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viernes, 23 de abril de 2010

Moonlight Capitulo 17

Capitulo 17

Wolfgang asomó la cabeza por la puerta, ni rastro de los soldados de Oliver. Movió la mano haciendo un gesto para que lo siguiesen por el pasillo hasta una puerta externa a él que daba a una capilla.
De noche, con la única iluminación de un grupo de velas junto al altar y otro junto a una pila de bautismo, la pequeña capilla tenía un toque místico. Las llamas bailaban al paso de la suave brisa tras haber abierto la puerta, formando gigantescas sombras en las vidrieras de colores.
Valiant estaba admirando toda la estancia como si fuese la primera vez que había entrado allí. No es que fuera eso, pero nunca hasta ahora le había llamado la atención. Recordaba que su padre le había contado numerosas veces que, durante generaciones, toda su familia había celebrado allí los matrimonios. Era una tradición usar la pequeña capilla, las puertas principales se dejaban abiertas para que todos los que no cogían dentro pudiesen escuchar el ritual. Dentro se quedaban los familiares directos. Durante la celebración siempre cantaban un numeroso grupo de niños, deleitando con sus cánticos dedicados a alabar la nueva unión, llenando el aire de promesas de largas y numerosas descendencias que serían el orgullo de los contrayentes y de un amor que perduraría infinitamente en los tiempos. Seguidamente, el familiar de la novia entregaba la mano al novio y pedía que dijese los votos hacia ella para que pudiera dar su asentimiento. Luego la novia decía los suyos, aceptándolo y sus manos eran entrelazadas con una cinta dorada por el capellán que bendecía la unión y los declaraba como nuevos esposos, dando paso a un suculento convite para todos los asistentes.
Valiant estaba imaginándose que algún día, él quería hacer eso mismo con Giselle. Tan absorto estaba en sus pensamientos que no notó el tirón que le estaba dando Savage para que le siguiera. Cuando por fin le hizo caso, cruzaron por entre los bancos sigilosamente, buscando alcanzar una puerta lateral que conducía fuera del castillo, rumbo al cementerio.
Numerosos panteones bordeaban la entrada, pasaron rápidamente entre las lápidas a lo largo del camino hasta llegar al panteón más grande al fondo. Era majestuoso, el mármol blanco de la parte baja de las paredes estaba tallado formando numerosas ramas iguales a las de los matorrales del bosque. Por la parte superior imitaba una gigantesca colina de mármol marrón sobre la que descansaban las estatuas de un par de lobos con sus cachorros sobre el vientre de la hembra, en el acto de amamantarse. Bajo la escena estaban grabados en dorado antiguo el apellido y el escudo de la familia de Valiant.
La verja de entrada estaba entreabierta y una pequeña luz comenzaba a acercarse desde el interior del panteón. Todos tomaron posición de ataque esperando ver quien era el que estaba allí. Por desgracia, el único que iba armado era el general Wolfgang. Tendrían que luchar con las manos o con los colmillos según terciase.
De repente, el capellán salió de la verja llevando en una mano un pequeño candil y en la otra un manojo de llaves, que se llevó al corazón en cuanto se vio rodeado por los cuatro hombres.
-¡Me habéis dado un susto de muerte! ¿Que hacéis aquí?- dijo enfadado. Cuando reconoció quienes eran, su cara cambió a una de sorpresa.- ¡Dios mío! ¿Cuándo habéis vuelto? Creí que nunca volveríais.
Se acercaron a darle un caluroso abrazo. Savage fue el primero en hablar- Regius, no pensarías que íbamos a ser tan cobardes como para no volver, ¿no?
-No es eso, pero por lo que dijeron creí que, o bien os habían atrapado y matado, o a lo mejor habíais conseguido salir del bosque.
-Quédate con lo segundo- dijo Optimus- hay un modo de salir de aquí. ¿Qué haces a estas horas por aquí solo?
El capellán abrió los ojos completamente sorprendido, pero reaccionó ante la pregunta.- Reviso todas las noches el cementerio. Alguien ha venido un par de veces por aquí, he encontrado algunos jarrones tirados por el suelo, pero nada más. Supongo que serán algunos crios haciendo travesuras, deberían dejar a los muertos en paz.
-¿Crees que han estado en el panteón familiar?- dijo Valiant irritado.
-Creo que no, nunca he visto indicios de que hayan entrado. Esta noche me encontré la verja entornada, pero creo que debo de haber sido yo mismo el que me la dejara anoche sin cerrar con llave. Allí abajo no hay nada cambiado.
-Pues necesito que nos hagas un favor. Regius, necesitamos un lugar donde escondernos y habíamos pensado en quedarnos en el panteón familiar hasta que consigamos preparar algo para desenmascarar al asesino de mi padre. Si tú te mueves por el cementerio nadie sospechará de ti, es normal que atiendas el lugar. ¿Podrías traernos algo de comida de vez en cuando?
-Por supuesto, ningún problema. Os traeré algunas mantas para que podáis dormir calientes.
-Eso no nos preocupa, tenemos sacos de dormir.
Les mostraron los sacos que llevaban enrollados bajo la mochila y se sorprendieron gratamente.
Después de acordar una señal para reconocerlos cuando llegasen, el capellán se despidió y se marchó. Wolfgang también dijo de irse.
-Tengo que irme antes de que alguien sospeche. Quitaron la guardia de mis aposentos con la esperanza de pillarme tramando algo y si me ven vagando por ahí buscarán qué estaba haciendo. Procuraré traeros algunas armas en cuanto pueda y noticias de nuestros soldados.
Wolfgang los dejó con esperanza de volver pronto y Valiant respiró hondo antes de entrar al panteón y bajar hasta la segunda planta inferior, donde reposaba su padre.
Las escaleras eran lo suficientemente largas como para que las luces de velas encendidas no llamasen la atención desde arriba. Savage se hizo el entretenido en la primera planta inferior, donde reposaban los infantes que no habían llegado a nacer o habían muerto siendo pequeños. Quería darle privacidad en esos momentos tan duros.
Valiant llegó hasta la tumba. Una enorme losa lisa la tapaba. Unas simples letras en su antiguo idioma indicaban quién era el que estaba reposando allí. Generalmente se solía hacer una imagen tallada del fallecido para la tapa, pero no sabía por qué demonios a su padre no se lo habían concedido. Tocó las letras con un tembloroso dedo mientras las primeras lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas.- Padre, perdóname por no haber podido llorarte antes. Hasta que no he llegado aquí no he sido capaz de asimilarlo.
Sin más se echó sobre la lápida, llorando como un niño pequeño, repitiendo una y otra vez que lo perdonase. Su padre era bastante severo con él, pero ahora comprendía que lo había hecho por su bien. Quería que se convirtiese en un hombre de provecho capaz de llevar las riendas del castillo y que supiese gobernar a sus habitantes de la mejor forma posible. La rabia empezó a surgir de su mente, inundando todo su ser en cuestión de segundos. Sus ropas de rompieron conforme se fue transformando en licántropo, consumido por la rabia y la impotencia de no poder matar a los asesinos de su padre. Sus dedos se fueron alargando para dejar asomar unas potentes garras afiladas. Su mandíbula se extendió formando un gran hocico lleno de punteados colmillos y un grito en forma de aullido escapó salvajemente de su boca. El aullido clamaba venganza a los cuatro vientos hasta que se apagó. Valiant cayó desplomado sobre la lápida, había usado todas sus fuerzas en sacarse el veneno que llevaba guardado dentro un mes completo. Necesitaba desahogar toda la furia contenida, y fue el momento de ver la lápida lo que lo desencadenó.
Savage llegó en cuanto el aullido se acabó. No dijo nada, sacó el saco de dormir y lo desplegó. Cogió el brazo de Valiant y se lo echó al hombro para llevarlo dentro del saco y lo tapó.
-Duerme amigo mío. Mañana comenzaremos a buscar venganza.

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