Después del fin de semana tan agradable que pasé con mi abuela- me estuvo enseñando técnicas de concentración para ayudarme con mi nuevo yo-, recibir una noticia como aquella me hizo sentir igual que si alguien me hubiese echado un jarro de agua fría del tamaño de un trailer. Definitivamente la suerte no debía de estar de mi lado, yo tratando toda mi vida de evitar el contacto con gente como él y el destino no hace nada más que arrojarme a su camino.
Cuando regresé a Chicago el lunes en mi coche, fui directamente hacia mi trabajo, dispuesta a explicarle a Roberts mi actitud reacia a ir a hacer ese trabajo. Roberts se mantuvo firme durante nuestra conversación, las opciones que me dio eran sí o sí, si quería mantener mi puesto de trabajo. En cierto modo no lo culpo, Mina se molestó el día que Dinescu me había invitado a quedar con él. Por lo visto, hasta ahora no había concedido ninguna entrevista personalmente a ningún medio de comunicación y cualquiera le hubiese dicho sí con los ojos cerrados por tal de tener la exclusiva del año. La gente con la que se suele relacionar tampoco comenta nada de él, ya sea por lealtad hacia su persona o por estar hipnotizados- esto último es una suposición mía. Pero claro, yo tenía que decir no a mi manera y eso despertó su interés por conocerme.
Estaba dispuesta a negarme y perder mi trabajo. Solté una de mis groserías a Roberts antes de intentar marcharme. Estaba ya cogiendo el pomo de la puerta cuando Roberts gastó su último cartucho en el intento de persuadirme.
-No sé por qué le tienes tanta manía a este trabajo, incluso he tenido que acceder a unas cuantas peticiones que me hizo a tu favor. Es muy bueno tratando los negocios, no me extraña que posea un gran imperio comercial y que esté forrado. Sea lo que sea que le dijiste en el piso del secuestrador, le dejó muy interesado en que fueses a verlo.
Traté de mantenerme serena todo lo que pude, sé que cuando me cabreo de verdad mis ojos rojos parecen dos ascuas encendidas y tengo tendencia de asustar al que los ve de una manera diabólica. Respiré hondo y conté hasta diez antes de girarme con el semblante serio pero no demostrando nada- Yo no hice nada más que cruzar unas cuantas groserías mayores que las que te doy a tí. ¿Qué es lo que él trató contigo sobre mí?
Roberts abrió el armario de puerta corredera de detrás de su mesa y buscó entre unos archivadores. Sacó una carpeta y la extendió hacia mí para que la cogiese. Examiné el interior con gran curiosidad. Era un contrato para concederle el reportaje exclusivo al periódico. Tenía varios puntos anexos que dejaban claro sus peticiones: si no quería contestar a alguna pregunta, era libre de evitarla, si decidía que en alguna zona de su casa no podía entrar, yo no podría, si por cualquier circunstancia quería acabar el reportaje antes de lo previsto, podía hacerlo... Cosas por el estilo. Esto lo único que dejaba claro era que él dictaba el enfoque del reportaje. Pasé de largo hasta llegar a los acuerdos sobre el pago. Me quedé impactada al comprobar que no había solicitado cantidad alguna para sí mismo. Las condiciones de pago se referían exclusivamente hacia mí. Hacer este trabajo me daba un día libre más a la semana, y una cifra impresionante por cada día que durara la entrevista. Hice cálculos sobre lo que ganaría en esa semana y me asusté. Imaginaos cuanto puede cobrar un famoso por una exclusiva y yo salía por ese precio.
La última cláusula dictaba que yo no podía irme antes de el tiempo pactado o no cobraría nada.
Miré a Roberts- ¿Cómo es que aceptaste estos términos?
Él se encogió de hombros despreocupadamente- ¿Qué mas da a quien tengo que pagarle si al final consigo la exclusiva más importante de Chicago? Es cierto que lo de tener que darte un día libre más a la semana no me hizo mucha gracia, ya que estás demostrando que vales mucho como empleada, pero cuando le pregunté me dijo que lo ibas a necesitar por unos asuntos “especiales”- la última palabra la dijo poniendo dos dedos de cada mano hacia arriba y flexionándolos una y otra vez, a modo de comillas.
Le devolví la carpeta con gran desaire- Cuando vaya a su casa esta noche aclararé todo esto con él, no cantes victoria por tener asegurada la exclusiva, dependerá de lo que me diga que acepte o no. Nadie maneja mi vida aparte de mí misma.
-Con lo de ir por la noche, dijo que te acercaras por la tarde. Ten, casi se me olvida de darte la dirección que me dio para encontrarte con él.
-¿Encontrarme? ¿Es que no es esa la dirección de su casa?
-No lo sé. Nadie sabe donde vive.
Me despedí de Roberts y me acerqué hasta mi escritorio. Todos los rostros que estaban presentes en ese momento se centraron en mirarme, con cara de curiosidad. Había caras de sorpresa y otras de recelo. Una chica que tenía la mesa al lado de la mía era una de las que tenía la cara recelosa. Yo había hablado con ella un par de veces en esta última semana y había resultado ser una chica normal tirtando a tonta, de las que se reía con cualquier gilipollez que un hombre le dijese. Me concentré en ella, deseando poder saber lo que estaba pensando en ese momento de mí.
“¿Qué será lo que habrá hecho para que Michael le haya asignado el reportaje? Seguro que se está acostando con él, nadie recibe tan pronto un trabajo importante sin hacer algo así”
Herví de cabreada que estaba- ¡Yo no hago de puta por conseguir un trabajo mejor!
Ella se puso pálida, intentó disimular sacando unos cuantos papeles de un dispensador sobre su mesa- Yo no he dicho nada.
Entonces me dí cuenta de que ella realmente no había movido la boca para hablar, sino que debía de haberlo pensado y yo había conseguido leer su mente. ¡Toma ya!, un nuevo poder empezaba a vislumbrarse y yo casi meto la pata- Yo no he dicho que lo hayas hablado tampoco, pero la forma en que me miras lo dice todo.- señalé hacia las otras mesas- Creo que todos lo pensáis, pero déjame decirte que esto me ha pillado de sorpresa mucho más a mí que a nadie y todavía no he decidido si lo acepto o no.
Con todo ese discurso que solté me giré hacia mi mesa para buscar en el ordenador toda la información que hubiese sobre Dinescu. No había gran cosa, solo unas citas explicando los distintos negocios que posee y unas cuantas fotografías de él en actos benéficos donde había donado una gran suma de dinero. Nada más. Resignada, apagué el ordenador y me fui de allí sin mirar a nadie, temía enterarme de más cosas de las necesarias y pensaba que eso era una violación a la intimidad.
Salí a calle y comprobé que eran las tres de la tarde. El estómago me rugió de hambre al saber la hora. Yo creía que no había pasado tanto tiempo allí metida, pero por lo visto dediqué demasiado tiempo a discutir con Roberts mi nueva meta profesional y a buscar información sobre el vampiro.
Tomé el Beetle y conduje por las calles sin rumbo previsto. Avisté una cafetería de esas que dan menús y paré para comprar algo que aplacase mi estómago. A los diez minutos salía por la puerta llevando una bolsa con una hamburguesa con queso y pepinillos, una ración de patatas fritas, un refresco de cola y un trozo de tarta de moras, el problema de tener que cocinar estaba resuelto, no veía la hora de llegar al piso e hincarle el diente a mi menú hipercalórico.
En casa no había indicios de que Mina hubiese estado por allí para comer. Comprobé el contestador y había un mensaje para mí. Elliot, el siervo de Dinescu me indicaba que debía de aparecer en el lugar previsto para las siete, hora en la que su señor ya estaría levantado. Yo había pensado en por lo menos joder el primer encuentro apareciendo cuando fuese de noche, sobre las diez o las once de la noche, cuando ya hubiesen creído que no iba a ir, pero la voz de Elliot me sonó algo suplicante para que no me demorase y mi llegada fuese puntual. En las pelis los siervos son castigados si su amo no consigue lo que quiere y no quise comprobar esa teoría, así que despues de preparar una bolsa con mudas para una semana por si al final aceptaba el trabajo tras sentir sus explicaciones sobre lo del contrato, me duché y preparé para el primer encuentro para llegar puntual. No me arreglé demasiado para no dar una apariencia equivocada, pero tampoco fui hecha unos harapos. Unos buenos pantalones vaqueros y una blusa azul bajo una chaqueta informal para mí eran suficientes. La blusa me quedaba semientallada, pero tenía suficiente holgura entre mi cuerpo y ella para poner mi querida Beretta en la parte trasera sin que se notase. En realidad no es un arma para tiros a grandes distancias, pero para algo cara a cara es mi favorita, boquete asegurado.
La dirección que tenía era la de un restaurante en la zona de Lake View, así que cogí la 41 estatal, por ser el camino más corto que encontré en mi mapa. No tardé mucho en encontrarlo, tenía una buena zona de aparcamiento y hacia allí me giré para dejar mi Beetle.
Ya fuera del coche me detuve a admirar la zona. Estaba frente al local. Me cercioré de que el edificio donde se ubicaba era bastante alto y enorme por lo que se podía apreciar, con grandes ventanales- por lo menos conté cuarenta en el único lado del edificio que yo divisaba-,en un lateral se encontraba una gran entrada en forma de arco, ornamentada con dos colosales columnas de marmol blanco y una gran puerta de madera maciza bellamente tallada. El edificio debía de pertenecer a alguien muy rico. Dejé de fantasear sobre aquello y me centré en el restaurante, seguía el mismo estilo que el edificio en cuanto a decoración. Todo el conjunto me iba recordando conforme entraba a las típicas mansiones americanas de la época del esclavismo, todo muy blanco por fuera y muy ornamental y recargado por dentro, casi diría que me había transportado hacia aquella época. Solo faltaba estar rodeada de campos de cultivo y vestir uno de aquellos fantásticos vestidos de corsé ajustado para encajar en aquello.
-Buenas tardes señorita Tunner, ha sido usted muy puntual.
Giré la cabeza hacia la voz para encontrarme con Elliot, vestido de nuevo con un estilo muy años veinte pero sin su sombrero. Casi enrojecí por haberme pillado tontamente ensimismada en mis pensamientos sobre la época pasada, espero no haber puesto cara de lela.
-Hola Elliot, ¿dónde está el señor Dinescu?
-En su oficina, en estos momentos está atendiendo una llamada que surgió en el último minuto ¿Quiere usted tomar algo mientras espera?
-No, gracias. Necesito aclarar algo con él urgentemente, así que por favor, dígale que no se demore o indíqueme donde se encuentra su oficina.- miré hacia todos sitios, intentando encontrar una puerta que lo mostrase, pero para mi suerte no había ninguna.
-Lo siento señorita, él me dijo que le dijera que tenía que esperar y que me pusiera a su disposición para lo que necesitase.
-Pues ahí lo tienes, ahora mismo necesito ir a donde esté él, todavía no he dicho que vaya a quedarme a hacer el trabajo que trató con mi jefe. Así que lléveme hasta él o me marcho.
Elliot se puso blanco- Por favor señorita, no se marche hasta al menos haber hablado con él. Espere un minuto que hable con él y le digo.
Elliot se giró sin esperar por mi respuesta y se encaminó hacia la puerta de la cocina. Yo lo seguí con prudencia. Cuando creí que iba a meterse en la cocina, casi lo pierdo de vista al pasar por una gran estatua de un hombre a caballo colocada en la esquina junto a la puerta. Me fijé bien y me sorprendí de que tras la estatua estaba una puerta oculta. Si no lo hubiese seguido, nunca me habría percatado de ella. Continué tras él procurando que no me pillase. Elliot caminó por un pasillo amplio hasta otra puerta, custodiada por la mujer asiática con Katana que vi en el restaurante D'or junto al maestro. Como casi había alcanzado al siervo, la mujer creyó que yo iba con él y no dijo nada cuando entré tras Elliot, que se puso blanco cuando al tratar de cerrar la puerta se dio cuenta de que lo había seguido.
Dinescu estaba vuelto de espaldas hacia un ventanal tapado por una gruesa cortina. Llevaba puesto un pantalón ajustado en color negro y una camisa blanca. Hablaba con alguién por teléfono y parecía un poco agitado, como si estuviese enfadado con quien estuviese al otro lado de la línea. Di un paso hacia él y se giró rápidamente. Durante una fracción de segundo su rostro mostró sorpresa, pero rápidamente pasó a un rostro impasible y dijo algo en un idioma extraño para mí a su interlocutor, colgando al terminar.
-Señor Dinescu, lo siento. No sabía que me había seguido, ni siquiera Mei Ling la detuvo al verla.
Dinescu alzó su mano un poco y Elliot se quedó mudo.- Está bien, ya hablaremos de eso luego.- se giró hacia mí y estuve tentada de retirar mi mirada de sus ojos, luego recordé que pòdía evitar su hipnotismo y subí ligeramente la barbilla para enfrentarlo.- Bienvenida Evelynn, siéntate, por favor.
Ese rostro tan perfecto si podía ser capaz de nublarme la mente, así que me clavé las uñas en las palmas de las manos para volver a centrarme en el propósito que me había llevado allí y cuando el dolor me ayudó hablé.- No creo que vaya a quedarme mucho tiempo así que mejor me quedo de pie.
Constantin encogió casualmente sus hombros y se sentó en su sillón tras la mesa de oficina- Como quieras, ¿te ha ofrecido Elliot algo de beber?
-Mira Dinescu, no me van los rollitos de galantería y educación sobrepasada que llevas, estoy aquí para saber por qué has tratado con mi jefe de algo que me atañe sin dirigirte a mí.
-Si lo hubiese hablado directamente contigo te habrías negado.
-¿Y quién ha dicho que yo iba a estar dispuesta a aceptar por tratarlo con mi jefe? Él puede tener sus propósitos, eso lo entiendo, pero al final la que tiene que estar aquí soy yo, no él, así que decido yo.
-¡Y tu respuesta es...?
-No. Y no tenías que haber hablado de pagarme extras en mi nombre.
-¿Necesitas más? Si consideras que la suma es poca puedo arreglarlo, ¿Un tercio más será suficiente?
-¡Joder Dinescu! No es por el dinero, es mucho lo que has pedido que me paguen por entrevistarte. Simplemente no sé como explicarlo, pero no quiero estar cerca de...alguien como tú, sin ofender.
Constantin rió con una gruesa carcajada que me llegó a los huesos, calándome bien hondo. Era una sonrisa maravillosa que no debería estar permitida. Se acercó hasta mí y elevó suavemente una mano hacia mi rostro, se paró justo a un centímetro de mis ojos- Suena gracioso viniendo de alguien como tú.
Aparté la mirada, avergonzada de que él supiera de donde venía el color de mis ojos.- No es lo que piensas, es un problema genético.
-Si ya, y mis colmillos son de mentira.
Me crispé al sentirlo hacer una broma. Hasta ahora siempre se había comportado muy cortés y serio, nada bromista. Le entrecerré los ojos y me atreví a mirarlo.- ¿Qué es lo que crees saber?
-Todo a su momento, frumos floarea. Lo único que te explicaré es que pedí que nos viésemos para poder conocerte, saber de tí, de como eres. Tienes algo que me hace querer acercarme a tí y necesito saber qué es. Tuve que buscar la manera de que vinieses por tu cuenta ya que niegas tu atracción hacia mí y no encontré nada mejor que dejar que me entrevistases.
-Si yo aceptase hacer el trabajo, cosa que todavía no he dicho sí, no es ninguna cita, es sólo trabajo. ¿Comprendes? No conseguirías lo que quieres.
-Frumos floarea, nunca digas no. Por ahora lo único que quiero es ayudarte a conocer esa parte de tí a la que te niegas. Por lo que he podido comprobar has escuchado una sola versión de lo que somos, pero en realidad no somos todos iguales. Necesitas comprobar por tí misma qué es ser un vampiro para poder juzgar y, créeme, con el tiempo lo tendrás que hacer.
-Deja de llamarme frumo-lo-que-sea, que no sé que es pero seguro que tampoco quiero saberlo. Y no me digas que me he hecho ya un juicio sobre vampiros, simplemente no os quiero cerca.
Constantin se acercó hasta la puerta de la oficina para abrirla, pero antes se giró hacia mí- Si de verdad eres lo que yo creo que eres, necesitarás hacerlo más a menudo de lo que piensas, y yo voy a encargarme de que lo entiendas, pero ahora ha surgido un mal imprevisto y debemos irnos. Quédate conmigo esta semana y dame la oportunidad de enseñarte mi mundo, si después de esta semana sigues pensando igual, no volveremos a vernos. Palabra de maestro.
Estaba más confusa que cuando llegué, pero mi curiosidad periodística al final me animó a seguirlo a donde sea que quería llevarme.
Aviso:
Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...
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Al final va a aceptar!! Una semana con él... Además que es eso de que "se sienten atraidos"? Espero saberlo pronto, porque me muero de la intriga^^
ResponderEliminarBesos :)
Bueno Zeta, se supone que cuando se vieron en el restaurante ya notaron algo de atracción mutua ¿recuerdas? ;)
ResponderEliminarAh!!!!!!
ResponderEliminaruna semana a lado de Dinescu!
la cosa se va a poner interesante, muuuuuchas cosas pueden pasar en una semana
Sumandole a eso que el vampirito no esta tan mal...
ya quiero leer el proximo capitulo!! muy bueno este! ya quiero saber que pasa una semana juntos! jejejeje!!! interesante! xD
ResponderEliminarPero Pam, ¿no eras del team Donovan? ¿o al final lo has cambiado por el team Dinescu? jajaja
ResponderEliminarMara, dales tiempo que una semana da para muuuuuchas cosas jeje ;)
ResponderEliminarjajajajajaa!!! XD ya quiero saber quiero saber que pasa en esa semanita!!! y definitivamente soy team Dinescu! XD
ResponderEliminarSii! soy team Donovan
ResponderEliminarpero que ya tenga el platillo, no significa que no pueda admirar la carta jeje