venir de weres preocupados en sus quehaceres matinales: la limpieza y orden de la mansión. Por primera vez no tuve que concentrarme excesivamente en que mis tatuajes no vibraran al sentir sus auras de poder, era como si mis escudos funcionasen por sí mísmos y me dediqué a observar las esculturas que decoraban la pared en distintos huecos habilitados para ellas. Me parecían más vivas, podía distinguir en sus superf¡ícies hasta el más mínimo rasguño causado por el paso del tiempo, la más ínfima grieta que para cualquier ojo normal sería imperceptible. E incluso percibí un sonido que me recordó al de unas tijeras al cortar. Instintívamente miré hacia la izquierda de los escalones y miré tras el ventanal con las cortinas corridas para divisar a un par de hombres podando rosales en el jardín. Casi se me escapa una maldición por la sorpresa de haber escuchado aquello desde una distancia tan grande y a través de un ventanal.
En la cocina estaban las dos mujeres mayores preparando montones de comidas de gran aporte calórico para los weres. Las saludé amablemente y la mujer más mayor se apresuró a traerme un buen plato de beicon, huevos y salchichas junto a un exquisito café.- Toma querida, estás muy flacucha y debes alimentarte bien.
Me limité a sonreir y después de explicarle por tercera vez desde que estaba en la casa que yo prefería una tostadas o bollería junto a café y zumo de naranja traté de conseguirme yo misma lo que me gustaba. La mujer puso todo su empeño en traérmelo ella misma alegando que era su trabajo y que lo hacía con gusto porque siempre era muy amable y cortés con ellas, apuntilló varias veces con que era la única que agradecía y alababa sin parar todas sus comidas y que no se explicaba cómo podía comer tanto y no engordar ni siquiera un poquito.
Tras mi pequeña batallita con la cocinera entró Cristine bostezando y desperezándose, cogió el mismo plato de beicon y huevos que me había ofrecido la cocinera y se sentó a mi lado.
-Bruenhos driafffss- me dijo con la boca llena, por lo que sonó muy raro.
-Hola Cristine. Pacere que disfrutas de un buen beicon, ¿no?
-Srip. Mmm... Delicioso. Esto mantiene fuera de camino mis instintos carnívoros de tigre controlados, así no me como a ningún humano. Es bueno porque tú y yo tenemos que salir de compras.
La miré con los ojos como platos y Cristine me miró muy seria como preguntándose qué podá haberme dicho para que me quedase tan parada. Tras unos segundos no pu8do contener más tiempo la risa y se desternilló a carcajadas- ¡Es broma!
-¿Lo de ir de compras?- dije yo sarcásticamente.
-¡No tonta! Lo de que necesito controlar mis ansias de comer carne humana. Quería ver qué cara ponías y no me has defraudado.
-Tú verás... estaba pensando en mantener la correa de mis cuchillos abierta siempre que vaya contigo por si necesito mantener yo misma tus instintos a raya.
Cristine puso las palmas de su mano hacia mí para tranquilizarme, pero seguía riendo a mi costa-Tranquila, vayas a hacerme pupita por una broma, jeje Ya en serio, nos vamos de compras. Constantin me encargó que te llevase de compras, a por ropa nueva.
-¿Le pasa algo a la que tengo? Sólo estoy aquí para una semana y me visto con lo que me apetezca, le guste o no a “tu señor”.- Lo de su señor lo remarqué para darle a entender que yo no pertenecía al servicio de Dinescu y para mostrarle enfado.
-Creo que estás necesitando que te dé la mano de nuevo para apaciguarte, eso parece que funciona en tí, por lo menos así fue anoche. En estos tres día que llevo conociéndote me había dado cuenta de que eres una mujer independiente y con carácter; y no me has entendido y te has enfadado.- como ya me había avisado de lo que iba a hacer se atrevió a tocar mi brazo con cuidado y una gran cantidad de paz me envolvió, el enfado se fue al garete en dos segundos. Cuando comprobó que ya no estaba enojada me explicó- La ropa que Constantin quiere que te compre es para cuando partáis mañana hacia Indiana. Ya sabes que allí habrá un montón de maestros vampiros y también estará Kareemah, la Riaht de Estados Unidos. Kareemah es conocida sobre todo por gustarle la opulencia, le gusta que todo a su alrededor seo ostentoso, caro y magnífico, por lo que siempre monta alguna fiesta allá donde va para mostrar todas su riquezas y poder. Mi señor como tú lo llamas quiere regalarte algunas ropas para el viaje para que luzcas, según sus propias palabras, como la mujer más elegante del mundo. Y por supuesto todos los gastos corren a cargo de él.
Miré con una ceja incrédula y alzada a Cristine- Dinescu no quiere que luzca así, lo que quiere es una “mujer florero” con poderes para exhibir. Si quiere llevar un adorno colgado del brazo para mostrar, que se lleve a Margot, que de seguro estará lista mañana por la noche para el evento.
Cristine se rió por la comparacfión y negaba con la cabeza- Tú también odias a esa perra como yo, pero de todos modos, aunque no quisieras ir a esas fiestas tienes que ir a Indiana como testigo para el juicio de Bernie Prescot, y encima tendrías que aguantar a Margot. ¿Qué prefieres, ir tú sola y llevar puesto algún bonito vestido de firma o ir con la perra y aguantar sus gilipolleces mientras el vestido lo luce ella?
-En ese plan prefiero ir sin ella, aunque me tienta la idea de que me provoque y pueda estacarla esta vez. Convertida en vampira me costaría menos darle lo suyo y ya sabes que todavía la ley no está bien regulada y se protege más al humano que al vampiro.
-¡Pues ya está decidido, nos vamos de compras!- me dijo dando saltitos de alegría.
Alcé mi mano mostrándole la palma para detener su frenesí-No corras tanto, tigresa. Hoy no puede ser. Lo podemos hacer mañana por la mañana ya que hoy no veré a Constantin. Hay tiempo de sobra.
-Es mejor hoy que hay más tiempo. ¿O es que tienes algo planeado?
-Más o menos, -dije tras terminar el último sorbo de mi café- Tengo una doble cita.
La boca de Cristine formó una O gigantesca- ¿Estás saliendo con dos chicos? Constantin no me dijo nada sobre eso.
Tal y como yo sospechaba por su forma de hablar, Cristine era una buena chica, pero era también el perrito faldero de Dinescu y de seguro le iba a contar sobre todo lo que yo haría durante el día.- No es eso. Lo que digo es que he quedado con alguien para un asunto, y luego ese alguien me va a invitar a comer. Si hoy no puedo quedar con Dinescu para seguir con el reportaje no estoy obligada a quedarme aquí y puedo hacer con mi tiempo lo que me dé la gana. Cuando vuelva hablamos sobre lo de salir de compras. Hasta luego.
Iba a hacer una salida triunfal y dejar el momento en suspense para que no supiesen que en realidad mi acompañanrte era Donovan, pero en ese momento llegó Adam muy sonriente- Evelynn, Donovan acaba de llegar y te está esperando en el recibidor.
¡Perfecto! Adam acababa de desvelar quien era y había mandado mi intriga a la mierda... Le mandé una mirada entrecerrada que él no supo interpretar y caminé hacia fuera. Cristine me cogiío suavemente por el antebrazo y me giré para esperar por sus palabras.
-Sabes que a Constantin esto no le va a hacer mucha gracia, ¿verdad? Él está tratando de cortejarte.
Que alguien me diga qué puedo hacer y qué no me joroba siempre que quien lo diga no sea mi abuela, así que le espeté -Me importa un carajo lo que él piense, no le pertenezco y considero a Donovan mi amigo. Si no te importa me largo que me están esperando- Y la dejé con un palmo de narices en la puerta de la cocina.
Aviso:
Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...
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Realmente creí que Eve miró a Cristine con esa cara por lo de ir de compras mas que por lo de comer humanos, jajajaa.
ResponderEliminarYa le vale a Adam estropearle el factor sorpresa...
Me gusto mucho, sobre todo Eve tratando de autoconvencerse...(quien no lo a hecho alguna vez?)
Besitos^^
Ah! que bueno que estas de vuelta y sorry por el retrazo pero apenas y entro a la red jeje Felicidades por tu baby!
ResponderEliminarBueno sobre el cap...me encanto digo veo que regresaste con energia renovada, creo que a eve no le gusta eso de ir de compras con el dinero de Dinescu jeje pero eso de que la intenta conquistar bueno es algo que ya se sospechaba pero oirlo de Cristine es aun mas importante
Pero estoy impaciente por el sig cap con mi querido Donovan :)
cuidate
besos