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domingo, 25 de abril de 2010

Le Theatre des vampires Capitulo 21

Capitulo 21

No me dio tiempo a reaccionar a su revelación, el sueño me inundó por completo. No sé cuanto tiempo estuve durmiendo profundamente. Cuando por fin mi cabeza comenzó a funcionar me encontraba entumecida, mis brazos y piernas estaban flojos. Por más que trataba de moverme no podía, algo me estaba sujetando para que no lo hiciera. Levanté todo lo que pude la cabeza para poder mirarme hacia abajo y descubrí que me habían atado las extremidades con cadenas. ¡Qué idiotas! Seguramente pensarían que ahora que sabía que era un cebo para cazar a los Duboise trataría de escaparme y avisarlos.
Mis secuestradores eran simples humanos que trataban de aplicar ellos mismos lo que creían era justicia. Mi amor y su familia tenían fuerzas y poderes sobrenaturales con los que acabar con ellos, ¿para qué demonios iba a intentar escaparme? Lo único que podría pasar es que complicara más las cosas.
“Dominique, ¿estás ahí?”- imploré mentalmente.
“Si, mon amour. Intenta mantenerte concentrada en hablarme mientras miras a todos los sitios posibles para poder localizarte. Tengo solo una pequeña percepción de ti y eso significa que estás bastante lejos, pero poco a poco me situaré.”
“Aquí no te puedo ayudar mucho. La habitación parece un trastero y no tiene ventanas”.
“Llámalos o haz ruido para que entren y pueda verlos, mantente concentrada y todo saldrá bien”.
Hice lo que me pidió. Comencé a moverme salvajemente para hacer tintinear las cadenas, cuidando de no lesionarme. Al instante aparecieron varios hombres con estacas alzadas y cara de sorpresa. Intenté parecer lo más inocente posible y les puse una pequeña sonrisa quedándome quieta nada más verlos.
-Siento haberos asustado, pero estaba tratando de sentarme en la cama.
-Tú no asustas ni a una mosca.- Me dijo el mismo que me había traído algo para comer.- Estate quietecita. Podíamos haber tratado de matarte pensando que aquí había alguien más.
Ya iban a darse la vuelta para salir y tuve que pensar rápidamente en algo para que no se fuesen, rezando porque el verlos le sirviese de algo a Dominique.
-Pues para no asustar a una mosca, la cara que habéis opuesto al entrar decía que si. Si no te importa, necesito ir al baño, tengo necesidades que cubrir.
-Espera un momento, voy a preguntarle al jefe.
Sin más se fueron.
“Buena excusa”- me dijo Dominique.
Yo bufé en mi mente. La verdad es que sí estaba empezando a impacientarse mi vejiga. Con la cantidad de tiempo que llevaba allí encerrada no me extrañaba que lo necesitase urgentemente. Miré a mis cadenas, tenía que llevar las manos bajas para que la cadena de los tobillos no tirase de la de las muñecas, estaban cruzadas para que quedasen más cortas.
El hombre volvió a la habitación y se acercó hasta mi camastro. Di un pequeño respingo cuando se dobló hacia mi estómago, pero simplemente iba a desencadenarme.- No trates de escapar- dijo mientras yo me levantaba.
-Tranquilo, si hubiese querido escapar, ya lo hubiese hecho hace tiempo.- era una bravuconada por mi parte, pero no iba a dejarle que me amedrentara.- Sólo necesito ir al baño.
El cambio de intensidad de la luz al salir a la siguiente habitación me hizo entrecerrar los ojos. Me esforcé todo lo que pude en acostumbrarme rápidamente para poder observar. La habitación era bastante grande, llena de imágenes religiosas y cruces, con las paredes también de piedra antigua. Tres hombres estaban afilando trozos de madera para hacer estacas, me fijé todo lo que pude en sus rostros antes de que el que me llevaba me empujase para que siguiese caminando. Tres hombres más estaban saliendo en ese momento al exterior, pero no pude verles el rostro. El que me llevaba me condujo por un pasillo estrecho. La primera puerta estaba entreabierta, por el rabillo del ojo distinguí un hombre sentado frente a una mesa, observando lo que parecía un mapa. Estaba de espaldas a la puerta, pero pude ver que también era grande y fornido, con cabello rubio muy corto, de estilo militar. A sus pies descansaba una ballesta pegada a la pata de la mesa. No pude ver más de esa habitación, pues me vi obligada a continuar. Pasamos por delante de tres puertas más que estaban abiertas, mostrando tres dormitorios, que supuse por las enormes diferencias con el que me tenían asignado, eran los que usaban ellos.
En la siguiente puerta, que era la última, el hombre me detuvo- Este es el baño, la ventana que hay está cerrada. De todos modos te aviso de que debajo de ella se encuentran tres de nuestros hombres esperando por si huyes por ahí. No tardes.
-¡Bueno señor impaciente!- dije levantando mis manos a modo de rendición- En todo el tiempo que llevo aquí no he podido ir ni una vez. Como comprenderás, mi situación no es exactamente de mi agrado, así que no sé cuanto necesitaré para estar cómoda y terminar, ¿sabes?
Él hizo un gesto de desagrado y abrió la puerta del aseo bruscamente, me cogió del brazo y me metió dentro de un empujón.- Tres minutos, después entraré, hayas acabado o no, para sacarte.- Y cerró de un portazo.
Miré el baño. ¡Puaj, qué asco! El pequeño lavabo estaba sucio, no sabría decir qué color tenía originariamente. La bañera era de esas antiguas de patas, tampoco es que estuviese hecha un primor, hasta tenía una araña de patas largas moviéndose por dentro de ella, tratando inútilmente de salir de allí. Lo único que estaba algo más decente era el water, pero aún así no iba a sentarme en él.
“Dominique, ¿te importa no estar en mi mente durante al menos un minuto?”- necesitaba privacidad.
Una risita llegó a mi mente nada mas hacer mi ruego “Por supuesto, chére”. Sentí como si una parte de mí se alejase, señal de que ya podía ocuparme de mi vejiga.
Cuando acabé no tiré de la cisterna para que creyesen que estaba todavía en ello y pensé en asomarme por la ventana. Sentí la presencia de Dominique otra vez en mi mente.
“No deberías de haber tratado de enojarlo. No quiero que te lastimen. En vez de acabar con ellos rápidamente, me enojaría lo suficiente para que le demos una sesión mortuoria”
“¿Cómo que le demos?”- pregunté mientras me acercaba hasta la ventana e ignorando su reprimenda.
“Nosotros somos una familia, por eso hemos conseguido sobrevivir en el tiempo. Antoine, Maximilien, Jean Luc y otros cuantos más de los que no tuve tiempo de presentarte vienen conmigo para rescatarte y ocuparnos del problema”.
Estaba sorprendida de tanta atención para salvarme.
“Mi amor, no es solo por ti, también es por nosotros. Debemos acabar con todo lo que amenace nuestra existencia. Cuando te hayas convertido en uno de los nuestros lo entenderás mejor”
“Todavía no me he planteado lo de convertirme, piensa que recién me enteré de que los vampiros existen. Ni siquiera sabía que mi madre había cambiado”
Dominique se quedó callado por unos largos segundos. Luego me aventó secamente a que me asomase de una vez por la ventana. Creo que no le gustó que tuviera que pensarme lo de ser convertida.
La ventana era bastante pequeña, ni modo que yo podría coger por allí, por no hablar de la reja cruzada que tenía en ella y que la hacía ser más pequeña todavía. Bajo la ventana había una pequeña banqueta. Me tuve que reír en tanto hacía una reflexión.
“Si de verdad tanto temen que me escape, no deberían de dejar objetos como este que pueden servir para alcanzar la ventana más fácilmente, aunque de todos modos no quepa”
Dominique no dijo nada, debía de estar todavía enfadado. Alcancé el bordillo y conseguí asomarme. Fuera frente a mí estaba el mar. Las olas rompían en la ensenada provocando un baño de espuma remolinante en una zona rocosa. Me asusté un poco cuando me fijé que bajo la ventana se distinguían las coronillas de los tres guardias que esperaban por si escapaba. Ahogué el grito que iba a dar por el susto para no ser descubierta y seguí con mi cometido. Giré la cabeza hacia la parte rocosa de la derecha y alcancé a ver un viejo faro bastante demacrado, con puertas y ventanas en color malva medio caídas. Una rareza.
Escuché pasos acercándose y me apresuré para bajar de la banqueta y tirar de la cisterna como si acabase de terminar allí.
-No te quejes que al final te he dejado cinco minutos. Volvamos.
“Kat, el faro que has visto me suena bastante, pero no consigo ubicarlo. Le preguntaré a Antoine y le mostraré la imagen para que me indique donde está. Seguro que él se acuerda”
“¿Tu crees que has estado por aquí?”, atisbé que ya estaba caminando al lado de la habitación del hombre del mapa.
“Creo que si, piensa que en mi larga existencia he tenido mucho tiempo de viajar por el mundo”.
-¡Idiotas! ¡Está comunicándose con ellos! ¡Drogadla ahora mismo!
Me giré para ver al jefe gritando a los hombres. Tan concentrada había estado en hablar con Dominique que no me había percatado de que el jefe me estaba preguntando algo e incluso había insistido un par de veces.
El jefe se acercó a mi en tanto sentía un pinchazo en mi cuello desde atrás y sacó una navaja.- Tengo una idea mejor para ti, estúpida- dijo mientras me cogía las muñecas y me daba un par de cortes verticales muy profundos en ellas- Diles que les estoy esperando. Si tardan mucho morirás desangrada.
Dominique me estaba gritando que iban a por mí, que ya sabían donde estaba y que tratara de no dormirme, pero era inútil, la droga ya estaba haciéndome efecto. Tuve una pequeña percepción del rostro del jefe mientras me sonreía diabólicamente y sus ojos me resultaron muy familiares.
“¡Dominique, socorro! ¡Me estoy durmiendo!”

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