Capítulo 2
Bosque encantado, en el Patio de Armas, hace un año.-¿Tú crees que Oliver vendrá? Seguro que piensa que tramas algo.
-No después de que lo he dejado encerrado en el armario de las escobas. Pensará que así me habré vengado ya de lo que me hizo ayer. Savage, sujeta bien la escalera que no quiero caerme. Esto apesta demasiado.
Savage era el muchacho con el que Valiant comenzó a entrenar hace cincuenta años, los dos se han hecho grandes amigos y juntos planean siempre como vengarse de las trastadas que Oliver le hace a su primo.
Aunque ya hayan pasado cincuenta años, el tiempo en el Bosque Encantado pasa lentamente y ahora tienen el aspecto de hombres hechos y derechos, pero por dentro siguen siendo chicos con ganas de travesuras.
Savage es un chico fuerte, un poco más bajo que Valiant, de ojos color miel y pelo rubio suelto con mechones cobrizos en la parte más alta, una leyenda entre las chicas del castillo. Una mirada suya y están perdidas
Valiant ha dejado de ser un jovencito demasiado delgado, ahora está fuerte, musculoso gracias al duro entrenamiento al que es sometido por el general Wolfgang, ha crecido en altura y su pelo negro como el carbón está atado en una hermosa coleta que casi le llega a la cintura, sus verdes ojos lobunos brillan por la emoción esperando ver como su primo caerá en su siguiente trastada.
-Toma la escalera y escóndela allí detrás de la columna.-Sonríe divertido- Por los gritos que estoy escuchando a lo lejos debe de haberse liberado ya. Vamos al centro del patio como si estuviésemos practicando.
Savage y Valiant se metieron entre los jóvenes que ya estaban entrenando y tomaron pose de ataque.
-¡Valiant! Te juro que esta vez te has pasad…
Oliver tropezó con un fino cordón que atravesaba el portón de entrada al Patio de Armas, cayó de bruces al suelo. El cordón conectaba con otro que ascendía hasta lo más alto del portón, donde se encontraba un cubo que se estaba bandeando peligrosamente.
Finalmente el cubo cedió y un líquido pastoso se derramó sobre Oliver. Valiant se acercó hasta él con un pequeño saco en las manos y lo volcó sobre la cabeza de su primo. Un montón de plumas se pegaron rápidamente al engrudo apestoso.
-¿Ahora quien es el gallina, primo?- se escucharon carcajadas provenientes del grupo que estaba en mitad del patio- No deberías dedicarte a contar historias falsas sobre mi a las mujeres, ni soy un gallina, ni estoy calvo y mi pelo es una peluca y tampoco tengo enfermedades venéreas. Me hiciste pasar un mal rato ayer cuando estuve charlando con Starcy y Kendra, no sabía de qué hablaban hasta que te nombraron.
Oliver se levantó de un salto y una pluma se posó en su nariz haciéndole estornudar.
-¡Maldito! Sabes que soy alérgico a las plumas, me saldrán granitos en la cara.
-Ups, bono extra para mí. Isobel no querrá verte hasta que se curen. Pobre Oliver, una semana o más sin poder cortejar a Isobel…
Se enzarzaron en una lucha sobre el suelo hasta que el general Wolfgang les gritó una orden para que parasen.
Los dos se levantaron y tomaron la postura rígida de cuando eran llamados a filas.
-Venía a avisaros de que Faulo requiere que vayáis a verlo, id así, no quiero que le hagáis esperar.
Cuando entraron al salón donde se encontraba el rey tratando de limpiarse con una toalla la suciedad, el rey se giró a ellos extrañado del olor. Su cara tomó la de la sorpresa mientras levantaba una ceja esperando explicación.
-¡Tu hijo Faulo! Él me hizo esto, no crecerá nunca, no será buen líder el día de mañ…
-Eso te ha pasado por llamarme gallina, sabes que no lo soy…
-¡Basta!- Faulo alzó la mano para detener las excusas aunque se volvió rápidamente mirando hacia la ventana para disimular porque una pequeña sonrisa se divisaba en sus labios intentando asomar.- Os he hecho llamar porque creo que ha llegado el momento de asignar quién será mi sucesor. Últimamente me siento débil y fatigado y nuestros curanderos no dan con lo que es. El escribano ya ha tomado nota de mis palabras y las he firmado.
-¿Y quien será?- Oliver sonaba ansioso.
-He decidido que sea Valiant. Él es mi único hijo varón y aunque todavía no quiere comprender que algún día será responsable de todo esto y de todos, ya madurará. Para que entre en razón quisiera contar contigo, Oliver. Eres mi sobrino, hijo de mi fallecida hermana, te quiero y respeto como si fueras hijo mío y has demostrado tener la inteligencia que se necesita para ser un buen consejero. Serás muy útil para Valiant.
-También sabes que estoy cortejando a tu hija mayor. Isobel si está preparada para reinar, ha estado estudiando para eso toda su vida y también podría aconsejarla a ella. Sólo necesitas cambiar la ley que prohíbe que las mujeres sean las sucesoras…
-No voy a cambiar las leyes, ¿Qué crees que pensaría el pueblo? El rey defiende solo a una parte de su prole. El rey tiene favorita. Pensarían que Valiant no era buena elección como soberano y nunca sería respetado.
Valiant estaba ajeno a la discusión entre su padre y su primo, para él ser rey no significaba nada más que perder la poca libertad que le quedaba. Desde pequeño habían querido que aprendiera como gobernar, le habían restado su infancia y él, ahora que era mayor, estaba cobrándoselo donde y con quien podía, sobre todo en su envidioso primo. Por eso todos creían que estaba aniñado aunque era consciente de todo.
-¿No piensas decir nada, Valiant?
-Haré lo que decidas, padre.- sabía que era inútil discutir en este punto con su padre, una vez que tomaba una decisión, esperaba que todos la obedeciesen como rey soberano que era. Se inclinó haciendo una reverencia y salió de la habitación.
Oliver salió detrás murmurando maldiciones mientras se alejaba a sus aposentos para intentar minimizar los estragos que las plumas estaban haciendo a su cara.
Savage alcanzó a Valiant cuando entraba a la cocina a por una manzana. Las jovencitas que trabajaban en la cocina se los comían con los ojos y trataban de disimular. Tenían fama de ser buenos amantes aunque Valiant nunca había tocado a una muchacha de la servidumbre del castillo. Savage le lanzó un besito a una rubia que estaba amasando pan, movió dos dedos suavemente indicándole que quería verla después. Ella asintió complacida mientras volvía a su tarea. La chica tenía un gran escote en la blusa por donde se vislumbraba un pecho sobresaliente realzado por un corpiño marrón atado justo debajo del pecho. Al vaivén del amasado el pecho subía y bajaba en un ritmo muy sugerente que dejó hipnotizado a Savage. Valiant tuvo que lanzarle una lechuga para sacarle del trance.
-¿Qué ha pasado?- preguntó mientras se retiraba una hoja que se había enredado en su melena- Estás muy serio.
-Nada, te decía que al final hizo mi padre su anuncio de quien sería su sucesor- Suspiró y dio un fuerte mordisco a su manzana- ¿Adivina quien?
-¡Mierda! Se acabó la diversión.
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