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lunes, 8 de marzo de 2010

Moonlight Capitulo 7

Capitulo 7

April abrió su boca asombrada por el aspecto de los dos hombres- Desde luego esto perdona que me pierda la comida con la cita que tenía. Es como haber caído en el Olimpo. Lo tienen todo: cuerpo, cara, pelo y atuendo de dioses…
-Por favor April… No empieces a sacarle a esta situación el lado sexual.- dijo Giselle mientras la abrazaba- No se de donde son ni como han aparecido aquí. Hablan en un idioma muy parecido al latín.
April casi no la estaba escuchando, estaba perpleja mientras recorría con la mirada a Savage. Giselle verdaderamente estaba comenzando a pensar que su amiga era una ninfómana en toda la extensión de la palabra.
Savage por su parte también se había fijado en April. Era una chica menuda, de pelo cobrizo rizado que llevaba sujeto en una coleta alta con algunos mechones sueltos bordeándole el rostro. No era muy pecosa, con grandes ojos de un color gris verdoso indefinible, unos labios engordados con un poco de ayuda por parte de un cirujano plástico y con dos enormes pechos que no trataba de disimular, si no más bien buscaba ropa ajustada para poder exhibirlos. Como la que llevaba ahora, camiseta de tirantes súper estrecha con gran escote y una minifalda de tablas, como las de las colegialas, que resaltaban su culito respingón.
April no se lo pensó dos veces antes de soltarse de Giselle e ir a rodear a los chicos para una mejor inspección.
-Si señor. Me reafirmo en lo que he dicho sobre que te perdono por lo de mi almuerzo.
Savage la estaba observando divertido. No entendía nada de lo que decía, pero los gestos y la sensualidad con la que hablaba le estaban dando una idea de lo que podría estar diciendo. Se giró hacia ella que estaba observándole por detrás y se inclinó diciendo su nombre.
-¡Ay Dios, mira que galante! ¿Qué significa lo que me ha dicho?
-Dice que se llama Savage. Traducido sería algo así como Salvaje. El otro es Valiant, o sea Valiente, creo.
-Hasta tienen nombres originales.
Giselle le explicó lo que le habían estado diciendo mientras ellos ya más relajados al ver que estaba más sosegada se dedicaron a escudriñar el salón. Aunque tenían buena visión nocturna, el ver las cosas de día se les hacía más interesante ya que no estaban familiarizados con ellas.
Valiant pulsó un botón de un mando a distancia y la televisión se encendió asustándolos.
-¿Qué es esto?
-Una televisión. ¿No la conoces?
Negó mientras se asomaba por detrás para ver donde estaba la gente que se veía por la pantalla.
Savage había cogido una foto de las dos y la observaba meticulosamente mientras pasaba la mano por encima, extrañado de que fuese tan liso, no como los cuadros del castillo.
Giselle los observaba maravillada. Era como tener dos niños en casa que nunca hubiesen tenido cosas a su alcance y estaban experimentando por primera vez. En su mente empezó a formarse una idea sobre los dos.
-April, sé que me vas a decir que ya estoy fantaseando como siempre hago con mis libros pero, ¿no te parece a ti que estos dos no son de por aquí si no que dan la impresión de venir de un mundo diferente? ¿De un tiempo diferente al nuestro?
Como se imaginaba, April puso sus ojos en blanco. -Deja tu imaginación para cuando pintas, son de carne y hueso- tocó con un dedo a Savage en su musculoso brazo- ¡Oh si! Lo son.
Savage la imitó tocándole también mientras se reía mostrando una sonrisa impecable.
Giselle le preguntó a Valiant que de donde venían y después de pensar mucho cómo explicarse, contestó lentamente para darle tiempo de que le entendiese.
-Mi hogar es totalmente diferente a esto. Está en medio de un gran bosque. Fui acusado injustamente de algo que no había hecho y tuvimos que huir para poder buscar la forma de demostrar mi inocencia. Llegamos hasta aquí, no sabemos como, y encontramos tu casa. El resto ya lo sabes.
Giselle asintió comprendiendo más o menos lo que decía mientras April esperaba que le explicara. Suspiró pensando que hacer de intérprete no le gustaba mucho hasta que se acordó de unos vídeos que tenía de cuando le dio por querer estudiar para enseñar a niños pequeños con problemas de lingüística y fue a buscarlos.
Regresó del desván con una caja llena de ellos y puso uno en el dvd. Les pidió que se sentasen en el sofá y les dijo que iba a poner unas imágenes que les podrían ayudar a entender su idioma.
En cuanto lo encendió, por la pantalla aparecieron unos muñecos al estilo de Barrio Sésamo, explicando las letras del abecedario y formando palabras con ellas.
April la vio coger las llaves de su coche- ¿Dónde vas?
-A ver si puedo comprarles un par de ropas en el centro comercial. No deberían andar por ahí desnudos. Cuando fui a mi dormitorio a ver si encontraba sus ropas vi que no habían traído nada. Quédate con ellos mientras compro y si se les acaba el capítulo, ponles otro de la caja.
April se giró para ver como se estaban tomando lo de los capítulos y se rió al verlos muy embobados repitiendo las palabras que decían los muñecos.
-C. Ca- sa. Casa.- Repetían al unísono.
April sacó su monedero y le entregó una tarjeta personalizada. Llégate a la tienda de Joe en la primera planta y dile que vas de mi parte enseñándole la tarjeta. Dile que lo cargue todo en mi cuenta.
Giselle cogió la tarjeta agradecida. Su amiga estaba bastante forrada gracias a la herencia que recibió de sus padres. Ella había hecho buenas inversiones y se mantenía de los beneficios mientras que su hermano Leo invirtió en un negocio de antigüedades. Montó en su todoterreno y condujo hasta el centro comercial. Al ser mediodía y verano, agradeció no tener que hacer mucha cola para estacionar. Sin perder tiempo se fue directa hacia la tienda de Joe de ropa masculina, contenta de que el frescor de la tienda le ayudara a calmar su sofoco por haber corrido hacia allá.
April visitaba a menudo esa tienda para comprarle cosas a sus ligues. Si alguno recibía algo, era señal de que había pasado buenos momentos con él.
Ojeó varias camisas y camisetas sin decidirse por ninguna. Más o menos podía imaginarse la talla de los dos, pero al ser tan grandes y musculosos costaba más conseguir la perfecta.
Buscó en tallas especiales para gente alta o gruesa, Valiant rozaría casi el metro noventa y siete y Savage el metro noventa. Se alegraba de tener una buena idea al respecto gracias a las perspectivas que debía tomar siempre de las cosas cuando iba a pintarlas.
Por fin halló unas camisas que se ajustaban a lo que necesitaba. Tomó cuatro y se acercó a las camisetas para coger otras tantas.
Estaba escogiendo entre los pantalones cuando sintió una voz familiar tras ella.
-¿Para quién compras esa ropa?
Se giró para saludar a Leo, el hermano de April.- Hola Leo. Es un encargo de April.
-No sabía que habías vuelto ya de la exposición.
-April me trajo del aeropuerto hace un par horas.
-¿Y te pones a hacerle un encargo en vez de descansar? Voy a tener que hablar con mi hermana, tiene todo el tiempo libre del mundo parta hacer esto ella misma. Anda, deja que te ayude con las compras y si quieres nos tomamos algo.
Giselle no sabía que hacer. Sabía perfectamente que Leo insistiría en acompañarla a casa y entonces vería todo el lío que había allí.
-No puedo Leo, tu hermana espera esto urgentemente y yo necesito después descansar.- Bostezó falsamente- De verdad que lo necesito.
-Bueno, está bien. Pero prométeme que en cuanto estés mejor me llamarás para quedar.
Leo le dio una sonrisa mientras ella sacaba la tarjeta para indicarle al dependiente que lo pasase a la cuenta de April.
-Vale, pero solo cuando esté menos liada.
Leo se acercó para darle un beso en la mejilla como hacía siempre, aunque un poco cerca de la comisura de su boca, para el pensamiento de Giselle. Era un buen hombre, pero ella no se sentía atraída por él. Lo conocía de siempre por la amistad que tenía con su hermana y nunca se lo plantearía como pareja, no podía.
Pasó también por otra tienda para comprar artículos para que pudiesen afeitarse y colonia; luego fue a una zapatería, ahí lo tuvo más difícil, así que optó por llevarse varios números, acordando con el dependiente devolverle los que no le sirvieran.
Antes de dejar el centro comercial se acercó a una pastelería para comprar algo con que poder acompañar al café de la tarde y regresó en el coche a casa.

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