Capitulo 11
Giselle estaba feliz, con una cara de boba, pero feliz. Por primera vez en su vida sabía lo que era un orgasmo. Mejor dicho, no solo sabía lo que era un orgasmo, si no que ese magnífico hombre la condujo a tener tres.
Se había mantenido dentro de ella aun después de haber alcanzado el clímax, dándole una buena cantidad de besos y caricias; y después de retirarse todavía siguió acariciándola y susurrándole lo hermosa que era para él hasta que quedó dormido por el agotamiento.
Lentamente quitó el brazo que la rodeaba para poder levantarse de la cama y fue a mirarse al espejo. Su pelo estaba alborotado, todo revuelto y su piel se veía mas blanca y sedosa que nunca. Su curvilínea cadera todavía se apretaba cuando recordaba lo que había hecho y sus pechos estaban más erguidos si cabía. Todo en ella era hermoso, O eso le parecía a ella. Se sentía más mujer que nunca, y sus miedos y complejos se habían desvanecido por completo.
Recogió el bikini del suelo y se fue hasta el baño para ducharse. Cerró las cortinas y metió la cabeza bajo el chorro de agua templada, haciendo que su cabello se aplastase hacia atrás en su cabeza.
Estaba frotándose enérgicamente el cabello con el jabón pensando en lo que acababa de hacer. April había tenido razón, necesitaba estar con un hombre para por fin deshacerse de los malos recuerdos de Connor. La espera había merecido la pena, Valiant era el polo opuesto de su ex y sentía que esto no iba a ser cosa de un día, era muy caballeroso y gentil con ella y le había dicho que le había vuelto loco desde el primer día. Lo único que todavía no había resuelto era qué iba a hacer o decir cuando lo viese. ¿Cómo debía comportarse? Jadeó fuertemente tapándose la boca. ¿Les habrían sentido April y Savage? Se había olvidado completamente de que ellos estaban en la casa, desayunando en el porche. Quizás con un poco de suerte no los habían oído y April podría pensar que Valiant había ido a disculparse con ella por haberla besado y se habían quedado charlando. Rezaba porque fuese así como hubiese pasado.
No tuvo más tiempo de pensar. La cortina de la ducha se abrió y un desnudo y sexy hombre estaba tras ella.
-¿Me invitas a entrar?- Valiant lucía una preciosa sonrisa y un desnudo cuerpo que poco a poco introdujo en la bañera.
-Con lo grande que eres casi no vas a poder moverte aquí estando los dos.- fue lo único que se le ocurrió decir.
-Nos apañaremos. Deja que te ayude a lavarte.
Estaba sorprendida, aunque la hubiese visto ya desnuda todavía sentía vergüenza cuando se acercó a ella para frotarle. En cambio, él era un hombre sin complejos, se notaba que estaba cómodo estando desnudo. Y la verdad es que le parecía normal que no los tuviese, si ella fuese hombre y tuviese un cuerpo tan alto, musculoso y bien formado como el suyo tampoco le importaría que le viesen así.
La lavó por entero sin dejarle coger la esponja nada más que para que le frotase la espalda. Ahí fue cuando descubrió una ligera cicatriz que le recorría por el costado derecho. Era casi imperceptible, no la habría notado si no hubiese estado tan cerca de él.
-¿Cuándo te hiciste esto?
-Eso es un recuerdo de un primo mío.
-Explícamelo.-Giselle quería saber, porque normalmente tu propia familia no hace ese tipo de cosas para dejar un recuerdo y le picaba la curiosidad.
-Nos criamos juntos en el c… en la misma casa.- casi se le escapó que su casa era un castillo- Le gustaba meterse conmigo y yo le respondía gastándole bromas. Conforme íbamos creciendo las bromas iban a mayores y en una de ellas él me había puesto el suelo del pasillo enjabonado para que resbalase, y me esperaba tras la puerta con un alambre sujeto de un lado a otro del umbral para hacerme tropezar si lo del agua jabonosa no funcionaba. Pero estaba demasiado ansioso de cazarme, así que en cuanto me sintió corriendo por el pasillo se levantó de su escondite para ver como me caía. Yo iba tan deprisa que no me dio tiempo de ver que había cogido velocidad por el agua derramada y cuando iba a pasar por la puerta me giré un poco cuando lo vi asomar y di con el alambre en mi costado, que también había subido a la vez que mi primo porque todavía lo tenia sujeto. Sangre abundantemente y después de tener que avisar de lo que me pasaba, mi padre lo castigó severamente. Cada vez que mi padre lo traía para que viese lo que había hecho y hacerlo sentir más culpable, yo me quejaba bastante para que su castigo fuese mayor. Y luego él venia a escondidas para echarme sal ahí cuando estaba dormido para que me escociese más.
-¡Dios!- exclamó Giselle compungida- ¡Qué primo más terrible! ¿No viviríais mucho tiempo juntos, verdad?
-Toda la vida. Sus padres murieron al poco tiempo de nacer él, y es solo tres meses mayor que yo.
Mientras él estaba contándole esa anécdota, ella había seguido lavándolo. Hasta que llegó a su pene. Se sintió ridícula por no saber como cogerlo, pero estaba dispuesta a probar, ya que él le había lavado todo. Inspiró suavemente, pensando para sí misma: no muestres torpeza, es solo un pene, no muerde. Lo asió con mano firme. Comenzó a frotarlo con la esponja y en seguida se endureció.
Valiant la cogió por su mano para detenerla mientras le susurraba en la oreja.- Será mejor que lo haga yo, si no te haré el amor otra vez y tendremos que empezar otra vez con la ducha.
Suficiente para que se sonrojase.
Terminaron de ducharse y se vistieron para salir al porche. Giselle estaba extrañada de que no sintiese ruido alguno allí.
En la mesa seguía estando la bandeja con las cosas del desayuno y había una nota apoyada en la jarra del zumo.
Hacer el amor le había dado hambre a los dos, así que cogieron cada uno un bollo y ella leyó la nota, mientras daba mordiscos al delicioso bollo de crema. Era de April. Decía que creía que necesitarían un poco de “espacio” después de haber visto la cara de Valiant mientras se dirigía hacia dentro de la casa tras ella, Savage y ella se habían ido a dar una vuelta al bosque.
Valiant le preguntó que había en la nota y le explicó solamente la parte donde su amiga decía que se iban a dar una vuelta. No necesitaba saber lo bien que se entendían ellas dos.
-¿Quieres que vayamos allí o prefieres quedarte?
Giselle sopesó que hacer. Si se quedaba pensaba continuar pintando su lienzo y estando él allí no era la mejor opción, pues no le gustaba que viesen su obra hasta haberla acabado.
-Vamos a dar un paseo.
Él pasó su brazo por su cintura y la llevó asida hasta la entrada del bosque.
El bosque estaba formado por altísimos pinos y muchos matorrales frondosos esparcidos por el suelo, con pequeños senderos naturales atravesándolo cada cierto tiempo.
Giselle estaba encantada de respirar el peculiar aroma del bosque. Los rayos del sol pasaban por entre las copas de los árboles, dándole al lugar el color de un bello paisaje verdoso y dorado. Se separó un poco de Valiant para poder pasar su mano por las hojas de los helechos, haciendo que cayesen al suelo gran cantidad de esporas. Giselle sonrió imaginándose que las esporas emulaban una pequeña nevada verde y amarilla, digna de ser retratada.
Valiant, por su parte, disfrutaba de verla tan feliz por hacer esas cosas tan nimias que la llenaban tanto de alegría. Estaba más seguro que nunca que algún día le diría qué era él y lo que disfrutaba cuando estaba en forma de lobo restregándose por todos los árboles que se encontraba.
La noche anterior Savage y él se habían escapado para poder correr por el bosque. Desde que llegaron allí no habían vuelto a transformarse y sus cuerpos estaban más nerviosos que nunca, buscando el modo de hacerles cambiar en animales para poder correr y ejercitarse.
Siguieron caminando usando uno de los senderos y se adentraron bastante en el bosque. Iban a darse por vencidos en la búsqueda de April y Savage cuando a lo lejos los divisaron. April estaba echada sobre un enorme árbol muy torcido que se apoyaba sobre otro, formando un ángulo de unos cuarenta y cinco grados más o menos. Savage tenía apoyado un brazo por encima de la cabeza de April y estaban besándose.
Como estaban muy lejos de ellos decidieron ir para otro lado para dejarlos tranquilos. Tanto Savage como Valiant tenían buenísimos oídos gracias a su naturaleza lobuna, así que aunque Valiant procuró caminar sin hacer ruido para molestarlos, Giselle pisó una rama seca, y eso hizo levantar la cabeza a Savage. Se incorporó y los llamó para que se acercasen mientras April se daba un poco en la boca con el dorso de la mano.
-Hoy el bosque está precioso. Decidimos dar una vuelta nosotros también.
April le echó una mirada picarona a Giselle, dándole a entender que luego tendrían que contarse.
Un finísimo ruido hizo a los dos hombres darse la vuelta buscando que lo había provocado.
Divisaron tres lobos escondidos tras unos matorrales que gruñeron cuando se dieron cuenta de que los habían descubierto. Cuando las mujeres lograron verlos gritaron por el susto. Ellos trataron de calmarlas, procurando a la vez acercarse a los lobos lentamente, enviándoles imágenes de amistad para que supiesen que no eran peligrosos. El líder de la manada les envió a su vez imágenes de los lobos de esa misma madrugada, cuando habían descubierto olores de nuevos lobos en su territorio.
Los dos hombres tomaron una posición que hiciese que sus espaldas tapasen la vista de las mujeres. para que no les viesen transformar sus manos en patas cuando las acercaron al macho alfa para que pudiese olerlas y saber que eran ellos los que habían irrumpido en su territorio.
El lobo aceptó el ofrecimiento y emitió un pequeño gruñido a su grupo para decirles que no había peligro. Todos se dejaron acariciar por ellos y se marcharon, dejando estupefactas a Giselle y April al ver como ellos habían dominado a la manada.
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