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viernes, 14 de mayo de 2010

Moonlight Capitulo 21

Capitulo 21

Giselle y April esperaban pacientemente al taxi que habían llamado para recogerlas. Fue una idea de última hora que se le ocurrió a Giselle. Si se iban en uno de sus coches, tendrían que dejarlo en la cuneta de la carretera o escondido en el bosque. Cualquiera que lo viese podría llamar a la policía pensando en que algo había ocurrido y se armaría un buen escándalo. Lo que también daba lugar a que Giselle estaba segura de que no volverían muy pronto de donde sea que estuviese el hogar de los chicos. Cuando April le preguntó que por qué pensaba que iban a tardar en volver, ella solo le dijo:- Llámalo corazonada si quieres, pero mi presentimiento dice que algo grave está pasando.
Llevaban un par de maletas tipo trolley lleno con un montón de cosas por si eran atacadas, un poco de comida y agua en una mochila y una videocámara pequeña que April se había empeñado en llevar. Decía que si iban a correr una aventura quería tener un recuerdo. Ellas se habían vestido como si fuesen a robar en el museo del Louvre, pantalones oscuros y camiseta de manga larga negra, zapatillas de deporte negras e incluso llevaban un par de gorros en la mochila y un par de largas capas con capucha.


El taxi las llevó justo hasta donde habían indicado. El conductor hizo un mohín de extrañeza al ver cual era el sitio de parada, pero tuvo la educación de no preguntar. Cogió su dinero y les entregó una pequeña tarjeta donde indicaba su nombre y un teléfono por si necesitaban que las recogiese y salió como alma que lleva el diablo después de que ellas bajasen las maletas.


Hacía rato que el sol había desaparecido, pero todavía era pronto para que la luna envolviese completamente el bosque con su luz y se encaminaron hasta situarse más o menos donde estaba la entrada.
April miró hacia el cielo y maldijo suavemente cuando contempló algunas nubes que ocultaban ligeramente la luna. Si el cielo no estaba despejado era muy posible que no hubiese la suficiente luz para abril el portal en la cueva.
El viento soplaba suavemente, era como una caricia que las reconfortaba. La brisa sonaba sibilante, susurrándoles que tuvieran paciencia, que se llevaría las nubes para que pudiesen pasar.
Después de unos veinte minutos indagando por la entrada, las nubes estaban lo suficientemente desplazadas como para que la luna brillase en todo su esplendor. Un gran rayo daba justamente en la entrada, como si quisiese demostrar que era la hora de partir. Las chicas inspiraron profundamente y se miraron mientras soltaban el aire poco a poco.


-Bueno, pase lo que pase, por lo menos lo habremos intentado, ¿no?


-April, por favor, no te pongas ahora melodramática. Sólo seguimos una corazonada. ¿Y si sólo es nuestra mente que nos está jugando una mala pasada?


April negó con la cabeza- Yo solo digo que si no vamos, no sabremos que pasa o por lo menos quienes son. Así que hazme el favor y no te vuelvas gallina ahora que estamos a punto de entrar.


Giselle suspiró y cogió una de las maletas para seguir a April. La cueva, que hasta ahora tenía poca profundidad y acababa en una pared dura de roca, era ahora más larga y tenía una salida trasera, igual que cuando los acompañaron la otra noche. Pasaron a través de los rayos de colores hacia la abertura trasera y respiraron el aire puro al salir.


-Bien, primera parte del plan hecho- dijo entusiasmada April.


-¿Cuantas partes tiene según tú nuestro plan?


-¡Oh, no sé!, pero siempre quise decir esa frase imitando algunas de las pelis de acción que hemos visto.


Giselle rodó sus ojos por lo que había dicho, suspiró y tiró del brazo de April para que comenzase a caminar.


-Pues esta parte es la que me pone los pelos de punta. Dos mujeres solas, en un bosque desconocido y al alcance de cualquier animal salvaje.


-Bueno, traje algo con lo que protegernos. No te dije nada para que no te asustases, pero necesitaba traer un arma.- April habló firmemente mientras sacaba un pequeño revolver de la mochila. Era lo suficientemente pequeño para que cogiese en un bolso de dimensiones reducidas- La llevo siempre que salgo. No sirve para mucha distancia, pero por lo menos nos podemos defender.


-Nunca habías mencionado que tuvieses un arma, pero te aseguro que ahora me alegro de que pensases en llevarla. De todos modos deja puesto el seguro y esperemos que no lleguemos a necesitarla. Ahora caminemos hacia donde se fueron los chicos.


Las dos fueron muy decididas, adentrándose a cada paso en una zona más espesa. Cualquier pequeño ruido en las ramas les enviaba pequeños escalofríos de miedo, pero ninguna hablaba de retroceder. Tenían cuidado de no pisar ramas secas, aunque era muy difícil por culpa de que no existía ningún sendero limpio que seguir.
Llevaban ya caminando unas tres horas sin descanso cuando sintieron unas voces lejanas, todas masculinas. April ahogó un grito y miró hacia Giselle, que le hacía señas de buscar refugio. Miraron hacia unos matorrales, pero April tiró de su brazo haciendo gestos como queriendo explicar que si eran lobos al igual que los chicos podrían olerlas. Estudiaron el entorno y al final las dos posaron sus ojos en un árbol que no ponía demasiada objeción al ser escalado. Sabían perfectamente que ellos podrían escalarlo, pero esperaban poder subir lo suficiente para apaciguar el olor. April dio unos cuantos pasos en otra dirección, restregándose por los matorrales con intención de dejar una pista falsa de por donde habían ido y regresó por las mismas huellas por donde había estado. Con el miedo escrito en sus caras se decidieron a escalar a un frondoso árbol para alejarse del suelo. Giselle subió primero y cogió las maletas rápidamente para dejar espacio para April. Subieron todo lo que pudieron tratando de enmascarar el olor.


Las voces se iban acercando poco a poco, muy suaves pero en la tranquilidad de la noche cualquier ruido se magnificaba. Eran tres jóvenes, más o menos de la edad de Valiant. Llevaban puestos unos trajes iguales, como si fuesen uniformes, en color granate los pantalones ajustados, con chaleco negro largo y camisa blanca acabada en volantes en los puños. Sobre sus cabezas estaban sendos sombreros negros con una pluma en color granate y en sus manos portaban espadas .Cuando uno de ellos estaba muy cercano al árbol y de espaldas, distinguieron una cabeza de lobo bordada en la espalda del chaleco.
Giselle los contempló como si estuviese viendo la película de “Los tres mosqueteros”.


-¿Reconocéis el olor?


-Si, yo también lo he notado. Mujeres, por lo menos dos.


-¿Quién se atrevería a salir por ahí de noche sin protección?- el joven respiró otra vez el aire para tratar de especificar- Van con aspecto humano. Quizás sean dos chicas de la zona del mercado que han salido a corretear y se han cansado de permanecer como lobas. Si es así deben ser muy jóvenes para no controlar el cambio.


-Quizás hayan salido por culpa de la luna llena, ya sabes como se ponen los nuevos cachorros cada vez que se completa el ciclo lunar. Dejémoslas en paz, ya volverán a casa.


-Pues yo creo que deberíamos ir tras ellas. Oliver está ahora de buen humor y no creo que le moleste si cogemos a dos jovencitas para divertirnos. Ha sido buena suerte que Valiant regresase, no soportaba más el mal humor que Oliver ha ido acumulando desde que el príncipe se fue.


Tras esa conversación dos de ellos corrieron hacia donde había estado April dejando huellas y el tercero salió tras ellos tratando de que dejaran en paz a las dos supuestas chicas que habían ido por allí.
Giselle fue soltando poco a poco el aire que había estado conteniendo al verlos. No se había dado cuenta de que lo había estado haciendo hasta que se fueron y pudo respirar otra vez.


-No se si lo que han querido decir era que el que se llama Oliver se alegra de que Valiant está de regreso.


-Oliver es el primo de Valiant, ha intentado acusarlo de que es él el que ha asesinado al rey.- Giselle estaba compungida mientras lo decía, había recordado lo que su amor le explicó en esa magnífica ducha que compartieron en la playa- Si está contento de que haya vuelto es porque lo tienen arrestado. Debemos darnos prisa.


No dijeron ni una palabra más en todo el camino. April quería consolarla, pero no se atrevía a decir nada por si conseguía ponerla peor. Habían perdido la noción del tiempo, pero el amanecer comenzaba a asomar cuando divisaron unas cuantas casas en el horizonte, delante de un inmenso castillo que se alzaba un poco más lejos. Dedujeron que sería el mercado al que se referían los tres soldados. Se colocaron sus capas sobre los hombros y se acercaron al mercado.

1 comentario:

  1. uuuuuuuuhh...!!!
    Bueno he de aceptar, que si me metiera en el bosque y encontrara un Valiant io tambien me meteria sin pensarlo y al contrario que April, no hubira ido armada, digo con la pistola de Val me basta haha

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