Capitulo 11
Estaba ya dándome los últimos toques de maquillaje antes de colocarme la gargantilla cuando Tara asomó a mi cuarto.
-Hola Kat. Estás estupenda, aunque me gustó más el vestido de ayer, te hacía más sugerente.
Tara venía cambiada. Bajo un larguísimo abrigo negro llevaba un estilo más guerrero, más a lo “mujer fatal”, con un cortísimo vestido negro que terminaba en una pequeña abertura lateral, medias negras muy transparentes y zapatos de plataforma de altísimo tacón. Se había pintado el pelo de negro. Con un único mechón del flequillo en tono rojo fuego. Como complementos llevaba unos pendientes de plata en forma de pequeños escorpiones a juego con un colgante que le llegaba casi a la altura del canalillo de su escotado pecho.
-Y tú luces de muerte. No te he sentido llamar a la puerta de casa, ¿cuándo has llegado?
-Tu madre salía cuando yo iba a tocar al timbre.
-¡No me digas que otra vez salía con Antoine!- Tara me asintió- ¡Dios, mi madre está de un raro que ni te imaginas! Casi diría que está poseída por la mente de Antoine…
-Déjala que se divierta. Antoine se ve buen tipo y la lleva por ahí a los mejores restaurantes y a ver opera y todos esos rollos de mayores.
-¿Y tú cómo lo sabes? ¡Espera, no me lo digas! Mamá te lo ha dicho.
-Pues… si. Le pregunté porque estaba vestida muy elegante y me dijo. Tampoco es para tanto.
-Últimamente mi madre no me dice mucho. Si habla de Antoine esto y lo otro, pero tampoco es que me especifique. ¿Cómo vamos a ir al K9?
-Le di tu dirección a Jake, espero que no te moleste. Nos recogerá en unos minutos. Roger me ha dicho que iba esta noche al Sepultura con unos amigos, que según vea lo mismo nos encontramos con él más tarde.
Jake llegó en su deportivo al poco tiempo tal y como había dicho Tara. Traía a su hermana Kimberly, un año menor que nosotras, para que se uniera a nuestro grupo. Kim es una monada, la típica niña de papá que tiene todo de marca y buenos modales, pero después de unos minutos conociéndola resultó ser muy agradable. No se sentía para nada una niña rica inalcanzable, sino más bien era cariñosa y aceptaba a todos por igual. Nos confesó mientras Jake iba un momento al aseo que no soportaba a Laura, que no le dejaba ir con su hermano en el mismo grupo cuando ella iba con sus amigas y los amigos de él. La acusaba de ser pequeña para acompañarles. Típico de Laura el sentirse superior. A mí Kim me pareció muy madura para su edad, razonando todo antes de hablar.
El K9 estaba fuera de la ciudad, en un polígono industrial, donde una zona estaba reservada para locales como ese. Su nombre se lo debía a que el polígono estaba situado en el kilómetro 9 de la carretera. Era un edificio de tres plantas, con tres ambientes distintos para que cada uno escogiese el que más le gustase: la zona vip, la sala disco y la sala latina. Para entrar había una cola descomunal, para cuando llegásemos a la entrada habría pasado casi media noche.
Jake nos dijo que lo acompañásemos hasta un lateral del edificio. En él había unas escaleras de hormigón con barandilla negra que daban a una puerta trasera metalizada con un enorme hombre ocupándola por entero. Lo miraras por donde lo miraras el tipo era puro músculo y tenía un gran tatuaje que le ocupaba más de la mitad de su rapada cabeza. Estaba apontocado sobre la puerta, con una rodilla flexionada y los brazos cruzados; su cara daba la impresión de aburrimiento por la zona que le había tocado cubrir esa noche.
Cuando vio a Jake sonrió, se giró hacia nosotras para ampliar la sonrisa mientras nos evaluaba desvergonzadamente de arriba abajo- Hola Jake, veo que hoy has cambiado de acompañantes.
-Hola Jordan, estas son mis amigas Tara y Katherine, y mi hermana Kimberly.
Jordan inclinó levemente la cabeza a modo de saludo y abrió la puerta, apartándose para dejarnos pasar.- Entrad chicas, pasadlo bien ahí dentro.
Deduje que sería la entrada para la gente vip y que Jake sería un cliente habitual de allí o algo así. Pasamos por un pasillo tapizado de alfombra roja, bastante amplio, hasta llegar a unas escaleras que terminaban en unas enormes puertas. Cuanto más nos acercábamos a ellas, más fuerte se hacía el sonido de la música disco que se podía apreciar tras ella.
Jake abrió una de las hojas de la puerta y me quedé con la boca abierta, el local era enorme, gigantesco. La zona vip bordeaba a base de grandes terrazas o balcones interiores la planta inferior, que era por donde tendríamos que haber entrado si hubiésemos estado en la cola como los demás. Las terrazas estaban unidas entre si por otras más estrechas donde estaban la zonas de mesas con grandes asientos dobles. Giré la cabeza hacia abajo a la derecha, se distinguía una larguísima barra repleta de camareros que no paraban de servir copas a todos los que se acercaban con sus tickets de entrada en mano y una zona de asientos tipo reservado. Giré hacia la izquierda y contemplé tres barras más, algo más pequeñas y las puertas que daban a los aseos. Bajo la terraza donde estábamos nosotros Jake me dijo que se encontraban la entrada normal al local y a su lado otras escaleras que daban a la planta sótano, donde estaba la otra sala, que era la de ambiente latino, donde se podía bailar y escuchar música salsa, merengue y estilos así. Frente a nosotras se desplegaba una gigantesca pantalla de cine en la que emitían los videoclips de las canciones que pinchaba el discjockey desde su cabina bajo ella. Y el centro estaba ocupado por una inmensa pista de baile llena hasta más no poder, con zonas más altas donde esculturales gogós bailaban con un ritmo sin fin, animando la pista.
Estaba tan embobada mirando la parte de abajo que no me había fijado en la parte donde estábamos nosotros. Estaba decorada con un estilo muy Luis XV o XVI, con gran alfombrado, sillas y muebles rococó de hermosos torneados dorados, lámparas de cristal, candelabros de pie y grandes cuadros de imitación recreando gente de la época. A mí tanta pomposidad no me gustaba mucho, temía romper algo o manchar las sillas si me sentaba.
Jake nos instó a seguirlo hasta la barra para pedir algo de beber después de dejar nuestros abrigos en el ropero. Yo dejé incluso la chaqueta porque allí hacía calor, así que me alegré de haberme puesto debajo el corto top rojo de escote palabra de honor que dejaba asomar mi ombligo. Kim estaba empeñada en probar algún coctel de los que había leído en una carta sobre la barra y a mí solo me apetecía un refresco después de lo de la noche anterior. Tara no dijo nada porque Jake se adelantó pidiendo su combinado favorito, no lo había olvidado.
Al cabo de un buen rato sonó una canción que hizo a Kim dar un pequeño gritito y unos cuantos botes de alegría mientras tironeaba de todos para acompañarla bailando. Al final accedimos riéndonos de las posturas que ponía cuando la mirábamos.
Estábamos tan enfrascados en los pasos de baile que hacía conforme sonaban las canciones que no nos dimos cuenta de que uno de los amigos de Jake se nos acercó. Creo que era el novio de Lisa, la amiga de Laura. Nos miró de arriba abajo y después de saludar a Kimberly se acercó a Jake para hablarle al oído señalando a la parte derecha de las terrazas.
Eché un vistazo casi imperceptible allí y logré ver entre un numeroso grupo a Laura. Si sus ojos fuesen rayos láser, supongo que hacía rato nos hubiese chamuscado, pues nos echaba cada mirada fulminante que hablaba por si misma. Le hice señas a Tara para que captase mis indirectas y Kim hizo ademanes con las manos mientras nos pedía que pasásemos de ella, que no merecía la pena su intento de fastidiarnos la noche.
Jake por su parte le dijo algo todo muy serio antes de que se fuese otra vez al grupo, cogió a Tara de la mano y nos llamó para que lo acompañásemos.
-Vamos chicas, bajemos abajo donde el ambiente esté menos saturado. Nos lo pasaremos mejor sin más interrupciones.
Tara lo siguió mientras trataba de preguntarle, cogiendo a la vez su copa de la repisa donde la había dejado- ¿Qué pasa Jake?
-Nada. Frankie es un imbécil que hace todo lo que le piden, como si por que me lo envíe Laura a pedirme perdón la fuese a hacer caso. No sé quien es más idiota de los dos, si Laura o él.-Siguió tirando suavemente de Tara hacia las escaleras para bajar a la otra planta.
Tara se giró hacia nosotras, que los seguíamos, para enseñarme el signo de la victoria con sus dedos mientras me guiñaba un ojo.
Ya en la planta inferior me entretuve un poco con Kim porque había encontrado a sus amigas allí y estaban saludándose, explicando que habían conocido a un grupo de chicos y querían que les acompañase para presentárselo. Kim se giró para decirle a su hermano que se iba un rato con sus amigas y se quedó con la boca abierta, lo que me hizo girar mi cabeza a mí también. Jake estaba diciéndole algo al oído a Tara y de buenas a primeras estaban besándose.
-Bueno…- no sabía qué hacer, con Tara en brazos de Jake y Kim diciendo de irse.
Kim pareció notarlo y les dijo a sus amigas que se reuniría con ellas luego. Yo no quería fastidiarle eso pero la verdad me sentí mejor cuando me sonrió para llamarme a la pista. Dos de las amigas se quedaron también cuando reconocieron la sensual música de fondo.
-Vamos Kat, como no te salga bien el baile te juro que esta vez me toca a mí reírme e tus pasos.
-¡Oh si, te voy a dejar con la boca abierta!- Podía haberme criado en un rancho, pero había visto y practicado muchas de las coreografías de los videoclips de MTV como para tener una buena idea de cómo bailar.
La canción incitaba a bailar muy suave y sugerentemente. Me contoneaba con los ojos cerrados, imaginándome que estaba acompañada por algún chico, mientras mi cadera daba un perfecto vaivén.
-¡Guau, esta chica sabe bailar!
Me giré porque la voz me sonaba familiar, aunque no recordaba de quien sería. Tras de mí había un sexy chico rubio de melena por el hombro y tras él iba otro igual, gemelo, solo que con el pelo más cortito y muy musculoso, dando la impresión de que pasaba mucho tiempo en el gimnasio; y a su lado estaba Dominique.
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