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domingo, 13 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capítulo 6: El Secreto al descubierto

Al salir al exterior no quedaba nada ni nadie, ni una pequeña gota de sangre a la vista. A esas horas, hasta los cotillas que hay en todo barrio debían de estar roncando. Estaba en la calle, justo en la entrada al edificio donde había estado teniendo mi primera pelea mortal, preguntándome qué demonios había pasado cuando Bernie Prescott- el vampiro que había secuestrado a Gina- había tratado de matarme con sus garras. Recordé que su garra chocó contra el amuleto que tenía de mi abuela y un destello de luz dorada me cegó entonces. Pero también Bernie salió despedido hacia atrás y ese recuerdo hizo que mi mano se moviera instintivamente hacia mi pecho, justo donde el colgante había estado. Era raro, pues me sentía desnuda sin él y eso no me había ocurrido antes, cuando no lo llevé durante mis primeros tres dias en Chicago. Caminé entre los alrededores tratando de encontrarlo por si todavía tenía arreglo y podia volver a ponérmelo. Mi abuela se iba a enfadar en serio si le decía que lo había perdido. Creedme, la abuela Tunner tiene un genio mortífero cuando está enfadada.
Había perdido toda esperanza de encontrarlo y mi cabeza amenazaba con estallar si no iba pronto a preparar la noticia para luego irme derechita a casa a descansar. Pero finalmente lo encontré tirado entre unos pequeños hierbajos pegados a la parte más desconchada de la pared del edificio. El pobre no iba a tener arreglo, estaba deformado como si se hubiese derretido, hecho una pequeña bola metálica que tendría más uso como bola de pinball que como nuevo colgante.Aún así decidí guardármelo en el bolsillo del pantalón.
Caminé a paso rápido hacia mi Beetle, no quería dar tiempo al sargento Donovan a encontrarme de nuevo y que tuviese la brillante idea de hacerme alguna pregunta que se le hubiera quedado colgada.
Para mi sorpresa, después de buscar como una loca las llaves en mis bolsillos, me dí cuenta de que estaban puestas en el contacto. Incluso mi bolso estaba tirado en el otro asiento, a la vista. Si seguía siendo tan descuidada no iba a durar mucho mi nueva adquisición en mi poder.


Las solitarias calles de Souht Shore quedaron atrás, dando paso a un bullicio mayor conforme me acercaba a la editorial. En esta zona siempre encuentras algún local donde meterte, sea la hora que sea. Aparqué cerca de la entrada y subí en el ascensor hacia la tercera planta tras pasar por el control de seguridad.
La planta estaba casi vacía, la mayoría de mis compañeros debían de haber dejado ya sus trabajos preparados para edición. Sólo quedaba una chica al principio de la tira de mesas dando los últimos repasos a lo que tenía escrito en la pantalla del ordenador.
No recordaba que la distancia hasta mi escritorio fuese tan grande, pero el cansancio me hacía ver el recorrido como si fuese a correr una maratón.
Me dejé caer pesadamente en la silla y encendí el ordenador. En el filo superior de la pantalla encontré una nota escrita en un post-it de parte de Vince. Había entregado las fotos en Gráficas y le habían dado el visto bueno, por lo que no iba a esperarme a que yo terminase. ¡Maldito capullo! Hijo de Satanás...
Solté mentalmente todas las maldiciones que se me ocurrieron hacia él por dejarme sola para esto y procedí a meter mi clave para entrar: cretina. Sí señor, en mi lista de personas con las que debía de portarme como una cretina, quizás debería incluir a Vince.
Terminé sobre las seis menos veinte de la madrugada. Le había dado por lo menos veinte repasos antes de entregarlo en redacción. El chico que me esperaba allí tenía cara ansiosa cuando me vio aparecer y yo estaba como un demonio porque me dijera que todo estaba bien y me podía ir. Acababa de llegarle mi trabajo a través de la red interna de la editorial y cuando lo leyó no se lo creía.


-Que la nueva haya conseguido lo que otros más experimentados no han podido es para celebrarlo.- me dijo mientras me daba un refresco en un vaso de plástico. Yo tenía la boca seca y lo acepté con agrado.


-Gracias, pero sólo ha sido un golpe de suerte. Eso que llaman “suerte de principiante”.


-No seas modesta. Vince me contó que la idea de ir por allí fue tuya. Me lo dijo cuando me trajo las fotos de la entrada al piso.


-¿De verdad piensas poner una fotografía de un vampiro troceado en la revista?- la cara que puso fue lo suficientemente clara como para detectar un sí en ella- ¡Jesús! Eso es demasiado morboso incluso para mí.


-Llamé a Michael en cuanto supe de las fotos y de que lo habías conseguido. La idea de poner esa en portada es suya. Dice que lo esperes a que llegue. Ahora mismo está camino de aquí.


-No pienso esperarlo. Salvo por una siestecita que me eché, trabajé todo el dia de ayer y toda la noche. Ya tiene lo que quería. Que él se espere a que yo descanse.


El redactor iba a contestar, pero no le dí oportunidad. Tomé la salida como una bala, pensando en lo a gusto que iba a estar en mi cama mientras el jodido de Roberts llegaba a buscarme y se daba con un palmo de narices al no encontrarme.


Llegué al parking del edificio sobre las seis y cuarto. El guarda de la entrada iba a pararme a preguntar quién era, pero para ahorrarme tiempo estampé la tarjeta de entrada contra el cristal lateral del coche sin acerle caso, puse mi mejor sonrisa inocente y seguí mi trayecto. Lo siento por él, pero no tenía ganas de que me entretuviese nadie ni un minuto más. El coche de Mina estaba allí, pero pronto saldría a su trabajo. ¡Qué bonito poder trabajar sólo durante el día...!
Abrí la puerta cuidadosamente. Caminé por el pasillo hacia el dormitorio debatiéndome entre tomar una ducha o tirarme directamente en la cama y caer en brazos de Morfeo. Pero el sudor por todo mi cuerpo y el dolor palpitante en un costado por culpa de la pelea estaba siendo cada vez más mezquino conmigo y la ducha acabó ganando la batalla.
El agua caliente corría suave por mi cabello, dejándolo pegado a mi espalda como si fuese parte de ella. El dolor fue mermando, dando lugar a sensaciones placenteras de bienestar. Mi mente fue a la deriva, recordando los delicados rasgos masculinos de un hombre rubio de imponente paquete que tenía la sonrisa más perf... ¡Un momento!- creo que hasta el agua se congeló de repente- ¿Qué cojones hago yo pensando en un tipo como ese?


-¡Y seguro que lleva siglos de haberla palmado!-dije en voz alta.- ¡Maldito Dinescu!


Una voz sonó al otro lado de la puerta- ¿Eve, necesitas algo? Creí que me estabas llamando.


Mina me devolvió a la realidad más aún si podía ser. Salí envuelta en una toalla y ella me miró con ojos sorprendidos.


-Te ves mal. Tu cara...


Giré mi cabeza hacia el espejo del baño, froté un poco en el vapor para ver mi rostro y me asusté al notar una zona rojiza en mi barbilla que comenzó a doler como si por haberla visto se hubiese activado-Me veo como la mierda, lo sé.He tenido una noche terrible y no puedo más. Luego te cuento.- Me tiré sobre la cama y el sueño me atrapó en el primer parpadeo. Sólo llegué a sentir a Mina diciéncome “bonitos tatuajes” antes de quedarme sumida del todo.


No sé cuanto llevaba dormida, pero el timbre de mi teléfono del trabajo me despertó tras unas cuantas estrofas de Are you gonna go my way, de Lenny Kravitz (soy una nostálgica de la música que mi profe de lucha me ponía mientras practicábamos).Como un zombi me acerqué hasta él y sin abrir los ojos contesté secamente.


-¿Quién es?


-¿Crees que ya has descansado lo suficiente?


Abrí un poco los ojos para ver la hora en el despertador, las diez. En total, había dormido unas tres horas- Roberts, ¿sabes a qué maldita hora llegué a mi casa?


-Más o menos. Podías haberme esperado y te habrías ahorrado esta llamada. Llegué a los diez minutos de irte.Sólo quería felicitarte por tu trabajo, las ventas de hoy se han disparado, hemos tenido que hacer una segunda edición. La competencia está tratando de ver a Gina Banks en el hospital, pero ella dice que no hablará con nadie que no seas tú.


-Le dije que la visitaría en unos días para poder hacerle una foto y una entrevista, la pobre estaba fatal como para eso. Por cierto, te dejé el informe de todo lo que había hecho y las facturas de la noche en tu escritorio.


-Sí, ya los vi. Fueron menos gastos de los que esperaba pero más caros de lo que debían ser. ¡Un palco vip! ¿no podías haberte conformado con un asiento de butaca en el centro?


La boca se me torció en una sonrisa maliciosa de oreja a oreja- Tú dijiste “Trae lo que sea” y te lo llevé. La maldita exclusiva bien merece que en ese “lo que sea” vaya incluido un gasto como ese, me hizo localizarla en muy poco tiempo.No te quejes, Roberts, las ventas que está generando suplen con creces los gastos.Si no te importa, me tomaré el día libre, tengo unas cuantas magulladuras que sanar.


-Por supuesto, pero mañana a primera hora aquí. Cuídate.


Me colgó y yo volví a taparme para dormir de nuevo. Desperté a las una del mediodía, me senté en el borde de la cama tras encender la luz de la lamparita y decidí llamar al departamento de policía por si podía recoger mis armas. Me contestó una mujer de voz joven muy amable, la oficial McRealy, que me puso en espera mientras comprobaba si podía o no. Después de un minuto me puso otra vez en activo y me dijo que mis cosas me las traería el sargento Donovan por la tarde. Aunque volví a insistir me dijo que no podía hacer nada porque las tenía él.Me despedí y colgué.
Estaba enojada, si ya las tenía él en su poder es porque ya habían hecho las comprobaciones necesarias. Y si él no estaba en ese momento de servicio, ¿qué demonios hacía él con mis armas?
Sentí un hormigueo por la parte superior de mis brazos al acordarme del sargento y me dispuse a rascarme instintivamente. Al hacerlo noté dos bultitos rugosos, uno a cada lado.
Sobresaltada encendí la luz de la habitación y me los miré. Para mi sorpresa, tenía dos pequeños dibujos tatuados. Eran como de unos tres dedos de longitud, en color negro y dorado, y todas las líneas sobresalían un poco sobre mi piel. El de mi brazo derecho era como una estrella de cinco puntas, el de mi brazo izquierdo parecía una especie de ojo con un rabillo por debajo, como una lágrima corrida. La piel superior de mi pecho izquierdo también picaba, no me asusté al ver otro tatuaje algo más pequeño con la forma de la cruz egipcia, la misma forma que había tenido mi amuleto. Por esoo Mina dijo algo de bonitos tatuejes anoche, pero yo no los puse ahí.
Al recordar el amuleto pensé en llamar a mi abuela y contarle lo sucedido, ya habría tiempo de investigar cómo los había conseguido. Me puse unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes de deporte y llamé por teléfono a mi abuela.


-Hola yaya...¿cómo estás?- la sutileza antes de comentarle que su amuleto era ahora una canica de metal.


-Eve cariño, estaba esperando tu llamada. Gracias al cielo que no te ha pasado nada. Cuéntame lo que te ha ocurrido- vale, a mi abuela no le iban las sutilezas. Aunque su voz siempre sonaba dulce al hablar conmigo, esta vez noté algo de preocupación.


-¿Cómo sabes siempre si algo me pasa?


-Tu amuleto me lo advierte siempre, estoy conectada con él. Desde anoche no he presentido nada, así que algo gordo te ha debido pasar. Cuéntame cuando te has encontrado con los vampiros.-Ella es una anciana que siempre había dicho ser una wicca, pero yo nunca me lo he creído pese a que siempre sabe cosas.


Bueno, si ella ya sabía que me había cruzado con vampiros no era necesario tratar de suavizar las cosas al decirle.Tomé una fuerte bocanada de aire y comencé a relatarle todo, desde la primera vez que vi a Dinescu, pasando por mi pelea con Prescott y terminando por los tatuajes recién adquiridos. No sé por qué, pero me late que todo estaba conectado.


-¡Ay dioses! Al final, pese a mis esfuerzos tenía que pasar lo inevitable. Eve, cariño, lamento contarte esto por teléfono y no aquí, en casa. Pero no puedo ir para allá, estoy ya muy vieja como para viajar o poder ayudarte mucho.


-Yaya, me estás asustando. ¿Qué es lo inevitable? ¿Quieres que vaya yo? Lo dejo todo y me voy ahora mismo.


Mi abuela estuvo callada por momentos, como pensando qué debía hacer yo- No. Deja que te explique un poco por encima y luego te vas a ir a buscar a una amiga mía que vive a las afueras de Chicago. Ella es más joven que yo y podrá prepararte.


-Yaya, por favor, explícate. ¿Estoy en peligro?


-No lo sé exactamente. ¿Recuerdas que te expliqué como murió tu madre?


-Si. Un vampiro trató de convertirla estando embarazada de mí casi a punto de dar a luz. Su cuerpo no reaccionó bien y provocó un parto prematuro que la mató- por eso los odio tanto y no entiendo cómo podía sentirme tan atraída por uno que había visto un par de veces.- ¿Y?


-Tu madre era una wicca bastante poderosa, su especialidad era el contacto con los espíritus y era la mejor en ese campo. El vampiro que la mató la secuestró tras una reunión wiccan. La cogió desprevenida y no pudo defenderse, quería convertirla para que estuviese bajo su influencia y utilizar su poder a su favor, con el bono añadido de que al estar embaradaza tendría otra wicca más que controlar cuando nacieses. He tratado de ocultarte a los ojos de los vampiros utilizando el amuleto que te di. Ellos no podían detectar el poder que reside en tu sangre mientras lo llevases puesto.


-Yaya, sabes que yo no tengo ningún poder. No veo espíritus, ni levito cosas ni nada de eso que siempre me cuentas de tus amigas.


-He mantenido encerrado tu poder también. El golpe que trató de darte ese vampiro hizo que el amuleto se activase para defenderte y dejó fluir tu poder hacia tí. La luz que lo despidió hacia atrás la provocaste tú para defenderte. Los tatuajes que dices que han aparecido son ellos advirtiendo sobre que están activos. El símbolo de tu pecho es la cruz de Ankh, símbolo del conocimiento cósmico, la vida y el renacimiento. Te ayudará en la sanación y quizás incluso en la adivinación. En el brazo derecho llevas impreso un Pentalfa, te ayudará en tu protección y te surtirá de energía. Tu brazo izquierdo posee el símbolo del Ojo de Horus, por lo que has heredado el don de tu madre, los espíritus serán tus aliados.


Estaba consternada con tanta información que había recibido en unos pocos minutos. Mi abuela me contó cómo murió mi madre cuando tenía ocho años, pero nunca me dijo el por qué exactamente había sucedido. Por aquél entonces le pregunté por mi padre y me dijo que me abandonó, culpándome de que ella muriese por estar embarazada de mí y no soportar el ataque al tener divididas sus energías en mantenerme viva. Para rematar la situación me dijo que creía que mis ojos rojos eran una “donación” genética de “mi padre vampiro adoptivo”. No estaba segura, pero al contarle yo que Dinescu había tratado de hipnotizarme y no lo había conseguido, pensó que quizás se debía a que tenía sangre vampira en mi cuerpo.
La ira por saber que quizás yo era parte en monstruo me atrapó, y comencé a soltar toda clase de maldiciones y palabrotas que se me iban ocurriendo. Mi abuela no me había sentido nunca pronunciarlas, siempre había tratado de cuidarme delante de ella, pero me dejó para que me descargara hasta quedarme jadeante. Estaba también enfadada porque me había mantenido en la ignorancia todo este tiempo, pensando que mis ojos estaban deformes por la forma en que acabé naciendo. No podía ser cierto, yo no tenía sed de sangre y tampoco me afectaba el sol, pero según ella sí podía ser ya que a mí no era a la que estaban tratando de convertir.


Yaya me dijo que debía ponerme en contacto con su amiga lo antes posible, que ella iba a llamarla para que supiese que iba a ir, y después de darme la dirección se despidió dandome toda clase de bendiciones.


Tenía ganas de romper algo, de desatarme con lo primero que pasase por delante mío. Para gastar coraje me fui al gimnasio y quemé todo lo que pude entre las pesas, la cinta de correr, el banco de abdominales y el saco de boxeo. No sé cuanto tiempo estuve allí, pero cuando el timbre de la pùerta sonó y paré, las piernas y los brazos me temblaban del esfuerzo. El reloj marcaba las seis, me había pasado cuatro horas sin parar en el gimnasio. Me limpié el sudor en una toalla y la coloqué en mi nuca en tanto iba a abrir la puerta.
Era el sargento Donovan, vestido totalmente en cuero negro, con un hermoso cabello bien cuidado, suelto bajo un pañuelo atado en la cabeza y con una bolsa en la mano que me tendió mientras me sonreía. Vestido con ropas que no fuesen del trabajo, mejoraba cantidad. Podría decir que estaba muy bueno.


-¿Puedo pasar?- dijo tras cruzar el umbral.

5 comentarios:

  1. WOOOO! Impresionante este capitulo, todo el secreto sobre su pasado me a dejado... :O
    Y Donovan creo yo que dara que hablar, tengo mis sospechas jajaja
    Muy bueno el capitulo espero el siguienteee
    besos :)

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  2. hehehe, io tambien temo asi a mi abuela hahahaha y oie si no deja pasar a Donovan, puedes darle mi direccion si quieres, siempre y cuando no venga con ropas de trabajo
    besos

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  3. Pues si Zeta, Donovan tendrá su parte en todo esto. Y hasta aquí te puedo decir.... jejeje
    Iza cielo, estaba segura de que Donovan te iba a gustar jajaja pero este es mioooooooo¡¡¡¡ ;)

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  4. Oh! parte del misterio a sido revelado ja sabia que los ojos tenian que ver con los vampiros
    Yo tambien tengo mis teorias sobre Donovan, veremos que pasa :)

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  5. Como sigamos así voy a tener que buscar una imagen para Donovan jeje Para Dinescu la tengo ya (spoiler: será imagen de portada de la segunda parte ^_^), mi mente siempre piensa segundas partes antes de casi empezar la primera

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