Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

lunes, 21 de junio de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capítulo 8: Sorpresa, sorpresa...

Enrietta me dejó impactada con el anuncio y yo le dí una mirada entrecerrada a Donovan, que enseguida dejó de enviar muestras de su poder were. Mi tatuaje dejó de picar y mi brazo estaba agradecido por ello.

-¿Por qué infiernos lo estabas haciendo?

-Creí que eras como nosotros, pero por lo visto me equivoqué. Mis disculpas. Entonces, ¿qué eres? Sé que tienes algo especial, lo noté cuando fui a aquel piso.

-Evelynn es una Wicca, por eso la sentiste.- aclaró Enrietta- Eso es lo que notaste. Ahora marcharos o vas a llegar tarde, Matt.

Nos despedimos en su porche después de que Enrietta me diera su número de teléfono y me invitara a verla o llamarla cada vez que necesitase cualquier cosa que me ayudara a ir dominando los poderes que apareciesen. Me dijo que por ahora debía aprender a dominar mi pentalfa, me había estado avisando de una fuerza sobrenatural cercana- la de Donovan- y debía enseñarme a distinguir cuando hay peligro o no para que mi brazo no terminase molido por el picor.

Casi habíamos salido del camino de entrada cuando un hombre aparcó una gran camioneta nueva de color azul cerca de la acera frente a la casa de Enrietta. Se bajó y caminó hacia el mismo camino que nosotros usábamos para salir de allí. El tipo tenía un aspecto rudo, vestía pantalones de pana, una gruesa camisa de franela y unas botas marrones llenas de tierra por la punta. Su pelo estaba cortado muy corto, dejando sus duros rasgos faciales muy a la vista. Impresionante. Cuando pasó a nuestro lado no se fijó en mí, pero a Donovan le dedicó una mirada seria y lo saludó con un ligero movimiento de cabeza. Donovan hizo lo mismo y en ese momento los dos explosionaron su fuerza, chocando como un huracán arrasador y pillándome a mí en medio de toda esa abrumación. El brazo no picaba, dolía ya de tanto ataque de poder, e intenté pensar en que aquello no era dirigido a mí. El dolor se ralentizó y abrí mis ojos. Me asusté un poco al principio al ver una masa nebulosa alrededor de cada uno de ellos, pero poco a poco comprendí, tras analizarlo, que estaba consiguiendo ver sus ondas de poder. Eran de un color rojizo, como grandes formas animales que levantaban una zarpa hacia la otra nebulosa. Las cabezas animales estaban formándose y casi las podía distinguir. Las zarpas estaban ya casi tocándose, pero sentí a Enrietta gritar.

-¡Dejaros ya de esa tontería de machos, vais a conseguir dañar a Evelynn!

Los flujos de poder cesaron y los dos me miraron,buscando con qué me podían haber dañado. Me dirigí hacia el hombre desconocido y le extendí mi mano.

-Gracias, todavía no sé mantenerme alejada de eso que hacéis. Soy Evelynn Tunner.

El hombre pareció sorprendido- ¿Tunner? ¿Nieta de Rose Tunner?- yo asentí- Discúlpame, soy Nathan Sims, el marido de Enrietta. Siento lo que ha pasado.- Me estrechó la mano y se alejó de nosotros dando una última mirada a Donovan.

Nosotros nos dirigimos hasta donde Donovan había dejado su moto, frente a la casa de sus padres. Había sacado un casco extra de la casa para mí- ¿De qué iba todo eso?- pregunté intrigada mientras me lo ponía.

Donovan comprobó la hora en su reloj- Nada, otro día te explico. ¿Salimos ya?, no llego a tiempo de trabajar.

Ni palabra más. Se puso su casco también y salimos a toda velocidad hasta Chicago. Me dejó en la puerta de entrada al edificio donde yo vivía. Se quitó el casco por un instante para despedirse.

-Esperaba que hubiesemos podido tomar algo, pero no ha estado mal. Mi madre siempre se alegra de que vaya a visitarlos. Nos vemos otro día.

Yo lo despedí con un gesto de mi mano después de devolverle el casco y me adentré en el edificio. Tim salió por la puerta de la portería para comprobar quién había entrado. Cuando me vio, dio un saludo con su mano y se metió otra vez dentro. Desde luego era un portero eficiente, aunque su vida daba pena, todo el tiempo allí metido con el único fin de comprobar quién entraba o salía.
Entré al piso y no encontré en él a Mina. Suspiré pensando en las ganas que tenía de contarle todo lo que me había pasado y lo difícil que me iba a resultar verla incluso viviendo juntas como compañeras de piso. La cocina estaba en mi camino a mi dormitorio y decidí ir a por algo dulce antes de acostarme. En la puerta del frigorífico encontré una nota de Mina felicitándome por mi magnífica noticia. Por lo visto mi jefe la había llamado para darle las gracias por recomendarme y la había invitado a cenar. Ella me había dejado un regalo dentro del frigorífico para compensar su ausencia, una bandejita de pastelillos “selva negra” y “tiramisú”. Mi boca mantuvo una amplia sonrisa de oreja a oreja al contemplar esos dulcísimos manjares.

-Mina, nada más que por esto, debo perdonar que hayas ido a cenar con mi maldito jefe y no estés aquí. ¡Que me aproveche!- dijo en voz alta la dulceinómana que hay en mí.

Metí un pastelillo en mi boca y casi me atrevo a decir que tengo un orgasmo de azúcar. La textura era tan increíblemente sabrosa que antes de terminar de tragarlo cogí otro para el camino hasta mi dormitorio pensando en convertirlo en el primer orgasmo azucarado múltiple de la historia. Caminé por la habitación gesticulando exageradamente la boca, tratando de saborear hasta el último rescoldo de chocolate posible, antes de que mi conciencia me obligase a lavarme los dientes y arruinara esa sensación dulce.
Apoveché que estaba allí para mirarme los moratones y para mi sorpresa no quedaba ninguno, mi piel lucía igual o mejor que siempre. Pasé el dedo corazón por el tatuaje de mi pecho, el que tenía la misma forma que el amuleto que mi abuela me dio, y recordé que ella me dijo que mi poder enfocado allí me ayudaría a sanar. Pues bien, yo seguía algo escéptica, pero si de verdad me había curado rápido los golpes, alabado fuese.
Lo último que miré antes de abandonar el baño fueron mis ojos, y por culpa de eso me costó trabajo conciliar el sueño. El saber que lo más seguro es que lleve algo de sangre vampira mezclada con sangre wicca me ponía los pelos de punta. Abue me comentó que la sangre wicca es muy apreciada por los vampiros y que la mezcla con la de ellos me hacía tener un atractivo mayor, no se conocían casos como el mío, de gente que hubiese sobrevivido en un ataque así sin acabar convertidos y sin perder sus capacidades mágicas.

La mañana llegó pronto para mi disgusto. Me desperté una hora antes de que mi despertador timbrara. Ya que no iba a conciliar el sueño decidí correr un rato más de lo acostumbrado. La falta de una buena noche de sueño tranquilo mellaba en mi cabeza, que pedía a gritos una dosis extra de cafeína antes de salir a correr. Yo por si acaso tomé dos tazas de café expreso y una dosis de pastelillo. Sin darme cuenta hice mi carrera en dirección al centro. En Lincoln Park recordé nuestra visita al “Sol en la Noche” y dirigí mis pasos hacia allí.
La entrada estaba cerrada, pero el musculitos que hacía de portero la otra noche salía justo en ese momento por una puerta lateral. Si no llega a ser por la gran mole que era, no me hubiese dado cuenta. Portaba unas bolsas de deporte en los brazos y las estaba cargando en una camioneta. Me hice la distraída haciendo estiramientos sobre una cabina telefónica y eché otro ojeada. Otro tipo salió con una gran caja en sus manos y casi llegando a la parte trasera de la camioneta se le cayó la caja. Se rompió por la parte de abajo y unos palos cayeron al suelo. Me fijé bien y descubrí que no eran simples palos, si no estacas muy afiladas. El tipo se apresuró a recogerlo todo y el musculitos miró hacia todos lados para verificar que nadie los había visto.
Me hice la tonta siguiendo con mis estiramientos pero su voz sonó grave en mi dirección. Levanté mi cabeza y lo miré colocando mi mejor cara de sorpresa en el rostro. Lo saludé con la mano y él lo tomó como que yo le decía que viniese. ¡Mierda!

-¡Hola! Tú eres la chica del otro día, la desafiante.

-Y tú el musculitos del sábado, el acosador de casas.

Él soltó una carcajada igual a la que me dio el sabado cuando lo reté- Yo nunca he dicho que lo fuese, ¿sabes?

-Claro que lo sé, pero yo te pregunté y no me contestastes. Conozco la ley de presunción de inocencia, pero mi abuela siempre dice que si te callas cuando alguien te acusa es porque es verdad.

Eso le provocó más risa- Desde luego eres inusual. Quizás si te hubiese dicho cómo me llamo no desconfiarías tanto de mí. Me llamo Jacob.

-Mmm... Jacob, el acosador de casas... no, desde luego ese nombre tan bíblico no pega con el de un acosador.- él se estaba divirtiendo con mi razonamiento- Estoy casi segura de que no lo eres. ¿Ahora terminas tu turno en el local?

-Si,- echó un vistazo hacia la camioneta, estaba ya todo recogido y metido en la parte de atrás- pero todavía tengo que llevar un encargo al almacén. Tengo que irme o no acabaré nunca la jornada. Espero verte otro día por el local... no sé como te llamas.

-Evelynn. Yo también tengo que irme, Jacob. Quizás me pase un día de estos.- y el infierno se congelará si lo hago por ir allí a divertirme, no me van los fanáticos, pensé.

El reloj emitió un pitido, anunciándome que ya era hora de volver por donde había venido, si no, no llegaría a tiempo al trabajo. Lo programo siempre que salgo a correr para ajustarme a la cantidad de tiempo que tengo para hacer ejercicio.
No sé por qué, pero tardé menos en volver a casa. Aproveché el tiempo para darme una buena ducha y después de vestirme me dirigí al trabajo. Roberts me llamó a su despacho nada más verme alcanzar mi escritorio. Tras un montón de elogios por su parte me dió mi plan de trabajo para la semana, un par de entrevistas a dos grupos musicales, una visita a una escultora famosa que había cambiado a su marido por un jovencito de veintitrés años, el itinerario que una modelo iba a hacer durante dos días de escapada en Chicago para intentar sacarla en algún apuro... gilipolleces, pero para mí eran un gran alivio a diferencia de lo ocurrido con Gina banks. A ella la iba a visitar hoy mismo para ver cómo se encontraba y hacerle una entrevista más profunda, según Roberts tenía que conseguir que “pusiese toda la carne en el asador”, o sea, que me contase hasta os más ínfimos detalles de su historia con el vampiro. No me hacía gracia el asunto, pero este trabajo en el “Exclusive News” es el que me iba a pagar mi parte en el piso de Mina y no me podía quejar demasiado.

Fui hasta el Hospital Saint Anthony acompañada de Vince, que por supuesto recibió un sermón por mi parte por dejarme en la estacada con lo de la noticia. Después de unos cuantos intercambios de palabras no muy agradables, decidimos que a partir de ese momento cada uno haría su trabajo por su lado sin esperar al otro. Eso quería decir que yo no me hacía responsable de si él llegaba a tiempo para mis entrevistas, y tampoco él me acompañaría durante ellas.

En la puerta del hospital había numerosos equipos de otras agencias, preparados con sus cámaras y micrófonos para cuando alguno de los médicos pudiese dar datos de como estaba evolucionando Gina. Nosotros entramos como si tal cosa allí dentro y me encaminé hasta información para preguntar por la habitación de ella. Ellos ya habían sido informados de que yo iba a ir, así que después de llamar a la habitación para confirmarlo me dieron los datos. La entrada a su habitación estaba custodiada por dos guardias que después de verificar nuestras credenciales nos dejó pasar porque teníamos la visita programada. No me atreví a quitarme las gafas de sol hasta que entré en la habitación.
Gina Banks estaba de mejor humor que cuando la rescatamos. Los golpes que había recibido seguían muy presentes y oscuros, pero por lo menos no le dolían con el medicamento que tenía inyectándosele por una vía en su brazo. Me abrazó fuertemente como si me conociese de toda la vida y me sentí extraña, sólo estaba acostumbrada a recibir muestras de cariño como esas de parte de mi abuela.
Vince preparó la cámara para intentar tomarle unas fotografías, pero su mánager estaba allí presente y quería que primero se retocase con maquillaje para posar. Ella se negó, justificándose que si se veía demasiado bien la gente iba a pensar que ella era una buscona y que lo de su ataque era fingido. Asentí comprensivamente y le tendí un espejo para que por lo menos pudiese acicalarse el pelo. Nada más terminar de hacer unas tomas, el se despidió de ella sin ni siquiera dedicarme una fría mirada.
Me centré en la entrevista para tratar de no ponerme de mal humor. Gina me contó otra vez lo mismo que me dijo cuando estábamos en el piso, ampliando un poco sus explicaciones de cómo había estado viviendo ese mes con Bernie el vampiro. Ese tipo verdaderamente estaba obsesionado con ella.
Un hermosísimo y enorme ramo de flores llamó mi atención. El ramo estaba formado por flores muy raras, no las típicas que siempre se pueden ver en uno. Gina se dio cuenta y me sonrió, explicándome que la noche anterior había recibido la visita inesperada de Constantin Dinescu. Había ido a verla, interesándose por su estado de salud y asegurándole que no todos los vampiros son así. Le ofreció todo el apoyo que necesitase y también le dijo que quería hacerse cargo de sus gastos hospitalarios porque esto había ocurrido en su ciudad. Ella estaba embelesada hablandome de él y me dejó preguntándome si a lo mejor él se había atrevido a utilizar su encanto con ella para conseguirlo.
Terminé de tomar mis apuntes y me despedí cortésmente deseandole una pronta recuperación. Me fui hasta el periódico para preparar mi noticia y después de comer pasé la tarde buscando información en el ordenador para mis siguientes trabajos de la semana.
La noticia fue otro bombazo ya que nadie más la había conseguido y volví a recibir felicitaciones por parte de mi jefe.
El resto de la semana fue mucho más relajado y sin complicaciones. Me escapé el finde para ver a mi abuela, pero el domingo por la noche recibí la llamada de Roberts que estaba eufórico. Había estado hablando durante un par de días con el maestro de la ciudad hasta conseguir un acuerdo. Su periódico iba a ser el primero en conseguir una entrevista con él, mejor dicho un reportaje, porque el trabajo era para pasar una semana viviendo en su hogar y conocer realmente al maestro de la ciudad. Solo puso una condición: ¿Adivináis a quién había solicitado el vampiro para hacer el trabajo?...¡Joder!

2 comentarios:

  1. que listo salio el tal Dinescu ¬¬
    eso es trampa
    espero el proximo
    besos

    ResponderEliminar
  2. UNA SEMANA? Una semana viviendo con Dinescu, uiuiuii^^
    Supongo (y espero) pasara algo durante toda esa semana a parte de las preguntas para el reportaje...
    Me a gustado mucho el capitulo, la hisotira cada vez se pone mas interesante.
    Besos :)

    ResponderEliminar