Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

lunes, 15 de marzo de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 8

Capitulo 8

Los días siguientes pasaron volando. Aunque durante el fin de semana Tara y sobre todo Dominique querían quedar para salir no pude, el último fin de semana del mes lo dedicaba junto a mamá a limpiar a fondo en casa y la noche era “la noche en familia”, una costumbre que me había inculcado de pequeña donde íbamos juntas al cine o jugábamos a juegos de mesa en casa, y por más que yo tratase de explicarle que ya era mayor para esas cosas, mamá se negaba a perder eso.
La verdad es que desde ese día que la encontré en casa acompañada de Antoine mamá estaba cambiada, ya no estaba siempre que nos veíamos hablando de lo idiota que era mi padre, estaba como muy feliz, incluso había vuelto a ver a Antoine unas cuantas veces. Y ya que no estaba amargada no era cosa de negarle nuestra noche familiar, quizás hasta resultase divertido.
Puse mucho empeño en la limpieza de ese fin de semana, sobre todo en la habitación de mamá porque estaba preocupada. En al menos cuatro ocasiones me había parecido verle un par de picaduras en el cuello y en la muñeca. Pensar en que hubiesen entrado chinches o algo así en su cuarto me ponía los pelos de punta, pues en casa siempre habíamos sido muy estrictos con el tema de la limpieza, así que fui muy meticulosa, aunque no encontré nada.
La verdad estaban siendo unos días muy raros desde que tuve ese sueño. Soñé un par de veces más con Dominique, era como si nos fuesemos conociendo más cuanto más soñaba con él. Habíamos estado en una bolera y montando a caballo, conversabamos mucho pero cada vez que se acercaba para besarme volvía a salir del sueño. Incluso la última vez me pareció ver otra vez la sombra en la ventana, por lo que al final opté por echar la persiana cuando me acostaba y dejé de soñar con él.
Para el fin de semana siguiente Tara me dijo que no me podía negar a salir, los pubs y las discotecas comenzaban su temporada y quería enseñarme un par de sitios. Estaba empeñada en salir los tres días, viernes, sábado y domingo. Me dijo muy clarito: A-rre-gla-te. Si no, iré a tu casa y lo haré yo misma y créeme, ni tu madre te reconocerá cuando haya acabado.
Dominique no había ido ese viernes a clase, así que no quedamos con él y Roger había quedado con un par de amigos para echar unas partidas a la consola.
Dominique y yo nos habíamos estado viendo un par de veces en la semana, pero siempre con Tara y Roger, para hacer los deberes y tomar pizza. No sabía qué le había pasado para no ir.
Mamá llegó por la tarde cuando yo salía de la ducha. Gracias a Dios desde que se ocupaba de la publicidad para el espectáculo de los Dubois llegaba pronto.
Vio un buen puñado de mis ropas estiradas sobre la cama- ¿Sales hoy?
-Si. Tara se ha empeñado en enseñarme un par de sitios de moda en la ciudad y todavía no he decidido qué ponerme. En cuanto lo sepa cuelgo lo demás en el armario.
-Eso está bien. Es una pena que ya tengas planes. Antoine quería que cenáramos con su familia en su casa. Le llamaré para anularlo.
-No sabía nada, hoy Dominique no ha venido a clase.
-Eso es porque tenían que recoger en el aeropuerto a un par de primos que llegaban hoy y ha ido él. El vuelo llegó con retraso y ya que no iba a poder ir, aproveché para sacarle una foto para la publicidad. Estaba muy mono metido en su traje de espectáculo.
-¿Él también participa en el espectáculo?
-Por supuesto, todo se hace en familia.
Alucinaba. Mi madre sabía más que yo de lo que pasaba en esa casa. Se fue cerrando la puerta mientras marcaba un número en su teléfono, supuse que estaba llamando a Antoine.
Después de alisarme y secarme el cabello me coloqué delante de la cama con las manos en la cintura para decidir mi atuendo. Estaba claro que si me ponía unas pintas como las de ir al insti Tara no me iba a dejar en paz. Tenía ropas que mamá me había comprado en muchas ocasiones, esperanzada a que cambiase un poco la manera de vestir, y nunca las había usado. Saqué del montón un vestido extra corto en color azul eléctrico sin mangas, muy ajustado para mi gusto. No me gustaba mostrar mi delgadez. Tenía el escote cuadrado con un pequeño rizo en el medio que hacía que se mostrara un poco más mi pecho. Me ajusté el vestido después de haberme puesto unas medias y me calcé unas botas altas con demasiado tacón (otra de las compras que me había hecho mamá). De seguro esa noche echaría de menos mis deportivas tan cómodas y calentitas.
Coloqué un par de pulseras y un reloj en las muñecas y me maquillé. Si, ¡Kat Spencer maquillada! Si me cruzaba con algunos de mis compañeros de clase ese sería el tema de las perras por días, me sacarían los defectos ante mi falta de costumbre y Laura lo utilizaría como defensa en muchos de nuestros numerosos encontronazos.
Me puse un perfume exótico y cogí un abrigo grueso para no tener frío por la calle, agarré mi bolso y como si estuviésemos sincronizadas, Tara llamó a la puerta.
-¡Guau! ¡Menudo cambio!- me dio una vuelta completa con los ojos abiertos de par en par.- Chica… ¡Esta noche arrasas!
-O esta noche acabo como si tuviese ojeras. Llevo unos minutos con el rimel en los ojos y ya me está picando. Si ves que intento frotarme los ojos sujétame el brazo que lo haré por instinto. Por cierto, ¿Cómo vamos a desplazarnos por ahí?
-Convencí al hermano de Roger para que nos acerque al centro, después será cosa nuestra. Date prisa que está esperándonos en el coche.
Mientras hablaba con Tara un Mercedes negro aparcó tras el coche del hermano de Roger. Lo reconocí al momento, era el coche de Antoine. Se bajó sin detener el motor y caminó hacia la puerta de mi casa. Caminaba con un paso galante, decidido pero sin mostrar prisa alguna. Vestía un traje negro de diseño acompañado de una camisa blanca, el conjunto le hacía resaltar su rubia melena que llevaba suelta en grandes ondas. Cuando se acercaba a la entrada nos dedicó una amplia sonrisa y por un momento me pareció ver el mismo destello por su rostro con el que estaba segura alucinaba cada vez que veía a Dominique.
-Buenas noches, Kat. Según me dijo tu madre sales hoy de fiesta.- asentí- Le he dicho que de todos modos la recogería para cenar. ¿Sabes si está lista?
Mamá salió en ese momento al porche de la entrada luciendo espléndida. Aunque siempre iba arreglada, esa noche estaba magnífica.
-Buenas noches Antoine, estoy lista.- Mamá se giró para contemplarme con los ojos abiertos de par en par- ¡Dios mío, Kat, estás fantástica!
Rodé mis ojos mientras esperando que me montara una escenita del tipo “deberías siempre ir así de arreglada”, dejándome en evidencia delante de Tara y Antoine. Tara se dio cuenta y antes de que mamá dijese nada más me tiró del brazo mientras le decía a mi madre que nos estaban esperando para llevarnos al centro. A mamá sólo le dio tiempo de decirme que tuviésemos cuidado.
Brandon estaba esperándonos en el coche junto a un amigo mientras escuchaban música. En cuanto nos subimos arrancó y se giró para vernos mientras silbaba.- Chicas lucís de muerte, se os van a pegar todos los moscones a las faldas.
Me puse colorada. Aunque ya conocía al hermano de Roger todavía no tenía la suficiente confianza con él y no estaba acostumbrada a los cumplidos. Nos llevaron al centro de la ciudad, a un local gótico al que Tara solía acudir, el Sepultura. Estaba bastante oscuro y lleno de gente, la única luz procedía de unas barras translúcidas colocadas alrededor de todo el local, escondidas en la pared tras unas molduras de escayola en forma de lápidas grises. En las lápidas habían grabado el nombre de músicos de los que la gente que habitualmente asistía al local era muy fanática. También había grandes candelabros repartidos por entre la zona de asientos, con una luz tan tenue que apenas sabría decir si de verdad alumbraban. Los asientos estaban tapizados de un rojo intenso, suaves y aterciopelados al tacto. Las mesas eran altas y ovaladas con un gran borde sobresaliente hacia arriba.
Brandon y el otro chico se alejaron para reunirse con su grupo. Después de pedir nuestra bebida y de saludar a varios amigos de Tara fuimos un rato a bailar. Tuvimos que quitarnos a un par se sobones que no tenían otra intención que la de restregarse en nosotras, pero por lo demás, el baile estuvo bien. Al salir de la pista recibimos algún que otro cumplido por parte de cuatro chicos muy guapos que nos habían estado observando durante todo el baile.
Después de hablar un poco con ellos y de que insistiesen en que tomásemos algo, les mostré la bebida que todavía llevaba en mi mano y tiré de Tara para que me siguiese hasta una mesa que se había quedado vacía. Estábamos caminando hacia ella cuando Tara sintió un tirón en su brazo. Se detuvo y giró para afrentar al que lo había hecho con una cara de enfado que desapareció en cuanto vio que era Jake el que la llamaba.
Comenzaron a hablar y por lo que pude escuchar, Jake había tenido una fuerte discusión con Laura y se había marchado a dar una vuelta para despejarse. No sabía cómo había terminado encaminándose hasta el Sepultura.
Me imaginé que seguramente sabía que Tara iba por allí y pensó que con ella podría hablar. Solo esperaba que no fuese a cogerla como pañuelo y después la dejase tirada en cuanto Laura lo llamase.
Hice señas a Tara de que iba a darme una vuelta para buscar otra mesa en la que ponernos, puesto que la que habíamos encontrado ya estaba ocupada. Caminé hasta la parte derecha de la pista sin localizar un solo asiento libre.
Un chico de más o menos mi edad se aproximó hasta mi de sorpresa y me susurró al oído- Si estás buscando un lugar con gusto te cedo el mío.
Mi espalda sintió un escalofrío, la voz tenía extrañamente el mismo toque afrancesado de la familia Dubois.
Nota para mi diario: ¿Es que todos los franceses que residen en esta ciudad tengo que conocerlos?
Giré mi cabeza mientras me alejaba de su rostro para poder verlo bien y él me sonrió.
Nota para mi diario: ¿Todos los franceses que viven en esta ciudad tienen que verse tan guapos y estar tan buenos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario