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martes, 15 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capítulo 7: Enrietta Sims

Donovan estaba impresionantemente diferente, expelía una gran cantidad de poder y estaba segura de que era de él porque hasta que lo vi no la había presentido. El tatuaje de mi brazo derecho picaba desesperadamente cuando pasó delante de mí, y tuve que hacer un gran esfuerzo para no rascarme como si tuviese chinches delante de él. Mi abuela me había dicho que era un Pentalfa que me protegería, así que quizás Donovan tenía algo de lo que preocuparme. Pero él ya estaba dentro del piso, mirándome con ojos consternados porque yo seguía en la puerta mirando hacia el pasillo. Sacudí la cabeza para volver a la realidad y caminé hacia él con la mano extendida para que me acompañara hasta los sofás y recogí la bolsa que todavía portaba en su mano. Me había traido mis armas. Saqué la toalla húmeda de mi cuello avergonzada de mi aspecto.

-Disculpe mi aspecto sargento Donovan, estaba tomando una sesión en el gimnasio cuando llegó. ¿Quiere tomar algo?, ¿refresco o café quizás?

-Un refresco estaría bien, gracias. Y por favor, llámame Matt. No estoy de servicio ahora.

-¿Matt de Matthew?- él simplemente asintió y yo me giré para dirigirme hacia la cocina- !Wow¡ Ese nombre de niño bien no te pega, mucho menos con esa pinta.

-Si mi madre te oyese decir eso, le romperías el corazón. Fue ella quién me lo puso.-La sonrisa que me dedicó caldeó la habitación.

Giré mi cabeza para afrontarlo y lo pillé desprevenido mirando hacia la parte trasera de mi cuerpo. De repente fui consciente de que mi vestimenta tampoco ayudaba mucho en esas circunstancias. La camiseta era un top blanco ajustado que medio dejaba entrever el sujetador deportivo por culpa de la sudoración, y mis shorts grises llegaban justo por debajo de mi trasero Creo que él notó que me había dado cuenta de mi aspecto y me dedicó una pícara sonrisa ¿Era yo la que lo pensaba o realmente me pareció notar que coqueteaba conmigo con esa magnífica sonrisa ingenua? Decidí ignorarlo y le traje de la cocina una coca-cola. Puse otra para mí en la mesa y le dije que se sintiese libre de merodear en la habitación mientras yo me daba una ducha rápida.
No tardé mas de diez minutos entre la ducha y vestirme. Dos más si contamos lo que tardo en ponerme las armas. Llevaba unos jeans, una camiseta que se cruzaba por delante y unas deportivas. Como sabía que mi pelo era indomable, le había sacado la mayor parte de la humedad sobre una toalla y después de cepillarlo lo dejé libre sobre mis hombros. En un parpadeo era una manojo de ondas otra vez. Cuando entré de nuevo en la habitación seguía sentado en el mismo sitio donde lo dejé antes de irme, dando toquecitos en su pierna como si tararease alguna canción rápida.

-Ahora sí tienes una imagen más...decente para una visita.¿Normalmente vistes así cuando haces deporte?

-Esta no es una visita que yo había planeado. Se suponía que ibas a darme mis cosas y punto, tú u otro de tus ayudantes. Además, no dijiste a qué hora vendrías.

-Bueno...-se rascó la nuca, como pensando qué decir-No es que tuviese en mente nada que hacer, por eso pensé en traértelas yo mismo. ¿Hoy no trabajas?

-Pues no, tengo día libre. Un par de puñetazos y una exclusiva bien merecen un descanso.- señalé descaradamente sus pantalones de cuero para preguntar-¿Tú siempre vistes así fuera de trabajo?

Soltó una carcajada impactado- Touché, ¿verdad? Me gusta el cuero, los jeans y cualquier cosa que me haga sentir cómodo y no me recuerde al trabajo.

-Y déjame adivinar...¿una custom? ¿Harley quizás?- la mirada se le iluminó apreciativamente y yo empecé a creer que quizás tuviese dotes adivinatorios después de todo. Cuando conocí al siervo de Dinescu me imaginé su nombre y realmente se llamaba así. Anoche, cuando vi a Donovan por primera vez, me lo imaginé vestido en cuero negro y hoy lo tengo sentado en mi sofá con la misma indumentaria que imaginé, no podía ser solo coincidencia. Quizás si probase a imaginar los números de la lotería tendría suerte y me forraba de billetes.

-¿Tienes algo pensado para hacer hoy?- su pregunta me sacó de mi mente- Si quieres podríamos dar una vuelta por ahí.

Le abrí unos ojos sorprendidos. Cinco días en Chicago y ya había recibido dos ofertas para una cita- ¿Siempre invitas a todas las mujeres que tienen una pelea en la noche?

-Sólo las que matan al malo en defensa propia. No sé, eres diferente y me gustaría conocerte. Te prometo que no intento nada ofensivo.Palabra de boyscout.

Le miré con ojos entrecerrados y él lo resolvió poniendo cara de angelito- Si lo dices por mis ojos, no esperes nada raro, sólo es un problema genético. Por lo de nada ofensivo, ya has visto cómo me las gasto, tendría tus pelotas cortadas en mi mano en un parpadeo. Eso sí, en defensa propia.

-¿Ves? ,a eso me refería. No escondes tu forma de ser ni tu carácter, y seguro que no has visto Chicago. Te repito, ¿quieres ir a algún sitio?

-No, ya tengo algo que hacer hoy. Voy a las afueras. A Elwood, a visitar a una amiga de mi abuela.

-Eso está más lejos que las afueras, cerca hay una reserva verde. Conozco la zona porque mi familia es de allí.

Lo pensé un poco, pero si él conocía bien la zona, quizás era mejor que me llevase, La presencia de un poli que va de tipo duro puede ayudar si hay problemas- Si tanto interés tienes en llevarme por ahí, acércame a Elwood. Pero lo que tengo que hablar con esa mujer es privado.

-¿Cómo se llama?

-Enrietta Sims. Vive en la Avenida Mississipi ¿Te suena?

-Si, la conozco. Queda muy cerca de la casa de mi familia. ¿Vamos?- él ya se había puesto su chaqueta de cuero antes de terminar la frase.Tenía bien claro que esa tarde me llevaba él a donde necesitase.

Cogí una chaqueta y lo seguí hasta el ascensor tras cerrar la puerta del piso. Cuando estábamos dentro me quedé mirándome en el espejo interior. Con las prisas por tenerlo en el salón mientras me duchaba, no me había fijado como estaban mis moratones. Me sorprendió comprobar que ya casi estaban desaparecidos, apenas imperceptibles e imposibles de localizar si me hubiese puesto un poco de maquillaje. Subí un poco el lateral de la camiseta para observar mi costado y estaba casi sanada, un leve tono amarillento que sería normal si hubiese pasado una semana o más desde la pelea.

-¿Estás bien?

No me había acordado de que tenía un espectador en el ascensor. Giré mi cabeza hacia el y sentí su poder envolviéndome, como si al sentirlo así de fuerte me ahogara allí, en ese cubículo no muy grande, rodeada de tanto músculo que se asomaba hacia mi costado buscando lo que yo estaba haciendo. Respiré hondo todo lo que pude y cerré los ojos para concentrarme, imaginando que aquello que sentía se alejaba- No me pasa nada. Tal vez si, ahora que lo mencionas, ¿podrías echarte un poco hacia atrás para que pueda respirar?

-Lo siento- Se echó un paso atrás.

El aire volvió completamente a mí por fin y aquella sensación de estar envuelta ya no estaba. Mis brazos picaban en los tatuajes como locos y no pude evitar el frotármelos para aliviarlos. Donovan me miró con cara sospechosa, pero no dijo nada, así que yo tampoco.
En la portería estaba Tim, leyendo un ejemplar de “Exclusive News”. Lo saludé al pasar y él me detuvo para preguntarme si la Evelynn Tunner que firmaba el artículo era yo. Le dí una mirada rápida a Donovan para que se mantuviese callado y asentí,

-¡Vaya, sí que has entrado fuerte en Chicago!

-Tim, no creas todo lo que leas, no soy nada especial. Simplemente estaba en el sitio perfecto en el momento justo, nada más. Buenas tardes.

Nos despidió y salimos a por la moto de Donovan. Ya es oficial, tengo algo de vidente. La moto de Donovan es una preciosa Davidson muy acorde con el aspecto de tipo duro de él. A la hora de montarme en ella recordé que no tenía casco, pero Donovan se empeñó en que yo llevase el suyo, y después de varios síes y otros tantos noes, accedí y me lo puse.

El trayecto hasta Elwood resultó ser más largo de lo que parecía en el mapa. No estaba justamente en las afueras como me dijo mi abuela, si no más bien lo encontramos tras una hora y una larga carretera al salir de Chicago. No es muy grande, lo sé porque atravesamos sus calles tras dejar la 53 estatal y cogimos la última calle en línea recta ,que resultó ser la Avenida Mississipi. La avenida estaba completamente llena de casas de una o dos plantas con grandes porches y cesped delanteros, todas muy parecidas entre sí. Casi en el último tramo de ella Donovan paró frente a una casa de una sola planta, totalmente de madera y con cortinas floreadas asomando por las ventanas. Unos cuantos juguetes descansaban en el porche, señal de que allí había niños.

-¿Es ésta la casa de Enrietta?

-No, es esa de al lado. Me dijiste que querías privacidad, así que yo te espero en esta de aquí.

Mi ceja se subió hacia arriba como si tuviese vida propia- ¿Tus padres viven al lado de ella y hasta ahora no me has dicho nada?

Donovan volvió a rascarse la cabeza, pensando en como explicarse- Bueno, es más que eso. Enrietta es hermana de mi madre, es mi tía. Nos vemos luego.

Y se metió hacia el porche a grandes zancadas, supongo que para no escucharme soltar maldiciones. En esos momentos me hubiese gustado saber cuales eran todos mis poderes, por si tenía la capacidad de enviar bolas de fuego y pudiese mandarle alguna justo a su culo prieto. Hice varias respiraciones lentas para calmarme y luego me acerqué a la casa de al lado. No sabía lo que esta mujer me iba a decir sobre mi persona, bastante tenía ya con saber que era la hermana blanca de “Blade”. En la película, Wesley Snipes se maneja perfectamente con todo este tema, pero yo recién sabía, y aunque soy fuerte de carácter no estaba segura de estar a la altura. Tomé otra bocanada fuerte de aire para darme seguridad y caminé hasta la entrada al jardín.

A diferencia de la casa de los padres de Donovan, la entrada tenía un camino hecho de piedras. A ambos lados era un hermoso jardín lleno de rosales y pequeños arbustos. La ventana de la derecha estaba rodeada de hiedra trepadora, dejando asomar una tupida cortina de cuadros rojos.El porche estaba perfectamente limpio y ordenado, con un sofá balancín de mullidos cojines ideal para largas siestas primaverales. La puerta de entrada tenía cuatro cristales biselados, cubiertos con encaje por detrás. Toqué al timbre y una suave voz de mujer me indicó que pasara.
La puerta no tenía la cerradura echada, así que giré el pomo y se abrió. Tenía un pequeño hall empapelado en tonos ocres que contrastaba con el mueble oscuro y el espejo a juego. Sobre el recibidor reposaba una bandeja para el correo con un par de cartas abiertas y otra bandeja más pequeña con dos juegos de llaves. En el centro quedaba un portaretratos de madera con la foto antigua de una hermosa mujer de cabello rizado vestida a la moda de los años cincuenta junto a una niña pequeña de unos dos años.
La voz me dijo que entrase al fondo, a la cocina. Cuando entré allí me pareció viajar a tiempos antiguos, donde los muebles eran de madera y obra, la hornilla era de carbón y el mueble platero tenía encajes y puntillas por todos los filos de los estantes. Para ser una cocina antigua estaba bien cuidada. En el centro de la habitación había una pequeña mesa para desayuno y tras ella estaba sentada una mujer de unos cincuenta y cinco años o más. Se parecía bastante a la señora mayor que había visto en la fotografía, solo que sus canas rodeaban la partes laterales de su cabeza y la parte de arriba se conservaba en un tono castaño rojizo algo apagado. Llevaba puesto un delantal y tenía apoyadas las manos en la mesa junto a dos tazas. Me ofreció una de ellas diciendo que era te.

-Tu abuela me llamó a las dos para avisarme que vendrías. Cree que puedo ayudarte a descubrir cuales son tus poderes como wicca.

Pegué un sorbo a la taza y me gustó bastante el sabor dulce de la infusión, creo que era te de jazmin con miel.-Para serle sincera, todo esto es nuevo para mí. Sé que mi abuela practica la Wicca, pero nunca dijo nada de que yo lo fuese hasta hoy, nunca me ha enseñado nada.

-Tu abuela tenía miedo a que alguien se enterase de lo que tú posees, incluso de eso otro- Enrrietta señaló a mis ojos y yo los abrí, sorprendida de que ella lo supiese- Sí, mi niña, eso también lo sé. Estaba de visita en casa de tu abuela cuando tu madre fue atacada y lo vi más o menos todo. Mi poder es la visión.Mi magia utiliza el herbalismo y el agua.

-¿Y no pudiste hacer nada por ella?

-¡Oh!, no, no es así como tú crees. Estaba fregando los platos que habíamos usado para comer y tuve la una sensación de peligro. Cogí un cuenco, puse unas cuantas hierbas en él, lo llené de agua e hice un ritual para que la imagen apareciese allí. Por eso nos enteramos de que algo le había pasado a tu madre. Cuando por fin localicé el sitio donde estaba, sólo pudimos ayudarla a parirte y tratamos de mantenerla viva para curarla, pero el vampiro la había drenado totalmente y puesto muy poca de su sangre en el cuerpo. Siento traerte estos recuerdos dolorosos, no era mi intención.

Enrietta había visto las lágrimas contenidas en mis ojos. Conforme me relataba, tuve la idea en mi cabeza de qué podía estar pensando mi madre en esos momentos en los que trataba de mantenerse viva hasta que alguien la ayudara a tenerme. El vello de mis brazos estaba de punta.
Sacudí mi cabeza para volver a la realidad, limpié mis lágrimas y le dije a Enrietta que comenzaramos con el aprendizaje.
Se fue hacia una habitación que había en la entrada de la casa, la de las cortinas tupidas a cuadros rojos y me llamó para que la siguiese. El olor a incienso me envolvió nada más entrar, pero era un aroma relajante que no resultaba hosco a la nariz.
Comtemplé toda la estancia. La luz de la lámpara era muy tenue, pero mis ojos se adaptaban bien en este tipo de iluminaciones y pude observar un mueble grueso donde se apilaban gran cantidad de cuencos pequeños, saquitos de tela, unos cuantos portavelas donde la cera derretida formaba chorros coloridos cayendo por los bordes, señal de que habían puesto velas de diferente color allí y se habían consumido hasta el final. Observé algunas fotografías e incluso algunos amuletos como los que le había visto a mi abuela en una habitación pequeña en su casa. Esta habitación era el lugar donde Enrietta practicaba su magia y ese mueble era su altar.
La habitación tenía como mobiliario, aparte de ese altar, una pequeña librería, una mesa en el centro y seis sillas colocadas a lo largo de las paredes.
Enrietta sacó unas cuantas vasijas, velas, cuencos, unos cordeles, bolsas con hierbas, un tarro lleno de tierra, otro de piedras, una caja de madera y una jarra de agua. Comenzó a explicarme uno por uno cómo podían servirme, me enseñaba un pequeño ritual y me decía que lo intentase. Ella esperaba pacientemente, corrigiéndome cuando me equivocaba y me hacía empezar de nuevo. Todo lo que iba probando era apartado a un lado y ella suspiraba. Eran ya las ocho y media, llevábamos una hora con todos esos chismes y no había sentido nada. Quizás, al final no era realmente una wicca como mi abuela y esta mujer esperaban.
Enrietta cogió lo último que quedaba, la caja y la abrió para mí. Asomé la cabeza hacia el interior y lo que había allí era una baraja del tarot. Me instó a que la cogiese y barajase. Ella extendió un pequeño mantel sobre la mesa y me indicó que parase cuando lo considerara oportuno y cortase para cambiar el principio de la baraja. Cuando lo hice me dijo que cogiese las tres primeras cartas que estaban en la parte de arriba y las pusiese encima de la mesa. Salió el Juicio, la Fuerza y la Luna.

Enriette sonrió- Tenía que haber empezado por aquí y nos hubiésemos ahorrado todo el tiempo perdido. Las cartas indican un cambio radical en tu vida, uno importante- señaló la primera carta- el despertar de tus poderes, tendrás mucha más capacidad conforme vaya pasando el tiempo- señaló la segunda carta, la Fuerza-, pero también te digo que será un camino difícil. Tus poderes son psíquicos- esto último lo dijo poniendo su dedo índice en la última carta.

-¿Y bien? ¿Cómo se supone que saber esto me ayuda?

-Eso es lo malo, quién te podría haber enseñado no lo hará. Tu padre es quién tiene fuerza sobre ese don, y no hay herramientas aquí que puedan ayudarte a lograrlo. Tu poder reside en tu mente. ¿Lo has notado ya alguna vez? No creo que tu abuela te enviase aquí si no hubiese sido así.

Pensé un buen rato sobre eso. Me acordé de lo que me pasó en la lucha contra Bernie y lo de mis tatuajes. Le conté todo eso y ella me hizo enseñárselos. Enriette pasó sus dedos por ellos con veneración.

-Ninguna wicca tiene uno de estos a voluntad. Si queremos tener un punto que nos ayude a reforzar nuestro poder, debemos tatuarnoslos nosotras. Pero estos aparecieron por sí mísmos, eres más fuerte de lo que crees. Por lo que me explicaste, tus poderes acuden a tí cuando los necesites. Deberás estar atenta a como llegan para saber cómo podrás llamarlos a tí sin tener que esperar a que lleguen.

Mi ceja se subió rápidamente- ¿Y ya está? ¿Sin más los tengo y punto? Si es así, es fácil ser bruja.

Enrietta me palmeó el brazo cariñosamente.- No todas los tenemos así, cielo. Eres la primera que conozco con esa habilidad. De todos modos todavía no sabes exactamente cómo actúan, no cantes victoria tan pronto.

La voz de Donovan preguntando si podía pasar nos sacó del tema. Enrietta y yo salimos hacia el pasillo. Donovan llevaba en sus manos un tupper de plástico que me ofreció.

-Mi tía se habrá centrado en lo que sea que estábais haciendo y se habrá olvidado de ofrecerte algo para cenar, Mi madre te envía esto y sus saludos. Cómetelo y luego nos vamos. Entro de turno a las once y no puedo llegar tarde. Todavía tengo que llevarte a tu casa e ir a la mía para cambiarme.

Otra vez sentí el picor en los brazos nada más ver a Donovan. Cogí el tupper y nos acercamos a la cocina para que comiese. Su madre me había enviado pavo relleno y verduras asadas, una delicia. Donovan sacó del frigorífico un refresco y me lo ofreció. Al contacto con sus dedos para coger la lata, sentí un chispazo y me giré hacia Enrietta.

-¿Porqué diablos siento un empuje de poder cada vez que tengo a tu sobrino cerca?

Enrietta sonrió- Es muy sencillo. No me había dado cuenta de que no te lo había dicho. Nosotros somos were, cambiaformas. Y mi querido Matt no está haciendo nada por ocultarlo.

1 comentario:

  1. Ah!!!! que buen capitulo
    Quiero a Donovan!!!!
    la historia esta cada vez mejor
    espero el proximo
    besos

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