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jueves, 20 de mayo de 2010

"La Mediadora" El Comienzo: Capitulo 2 El Sol en la Noche

Colocar todas mis cosas nos llevó más tiempo de lo que imaginaba, supongo que porque no estaba ascostumbrada a la nueva habitación y quería recordar exáctamente dónde las ubicaba.. Una vez que había memorizado todo nos sentamos a tomar un café en la cocina. Bueno, yo tomé café y Mina su te con leche. Ella no es adicta al café como yo pero ha hecho el esfuerzo de tener un paquete en la nevera y de comprar una cafetera de expresso solo para mí.
El aroma me envolvió desde la cabeza hasta los pies y he de confesar que a partir de ese momento la imagen de que estaba en mi hogar se instaló completamente. Si tú quieres tenerme como buena amiga sólo necesitas una taza grande, un buen expresso... y soy tuya.
Estuvimos recordando multitud de cosas que nos pasaron estando en la facultad. Yo siempre he intentado pasar desapercibida todo lo que he podido aunque a veces mi lengua me la ha jugado, no se estarme callada por mucho tiempo. Y ahí estaba Mina para recordarme mi mejor virtud o mi mayor maldición. Después de algo más de hora y media recordando historias pasadas llegó el momento de ducharnos y ponernos manos a la obra con un vestuario digno de fiesta. Desde que no soy una esclava de la moda, mi idea de salir bonita pasa por unos buenos pantalones de mezclilla para poder moverme a gusto, una blusa ligera, que no ajustada, en color borgoña, unas botas con tacón ligero (por si hay que correr o bailar, aunque lo segundo no es mi fuerte) y un grueso blazer lo suficientemente amplio como para tener mis armas escondidas y fáciles de sacar si se tercia la ocasión.
No es que mi rutina sea llevar armas y usarlas, las llevo más como costumbre para sentirme protegida que como elemento de defensa. Sólo me han sido necesarias una vez, cuando volvía de hacer unos encargos de mi abuela y me di cuenta de que un tipo con malas pintas me andaba siguiendo. Mi ojos tienen sus virtudes, pocas cosas se escapan a ellos. Lo esperé agachada al girar en una esquina. Él pensó que ya me tenía porque conforme se giró para tomar la calle iba sacando un revólver para intimidarme. Su sorpresa fue que yo lo esperaba con uno se mis cuchillos a la altura de sus pelotas y le hice soltar el arma si no quería decir adios a su “pistolita de carne”. Después de que la soltara salió corriendo y creo que se orinó encima por las gotitas que se podían percibir sobre el asfalto conforme se iba alejando. Cada vez que me acuerdo se me dibuja una sonrisa maliciosa en mis labios y tarda un poco en desaparecer. A veces creo que soy demasiado traviesa.
Mina entró en la habitación cuando ya me había maquillado y estaba poniéndome el blazer. Iba vestida con una pequeña minifalda azul, grandes tacones de aguja enmarcando sus piernas, una blusa plateada de escote bajo sin llegar a ser grosero y un largo abrigo de paño.La funda de mi arma bajo mi brazo la puso nerviosa en cuanto lo notó.


-¿De verdad necesitas llevar eso? Solo vamos a divertirnos un rato.


Estaba con un malestar tan tremendo que al final me ablandé y decidí llevar solo los cuchillos que ella no había visto. Tengo un par de muñequeras escondidas bajo las mangas de la blusa, un par de tobilleras y una funda en la parte inferior de la espalda donde los meto, todos a mi alcance con un ligero giro. Llamadme paranoica si queréis, pero mi abuela se empeñó en que nunca saliera desarmada por culpa de mi secreto y así lo hago.


-Mina, asegúrame que a donde vamos no hay monstruos.- Le dije mientras me quitaba la funda del hombro para que viese que le hacía caso.


-Los vampiros y los were campan por toda la ciudad. Vamos a ir a cenar a un magnífico restaurante en Lincoln Park, en el centro. Suelo cenar allí cuando tengo que hacer alguna entrevista y desde que los vampiros no comen más que sangre, he visto solo un par de ellos allí en todo el tiempo que llevo entrando, y eso son cuatro años, Los were sólo se les reconoce si ellos lo han admitido.


-Los vampiros salieron a la luz hace dos, así que dos de tus años no cuentan. Los were tardaron seis meses más, así que sigue haciendo cuentas sobre el tiempo que los conoces.- estar llevando esta conversación mientras trato de que mi pelo quede más o menos bien es un latazo, después de unas cuantas pasadas con el cepillo me he cansado de intentar domarlo. Ha quedado salvajemente ondulado y negro como siempre.


-Muy perspicaz, pero tenemos el mismo resultado. Es muy dificil que nos topemos con uno en el restaurante. Luego iremos a algún local cercano para que nos sea más fácil la vuelta. Hay uno que se llama “Sol en la Noche”. No he estado nunca, pero he oido rumores de que allí no pueden entrar los vampiros. Yo opino que...


-Perfecto, luego vamos allá.- no la dejé terminar, si no hay vampis, soy feliz.


Un último vistazo en el espejo del recibidor y salimos. La portería estaba cerrada a esas horas, pero si necesitábamos entrar y no nos habíamos acordado de coger las llaves, un timbrazo en el portero automático y Tim aparecía en poco tiempo.
Fuera hacía bastante frío mientras esperábamos por el taxi que habíamos llamado. Mina quería tomar alguna copa con alcohol durante la noche y no nos íbamos a arriesgar con la cantidad de controles de alcoholemia que se hacían en fin de semana. Estaba más que agradecida de haber cogido el grueso blazer.
Mientras esperábamos Mina se acordó de que tenía un juego de llaves de repuesto para mí. Ahora sí sentía que había alquilado parte del piso y no que era una invitada.
El taxi tardó quince minutos en llegar a por nosotras. El tráfico era bastante denso para las horas que eran, pero supongo que puede ser porque era viernes noche. Después de unos minutos llegamos a la puerta del restaurante. Se llama “D'or” y toda la entrada principal estaba chapada en color dorado, con grandes pinos sumidos en macetas en color cobre y oro, con la puerta en palillería dorada y los cristales dejando entrever el interior gracias a unas cortinas blancas sujetas en los marcos. Supongo que es uno de esos nombres estúpidos que algún gilipollas dedicado a la publicidad pensó que era bueno. A mí me suena más como a “Por el nombre sabes que te voy a cobrar caro aunque te quedes con hambre”.
En la entrada estaba un muchacho de unos dieciséis años más o menos, vestido con camisa blanca, pantalones negros y una chaqueta en color rojo. Nos abrió la puerta amablemente haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.
Tras la puerta estaba un recibidor con un señor vestido de igual forma que el muchacho pero con la solapa de su chaqueta en negro. Llevaba el pelo muy repeinado hacia atrás, todo engominado y con un fino bigote muy cuidado justo por encima del labio. Su tez era bastante morena y con rasgos de aire hispano . Llevaba colgado un pequeño letrero en el bolsillo superior donde se podia leer “Gerard- Encargado”, que me llevó a pensar que éste tiene de francés lo que yo, naaaada.


-Buenas noches, “segnoggitas”.- Miró hacia Mina- “Segnoggita Blackfogd” , su mesa está “pgreparada”.


Lo que yo pensaba, el pobre tiene que aparentar ser francés para adecuarse a su lugar de trabajo. Una lástima tener que hacer todas esas idioteces para poder trabajar. Chasqueó un par de dedos y apareció un camarero que nos saludó reverentemente mientras nos pedía que lo acompañáramos. Yo me volví hacia el encargado para darle las gracias antes de seguir al camarero.


-Gracias por tu amabilidad, Gerardo. Necesitas mejorar un poco tu acento, pero casi me has engañado.


Él abrió los ojos por sorpresa cuando se lo dije, pero me dio un ligero asentimiento con la cabeza cuando le guiñé un ojo con complicidad y luego me alejé en busca de Mina que ya andaba por las mesas. Si no llego a decirle algo reviento.
El camarero nos llevó hasta una mesa cerca de uno de los ventanales, que por supuesto eran dorados. La mantelería era fina, en tono crema con pequeños bordados dorados de flores en el centro y el borde. Una fina composición de lilas y rosas coronaba la mesa junto a la vajilla ya preparada. El camarero apartó la silla de Mina para que se sentase y yo me apresuré a sentarme en la mía. No me gusta que hagan mis cosas si yo misma puedo hacerlas, lo que me valió un pequeño gesto con la boca apretada por parte del camarero. En cuanto vio que lo había notado cambió a una ligera sonrisa más falsa que los billetes del Monopoly.
Tendió un fino libro con el menú a mi amiga y cuando iba a darme el mío se lo pensó mejor y lo depositó sobre la mesa a mi lado, dándome un pequeño guiño.
Yo le contesté haciéndole otro mientras le daba las gracias. Era la primera vez que estaba a gusto entre tanta gente que parecía tener un palo en el culo todo el tiempo.
Miré la carta, había muchos platos franceses pero también había otros más normalitos que llamaron mi atención. Los precios también entraron en la captación que hicieron mis ojos.


-¡Joder, esto vale una pasta!- lo dije suavemente, pero hubiese preferido que solo se quedase en mis pensamientos, porque Mina en seguida me contestó.


-Tranquila, esta noche invito yo que he sido quien ha escogido el sitio.


-Si me hubieses invitado a un burguer te aseguro que me hubiera sentado igual o mejor. No estoy acostumbrada a este tipo de sitios.


-Yo tampoco hubiese entrado nunca de no ser por mi trabajo. Ya te he dicho que cuando tengo que entrevistar a algún pez gordo suelo venir aquí. Lo bueno es que la factura la puedo meter en gastos y mi jefe no se queja porque le llevo una exclusiva o un reportaje muy bueno con el que aumentar la tirada y sacar más beneficios.


Después de su explicación di un barrido con mis ojos por los alrededores por si alguien me había sentido también cuando había exclamado, pero gracias a Dios creo que nadie me oyó. Una mesa cercana llamó mi atención. En ella había seis personas. Dos eran un hombre y una mujer bastante altos, cada uno tenía una katana colgada al hombro en su funda y no parecían estar incómodos llevándolas puestas mientras estaban sentados a ambos lados de la mesa. Un hombre de aspecto vulgar estaba sentado de espaldas a mí. Llevaba un traje de chaqueta en color marrón y hablaba casualmente con el hombre que tenía en frente. Ese hombre sí que llamó mi atención. Era rubio, de cabello largo hasta mitad de su espalda, que llevaba recogido en una coleta atada con un cordón negro y cayendo graciosamente sobre uno de sus hombros. Sus ojos eran grises, con una nariz perfecta, ni muy grande ni muy pequeña, labios carnosos de un color sonrosado que dejaban asomar cada vez que hablaba una sonrisa blanca que sería la envidia de cualquier actor o modelo. El óvalo de su cara me recordaba un poco al de Brad Pitt, pero con el mentón algo más alargado. Llevaba puesta una camisa gris que resaltaba aún más el color de sus ojos y estaba entreabierta hasta mitad de su pecho, revelando un torso escultural sin rastro de vello y dejando ver un pequeño colgante en oro. Dolía mirarlo a la cara de lo guapo que era. Hacia movimientros muy precisos con gran facilidad mientras hablaba. Las dos mujeres que estaban cada una a un lado de él no paraban de tratar de sobarlo y él las apartaba suavemente con una elegancia innata. Ellas aún así seguian en su empeño de conseguir captar su atención.
Sentí un hormigueo suave cuando lo contemplé que se acentuó cuando él se percató de que lo estaba observando. Por un segundo detuvo su conversación y se centró en mí, haciento un ligero gesto de saludo con su copa de vino al alzarla para beber, que me hizo girarme otra vez hacia la carta de menús.


-No se si debo decirte quién es él.


Mina me había estado observando, así que lo que yo creí que era solo un par de segundos debió durar algo más y ella estaba alentando mi curiosidad.


-¿Por qué, es algún famoso retorcido que le gusta que la gente se quede embobada mirándolo? No me suena de nada- esperaba que no fuera uno de esos, pero era lo bastante hermoso como para que no me importase que me hubiese pillado contemplándolo. Tenía dedos suaves y largos, quizás fuese algún pianista extravagante.


-Eve, él es Constantin Dinescu.


-¿Y?- como no decía nada, subí una ceja tratando de alentarla a continuar con su explicación.


Mina resopló para apartarse el flequillo que se había caído sobre su frente.- Él es el maestro vampiro de la ciudad. Tiene poder sobre los otros que habitan en la ciudad.


Mi mandíbula cayó por su cuenta hacia abajo. Toda la belleza que había visto antes se esfumó de mi mente más rápido que una bala sale disparada.


-Podías haberme avisado antes de que él se diese cuenta. Por cierto, ¿no dices que no comen? Pues dime que hace con una copa de vino en la mano...- eché un vistazo de reojo y mis ojos captaron la botella sobre la mesa. Tenía dibujada una lágrima rojo en la etiqueta y pude leer algo así como “Sangre Real”- ¡Mierda! Lo que está bebiendo no es vino, es sangre.


-¿Estás segura?


-Si, es una de esas botellas que se anuncian en televisión, “Sangre Real”.


-Entonces no es sangre, es un sustituto de la misma. En el periódico colgué un artículo sobre esa bebida. El científico que la ha creado se inspiró en las novelas de Charlaine Harris para tener la idea en cuanto los vampiros salieron a la luz.


Hice nota mental de que debía informarme más de todo eso, sólo para estar bien informada y por simple curiosidad.
El camarero vino a tomarnos nota de la comida. Mina se pidió una sopa de lechuga caliente y un pescado de segundo. Yo opté por una ensalada de primero y un buen bistec muy hecho. Para mí la lechuga tiene que ir como toda la vida se ha comido, en ensalada, y el bistec lo pedí muy hecho porque ya había tenido bastante de la visión de la sangre por lo que quedaba de día. De bebida escogimos un vino espumoso que casaba perfectamente con ambos segundos.
Durante el primer plato Mina me comentó que aunque Michael Roberts me quería contratar porque necesitaba más personal, también lo había hecho para tratar de acercarse de nuevo a ella. Había quedado con Mina varias veces para ir informándole poco a poco sobre lo que andaba buscando y ella estaba segura de que diría que le debía una copa por haber conseguido que tuviese un compañero con vehículo para desplazarnos. Por eso ella me había tenido que ir hablando del trabajo poco a poco, hasta que me cansé y le pedí su número de teléfono para hablar directamente con él, así que después de la grata conversación que mantuvimos decidió hacer el último esfuerzo para tener algo con lo que poder pedirle una cita para tomar algo.


-Pues bien,- paré un momento en la frase porque un camarero se acercó para llevarse los platos vacios y otro llegó con los segundos. Cuando se fueron continué donde lo había dejado- tengo entendido que las tiendas de vehículos abren los sábados, así que si quieres mañana vamos y busco alguno con el que apañarme. La sorpresa que se va a llevar cuando me vea aparecer en coche va a ser descomunal.


Mina sonrió y pidió un par de postres. Yo la dejé escoger porque hablando de dulces todos me encantan, soy “dulceinómana”.
Cuando nos trajeron la cuenta intenté pagar al menos la mitad, pero ella no me dejó. Mientras ella extendía su tarjeta de crédito eché una mirada hacia la mesa del vampiro y éste volvió a cazarme espiando. Creo que debo mejorar mi modo de ojear si quiero ser una buena periodista. Aparté la mirada y me concentré en Mina, que ya había firmado y comenzaba a levantarse para irnos.Yo la seguí conteniéndome para no mirar hacia atrás, ya era bastante malo que me hubiese fijado en lo que resultó ser un monstruo como para alentar su interés en mí. Juro que yo lo quería hacer por simple curiosidad porque nunca me había topado con uno, aunque prefería verlos de lejos.
El “Sol en la Noche” no estaba muy lejos de allí, a un par de cuadras para ser más exactos, así que fuimos andando. El local no era muy grande a simple vista, tenía una entrada controlada por un par de gorilas hinchados a gimnasio y sobre todo de esteroides, un puesto de taquilla al terminar unas pequeñas escaleras para sacar las entradas y una puerta grande de madera maciza por la que entrar al local. El gorila nos miró de arriba a abajo y después de un par de segundos cabilando nos pidió los carnets.


-¿Estás de broma? No creo que pienses que tenemos quince o dieciséis, ¿verdad?- le dije sorprendida al “musculitos”. Ni siquiera cuando no tenía la edad legal para entrar en pubs me lo habían pedido ni una sola vez.


-Es solo por seguridad- me espetó con una sonrisa- no aceptamos vampiros.


-Habrias quedado mejor si me hubieses dicho que el tono de maquillaje que escogí esta noche era demasiado claro para mi cara, pero para que veas que soy una buena humana te lo dejo, pero no ojees mi dirección,- le mostramos nuestras identificaciones mientras yo hablaba- tú a mí no me has enseñado el tuyo para saber que no eres un acosador de esos que se dedican a merodear por las casas, ¿verdad?


Él soltó una carcajada conforme nos devolvía nuestras identificaciones- He de reconocer que tienes pelotas, por una queja menor que la tuya ya estaría poniendo al que fuese de cara a la pared y cacheándolo. Normalmente el que pone pegas a la hora de identificarse es porque esconde algo, pero tus excusas no me suenan a eso.


-¿Y a qué te suenan?


-A que te gusta ser desafiante.


-Pruébame y verás.


Él rió más fuerte.- Lo has vuelto a hacer. Anda, pasad y divertíos.


Mina me cogió del brazo para apretarme un poquito en él cuando se dio cuenta de que iba a seguir dándole al pelo al gorila. Pagamos nuestras entradas y pasamos al interior tras la puerta de madera. El local era algo más grande por dentro de lo que parecía. Había bastante gente y la música no estaba mal así que poco a poco nos introdujimos entre la multitud para acercarnos a una barra a pedir algo de beber. No soy fan de las bebidas alcohólicas, un vino comiendo pasa, pero licores mezclados en una salida de fiesta pueden acabar muy mal sobre todo en mi bocaza. Por eso me pido bebidas energéticas, una dosis de cafeina extra a falta de un buen café me sienta de maravilla.
Unos cuantos chicos guapos estuvieron mosconeando cerca de nosotras y les dejamos hacerlo un poquito, pero no como para dar nuestros teléfonos en una servilleta de papel.
Después de un par de bebidas y un intento por mi parte de bailar me sentí bastante dolorida de mis pies. Lo que no había hecho el maldito trayecto en el autobús lo estaba haciendo el par de pisotones que recibí de una mujer que bailaba a mi lado. La tía era como una ballena de grande y mis zapatos eran lo bastante finos de material como para que se pusieran hinchados ante su último pisotón. Le tuve que pedir a Mina hacer una paradita en unos asientos cercanos a una mesa pequeña. Aproveché la parada para inspeccionar mejor el local y la gente. Me llamó la atención la cantidad tan inmensa de personas que llevaban a la vista una cruz de plata enganchada en una cadena.


-¿La gente de aquí es muy religiosa?


-Eve, Chicago es multicultural, así que debe de haber de todo, supongo. ¿por qué lo dices?


-Porque si todo el mundo de aquí no es católico o algo muy parecido, creo que esta noche hay una convención aquí. Fíjate que todos van con sus cruces a la vista. Es mucha casualidad que todos la lleven.


-Pues ahora que lo dices, es verdad. No me había fijado.


En ese momento vimos pasar cerca de nuestra mesa a un señor que aparentaba unos cincuenta años o algo más, con el pelo entrecanoso y gris, vestido con un traje gris oscuro y un porte de político en cada movimiento que hacía.


-Es el reverendo Kern. Es el principal opositor de la ley sobre vampiros que se aprobó hace algo más de un año. En el senado tiene muchos apoyo por parte de unos cuantos senadores que consideran que los vampiros no deberían tener los mismos derechos que los humanos.- Mina estaba super informada en todo este tema.


Yo sabía del reverendo por las noticias que daban en televisión, pero no me habia fijado en su rostro lo suficiente como pàra haber sabido quién era él en cuanto lo vimos.El reverendo entró a través de una puerta pequeña que estaba custodiada por otro par de gorilas como los que habíamos visto en la entrada al local, y un montón de gente entró tras él. Mina me miró sonriente.


-Nunca nadie ha sabido donde hace sus reuniones con sus seguidores. Se rumorea que él es el cabecilla de un grupo radical antivampiros llamado “El Rayo del Sol”. Quizás este sea el lugar donde suele reunirse. Aquí huele a noticia.


-Pues a mí me huele que nos hemos metido en la boca del lobo y que la gente es imbécil.-Mina me miró extrañada- Joder Mina, es una cuestión matemática, Ellos: Rayo del Sol, el local: Sol en la noche. Haces la suma y da como resultado un grupo radical que cubre su nombre estúpidamente con otro que es casi igual.La verdad es que es la mejor tapadera. Nadie pondría indicios de su nombre en un local para que los pillen, así que, ¿para qué se va a molestar la policía en investigar?


Mina quería quedarse un poco más para investigar, pero yo la alenté a irnos porque estabamos empezando a atraer la atención del par de gorilas que vigilaban desde la pequeña puerta. Era cuestión de tiempo que viniesen a preguntar y se darían cuenta de que mi amiga es conocida por ser una periodista de gran reputación. Al musculitos de la entrada de seguro no le gusta leer el “Daily News of Chicago”, que es donde trabaja Mina, si no ya habría avisado dentro o habría impedido que entráramos con cualquier excusa.
Salimos a la puerta y tras andar un par de calles un hombre se nos acercó. Yo no lo había visto antes y por la cara de Mina creo que ella tampoco, pero su ropa me dijo algo sobre él. Era el mismo hombre del restaurante que había estado hablando con el maestro vampiro.

4 comentarios:

  1. Muy interesante, tengo ganas de seguir leyendo. ¿Cada cuanto publicas la historia? Besos

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  2. La verdad es que no tengo días fijos, lo hago siempre que puedo y si mi mente tiene una revelación para un capi jeje Besos

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  3. Chica de ojos rojos + armas + vampiros = querer segui leyendo jeje
    espero el siguiente capitulo :D

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  4. aaah, ya quiero seguir leyyendo.
    esta quedando muy buena
    besos

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