Capitulo 6
Tan grande fue el grito que dio que los dos hombres dieron un salto para incorporarse por el susto, incluso le pareció ver unos buenos colmillos en uno de ellos, aunque al parpadear no había nada. Los dos tenían las manos alzadas intentando hacerle ver que no había peligro y hablando rápidamente en otra lengua.
Cuando ella observó que estaban desnudos chilló otra vez aunque su mirada estaba fija en sus partes íntimas.
El hombre de pelo rubio hablaba hacia ella y luego al de pelo negro gesticulando exageradamente.
Giselle cerró de un portazo toda hecha un manojo de nervios y bajó hacia el salón sacando su teléfono con la intención de avisar a la policía.
Estaba a punto de marcar el último número cuando se detuvo.- ¿Podría ser esto una broma de April? Siempre me está diciendo que me hace falta un buen revolcón y es capaz de haber traído a esos dos hombres para que hagan cualquier cosa para mí.- borró los números que había marcado y pulsó la tecla de llamada rápida donde tenía memorizado el numero de su amiga.
-¿Ya me te has decidido a acompañarme? Podías habérmelo dicho cuando estaba allí y…
-¡April, no tiene gracia! ¿Por qué metiste dos hombres desnudos en mi cama?
-¿Que yo qué? Yo no… ¡espera! ¿Has dicho dos hombres desnudos en tu cama? Espera que voy para allá.
Sin dejarle decir nada le colgó. Giselle se puso más nerviosa aún, April no parecía estar gastándole una broma y tardaría un poco en llegar a ayudarla. El teléfono se le cayó de las manos por sus temblores y se desarmó, sin darle opción a poder llamar a la policía. Pensó en llamar a algún vecino pero sabía que a esas horas estarían fuera trabajando y además había una gran distancia entre las casas.
Fue hasta la cocina buscando algo con lo que defenderse mientras dejaba la puerta trasera de la casa entreabierta para cuando llegara April. Dudaba entre un cuchillo y un rodillo de amasar, pero como no era de naturaleza violenta optó por lo segundo. Llamó a Foxy para que se pusiera a su lado rezando por que el perro le ayudase de algún modo a intimidarlos y miró fijamente hacia el pasillo que daba a las escaleras.
El perro llegó moviendo el rabo contento sin dar muestras de haber olido nada ni a nadie peligroso.
Los dos hombres bajaron envueltos en las sabanas de la cama- por lo menos habían comprendido que le había horrorizado encontrárselos desnudos- y lentamente caminaron hacia ella, sujetándose la sabana con una mano mientras alzaban la otra intentando hacerle ver que no eran peligrosos.
Otra vez el del pelo rubio trataba de explicarle algo pero no se enteraba de nada, mientras el del pelo negro estaba extasiado mirándola, la contemplaba como el que ha ido a un museo de esculturas y ha encontrado una imagen de Venus; lo que la ponía más nerviosa aun y le hizo jadear, no estaba acostumbrada a un escrutinio visual tan completo y ese hombre estaba recorriendo cada centímetro de su piel.
La verdad por lo poco que podía ver de ese hombre que estaba tras el rubio, tenía un rostro muy guapo aunque luciese una ligera barba como de llevar un dia o dos sin afeitarse, muy masculino, y ese largo pelo negro brillante le había encantado, debía ser un hombre que se cuidaba, tanto por la apariencia de la tez de su rostro como por su cuerpo, ya que recordó ligeramente lo que había visto de él cuando estaba desnudo en su cama y se ruborizó al acordarse de su enorme miembro.
Salió de esos pensamientos para centrarse en lo que estaba pasando y por fin captó algo de las palabras que escuchaba. Tuvo que detenerse a repasarlas mentalmente hasta que se dio cuenta de que estaban hablando en un idioma parecido al latín que estudió en su época universitaria, solo que como si fuese una derivación.
Probó a intentar hablarles en lo poco que recordaba de la lengua- ¿Qué hacéis aquí? Esta es mi casa.
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Un grito les había sacado de sus sueños, y por instinto de supervivencia Savage y Valiant sacaron los colmillos mientras se levantaban.
Se percataron en seguida de que quien gritaba era una mujer que volvió a gritar cuando su mirada se posó en sus partes y salió corriendo de la habitación dejándolos con la puerta cerrada.
Savage había tratado de explicarle a la mujer que se habían refugiado allí porque no sabían donde ir y la casa estaba vacía, que no eran de allí y estaban perdidos.
Valiant solo había podido ver por un instantes a la mujer, porque Savage se volvió hacia él para decirle- Esta mujer está loca, no para de gritar y no hace caso a lo que le digo. Dile tú algo a ver si la calmas.
Pero no le dio tiempo, ya no estaba. Valiant cogió las sabanas de la cama y le tendió una a Savage.
-Toma, líatela.- Savage la cogió asintiendo mientras Valiant ya lo había hecho- Creo que lo que más le ha asustado ha sido vernos desnudos. Quizás por aquí no es normal verse así. Vallamos a buscarla y tratemos de hacerla razonar. A lo mejor puede orientarnos para saber dónde estamos.
Bajaron lentamente por las escaleras tras haberla escuchado hablar. En el aire no olía a ninguna otra persona, lo que le hizo pensar a Savage que a lo mejor estaba loca.
Desde el pasillo la vieron en la cocina, con una mano puesta en el perro que vieron en la noche en el jardín y la otra alzada con una cosa de madera, que por la postura que adoptó parecía querer usarlo como arma de defensa.
Caminaron lentamente, observando cualquier movimiento por si tenían que defenderse. Savage se había colocado delante de Valiant mientras caminaban con una mano alzada enseñando que no tenían nada peligroso en las manos.
Valiant se desplazó un poco hacia el lado derecho, aunque era más alto que Savage quería tener una mejor vista de la mujer y ya que su amigo no le dejaba pasar, la observó desde el hombro.
Era una belleza. Tenía los ojos del azul océano más profundo que jamás había visto, con un brillo que los hacía verse más intensos. Sus labios eran del color de los pétalos de rosa, rosados, sugerentes y aterciopelados, que entreabrió jadeante cuando se dio cuenta de que la estaba contemplando. Su piel era muy blanca, contrastando con sus pómulos que estaban ligeramente ruborizados- supuso que porque se había dado cuenta de que estaba observándola- y su pelo era una cascada rubia que caía en ondas hasta la mitad de la espalda. Llevaba puesto unos pantalones cortos que mostraban unas largas piernas muy firmes, una generosa cadera y una estrecha cintura. Subiendo otra vez hacia arriba observó una fina blusa sin mangas que medio dejaba ver una prenda blanca en su interior que cubría solamente sus redondeados pechos.
Al observarlos Valiant se puso enseguida duro de deseo y eso le sorprendió, hacía más de una año que no había estado con nadie pero lo que le despertaba esta mujer era impresionante, nunca había sentido nada igual por otra. Una punzada le recorrió desde el pecho hasta la ingle, dejándolo por un instante sin aliento.
Savage estaba tratando otra vez de hacerla comprender que eran inofensivos, la mujer dirigió la mirada a él y se quedó parada, como pensativa. Después de que se callara, la mujer habló y más o menos la pudieron entender- ¿Qué hacer aquí? Esta mi casa.
¡Dios que dulce voz!- pensó Valiant- todo en ella es bello.
Salió de detrás de Savage y se puso una mano en el pecho mientras se inclinaba haciendo una reverencia- Soy Valiant. Él es Savage. Estamos perdidos y buscamos refugio en tu casa para pasar la noche. Sentimos el haberte asustado.
La mujer hablo otra vez pidiendo que lo repitiese despacio para entenderlo.
Valiant lo repitió lentamente, dándole tiempo a asimilarlo, y añadió que le dijese su nombre.
-Giselle- dijo tímidamente.
Valiant le echó una mirada seria a Savage para que la saludara.
-Un placer conocerte, Giselle.- se inclinó.- Si te perturba nuestra presencia nos marcharemos enseguida.
En ese momento entró April y todos se volvieron a verla. El rostro de Giselle cambió a uno de alivio mientras se acercaba a ella.
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