Capitulo 12
Volvieron usando el mismo sendero hacia la casa de la playa. Savage iba jugueteando con April, que corría alocadamente tratando de que no la cogiese y riendo a carcajada limpia. Valiant prefería ir caminando tranquilamente con Giselle. La tenía cogida por la cintura y sus ojos estaban vigilantes. Aunque los lobos se habían ido, no estaría tranquilo hasta que hubiesen llegado a la casa.
Nada más llegar Savage alcanzó a April, le sacó el pareo de la cintura, la cogió en brazos y la tiró en la piscina por la parte más honda.
-¡Savage!- dijo riendo cuando asomó a la superficie- El nombre te viene a pelo, eres un poquito “salvaje”.
No se lo pensó dos veces, saltó al aire haciéndose una bola y cayó en el agua igual que una bomba, salpicándola de nuevo.
Valiant se reía a gusto desde su hamaca cuando April trató de hacerle inútilmente un ahogadillo a Savage, y Giselle se fue hasta el caballete para seguir pintando cuando Valiant se fue también a la piscina para tratar de ayudar a April a sumergirlo.
Después de un par de horas jugueteando los tres en la piscina salieron a descansar en las tumbonas totalmente agotados por el juego.
Giselle se limpió las manos llenas de pintura en un trapo y se sentó en la tumbona que quedaba vacía.- April, mañana volveré a casa. Ya llevamos una semana aquí y necesito volver, paso demasiado tiempo fuera de ella por culpa de las exposiciones en las galerías de arte.
-¡Pero…!
Había estado todo el tiempo hablando con la cabeza girada hacia el suelo, mirando sus chanclas, sacándoselas y metiéndolas de nuevo en su sitio varias veces con nerviosismo. Siempre que iba con ella a su casa de la playa le resultaba difícil poder decirle que se quería marchar, April era tan hospitalaria… Pero esta vez no quería que ella la convenciese de quedarse más, así que en cuanto trató de hablar le dedicó una mirada seria de esas que hacen callar en un santiamén, poco común en ella pero necesaria para casos así.
Valiant notó que estaba tensa.- Si necesitas volver, regresaré contigo.- Ya que había conseguido conocer a una mujer tan fantástica que había sido capaz de despertar su adormilado corazón, no iba a dejar que escapara de él, así que agregó como excusa para que no rechazara su oferta de acompañarla- Te recuerdo que vi algunas cosas que había que arreglar en la casa y ya va siendo hora de que cumpla lo que te dije.
Giselle ya no supo que decir, estaba tan trabada que solo acertó a asentir. Pensaba que Valiant acabaría haciendo algo como hizo Connor, aprovechar que ella se marchaba de regreso para dejarla tirada. Su corazón le decía lo contrario, que no era igual a él, pero su experiencia había sido tan traumática que los pensamientos aparecían solos en su cabeza y no había modo de hacerlos desaparecer.
Estaba tan molesta por haberse acordado de Connor que después de asentir a Valiant se fue directa a su dormitorio. Iba murmurando que era una estúpida por comparar a los dos y maldecía el día en que había conocido al “imbécil- cabeza hueca”. Cerró la puerta tras de sí, se sacó las chanclas aventándolas hacia el suelo y se quitó el pareo, quedándose en bikini mientras se tumbaba boca abajo sobre la cama, con la cara tapada por la almohada.
Al cabo de unos minutos llamaron a la puerta, y aunque ella no contestó, la puerta se abrió. No sintió los pasos dirigiéndose hasta la cama, pero si notó como un pesado cuerpo se tumbaba junto a ella, Por el peso supo enseguida que era Valiant.
Sintió una mano masajeándole la espalda y una suave voz.- Te he notado muy tensa antes. Giselle, ¿Qué te ocurre?
Ella levantó la cabeza para girarla y poder mirarle. Estaba mirándola embelesado, con una preciosa sonrisa escapándosele en sus labios y con un rostro guapísimo, más que ninguna otra vez que lo hubiese visto. ¿Cómo demonios se había fijado en alguien tan “poca cosa” como ella? Podría tener a cualquier mujer exuberante con solo mirarla unos segundos igual que la estaba mirando a ella ahora.
-No pasa nada, es solo que me acordé de una estupidez. Cada vez que me acuerdo me enfado por un rato y necesito estar sola para que se me olvide.
-A veces, compartir algo hace que podamos desembarazarnos de ello mejor. Si hay algo en tu vida que te ha sentado mal, el guardarlo solo para ti no es bueno.
-No pasa nada, ya se me pasará.
Valiant no había dejado de masajearla tratando de aliviar su tensión, pero cuando comprobó que ella seguía en sus trece paró su mano, se acercó un poco más a ella, haciendo que sus rostros estuviesen a pocos centímetros en la almohada.
-Giselle, creo que ya sabes que siento algo por ti como jamás he sentido por ninguna otra. Dimos un paso importante hace un rato cuando hicimos el amor y quiero pasar todo mi tiempo contigo, pero ninguna relación funciona si hay secretos de por medio, hay que tener confianza plena el uno en el otro.
Giselle no se lo creía, ¡había dicho que quería pasar todo su tiempo con ella y que sentía algo hacia ella! Para una vez que hace todo al revés- empezar por acostarse y conocerse mejor después- le sale bien. Inspiró profundamente y dejó salir poco a poco el aire, muy lentamente, buscando cómo poder explicarle lo de Connor. Se sentaron en el borde de la cama y ella empezó a contarle como había sido el año con el imbécil.
Trató de encontrar unas palabras que describieran bien como se sintió cuando tuvo relaciones por primera vez, intentando no dar demasiados datos específicos cuando se dio cuenta de que él iba tensándose al saber que se había reído de ella.
Para cuando acabó se sintió mejor por haber sido capaz de compartirlo con alguien además de April. Miró a los ojos de valiant y casi ve saltar chispas de furia por ellos. Sus manos tenían la sábana apretada en un puño cerrado.
-¿Y dices que vive ahora en tu ciudad?
-Por favor, no vayas a ir en busca de él. Yo no he vuelto a hablar con él y lo evito.
-¡Ese hijo de puta necesita que le den una lección! Y créeme, sé cómo hacer que se cague en los pantalones.
-Valiant no, por favor. Solo quédate conmigo y hazme olvidar. Solo pido eso.
Puso una mano en su pecho para reconfortarlo y calmarlo. Los músculos estaban tan tensos que casi podían compararse con una roca, las venas estaban tan a la vista por la tensión que si no conseguía sosegarlo rápido estaba segura de que estallarían.
Fue dándole un chorro de besos hasta el cuello, se sentó a horcajadas sobre él y lo miró a los labios- Valiant, por favor. No pienses más en algo que no vale la pena recordar. Regresa tu mente a mí y hazme olvidar- Le dio un suave beso en la comisura, luego otro en la boca y por fin empezó a hacerle caso. Sus manos recorrieron la pequeña espalda en un ligero movimiento descendente, alcanzando su redondeado trasero que requería ser masajeado al instante. Sus pezones se tensaron con ese gesto, pensando en lo que disfrutaría cuando se ocupase de ellos. Como si le hubiese leído la mente, la elevó utilizando las manos todavía puestas en su culo, y posó la lengua en el pezón derecho para castigarlo con dosis elevadas de excitación.
Después de ocuparse también del otro se levantó llevándola encima y quiso dejarla sobre la cama, pero antes de que pudiese hacerlo ella colocó los pies sobre el colchón. Estaba de pie frente a él, ella sobre la cama y él de pie en el suelo. Así casi estaban emparejados en altura. Valiant le cogió las manos y se las hizo apoyar sobre el cabecero, jugueteó con la lengua en su ombligo a la vez que le iba bajando la parte inferior del bikini y volvía a dejarle las piernas entreabiertas con un simple movimiento de manos.
Se sentó de rodillas sobre la cama para poder contemplarla. Ella tenía la cabeza girada hacia atrás, ansiosa por observar el deseo que se reflejaba en sus destellantes ojos verdes cuando entreabrió un poco más las piernas para dejarle ver su hendidura. Su polla casi rompe el bañador con la rigidez que tomó.
Valiant pasó un ligero dedo entre las piernas de ella, de adelante hacia atrás, haciéndola gemir por lo ligero que había sido su roce. Se lo repitió otra vez pero profundizando un poco más, notando como estaba de mojada. Tan deseoso estaba de pegarse a ella que no esperó más, se acercó desde atrás de rodillas y envió una mano a acunar un pecho, su boca se dedicó a besar su espalda y la mano que le quedaba libre se recreó en su clítoris, provocándole inmediatamente un gigantesco clímax.
Se derrumbó sobre él con piernas flanqueantes y se dejó poner en el filo de la cama. El le elevó las piernas y se introdujo rápidamente, procurando no dañarla por culpa de su prisa. Bombeó en ella durante lo que pareció una eternidad, buscando que se corriese de nuevo. Cuando la volvió a sentir gemir se dejó llevar por la placentera onda que le invadía y después continuó con el chorro de besos interminables esperando que pasase el tiempo necesario para poder salir de ella.
Siguieron unos minutos más acariciándose. Giselle estaba haciendo pequeños dibujos con el dedo sobre su pecho, ensimismada, hasta que se acordó de una parte de lo que habían estado hablando.
-Yo te conté mi secreto. ¿Cuál es el tuyo?
Valiant iba a contárselo, pero tocaron a la puerta y la voz de Savage se oyó tras ella.
-Chicos, la comida está hecha. Venid a sentaros con nosotros.
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