Aviso:

Algunas de las historias que escribiré pueden contener contenido calificado "Para Adultos", si lo lees sin ser mayor de edad será bajo tu propia responsabilidad...

MIS OBRAS

Algunas personas ayudan a compartir las historias que gente como yo realizamos, poniendo los enlaces de descarga en sus propios blogs. Si eres uno de ellos, por favor, recuerda siempre añadir quien es el autor de la obra.
Gracias!

sábado, 17 de abril de 2010

Le Theatre des Vampires Capitulo 20

Capitulo 20

Cuando desperté estaba todo bastante oscuro, una minima luz entraba por la rendija de una puerta a unos siete pasos de mí. Me levanté tambaleándome medio mareada, debían de haberme drogado con un dardo o algo así. Al mover un poco las piernas escuché un suave tintineo de cadenas y tenía algo pesado sujetándome un tobillo. ¡Demonios, estoy atada!-pensé mientras me entraba el pánico.
Traté de respirar despacio para intentar calmarme. No me acordaba de cómo había llegado allí. Puse mis manos sobre las sienes tratando de aliviar el intenso dolor de cabeza y el mareo. Después de unos momentos me toqué en la nuca, otro lugar donde me dolía bastante y noté algo seco entre mi cabello y el cuero cabelludo, llegué a la conclusión de que tenía que ser sangre seca de una pequeña herida causada al caer desplomada al suelo. Poco a poco fui recordando lo que hice la pasada noche, o por lo menos quería creer que sólo habían pasado unas horas. ¿Quiénes me habían secuestrado serían los mismos de los que me hablaba Dominique? Otra vez el pánico amenazaba con apoderarse de mí y tuve que hacer grandísimos esfuerzos para no gritar pidiendo ayuda.
Sentí el cerrojo deslizándose en la puerta y me agaché para acurrucarme haciéndome una bola como si siguiese dormida, dejando mis parpados caer al instante. Sentí unos pasos acercándoseme tras el clic de un interruptor que iluminó la habitación.
-¡Tú, despierta, aquí tienes el desayuno!- dijo mientras me daba una patada en el tobillo para despertarme- Sé que estás despierta, sentí el ruido de la cadena al moverte.
Para qué fingir. Abrí los ojos lentamente para acostumbrarme a la intensidad de la luz y vislumbré unos enormes zapatos negros. Fui elevando la mirada hasta ver el rostro de mi secuestrador. Era un hombre fornido, de anchos hombros, cubierto con un chaleco lleno de cosas atadas en él: un par de crucifijos de plata, varios tubos llenos de un líquido transparente, estacas de madera, una maza, una biblia y un revólver. Estaba claro, era un fanático de esos que creen en las macabras historias de vampiros que estaban escritas en los libros. Yo no conocía bien todas las cosas sobre eso, pero por lo poco que me llegó a explicar Dominique, creo que no funcionaría nada de lo que llevaba colgado en el chaleco, salvo las estacas. Me miraba con ojos de loco poseído y una sonrisa diabólica. Tenía los dientes amarillos, manchados seguramente por estar masticando o fumando tabaco durante mucho tiempo y un pelo entrecano muy enmarañado, mostrando la poca higiene que hacia de sí mismo.
-Siéntate a comer, necesito que te mantengas viva hasta que vengan a buscarte. Llevas dormida dos días enteros.
Mis ojos se desorbitaron. Dos días era mucho tiempo, podían haberme llevado muy lejos de mi casa. Llegué a la conclusión de que debía de hacerle caso hasta que encontrase la manera de escapar.
-¿Dónde estoy?- pregunté mientras me acomodaba en una austera silla junto a una mesa donde había puesto la bandeja con comida.
-No puedo decirte nada, son órdenes del jefe. Cuando él lo crea conveniente, te lo dirá. Todavía no ha llegado. Ahora come.
Se giró para ir hasta la puerta y marcharse. Por lo menos me había dejado la luz encendida y podía ver toda la habitación. Era un cuarto pequeño, sin ventanas. La pared estaba hecha de gruesas piedras. No había nada más que la mesa y la silla donde ahora me encontraba y un pequeño camastro al otro lado de donde yo había estado tirada en el suelo. Por lo menos me podían haber puesto en la cama mientras estaba inconsciente.
Miré la bandeja. Una jarra de agua, un vaso de leche fría, un trozo de pan, dos de tocino y un par de manzanas. Mi estómago rugió de hambre y me lo comí todo en un parpadeo. Dos días es mucho tiempo sin comer. Fui al camastro para tumbarme, la cabeza aún me dolía un poco y mi espalda estaba magullada por haber estado tirada en el suelo. No era muy confortable, pero por lo menos era algo menos duro que el suelo.
Después de unos cinco minutos entró el mismo hombre otra vez. Me incorporé dispuesta a hacerle preguntas otra vez. Él cogió la bandeja mirando satisfecho que me lo había comido todo. Solo me dejó la jarra con el agua.
-Me alegro de que te hayas comido todo, ahora duérmete.
-¿Cómo que me d…?
No terminé la frase. Mis ojos se iban cerrando otra vez, los párpados me pesaban mucho. Seguramente me habían echado algún somnífero. Solo atiné a escuchar a varios hombres al otro lado de la puerta cuando él salió antes de caer en un profundo sueño.
Me encontré en la habitación de Dominique. Él estaba tumbado en su cama. Pero se levantó de un salto en cuanto me vio aparecer.
-Kat, ¡por fin!- me abrazó fuertemente mientras me besaba. Luego me examinó de arriba abajo.- ¿Te han hecho daño? ¿Dónde te tienen?
Yo miré a todos los lados- ¿Es que no estoy soñando?
-Mon amour, si lo estás. He conseguido contactar contigo por medio de tus sueños. Llevo casi dos días tratando de localizarte, pero creo que has estado drogada y por eso no podía llegar a tu mente.
-Pues me han vuelto a drogar. Me han traído el desayuno y creo que me han echado un somnífero en la leche.
-Me lo he imaginado. Estaba concentrado tratando de localizarte. He sentido tu presencia muy débilmente por un rato. Tienes que estar bastante lejos para que yo no pueda llegar bien a ti. Cuando por fin he conseguido alcanzarte he tenido que hacer un gran esfuerzo para que no cayeses en el sueño producido por la droga. Si no, no podrías estar aquí.
De repente me acordé de que aquella noche escuché dos disparos- ¿Te hirieron a ti?
- Si. Estaba distraído porque estábamos juntos y no noté la presencia de nadie alrededor. Seguramente estarían en la dirección del viento para que no pudiera olerlos. Me dispararon con una bala de plata que me dejó paralizado en poco tiempo. Me extrañó que no me cogiesen pero pensé que quizás querían dejarme como aviso para mi familia. Antoine y Jean Luc salieron a buscarnos después de unas horas, extrañados de que no volviéramos y me encontraron a través del poco hilo de conciencia que me quedaba. Nada más extraerme la bala y curarme me puse a buscarte.
Me cogió en brazos y me depositó en la cama para que pudiese sentarme más cómoda a su lado.
-Kat, necesito que hagas un esfuerzo por tratar de imaginarte quien son tus captores para que pueda verlos. No sé cuanto podré retrasar que entres en el sueño del somnífero.
-Sólo he visto a uno, el que me llevó el desayuno.
Traté de recordarlo minuciosamente. Para cuando la imagen estaba totalmente en mi mente el hombre apareció en la puerta del dormitorio. Me asusté y pegué un brinco a los brazos de Dominique. Él se rió suavemente mientras trataba de calmarme.
-Tranquila, solo es la imagen que tu mente ha desarrollado cuando has pensado en él.
Efectivamente el hombre no se movía, parecía una estatua. Dominique se acercó a examinarlo, frunciendo el ceño.
-No lo reconozco. ¿Este es el jefe? Estoy seguro que esto no puede haberlo hecho una persona sola.
-No. Me dijo que su jefe todavía no había llegado. Cuando nos dispararon, recuerdo sentir una voz de mujer que me resultó muy familiar, pero puede que sea solo una mala pasada de mi imaginación cuando iba cayendo desplomada. De todos modos no consigo ubicar la voz con nadie.
La imagen de la habitación de Dominique y él mismo empezó a volverse un poco borrosa.
-Kat, escúchame rápidamente. Estoy empezando a perderte y no tardarás mucho en entrar en un sueño más profundo donde no podré alcanzarte. Trata de ver a todos tus captores para que cuando podamos conectar los vea. Estamos tratando de aparentar normalidad y tu madre ha llamado al colegio avisando de que has ido a ver a tu padre que está enfermo y tardarás unos días en volver.
-No había otro que escoger nada más que mi padre. Mamá sabe cuanto lo odio.
-¡Céntrate, por favor! Eso no es importante.- Ya se estaba volviendo más borroso.- En cuanto estés despierta llámame mentalmente para que te pueda localizar mejor. No te asustes si me sientes en tu cabeza.
-No te preocupes, lo haré.
-Y Kat…
-¿Qué?- la imagen era ya solo una mancha.
-Te quiero.

1 comentario: